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Crimea, Ejército Ucraniano, Rusia, Ucrania, Zelensky

Ataques lejos del frente

Ayer por la tarde, el Kremlin sorprendía denunciando lo que consideraba un ataque ucraniano en pleno centro de Moscú. Acompañada con unas imágenes que mostraban el derribo de un pequeño dron kamikaze, la denuncia de la administración rusa afirmaba que el objetivo era el presidente Vladimir Putin. Las defensas antiaéreas, que aparentemente no detectaron los objetivos hasta que se encontraban sobre el centro del poder político de la Federación Rusa, derribaron los dos aparatos sin que causaran daños. Al parecer, no se produjeron daños materiales ni personales y el resultado del ataque es más propagandístico que real, aunque también se trata de una advertencia seria a las autoridades militares rusas sobre la completa ausencia de certezas.

Con la fotografía del humo sobre el Kremlin, que posiblemente no buscara asesinar al presidente ruso sino crear precisamente esa imagen visual del ataque al mismo corazón de la política rusa, ha vuelto a ponerse en cuestión la capacidad rusa de defender incluso los lugares aparentemente más protegidos. Desarrolladas para luchar contra objetivos de mucha más potencia, especialmente misiles, las defensas antiaéreas están teniendo que lidiar en esta guerra con el aumento del uso de pequeños drones que, en ocasiones, están siendo capaces de infligir grandes daños. El uso de drones y las dificultades que las defensas antiaéreas tradicionales están teniendo contra ellos es uno de los elementos a estudiar en esta guerra, primer conflicto bélico de gran intensidad en el que están cobrando un protagonismo principal, y posiblemente supondrá buenas enseñanzas para la preparación militar del futuro inmediato.

Al denunciar el derribo de las dos aeronaves no tripuladas, que se produjo el mismo día en el que se anunciaba la detención de un comando que preparaba sabotajes en Crimea, Rusia insistió en la denuncia de un intento de asesinato del jefe de Estado y apuntó a Ucrania. La primera reacción rusa no fue la de denunciar que se han cruzado líneas rojas como ocurriera en ocasiones anteriores, sino anunciar que Rusia considera tener derecho a responder de la forma y en el momento que considere oportuno. A pesar de la certeza de que la declaración va a causar quejas entre los sectores más beligerantes del establishment político, que se han iniciado ya con afirmaciones en las que se compara al Gobierno ucraniano con al-Qaeda y se exige una respuesta dura, esta postura es más realista y evita la decepción que han causado anteriores denuncias de líneas rojas que han quedado sin respuesta. Contrastando con la medida reacción gubernamental, el verso suelto en el que se ha convertido el expresidente Medvedev, en un proceso de radicalización que parece no tener fin, llamó a la “eliminación física de Zelensky y su camarilla”. Pese a las acusaciones de Zelensky en las primeras semanas de marzo de 2022, Rusia no se ha producido ningún indicio real de que Rusia haya buscado en ningún momento asesinar al líder ucraniano o a miembros de su Gobierno. En cualquier caso, en lugar de regresar a Ucrania tras su visita a los países nórdicos, Zelensky ha preferido viajar a Ámsterdam.

Las primeras reacciones internacionales han cumplido las expectativas y han replicado la actuación de los diferentes actores internacionales en otros casos de ataques en la retaguardia. Antony Blinken, Secretario de Estado de Estados Unidos, afirmó que las acusaciones rusas han de ser tomadas con cautela “como todo lo que sale del Kremlin”. A pesar de haber publicado una explosión dentro del fortín que teóricamente es el Kremlin, una imagen que supone para Rusia la vergüenza de no haber detectado dos drones de ataque sobre su capital, el relato oficial consiste en poner en duda que el incidente haya tenido lugar. Se repite así una constante de esta guerra: es preciso poner en duda cada palabra salida del Kremlin, mientras se da credibilidad a cada declaración de Bankova o de cualquiera de sus representantes.

Minutos después de que se hicieran públicos los hechos, Mijailo Podoliak, asesor de la Oficina del Presidente de Ucrania, publicó en las redes sociales uno de sus habituales mensajes. El objetivo no solo era, como haría también Volodymyr Zelensky, negar la participación de Ucrania, sino presentar una hipótesis de los hechos. En su largo post, Podoliak daba a entender que se trataba únicamente de una falsa bandera preparada por las autoridades rusas para justificar posteriores actuaciones. Como su presidente, el oficial ucraniano afirmó que Rusia busca una justificación para “sus ataques a civiles”. Un argumento endeble teniendo en cuenta que, a estas alturas de la guerra y ante la anunciada ofensiva ucraniana, ninguna de las partes busca ya justificar sus actos. Sin embargo, y repitiendo también una actuación conocida, Podoliak insistió en que Ucrania realiza solo una guerra de defensa y no ataca Rusia e insinuó que todo se trata del aumento de la actividad partisana rusa contraria al Kremlin. Como ocurriera en el caso del ataque realizado por grupos afiliados a la inteligencia militar del Ministerio de Defensa de Ucrania en la región de Belgorod, en un mismo mensaje, Mijailo Podoliak acusó al Kremlin de inventar un ataque y dio crédito por los hechos a grupos rusos que existen únicamente en las mentes de oficiales ucranianos como Kirilo Budanov.

Sin embargo, las declaraciones de Podoliak han sido tomadas por la prensa occidental como un desmentido oficial al que dar credibilidad. “Mijailo Podoliak, asesor senior del presidente de Ucrania Volodymyr Zelensky, afirmó que «Ucrania no tiene nada que ver con ataques con drones en el Kremlin». Ese tipo de ataque solo incentivaría a Moscú a enviar más misiles a Ucrania para aterrorizar a la población civil, sugirió. «¿Por qué íbamos a necesitar eso? ¿Qué lógica hay en ello?»”, escribió, dando total credibilidad a la argumentación de Mijailo Podoliak el medio estadounidense Político. La realidad es más compleja que las vacías declaraciones del asesor de Zelensky. En el pasado, Ucrania ha negado también haber participado en acciones en la retaguardia rusa. Ocurrió en el caso del ataque al puente de Crimea, que Ucrania celebró pero no reivindicó, o en los ataques de grupos como Bratsvo y otros batallones que actúan como fuerzas especiales del Directorio Principal de Inteligencia Militar (GUR) de Kirilo Budanov pese a existir evidencias claras de su culpabilidad.

El desmentido de Podoliak es tan creíble como lo fue en el caso del ataque del Cuerpo de Voluntarios Rusos, adscrito al Ministerio del Interior y cuyas acciones en la retaguardia rusa han sido fotografiadas por medios como The New York Times. También en ese caso, Podoliak acusó al Kremlin de escenificar un falso ataque mientras ensalzaba el papel de grupos de partisanos rusos. Los hechos recuerdan también las ocasiones en las que oficiales ucranianos de alto rango han soñado abiertamente con atacar el Kremlin. Con una imagen del avión que aterrizó en la plaza Roja en 1987, el presidente del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania Oleksiy Danilov afirmó el 29 de marzo que Ucrania dispone de drones cuya autonomía de vuelo supera los 3.000 kilómetros, una advertencia escasamente velada. Aún más explícito, Anton Gerashenko escribió el 24 de abril que “un dron ucraniano vuela tranquilamente sobre Moscú. Parece que el Kremlin tiene todas las posibilidad de ser una zona afectada muy pronto. ¿Fuegos artificiales para el 9 de mayo?”. Ucrania ha anunciado ya la emisión de un sello conmemorativo cona la imagen de un solado ucraniano observando arder el Kremlin. Kiev se marca así una victoria para su propaganda.

El intento de ataque es también coherente con los deseos que Ucrania ha manifestado repetidamente en el pasado. Hace escasamente unos días, The Washington Post afirmaba que el GUR de Kirilo Budanov había ordenado preparar un ataque que debía realizarse el 24 de febrero, aniversario de la invasión rusa, y precisamente en Moscú. Según el medio, fueron las autoridades estadounidenses las que obligaron a Budanov a “posponer” los ataques. El artículo se basaba en las recientes filtraciones del Pentágono. Aunque este tipo de filtraciones pueden contener datos falsos o interesados, el tipo de ataque que se planteaba es coherente con la actuación de los grupos vinculados a Budanov, especialmente centrados en actos de sabotaje y ataque en la retaguardia rusa.

Aunque menos mediáticos que el ataque en el Kremlin, los actos de sabotaje en la retaguardia rusa han aumentado notablemente en las últimas horas. Esta noche, drones han atacado dos refinerías de petróleo en Rusia. En días anteriores, en apenas 24 horas, dos trenes de carga han descarrilado en la región de Briansk debido a explosiones causadas por artefactos explosivos colocados en las vías. El Cuerpo de Voluntarios Rusos, un grupo formado por miembros de extrema derecha y que opera bajo el paraguas del GUR de Budanov, ha reivindicado los actos. Estos ataques se suman a los ataques a depósitos de combustible, uno de ellos en Sebastopol, y al repunte de intentos de asesinato en las zonas del sur de Ucrania bajo control ruso, signos todos ellos de aumento de actividad militar en previsión de una ofensiva a gran escala.

Comentarios

Un comentario en “Ataques lejos del frente

  1. Esta nota parece lo mismo a lo que indica atacar del lado ruso «propaganda».

    Qué lástima. Yo esperaba una nota de la masacre de la Casa de los Sindicatos. Un tema más puntual y certero…

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    Publicado por Greg RU | 04/05/2023, 16:34

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