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Bratstvo, Budanov, Donbass, Ejército Ucraniano, Extrema Derecha, GUR, Ucrania

Autoritarismo y expansionismo

La rápida y desorganizada retirada rusa de las regiones cercanas a Kiev en 2022, junto a los exitosos avances ucranianos en las regiones de Jerson y Járkov, dio lugar a la difusión masiva de estos éxitos en las redes sociales por parte de los combatientes ucranianos. Una de sus manifestaciones fue la presentación casi instantánea de material sobre las frecuentes incursiones de los diferentes grupos ligados al GUR ucraniano en la retaguardia rusa o de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk.

La consolidación de un verdadero estado de guerra, y las mayores dificultades ucranianas en el frente, han llevado al progresivo cierre de estas cuasi retransmisiones públicas del desarrollo de los combates e incluso al silencio de los más destacados propagandistas de la idea nacional ucraniana. Olena Semenyaka dejó de aparecer en los medios ya en 2022. En la medida en que reflejan una parte de la ideología militar oficial ucraniana, resultan por ello de interés las entrevistas recientes concedidas por Dmytro Korchinsky, tanto al “Інформаційного стріму” de la NTA a finales de febrero, como a Natalia Moseychuk, ya a mediados del mes de marzo. Presentadas de forma menos desarrollada, las posiciones del líder del Batallón Bratstvo, de ideología fundamentalista nacional-cristiana, también pueden seguirse en su propio Canal de YouTube.

En su entrevista a la NTA, desarrollada tras la derrota de Avdeevka y la retirada ucraniana de Lastochkino, Korchinsky pasa revista tanto a las debilidades del ejército ucraniano como a las fortalezas paralelas de sus adversarios en el frente. Entre esas debilidades menciona los problemas existentes en las líneas defensivas y afirma que «sabemos cavar y extraer minas peor que el enemigo«.

En referencia al funcionamiento del aparato estatal ucraniano, Korchinsky sostiene que «esto se debe en gran medida al hecho de que muchas empresas de construcción que tienen que construir líneas de defensa fortificadas”, lo que implica un trabajo serio de ingeniería civil, “no quieren hacerlo porque, al tener que trabajar con fondos presupuestados, se enfrentan a inspecciones constantes por parte de los agentes administrativos del SBU, a auditorías fiscales en las que todo el mundo requiere dinero y, al final, todo resulta más costoso. Así que nadie, o muy pocas constructoras, quieren participar en las adjudicaciones de estas obras de estructuras de defensa”. Lo que lleva a que, como muestran los avances rusos actuales en diferentes direcciones del frente, “no todas nuestras posiciones [en el frente] están bien preparadas y equipadas«. Al contrario que Rusia en 2022, cuando comenzaron los trabajos de creación de fortalezas defensivas, Ucrania no ha creído en la necesidad de construir defensas, un ejemplo más de subestimar las capacidades ajenas y sobreestimar las propias que nadie en Kiev quiere admitir.

Un segundo aspecto se vincula a la ventaja rusa en recursos humanos y materiales. Respecto al primer factor, Korchinsky destaca que el ejército ruso no tiene menos problemas que el ucraniano. Según él, los soldados rusos también tienen que arreglárselas por sí mismos para cubrir sus necesidades, hay mucho desorden, asaltos masivos que vienen asociados a grandes pérdidas humanas y mala atención médica, pero la Federación Rusa dispone de una fuerza humana que se repone masivamente. “Debido a la magnitud del enemigo, es posible avanzar varios cientos de metros en diferentes áreas«.

En referencia al déficit ucraniano en recursos materiales, el líder de Bratstvo ofrece un ejemplo relativo a las reservas de tanques y señala: “Rusia tiene unos tres mil tanques en la zona de combate que puede utilizar para ataques. Incluso si destruimos una media de 10-15 tanques cada día, sólo podremos destruir la mitad de ellos en un año”. En esta dimensión material, otro aspecto que también influye en la situación en el frente es que las fuerzas ucranianas experimenten una escasez de municiones y armas debido a la «indolencia de nuestros hermanos europeos, en particular Macron, los griegos y chipriotas«, que hace dos meses impidieron la compra de proyectiles de artillería para Ucrania en mercados no europeos. Según el relato de Korchinsky, esos proyectiles estaban a disposición, en particular en Corea del Sur, pero el Presidente francés, Macron, señaló que debían adquirirse en el mercado europeo. La presión de bálticos y checos permitió finalmente que se volviera a reestablecer el contacto para la compra de material para Ucrania.

En estas circunstancias, el líder de Bratstvo considera que la acción militar ucraniana será por ahora defensiva. «Si nuestro comando no da algunos pasos muy inusuales, será un “punto muerto” defensivo”. Rusia concentrará sus esfuerzos ahí donde la defensa ucraniana se muestre más débil, “lo mismo” que trataron de hacer las propias fuerzas ucranianas “cuando intentaron montar una contraofensiva”. Pero el avance será muy limitado y con fuertes bajas. La principal dirección ofensiva rusa en los próximos meses se situará probablemente en la dirección de Kupyansk, una ciudad que sin embargo Korchinsky no ve por ahora en peligro de caer: “Capturar la ciudad será muy difícil para las tropas rusas”.

Respecto a un posible cambio en la posición defensiva ucraniana, “mucho dependerá … del suministro europeo de misiles de largo alcance. Si se nos sigue suministrando, también dependerá de la llegada a tiempo de proyectiles de artillería y otro equipamiento militar … también de la entrega de drones y del número de operadores de vehículos aéreos no tripulados bien entrenados tengamos«. Korchinsky recuerda en este punto algunos aspectos ligados a la privatización de la guerra ucraniana, entre ellos que una parte importante de la acción bélica con drones de Ucrania se mantiene, y con bastante desorden, al margen del Ministerio de Defensa: “Solo reduciendo ese desorden en las fuerzas armadas y mejorando los esfuerzos organizacionales … podemos conseguir una reducción significativa de las pérdidas e incluso algunos éxitos”.

En una perspectiva más a largo plazo, Korchinsky cree que el destino final de la guerra “dependerá de quien vea caer primero la retaguardia”. La guerra no se resolverá en el frente “se resolverá en la retaguardia, como en la Primera Guerra Mundial”, un periodo en que “los frentes eran estables”, pero no las partes traseras donde se observaba en muchas de ellas una situación pre-revolucionaria, tanto en Alemania o Austro-Hungría como en el Imperio Ruso e incluso Gran Bretaña. A juicio de Korchinsky, “el primero cuya retaguardia vaya a caer” perderá la guerra. En este sentido, el argumento de Korchinsky es una obviedad: ambos bandos trabajan en minar la retaguardia contraria. Para ello, Rusia es capaz de producir por sí misma los misiles con los que intentar destruir los sistemas de defensa aérea ucranianos, mientras que Ucrania depende de sus socios para obtener ese material.

Desde posiciones bastante voluntaristas, el líder nacional-cristiano espera que, “a pesar de todo”, este derrumbe en la retaguardia ocurra en la Federación Rusa. En opinión de Korchinsky, “la situación interna ahí es bastante inestable y las contradicciones entre la élite en Moscú son bastante serias”. No esperamos “una revolución popular”, porque el pueblo ruso es un “pueblo inconsistente”, pero no revolucionario (en términos de disposición a levantarse contra el poder). Pero “en su elite política, las contradicciones y las disputas son bastante serias, y la revuelta de Prigozhyn fue una muestra de que se están desarrollando grandes acontecimientos, ocultos bajos las alfombras, y que habría que esperar que algo ocurra”.

En última instancia, en los conflictos en Rusia siempre ocurre algo y la estabilidad sólo se consigue, en la perspectiva del líder de Bratstvo, a través de la represión. Y a diferencia del Stalin posterior a la Segunda Guerra Mundial que, con su mano de hierro, pudo evitar el colapso, “ahora mismo no tienen esa mano fuerte, a pesar de todo, y las élites son inestables en Erefia [la Federación Rusa] y, por lo tanto, sólo tenemos que mantenernos firmes, mantener la estabilidad, ocurra lo que ocurra, mantener la defensa y sólo esperar a que acontecimientos de los que podamos beneficiarnos empiecen en Moscovia”. Confundir los deseos con la realidad ha sido una constante en el discurso de la extrema derecha nacionalista ucraniana.

Korchinsky teoriza de esta forma lo que parece ser la posición estratégica del GUR, la inteligencia militar de la que forma parte: la desestabilización y caída del régimen ruso a través de los ataques contra su retaguardia. Preguntado por cuándo ocurrirá, señala que “Putin no es capaz de una gran represión contra su entorno” y que los pesos pesados, situados en las primera filas de acceso al poder, “compiten entre ellos” por ese poder.

Las bases en que se asienta la teoría carecen, sin embargo, de bases sólidas: “conocemos muy poco” de lo que ocurre oculto, reconoce, así que “no podemos predecir”, puede ocurrir en un día, o en un año, “sólo sabemos que eso les ocurre todo el tiempo”, es “una tendencia a largo plazo en Moscovia”. Putin lleva 20 años en el poder, así que “podemos esperar algo de ellos”, algún tipo de crack o de hundimiento. Así que “la principal cuestión es no relajarse” y luego “alcanzar Moscú y no sólo las fronteras de Ucrania”, impidiendo que Putin se mantenga en el poder. “Dios tiene sus propios planes, y veo que tiene a Ucrania en sus propios cálculos porque, en los últimos diez años, los ucranianos han intentado perder varias veces y estaban dispuestos a capitular, pero Dios nos empujó hacia la superficie y nos dio fuerza para la resistencia y para la victoria”, afirma con un argumento que deja claro que Ucrania no es capaz de causar las revueltas internas en Rusia con las que lleva años soñando.

Así se escribe, o más bien, así se trata de escribir la historia desde las fuerzas profundas que definen y desarrollan la estrategia del GUR ucraniano, muchas de las cuales aspiran a conformar un ejército paralelo al oficial, capaz de impulsar la acción político-militar que se proyecta. En su entrevista con Moseychuk, Korchinsky muestra con total claridad la dimensión fundamentalista, autoritaria y expansionista que caracteriza a su proyecto ucraniano.

Así, en sus respuestas, afirma que Ucrania sólo sobrevivirá “si somos exclusivamente una nación religiosa”, “si estamos muy movilizados”, si somos “una sociedad altamente militarizada que asume para sí misma una gran tarea” que es “llegar a Moscú”. “Tenemos que cruzar los Urales”, “tenemos que destruir todo lo que se mueva por ahí” y hacernos con el petróleo y el gas, “las fuentes de nuestra recuperación”, “esto es lo que tenemos que tomar”. Una visión expansionista y nacional-religiosa que extiende a una Europa cuyo proyecto de misión conjunta original habría que buscarla en las primeras Cruzadas. Como resultado de las Cruzadas, “la Europa en la que crecimos …. por primera vez ha realizado su unidad en estos días”.

En uno de sus vídeos publicados recientemente, llama la atención que Korchinsky haga referencia a la toma de otro material durante el esperado proceso de colapso de la Federación Rusa, el relativo al material nuclear. Espera que este arsenal nuclear ruso caiga en manos “responsables”, dispuestas a venderlo en partes a Estados Unidos, entre ellas las de “fuerzas tan constructivas como las fuerzas armadas ucranianas y los servicios especiales ucranianos”.

En su propuesta de acción político-militar, el líder de Bratstvo sostiene que “se necesita propaganda militar agresiva” ya que sólo se apoya a los fuertes, a los que avanzan sobre el terreno o pretenden hacerlo. Defiende, en paralelo, la máxima “censura” interna para contrarrestar la propaganda rusa y la represión contra quienes sean acusados de ella.

Según Korchinsky, las medidas necesarias para la guerra deben ser impuestas sin contemplaciones porque “la verdad tiene que ser impuesta por la fuerza”. En referencia a la movilización militar, por ejemplo, sostiene que “tenemos ahora una gran parte de población en contra de la movilización, pero tenemos que llevar adelante esa movilización a través de métodos directivos con el fin de sobrevivir”, porque “el bien  debe imponerse por la fuerza”. Un bien que Ucrania debe expandir por todo el mundo: “Ucrania sólo puede sobrevivir en un mundo que controlemos más o menos … o en el que participemos en muchos de sus procesos”, asegura a quien esté dispuesto a escuchar.

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