Entrada actual
Armas, Donbass, Ejército Ucraniano, Estados Unidos, Extrema Derecha, Reclutamiento, Ucrania, Zelensky

Armas, munición y tropas

Después de votar en contra del paquete de 60.000 millones de dólares de asistencia militar, el senador Republicano Lindsey Graham, condecorado como amigo de Ucrania por su anterior presidente y firme defensor de la guerra contra Rusia mucho antes del 24 de febrero de 2022, ha regresado a Kiev para mostrar que su postura no ha cambiado. Graham, como el resto de su partido, se encuentra condicionado por la realidad electoral, pero ni su postura geopolítica ni su fanatismo belicista se han modificado. La única variación en su discurso de lucha hasta el final se refiere a la forma en la que Ucrania debe recibir la asistencia militar. Graham se mostró “más optimista que nunca” de que el Congreso aprobará pronto los nuevos fondos para las Fuerzas Armadas de Ucrania. Sin embargo, por segunda vez en los últimos días, el senador introdujo la posibilidad de que esas cantidades sean transferidas en concepto de préstamo y no de subvención que no espera devolución. “He sido muy directo con el presidente Zelensky. Puede esperar de mí que esté siempre de su lado, pero no es injusto que le pida a usted y a otros aliados: devuélvannos el dinero más adelante, si pueden”, afirmó Graham según cita The Washington Post.

Las enormes cantidades de financiación que Kiev espera recibir agrandarían aún más el lastre que supone la de por sí inmensa deuda ucraniana. “Creo que la idea del préstamo es bastante popular, no solo entre los Republicanos, también entre los demócratas”, añadió el senador. Hasta ahora, Ucrania ha disfrutado de dos años de subvenciones que chocan con las coyunturas electorales de algunos de sus socios y que hacen prever mayores dificultades en los países en cuyos parlamentos haya diferencias de opinión o choque de intereses. No es el caso de la Unión Europea, que ante el descenso de la asistencia estadounidense está aumentando su participación en la financiación militar. El miércoles, Alemania anunció un nuevo paquete de 500 millones de euros y Josep Borrell exigió a la UE utilizar como asistencia militar a Kiev 3.000 millones de euros generados por los activos rusos requisados.

Pero como muestra también la visita de Lindsey Graham a Kiev, no todo se reduce al armamento y a la munición. “Ucrania sufre ya escasez de soldados y munición y Rusia está avanzando en el frente tras haber capturado recientemente la ciudad del este de Avdeevka tras la retirada ucraniana”, escribe The Washington Post apuntando a la otra gran carencia de Ucrania. En un momento en el que los países europeos agitan y exageran el riesgo de una guerra continental y comienzan a poner sobre la mesa la posibilidad de una mayor presencia occidental, Ucrania busca la forma de compensar sus pérdidas. Se trata de unas bajas que se resiste a admitir, pero que quedan implícitas en la intención de movilizar a medio millón de nuevos soldados y en el reclutamiento forzoso por la calle y detención de grupos que tratan de huir del país a través de sus fronteras.

Esa fase de movilización ha sido esta semana el segundo de los temas tratados por Lindsey Graham, que en su fe ciega en la necesidad de luchar contra Rusia hasta el último ucraniano ha afirmado que “hagamos lo que hagamos nosotros, debéis seguir luchando”. Al margen de si Estados Unidos logra o no aprobar nueva asistencia militar, la población ucraniana tiene, desde el punto de vista del senador, la obligación de seguir batallando. “Quiero pensar que quienes están en condiciones de servir en el ejército ucraniano van a unirse. No me puedo creer que sea a los 27”, afirmó en una clara crítica a la ley de movilización que trata de aprobar actualmente Ucrania. Hasta ahora, la edad de reclutamiento ha estado establecida en hombres de 27 años, a los que se han sumado los voluntarios y voluntarias que se han unido a filas. El flujo de voluntarios se secó hace mucho tiempo y Ucrania plantea ahora reducir a 25 años el reclutamiento, legislación aún bloqueada a la espera de su aprobación en una Rada en la que Zelensky tiene cada vez más dificultades. La presión por seguir reduciendo la edad de reclutamiento hasta incluir a esa población más joven, que Ucrania ha tratado de proteger por su importancia para el futuro del país, va a continuar. Al fin y al cabo, el mensaje de Lindsey Graham en Kiev, que insistió en que “necesitamos más gente en la línea”, sigue siendo la política oficial de Ucrania y de sus socios. La simple mirada a la pirámide de población de Ucrania muestra el riesgo de condenar a esas cohortes de entre 20 y 25 años a la guerra debido precisamente a su escasez a causa de la enorme pérdida de población de los años 90 y la caída de la natalidad.

De enorme relevancia social por su nula popularidad, la movilización no solo ha sido en las últimas horas tema de la agenda política, sino que ha llegado ya al ámbito puramente militar. Ayer, Serhiy Tsisaruk, comandante adjunto de la brigada Azov de la Guardia Nacional intervenía en el debate público y político sobre la movilización para aportar su solución. Hace unas semanas, la prensa británica alertó sobre la cacería de reclutas por la calle en lo que calificaba de press gangs, grupos de presa que capturan forzosamente a hombres para enviarlos al frente. La propuesta de Tsisaruk va en esa dirección, aunque no como degeneración de un sistema, sino como la estrategia en sí. Los problemas de movilización de Ucrania son tan evidentes que ya no es necesario negarlos y el comandante adjunto a Denis Prokopenko en la parte de Azov que permanece en la Guardia Nacional abiertamente propone que el reclutamiento quede en manos de las propias brigadas.

Dos son los problemas que Ucrania sufre y que precisan de reponer sus filas: las dificultades para encontrar voluntarios desde que la guerra ha quedado condenada a una lucha de trincheras de dura supervivencia y la necesidad de relevar a las exhaustas tropas. El argumento de Tsisaruk es, en cierto sentido, inapelable: las propias unidades son las más interesadas en lograr reclutas para relevar a sus agotadas tropas. A ello, el segundo de Denis Prokopenko añade el ejemplo de Azov, cuya capacidad de reclutamiento ya ha sido presentada como modelo por grandes medios estadounidenses, que siempre ignoraron el factor ideológico del momento y que han olvidado completamente quién es su líder y cuáles los valores y objetivos que persigue.

Azov, insiste Tsisaruk, está formado íntegramente por voluntarios y no carece de soldados para la lucha. La brigada consiguió incluso reponerse de la pérdida de su principal figura militar y miles de sus soldados tras la caída de Mariupol, cuando sus cuadros y sus bases más importantes fueron capturados por las tropas rusas y de la República Popular de Donetsk. La capacidad de Azov de atraer soldados ha sido notable desde su formación en 2014 y sus implicaciones para el Estado son aún más evidentes. El regimiento fue incluido como batallón policial de la Guardia Nacional en abril de ese año y desde entonces ha funcionado de forma relativamente autónoma, con su propio reclutamiento, pese a ser oficialmente parte de las estructuras del Estado. Desde la caída de Mariupol, Azov no solo no ha perdido importancia, sino que tiene presencia en las tropas del GUR de Budanov y también en las Fuerzas Armadas de Ucrania con la Tercera Brigada de Asalto de Andriy Biletsky.

La base de Azov, y también de su capacidad de reclutamiento, está en ese sectormás radical y más movilizado. Esa parte de la sociedad es también la más ideologizada y más dispuesta a acudir al frente a morir, y especialmente a matar, no por la patria, sino por una versión muy concreta de ella. El hecho de que durante una década Azov haya reclutado independientemente del Estado y del estrato más radical de la extrema derecha de la sociedad es un indicador relevante sobre la deriva de la Ucrania post-Maidan. Azov busca ahora ampliar esas capacidades y que sean las propias unidades, incluida la suya propia, quienes impongan sus modelos. Los destacamentos de inteligencia, alega Tsisaruk, serían los más adecuados para detectar y captar a los hombres que hayan de ser movilizados. Esa propuesta se une a la no menos distópica opción neoliberal planteada por Zelensky: la externalización del reclutamiento en manos de empresas que se encargaran de la labor y que, muy probablemente, precisarían del músculo que ofrecen los grupos de extrema derecha.  Lo que haga falta para cumplir los deseos de aliados como Lindsey Graham de que “tengamos más gente en el frente”.

Comentarios

Aún no hay comentarios.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Reportes del frente archivados.

Registro

Follow SLAVYANGRAD.es on WordPress.com

Ingresa tu correo electrónico para seguir este Blog y recibir notificaciones de nuevas noticias.

Únete a otros 47K suscriptores

Estadísticas del Blog

  • 2.226.376 hits