Entrada actual
Diplomacia, Donbass, Donetsk, DPR, Ejército Ucraniano, Francia, LPR, Minsk, OTAN, Rusia, Ucrania

Voluntad de someter

En su discurso de ayer en Moldavia, uno más de los muchos países que ha visitado en las últimas semanas, Volodymyr Zelensky se refirió a las condiciones de seguridad de su país tras la guerra. En Eslovaquia, Macron, que en su intervención dijo haber hecho el largo camino hasta Bratislava, insistió ayer en esa misma cuestión. El discurso del presidente francés ha sido claro desde hace varios meses: tras la ofensiva ucraniana, habrá que negociar una resolución diplomática a la guerra. Eso sí, sus palabras de ayer, en las que afirmó que, tras la ofensiva “tendrás que negociar con los líderes que te encuentres de facto, incluso aunque el día después les tengas que juzgar delante de un tribunal internacional” no ofrecen gran esperanza de que los países europeos vayan a negociar en ningún momento de buena fe. Sin embargo, incluso esa negociación con las autoridades rusas y las garantías de seguridad que los países europeos y Estados Unidos, sin duda, ofrecerían a Ucrania no parecen ser suficientes para el cada vez más exigente proxy de Kiev.

Como precisó Zelensky en su intervención en Chisinau, Ucrania no solo quiere “una decisión clara” sobre su acceso a la OTAN, es decir, la promesa de admisión -lo conocido como Membership Action Plan- sino que la quiere recibir como parte de las decisiones de la cumbre de la Alianza que se celebrará el próximo mes de julio en Lituania. Aunque tanto Alemania como el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, han afirmado que la cuestión del acceso no será tratada de ninguna manera “hasta la victoria”, el presidente ucraniano continúa presionando para lograrlo. E incluso en el caso de no lograr una victoria completa, comienza ya a promoverse por medio de artículos publicados en grandes medios como The New York Times la idea del acceso a la OTAN de una Ucrania potencialmente dividida siguiendo el ejemplo de Alemania durante la Guerra Fría. Pero Ucrania, instalada, al menos públicamente, en el discurso de la victoria, no solo quiere lograr sus objetivos máximos, sino que cada vez exige más.

Ucrania, que en abril de 2022, cuando aún no se habían producido gran parte de la muerte y destrucción que ha causado esta guerra, rechazó el acuerdo negociado por Vladimir Medinsky y David Arajamia en Estambul, que incluía garantías de seguridad que en aquel momento se compararon al Artículo V de la OTAN. La contrapartida exigida para obtener esas garantías de seguridad, la renuncia a Crimea y Donbass, era inaceptable para Kiev, que ya desde 2014 había seguido la estrategia de tratar de imponer sus condiciones aunque estas no se correspondieran con la situación política y militar. Es más, la negociación de los acuerdos de Minsk y la actuación de Ucrania en el posterior proceso de paz es coherente con las palabras de Macron. Ucrania se vio obligada a negociar y aceptar firmar un documento en el que aparecían los nombres de personas con las que nunca tuvo intención de dialogar y a las que siempre quiso juzgar como un paso necesario tras una ofensiva fallida que no logró sus objetivos. Ese es precisamente el escenario que planteaba ayer el presidente francés.

Desde el inicio de la intervención militar rusa, pero especialmente desde que las negociaciones políticas entre los dos países se rompieron en abril de 2022, Ucrania ha planteado un único escenario posible: su victoria, término que ha utilizado como sinónimo de paz. Ni el equipo de Zelensky ni sus aliados occidentales han prestado, ni tienen intención de prestar, ninguna atención a las consecuencias que esa victoria tendría para la población de Crimea o Donbass, a la que Ucrania no ha prometido más que el castigo colectivo para el que se ve moralmente justificada a infligir por el pecado de deslealtad manifiesta al régimen político post-Maidan.

Con la idea de victoria equiparada, no solo a la recuperación de territorios, sino a la imposición de la pax ucraniana sin tener en cuenta ningún factor interno o externo relevante, especialmente la opinión de la población al otro lado del frente, el único plan de paz que Ucrania está dispuesta a aceptar es el suyo propio. Sin necesidad de esconder sus posiciones, que en cada caso reciben el apoyo explícito de sus potentes socios internacionales, Ucrania ha dejado clara su incomodidad ante la proliferación de planes de paz. Así lo calificó la semana pasada durante una visita a Marruecos el líder de la diplomacia ucraniana Dmitro Kuleba. Aunque las propuestas de mediación sí comienzan a ser numerosas -Turquía e Israel fueron los primeros países, tras los que se han postulado China, Brasil o un grupo de países africanos liderados por Sudáfrica-, no existe, sobre la mesa, ningún plan de paz para Ucrania. Los doce puntos propuestos por China, en realidad más una hoja de ruta de buenas prácticas para las relaciones internacionales que un plan de paz específico para Ucrania, es la única propuesta que pudiera ser considerada como tal.

Sin embargo, la simple propuesta, en la que insisten jefes de Estado como Lula da Silva o Cyril Ramaphosa, de promover un alto el fuego e iniciar una negociación es considerada una afrenta a los intereses de Ucrania. Esta postura no solo se manifiesta en Kiev, sino que es también el discurso oficial de la Unión Europea, que Ursula von der Leyen ha reafirmado esta semana. Interesado en desgastar al máximo a un aliado de su principal oponente, China, sin sufrir gran parte de las consecuencias negativas de la guerra y beneficiándose económicamente del creciente comercio de gas y armas, nadie puede esperar de Washington una postura constructiva en busca de la paz. Tampoco las principales potencias de la Unión Europea, Francia y Alemania, se muestran favorables a una negociación si no es según los términos de Ucrania. Su papel en el proceso de Minsk sería, además, un lastre acumulado de desconfianza y duda más que razonable sobre sus intenciones reales.

El peligro de un alto el fuego, abiertamente rechazado esta semana por Ursula von der Leyen, que alegó que consolidaría las posiciones rusas -aunque también los muchos meses de preparación de la defensa lo han hecho-, es inexistente, pero, aun así, Ucrania busca contraprogramar esa posibilidad con su propio proceso de paz. No es la primera ocasión en la que Kiev plantea una conferencia de paz. En el pasado, ha aspirado a que fuera Naciones Unidas quien organizara la cumbre, a la que Rusia no estaría invitada para negociar, sino únicamente a posteriori, para firmar la capitulación. Como escribe prácticamente de forma semanal el asesor de la Oficina del Presdente Mijailo Podolyak, Ucrania ha añadido un punto más a sus exigencias y Kiev no busca únicamente el retorno de sus territorios, el pago de reparaciones, un tribunal internacional en el que se juzgue únicamente a Rusia, sino también la entrega voluntaria de armas nucleares y una zona desmilitarizada de varios centenares de kilómetros en la Federación Rusa. La arrogancia de la guerra continúa en alza y es de esperar que las exigencias aumenten en el futuro.

En este contexto, la recuperación de la idea de una conferencia de paz, ahora avalada por Emmanuel Macron, en la que participaran únicamente países afines a la postura ucraniana podría parecer una extravagancia más de una lista cada vez más larga. Sin embargo, la intención de contar con países considerados aliados de Rusia o que se han mantenido neutrales muestra que el objetivo no es siquiera presentar una propuesta seria para la reconstrucción política de Ucrania después de la guerra, sino desactivar las posturas independientes en busca de la paz que han aparecido en los últimos meses en diversos países del sur global. “Necesitamos un plan unificado del mundo responsable y civilizado que realmente quiere vivir en paz”, ha afirmado en referencia a esta conferencia de paz, que es, en realidad, de guerra, Andriy Ermak, el poderoso jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania, de facto vicepresidente de Zelensky, que añadió que este proceso “no es posible sin todo el mundo, incluidos los líderes del sur global”, esos a los que desprecia en cada ocasión que muestran una postura que se desvíe de lo marcado por Kiev. La voluntad de someter al contrario no se limita a la población disidente o a Rusia, sino que se extiende a aquellos países cuya postura se considera desleal.

Comentarios

Aún no hay comentarios.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Reportes del frente archivados.

Registro

Follow SLAVYANGRAD.es on WordPress.com

Ingresa tu correo electrónico para seguir este Blog y recibir notificaciones de nuevas noticias.

Únete a otros 47K suscriptores

Estadísticas del Blog

  • 2.226.674 hits