Desgaste

La semana pasada, en unos términos especialmente duros y dirigiéndose directamente al ministro de Defensa y al jefe del Estado Mayor, la cara visible de la empresa militar privada Wagner anunciaba la inminente retirada de sus soldados del frente de Artyomovsk, donde suponen el grueso de las unidades de asalto. El enfrentamiento o su aparente empeoramiento suponía para Rusia poner en riesgo una parte de lo logrado en estos meses en el único frente realmente activo. Así sería si, como anunciaba el pasado viernes Evgeny Prigozhin, los soldados de Wagner se retiraban cinco días después, dando escaso tiempo a las autoridades para un reemplazo organizado. Curiosamente, lo hacía alegando sed de munición apenas unos días después de afirmar haber capturado más armamento del que podría distribuir. Es probable que Prigozhin se refiriera a los depósitos de armas de Soledar, en los que, en algún lugar entre la realidad y la leyenda urbana, siempre se ha especulado que se custodiaba un importante arsenal de tiempos soviéticos, aunque posiblemente se tratara, si es que esas instalaciones existen, de armamento ligero.

Los precedentes del comportamiento de Prigozhin, que pese a no estar siempre de acuerdo con las decisiones de las autoridades militares, con las que ha sido abiertamente crítico, siempre ha acatado, indicaban que no habría una ruptura que pusiera en riesgo el frente. Los reproches, especialmente aquellos referidos a la falta de munición, no son nuevos, aunque sí esa amenaza de retirada, que teniendo en cuenta la gravedad, siempre dio la sensación de que se trataba de una herramienta de presión en busca de un objetivo. Los enfrentamientos personales o entre diferentes departamentos son generalmente un terreno pantanoso, pero la guerra hace aún más difícil diferenciar desde fuera qué parte de realidad tienen los reproches o en qué medida se deben también, al menos en parte, a las luchas de poder prácticamente inevitables cuando un grupo se reconoce como imprescindible.

Wagner, que por el tipo de guerra que está librando en el frente de Donbass, posiblemente la zona más fortificada de esta guerra y donde la intensidad de la batalla no ha descendido en los últimos meses, ha sufrido notables bajas. De todos los aspectos de la guerra, la cifra de bajas es posiblemente el más difícil de conocer incluso al final del conflicto. Sin embargo, las palabras de Prigozhin a lo largo de los meses y la propia naturaleza de la batalla muestran un desgaste en los dos ejércitos y también en las tropas de Wagner. Las imágenes de los cuerpos de los soldados muertos en las últimas horas mostradas por Prigozhin la semana pasada son el reflejo de la realidad de la guerra, cuyos costes se miden fundamentalmente en vidas humanas. Un dato generalmente ocultado para no mostrar debilidad, utilizar las elevadas bajas como argumento en busca del material necesario para continuar la guerra puede ser una maniobra cínica, una muestra de desesperación o una mezcla de ambas.

Las realidades en la guerra son subjetivas y solo sus participantes disponen de todos los datos para valorar la situación, aunque es perceptible que la situación de Wagner ha cambiado notablemente en los últimos meses. Tras años en los que se llegaba a negar incluso la existencia de la empresa, el peso de esta compañía ha crecido notablemente desde el inicio de la operación militar especial y más aún desde que sus avances han quedado como prácticamente los únicos éxitos rusos en un frente paralizado mientras las partes se preparan para la ofensiva o para la defensa. En estas condiciones, Wagner se sabe demasiado importante como para permitirse exigir aquello que hace menos de un año no podía exigir. Las palabras de Ramzan Kadirov, crítico también con las autoridades militares rusas, muestran que esos sectores desconformes con la forma en que el Estado Mayor y el Ministerio de Defensa están liderando la guerra continúan activos. Sin embargo, este descontento, que en realidad no pasa de exigir una lucha más firme, demuestra también que no hay una fractura real en los diferentes sectores que forman el grueso del complejo de defensa ruso.

Horas después de las quejas de Prigozhin y el educado apoyo de Kadirov, que no insistió en las críticas y mantuvo un tono más moderado que de costumbre, Sergey Shoigu prometía munición para todas las unidades en el frente. Sin mencionar específicamente a Wagner, se daba a entender que se aceptaba la crítica y se buscarían soluciones. Dos días después, Evgeny Prigozhin publicaba unas nuevas imágenes en las que, en un tono mucho más calmado, confirmaba que las autoridades militares han prometido a sus unidades el material necesario para continuar las operaciones militares. Al igual que Prigozhin, también Shoigu y Gerasimov son conscientes de que, a día de hoy, el peso de Wagner es clave en esta zona del frente.

A pesar de las enérgicas quejas, los durísimos reproches y el uso del argumento de las centenares de bajas para describir una situación aparentemente desesperada, desde el viernes, cuando Prigozhin publicó su ultimátum, las operaciones en Arytomovsk han continuado. La dinámica en el frente no ofrece ninguna evidencia de que la retirada, ahora cancelada si es que en algún momento fue una posibilidad, se haya preparado realmente. Sin embargo, el episodio puede tener consecuencias a corto y medio plazo. Es evidente que, por su posición en el frente y posibilidad de reclutamiento al margen de las estructuras oficiales, que implican una serie de prerrequisitos y cualificaciones, las autoridades militares comienzan a ser conscientes del peso de Wagner. Es posible que la existencia de un ejército privado que se debe únicamente a su líder se convierta en un reto para el futuro, ya que la creación de uno o más feudos señoriales no puede no ser una preocupación para las autoridades centrales.

Las dificultades de la guerra hacen imposible modificar la actual realidad, si es que el poder en Rusia se plantea esa posibilidad. De ahí que, por el momento, se haya buscado una forma de integración que no supusiera, como aparentemente deseaba el Ministerio de Defensa, la integración de los soldados de Wagner en otras unidades. Todo indica que Prigozhin ha ganado este asalto, ha logrado una presencia mediática importante con su ultimátum y se ha prometido la munición que exigía. Aunque es demasiado pronto para conocer cómo se gestionará la relación en el futuro inmediato, la asignación del general Surovikin como enlace entre la empresa y las autoridades militares indica un cambio importante y una voluntad de integración y cooperación. Es una solución a medio camino entre lo deseado por las autoridades militares para subordinar a la empresa a sus estructuras y la autonomía absoluta con la que parece soñar Prigozhin que idealmente mejorará la comunicación y puede facilitar la logística y que deberá solucionar los problemas al menos hasta la finalización de la batalla por Artyomovsk, cuando posiblemente pueda realizarse un relevo de algunas de las tropas más exhaustas en la lucha.

Sin embargo, las promesas y rápida actuación de estos días no parece ser suficiente a ojos de Evgeny Prigozhin, que ayer insistió en que sus tropas permanecerán un tiempo más en Artyomovsk, donde la batalla debería estar a punto de trasladarse a las afueras de la localidad, aunque volvió a insistir en que Wagner ha recibido únicamente el 10% de la munición prometida. La disputa no ha terminado aunque se ha evitado, como era previsible teniendo en cuenta que ninguna de las partes busca poner en peligro los kilómetros ganados a costa de tanto esfuerzo y numerosas bajas, una retirada apresurada. Aun así, queda abierta la posibilidad a un relevo de al menos una parte de las tropas de Wagner, notablemente desgastadas por la lucha de los últimos meses. Así exige el dueño de la empresa, que continúa poniendo en duda la capacidad de las autoridades rusas de defender el país.