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Más tiempo y más ataques

Ayer, con unas declaraciones que contrastan con su discurso habitual, Volodymyr Zelensky mostró  una aparente cautela inexistente en los últimos meses y que sorprendió ayer por el contraste con los hechos que se desarrollaron a lo largo del día. Desde las dos victorias que obtuvo Ucrania el pasado otoño recapturando rápidamente los territorios de Járkov primero y obligando a Rusia a retirarse de la ciudad de Jersón y los territorios en la margen derecha del Dniéper después, el presidente de Ucrania se había instalado en una narrativa de victoria sin matices en la que la próxima contraofensiva supondría el golpe definitivo contra las tropas rusas, que se verían obligadas a abandonar todos los territorios ucranianos. Según esta versión, la bandera azul y amarilla ondearía próximamente en todas las ciudades ucranianas, incluidas aquellas que a Kiev tanto le gusta bombardear. Por supuesto, la bandera ucraniana sería izada también en Sebastopol y otras localidades de Crimea, territorio que Ucrania quiere liberar para posteriormente retirar toda autonomía política e imponer un “Estado unitario”, es decir, la voluntad de Kiev.

Desde hace varias semanas, aunque políticamente se mantiene ese objetivo maximalista y no se duda de que ese será el resultado final de la guerra, Ucrania se ha sumado a un discurso que se ha generalizado en la prensa occidental para rebajar expectativas sobre el próximo ataque de las tropas de Kiev. Ese realismo a corto plazo contrasta con el triunfalismo que se ha mostrado desde que los países occidentales, especialmente Alemania, confirmaran su disposición a enviar grandes cantidades de tanques y vehículos blindados para lo que se preveía como una batalla terrestre que sería decisiva. Ya entonces, frente al discurso oficial de victoria segura, era evidente que un blitzkrieg en el frente sur en dirección hacia Melitopol y Crimea -dirección más evidente para un ataque ucraniano que buscara ser decisivo- iba a requerir de más que unidades de tanques para compensar la superioridad rusa en varios aspectos, entre los que destaca la artillería y la aviación. No es casualidad que ya en ese momento, Ucrania comenzara su campaña de propaganda para exigir a sus socios aeronaves de combate. En este tiempo, países como Polonia han donado a Ucrania aviación de origen ruso, aunque los MiG-29 regalados por Varsovia no cumplen las expectativas de Kiev al tratarse de modelos con menor modernización que los equivalentes ucranianos. Según afirmaba ayer el Gobierno polaco, Ucrania cuenta con 28 aeronaves donadas por países occidentales.

Desde que se confirmara el envío de tanques, que en estos meses han llegado progresivamente a Ucrania, Kiev no ha dejado de exigir aviación occidental, especialmente cazas F-16, que Ucrania ha convertido en el equivalente aéreo a los Leopard alemanes en el discurso de victoria segura. Sin embargo, más costosos y con más condicionantes, los cazas occidentales no han sido prometidos a Ucrania. Los países occidentales son conscientes de que la potencia de las defensas antiaéreas de ambos bandos, similares al tratarse de armamento de origen ruso y soviético, han limitado la presencia de la aviación. Exponer a los F-16 estadounidenses a los S-400 rusos no presagiaba imágenes propicias para la propaganda política, militar y comercial.

Ayer, la representación estadounidense volvía a insistir en su negativa a entregar F-16 a Ucrania. Frente a otras tesis, como el planteada por Boris Johnson, que afirmó que los misiles de larga distancia pueden sustituir a la aviación en la cobertura a las tropas terrestres, Estados Unidos se escuda ahora en el argumento económico. Ayer, Dave Butler, portavoz del Estado Mayor Conjunto del Ejército de Estados Unidos, afirmaba que “los F-16 son muy caros”, una explicación cuestionable teniendo en cuenta el presupuesto militar de Estados Unidos y la repetida promesa de mantener el suministro de armas y munición a Ucrania “mientras sea necesario”. Butler continuó explicando que “los rusos tienen más de 500 cazas y poder proporcionar a los ucranianos la misma cantidad de F-16 requeriría más recursos de los que nuestro Gobierno nos ha permitido en este momento”. Finalmente, el representante estadounidense concluyó sentenciando que “si empezáramos a suministrar a Ucrania F-16, sería tan caro que no podríamos dar lo que Ucrania necesita ahora: defensa aérea, Patriots, proyectiles de artillería, Abrams”. La apuesta estadounidense parece desde hace meses por tratar de desgastar a Rusia en términos de recursos. También Ucrania ha jugado al juego de tratar de aguantar, utilizando su defensa antiaérea, hasta que Moscú agote su arsenal de misiles, una estrategia que, por el momento, ha logrado causar escasez de munición antiaérea en Ucrania mientras Rusia continúa atacando territorio ucraniano con drones y misiles. Es más, la apuesta rusa parece ser la de utilizar ese armamento para acabar con la munición antiaérea ucraniana.

Horas antes de los comentarios de Butler, el presidente ucraniano había afirmado abiertamente que Ucrania precisa de más tiempo para preparar su tan anticipada contraofensiva. La lógica de Zelensky parece anticipar un diálogo entre los argumentos estadounidenses y los ucranianos. En una entrevista concedida a la BBC, Volodymyr Zelensky afirmó que Ucrania podría avanzar y tener éxito. “Pero perderíamos a muchas personas. Creo que eso es inaceptable”, declaró pese a que en los últimos meses Ucrania no ha tenido mayor problema para enviar constantemente tropas, cuya esperanza de vida es extremadamente limitada, a una batalla que ni siquiera los aliados de Washington consideran estratégica. En cualquier caso, el discurso de victoria segura no ha cambiado y solo se matiza en el tiempo y siempre con un objetivo claro: conseguir más armamento de sus socios. No es casualidad que, para justificar que Ucrania necesita “más tiempo”, el presidente insistiera en que “en términos de equipamiento, todavía no ha llegado todo”. Tampoco lo es que uno de sus asesores más cercanos, Mijailo Podoliak, acudiera rápidamente a las redes sociales para exigir más. “Los tres componentes clave para la guerra en esta fase son proyectiles, aviación y misiles de largo alcance (más de 200 kilómetros). La presencia de cada uno de ellos permite aumentar dramáticamente el rito de la ofensiva, acelerar el desarrollo de los acontecimientos, minimizar las bajas entre las tropas propias y maximizar la destrucción de las enemigas”.

En ese sentido, Ucrania pudo presentar ayer buenas noticias, ya que el Reino Unido confirmó el envío a Ucrania de misiles Storm Shadow. “Esto dará a Ucrania la capacidad de hacer Crimea insostenible para las fuerzas rusas”, afirmó el excomandante del ejército de Estados Unidos en Europa Ben Hodges en una afirmación que, pese a carecer de realismo, ha sido ampliamente publicada por la prensa. Al margen del intento de rebajar las de la ofensiva, el discurso de victoria segura perdura.

Es posible que la gran ofensiva ucraniana por el frente sur no haya comenzado o vaya a retrasarse. Sin embargo, los movimientos de las tropas ucranianas en las últimas horas apuntan a una ofensiva, cuando menos local, en el frente de Donbass. Ucrania comienza a presionar en lugares en los que hasta hace escasos días se encontraban en situación casi desesperada. Un día después de que se confirmaran los primeros avances ucranianos al sur de Artyomovsk, el dueño de Wagner Evgeny Prigozhin afirmó que “la situación en los flancos se desarrolla según el peor escenario”. La intensidad de la guerra hace difícil consolidar los avances incluso en las zonas consideradas prioritarias y Ucrania ataca ahora tanto al norte como al sur de Artyomovsk. Fuentes rusas informaban de la pérdidas de varios kilómetros cuadrados de territorio al oeste de la ciudad. A esos ataques, que habían comenzado el miércoles, se sumó ayer el ataque contra las defensas rusas en dirección a Mayorsk, en la zona de Gorlovka, donde se confirmaron ya las primeras bajas. Periodistas rusos sobre el terreno dan por hecho el inicio de la contraofensiva ucraniana en Donbass. Sea o no el inicio de una gran ofensiva, el frente de Donbass se reactiva y las tropas ucranianas pasan al ataque. En este contexto, las palabras de ayer de Zelensky responden más a la exigencia de más asistencia militar que a una recién adquirida moderación. Todo indica que la primera fase del ataque ucraniano ha comenzado ya y lo hace en el lugar en el que Kiev menos teme atacar zonas civiles.

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