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Ejército Ucraniano, Rusia, Ucrania, Zaporozhie

Primeros «éxitos»

Artículo Original: Alexander Kots / Komsomolskaya Pravda

“Somos colegas, en cierto sentido”, les digo a los soldados de la brigada de Jabárovsk. “¿Qué lugar es ese?” “Igual que vosotros, yo también he sido acusado por la prensa ucraniana de lo ocurrido en la región de Kiev hace un año”. Les nuestro un texto que tengo guardado y en el que está negro sobre blanco: “…participó junto a los héroes de Gostomel”. A los soldados de Jabárovsk también se les acusó de lo ocurrido en Bucha. Es un caso único para una división rusa: prácticamente toda la composición de la brigada (Occidente solo ha encontrado las listas de 2018, pero les ha incluido igualmente) ha entrado en la lista de sanciones de la Unión Europea. Por supuesto, nadie se ha molestado en buscar pruebas. Por ejemplo, yo estuve en los alrededores de la ciudad en marzo de 2022 y solo vi allí paracaidistas.

“No estábamos allí”, dice uno de los oficiales. “No realizamos tareas en la ciudad no era nuestra zona de responsabilidad. Pero les dimos un golpe en los dientes en otro lugar, así que se ofendieron”. Siempre he estado cerca de la brigada, primero cerca de Kiev y luego en Izium. Los he conocido en la cuna del líder anarquista Néstor Majnó, cerca de Guliaipole, que fue el centro de la rebelión conocida como majnovschina durante la Guerra Civil. Esta dirección es estratégica. Desde aquí se abre la carretera a Pologi, por la que circulo hacia el frente en un tradicional Bujanka, un vehículo poco pretencioso, pero que va a todas partes. Por la ventana van pasando nombres: Novosevlovka, Stepanovka, Marfopol… Los he visto en alguna parte, pero en orden inverso. ¡Exactamente! El otro día, los canales de Telegram ucranianos afirmaban que habían avanzado 50 kilómetros en nuestro territorio desde Guliaipole a través de estas localidades. Sin embargo, aquí no hay Bradleys, Leopards o cruces en los blindados. Solo están los cobertizos destruidos por la artillería ucraniana, los tulipanes rojos creciendo bajo ellos y la presencia evidente del ejército ruso, que parece congelado a la espera de la ofensiva de Kiev.

Evidentemente, las Fuerzas Armadas de Ucrania no han roto ninguna defensa en Guliaipole. Aquí la línea de contacto se congeló hace un año y se producen sistemáticamente batallas posicionales. En las últimas semanas, el oponente se ha activado y está probando a diario a las formaciones de defensa rusas. Al contrario que Tokmak, avanzar en Pologi es difícil: hay que hacerlo a través de localidades en las que apenas quedan civiles, pero en las que hay algo a lo que agarrarse. No es defender el campo. Pero desde Pologi, es posible desarrollar una ofensiva, no solo hacia la región de Zaporozhie, sino también hacia la RPD si, de repente, gana el Zelensky aventurero y busca avanzar hacia Mariupol.

La llegada a las posiciones es, como es tradición, por la mañana, bajo la cubierta de la densa niebla que ha descendido desde el bosque. Noto que la tierra aquí parece más seca que en la región de Lugansk, aunque todavía está húmeda. Sin embargo, los vehículos pesados ya pueden transitar aquí. Mi acompañante cojea apoyándose en un bastón. En Izium, voló de un tanque y ha pasado varios meses de recuperación en un hospital lejos del frente.

El oponente dispone aquí de posiciones ventajosas en altura. Con buen tiempo, podríamos ser atacados por francotiradores, es prácticamente una galería de tiro. Al transitar por el camino, se ven los cráteres de proyectiles de mortero, todo está bombardeado. Nuestras trincheras se encuentran en la zona gris, tras las que son visibles las dachas de Guliaipole. La ciudad, que dio al mundo tanto al anarquista Néstor Majnó como al guionista de la película “Boda en Malinovka” Leonid Yujvid, está a solo tres kilómetros.

“Las tropas ucranianas disparan mortero, artillería y desde los tanques. Pero nosotros también trabajamos sobre ellos”, dice el comandante de la unidad, que nos recibe en las trincheras. “Algunas veces intentan irrumpir por los flancos. El otro día nos atacó una agrupación con dos vehículos de infantería, con apoyo de un tanque y un grupo de infantería. Fue destruida. Bueno, intentan retirar las trampas en nuestra dirección y eso es una señal directa de que pronto vendrá la ofensiva. Pero estamos preparados para ello”.

Si no supieras que el enemigo está a 800 metros, al otro lado del campo más cercano, no te darías cuenta de que estás en la primera línea hasta que el tanque del otro lado empieza a disparar: el sonido del disparo llega antes de la explosión. En general, la vida en el frente no es muy diferente de la de la segunda línea. El líder de la unidad realiza una visita de apoyo. Hay trincheras de altura humana, cobertizos para descansar, cobertizos para comer y dos perros cazan ratones en lugar de gatos.

“Hay movimiento, hasta siete personas”, dice la radio. “Preparaos”, responde el comandante. Dos personas sacan un lanzagranadas antitanque de debajo de una pila de ramas, algo que ambas partes aquí utilizan con bastante éxito contra el enemigo. La arrastran por el estrecho cinturón del bosque hasta el extremo del campo y se preparan para disparar. “Fuego”, ordena el comandante. Hay un disparo y unos segundos de silencio. Después otro. Y otro. “Atrás”. Es la tradicional orden del comando, nadie quiere esperar al fuego de respuesta. “Había siete personas cavando más cerca de nuestras posiciones, intentan retirar nuestros campos de minas por los flancos. Cuenta tres o cuatro minutos y volará su respuesta”. Bajamos al comedor, hacemos té y sacamos galletas de un contenedor protegido contra los ratones. “La salida”, señala uno de los soldados. Pocos segundos después, se escucha una explosión en algún lugar del campo. La radio da orden de esconderse en los refugios. “Proyectiles de 82 milímetros”, reconoce uno de los soldados solo con el sonido desde el cobertizo. “Normalmente disparan seis”.

Es así, después de seis explosiones, el silencio vuelve al frente. Antes de que levante la niebla, es hora de hacer las maletas para el viaje de vuelta. Ya en la retaguardia, me entero de que los vecinos de la zona de Orejovo han intentado romper la defensa. El oponente utilizó una veintena de efectivos con cinco vehículos de infantería y un tanque, pero perdió el equipamiento y se retiró. Las Fuerzas Armadas de Ucrania realizan diariamente este tipo de salidas, seleccionan en qué dirección hacerlo. A juzgar por el hecho de que Kiev también ha aumentado sus metódicas redadas contra la infraestructura en la retaguardia, la contraofensiva se acerca.

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