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El peso de Wagner

Aunque ya conocida desde años anteriores, la empresa militar privada Wagner, propiedad de Evgeny Prigozhin, antaño conocido en la prensa occidental como el cocinero de Putin, ha ganado un gran protagonismo que había rehusado en el pasado. Su presencia en países africanos, desde Libia a República Centroafricana pasando por Mali o Siria, ha hecho correr ríos de tinta de think-tanks y medios occidentales que han acusado a los mercenarios rusos de todo tipo de crímenes, en ocasiones aportando pruebas extremadamente gráficas. También ha sido habitual la sobrerrepresentación y sobreestimación del papel de Wagner en los conflictos bélicos en los que ha participado o como contratistas de seguridad privada al servicio de gobiernos en ocasiones cuestionables. Es el caso del actual conflicto en Sudán, donde el peso de Rusia es notablemente inferior al de otros actores internacionales -Emiratos Árabes o Egipto en términos militares y Estados Unidos en términos políticos-, grandes medios estadounidenses han querido resaltar el peligro de la presencia, ni siquiera confirmada, de Wagner en el conflicto. La presencia de Wagner en determinados países del sur global y su actuación en los diferentes conflictos requiere de un estudio que, en un contexto de propaganda, no está siendo realizado con el rigor necesario.

La actuación reciente del grupo y de su dueño contrasta con la postura mantenida durante sus momentos iniciales. Durante años, Wagner no solo negó su presencia, por ejemplo, en Donbass, sino incluso la existencia de la empresa. El inicio de la operación militar especial y, sobre todo, la inferioridad numérica del ejército ruso frente a su oponente ucraniano ha cambiado radicalmente las circunstancias y, con ellas, la actitud de Evgeny Prigozhin. Aunque presentes desde el inicio de la campaña militar, especialmente en el frente de Donbass, el protagonismo de Wagner ha ascendido desde que la batalla se ha concentrado en la región central del norte de la RPD. Mientras que en la zona del sur, la aproximación a Mariupol y los alrededores de Donetsk, los diferentes cuerpos del ejército de la República Popular de Donetsk han liderado el asalto -y han sufrido enormes bajas a consecuencia de ello- junto a las tropas regulares rusas, el avance hacia el norte ha estado encabezado por la infantería y grupos de asalto vinculados a Evgeny Prigozhin. El dueño y cabeza visible de Wagner no ha escondido su énfasis por el reclutamiento, que no solo se ha realizado en las cárceles rusas, aunque ese es el aspecto que más titulares ha obtenido. Wagner ha querido ganarse el mayor protagonismo posible en un momento en el que el frente en el que actuaba era prácticamente el único en el que continuaba activamente la lucha.

La dificultad de avanzar sobre la sección central del frente de Donbass, fortificado por Ucrania durante los ocho años de guerra, hizo que, durante meses, la presencia de Wagner fuera utilizada por el discurso ucraniano simplemente para insistir en la idea de unas tropas sin preparación ni armamento. Con una propaganda prácticamente sin límites, ha llegado a decirse que las tropas rusas luchaban utilizando palas como armas. Sin embargo, los últimos meses de lucha en Soledar y Artyomovsk han cambiado, quizá no la situación, pero sí el discurso. Por una parte, Ucrania ha pasado a afirmar, refiriéndose a las tropas de Wagner, que Rusia estaba perdiendo a sus unidades mejor preparadas en una inútil batalla por Bajmut. Kiev ha querido así justificar su obstinación por la defensa de las ruinas de una ciudad que ni siquiera sus socios y asesores militares consideran estratégica ni tácticamente relevante. Por otra parte, el propio Prigozhin ha querido amplificar el papel de su empresa y sus soldados en la lucha ganándose así cada vez más presencia mediática y posiblemente más peso político. Pese a evidencias contrarias, Prigozhin quiso dar a entender, por ejemplo, que solo los soldados de Wagner habían liberado la ciudad de Soledar, único éxito ofensivo de las tropas rusas desde el pasado julio.

Algo similar ha ocurrido en la batalla por Artyomovsk, una lucha incomprensiblemente larga en la que ambas partes afirman estar destruyendo a las mejores unidades del ejército contrario. Las últimas semanas han visto avances importantes, aunque tan lentos que de ninguna manera pueden calificarse como éxitos, de las tropas rusas dentro de la ciudad de Artyomovsk. Durante un tiempo, las autoridades militares ucranianas afirmaron estar preparando una contraofensiva en la ciudad. Las declaraciones de algunos líderes vinculados a varios batallones que actúan como fuerzas especiales de la inteligencia militar de Ucrania contrastaba con ese discurso, especialmente por el lugar en el que se produjeron sus bajas, en la carretera Artyomovsk-Chasov Yar, que Kiev trata de mantener abierta, no para contraatacar, sino para mantener el suministro de sus tropas. Pese a que fuentes consideradas reputadas por la prensa occidental como el Institute for the Study of War afirmaron que la contraofensiva ucraniana en Bajmut había comenzado e incluso marcaban ya sus avances -siempre con fuentes ucranianas-, estos no solo no se produjeron, sino que el avance ruso no se ha detenido.

Sin embargo, las dificultades de las tropas rusas no se han limitado a la resistencia que continúa manteniendo Ucrania y que incluso Prigozhin ha elogiado, ni al obstáculo de la fortificación de la zona, sino a las relaciones entre los diferentes sectores. En este tiempo se ha gestado un conflicto entre el entorno de Wagner y el Ministerio de Defensa que se ha traducido en acusaciones y quejas planteadas de la forma más mediática posible. Inicialmente, se sumó a esta postura de los halcones que buscaban una mayor firmeza militar contra Ucrania Ramzan Kadirov, que en los últimos tiempos parece haber moderado sus críticas. Ayer mismo, aunque pidiendo firmeza, el líder checheno elogiaba la postura de Vladimir Putin ante el reciente intento de ataque con drones sobre el Kremlin. Sin embargo, en el caso de Evgeny Prigozhin, las quejas no solo no han disminuido sino que el enfrentamiento parece cada vez más claro y cada vez más público. No es la primera ocasión en la que el dueño de Wagner denuncia públicamente la falta de munición de sus tropas y en el pasado ha logrado sus objetivos. Generalmente Prigozhin había anunciado posteriormente el inicio del suministro de la munición requerida.

Aunque no puede descartarse un aspecto de teatralidad de quien exagera los problemas con el objetivo de confundir a su oponente, algo que Prigozhin ha realizado también en el pasado, los comunicados de las últimas horas quieren indicar un aumento en el enfrentamiento entre Wagner y el Ministerio de Defensa y el Estado Mayor, a cuyos titulares, Shoigu y Gerasimov, se dirige de forma explícita, con acusaciones graves y unos términos y tono fuera de los límites habituales. Con algunos de sus soldados a sus espaldas, Prigozhin afirmaba ayer en un vídeo publicado por Wagner que, a causa de la falta de munición, sus tropas entregarán sus posiciones a las tropas regulares rusas y se retirarán de Artyomovsk el 10 de mayo. Posiblemente en el momento más comprometido de los últimos meses ante el inicio de la ofensiva ucraniana, el líder de Wagner anuncia la posible retirada del grueso de la infantería rusa de la única batalla activa real en estos momentos, lo que supondría la necesidad de trasladar a reservas o soldados destinados en otros frentes para evitar el riesgo de perder lo tan duramente ganado.

Ayer, el ministro de Defensa de la Federación Rusa, a quien Prigozhin dirigía sus quejas, dio la orden de suministrar a todas las tropas con el armamento y munición necesaria. Por el momento, no hay una reacción oficial rusa a las quejas de Prigozhin -nunca la ha habido en el pasado-, pero, más allá de las palabras, serán los actos los que marquen en los próximos días tanto la dirección en la que se dirija la reorganización del frente y el peso político de los diferentes actores. La forma en que se gestione la retirada, si es que se produce, puede mostrar, quizá, qué parte de lo ocurrido responde a las quejas de Prigozhin como figura política emergente, a rotación más o menos planificada en el frente o escenificación. Ayer por la tarde, Ramzan Kadirov se mostró dispuesto a sustituir con sus tropas a las de Wagner en Artyomovsk, sin aclarar si la idea se había planteado ya previamente.

Parece improbable que Prigozhin haya elegido al azar el día 10 de mayo, el día siguiente al Día de la Victoria, una referencia temporal que tampoco ha pasado desapercibida a Ucrania. Como ocurriera el año pasado, también de forma infundada, Ucrania afirmó ayer que Rusia busca capturar a toda costa Bajmut antes del 9 de mayo. La rutina sobre el terreno, donde el lento avance calle a calle, distrito a distrito, continúa, desmiente esa afirmación que, eso sí, cuenta con la credibilidad suficiente como para ser presentada como información objetiva por la prensa occidental, que parece adherirse a la recomendación de Mijailo Podoliak, que afirmando que las amenazas de Prigozhin no son más que la escenificación de una farsa, escribió que “solo se encuentra información real sobre la guerra y Bajmut en los informes militares ucranianos”. Pese a haber perdido prácticamente toda la ciudad de Artyomovsk, Ucrania continúa afirmando que la situación está bajo control. Kiev sigue así la dinámica de negar la realidad que hizo que tardara doce días completos en admitir haber perdido Soledar. En guerra, la escenificación mediática y la realidad difieren notablemente.

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