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Ejército Ucraniano, Rusia, Ucrania, Zaporozhie

Señales de ofensiva

Artículo Original: Alexander Kots / Komsomolskaya Pravda

“¿En qué dirección está el oponente?”, pregunto diligentemente pretendiendo que no estoy agotado en la segunda hora de caminar con botas de agua en la más absoluta oscuridad. Nadie ve mi cara roja ni el sudor que cae directamente sobre mis ojos bajo el casco. “El refugio está justo ahí”, escucho del sargento Max que, sonriente, camina por delante. De repente, el horizonte queda cortado por una raya de luz que separa la noche, favorita de los exploradores, de la llegada de su rival, la mañana. Una fila de soldados, pegados al suelo con la munición, mochilas con víveres, berenjena cocida en una cazuela casera, aceleran el paso. El cinturón del boque a nuestras espaldas nos esconde de los ojos del otrolado, a un kilómetro de distancia. Los pájaros ya cantan sobre una tubería y en algún lugar al noroeste, las minas empiezan a hacer su trabajo. El preamanecer del próximo día de combate está coloreado por un contraste de nubes pesadas y la rítmica respiración de mis acompañantes. En un estrecho campo, nos sentamos a descansar.

Mi conocido del batallón de reconocimiento de la 19ª división resulta ser el típico de la operación militar especial. Los chicos habían preguntado si era posible recibir ayuda para los aparatos necesarios a través del proyecto “Todo para la victoria”. Así que fui desde Lugansk a Zaporozhie para asegurarme de que no es ninguna trama, de las que hay algunas en el campo humanitario. En VKontakte, por ejemplo, alguien dice que recauda dinero para operaciones de los niños refugiados utilizando una cuenta falsa en mi nombre y la administración no responde a las numerosas quejas. Otros voluntarios hablan de los aparatos de visión nocturna o drones que han enviado al frente a gente que no conocían y que de repente aparecen subastados en la red. Así que el principio de “confiar, pero verificar” no ha desaparecido. Como avance, traigo un par de cuadricópteros de reconocimiento y un aparato de imagen térmica. “Lo probaremos mañana”, responden.

La comida y munición van en las mochilas. El zapador del grupo, que se hace llamar Ojotnik, guarda sus cosas en una bolsa y dice: “varillas de medición, marcas para las minas, para marcar el camino seguro, todo hecho en casa”. “¿Tenéis algo que no sea casero?” “Un bucle, detonador, TNT. Aquí, por cierto, tengo otro detonador casero. ¿Quieres un bocadillo? Es casero”, ríe Ojotnik. Y nos da una lección de cocina de batalla con salchichas y queso fundido. Después del instituto, por insistencia de su tío, chef de un restaurante italiano, se graduó como pastelero. Pero después se unió a filas. Firmó un contrato de siete años y medio con las fuerzas especiales. Lo dejó, pero después llegó la movilización. Esperó la llamada, pero no pudo aguantarlo y fue a la oficina de reclutamiento: “¿Os habéis olvidado de mí o algo?” Revisaron su historial militar y le llamaron.

Las luces se apagan a las nueve, despertados a las dos de la mañana y chequeo a las tres. Primero, al blindado Ajmat, después, a pie. Hasta que paramos a descansar y sigo familiarizándome con los exploradores. Uno de los movilizados era operario de máquina en su vida civil. Primero fue mecánico en la operación militar especial y después fue instruido en comunicaciones. Con su maleta de comunicaciones, coordina las tareas de todos. Detrás del campo, algo empieza a dar fogonazos y a explotar en el aire. “Este cinturón de bosque está detrás del enemigo”, dice. “Ahí es donde se hace perpendicular a nuestras posiciones e intentan atrincherarse hacia nosotros”. Apenas tenemos tiempo de bajar al refugio cuando se escucha un extraño ruido fuera, algo similar al trabajo de los Grad. Unos segundos después, el refugio tiembla y trozos de tierra caen entre las tablillas. Incluso nos agachamos de la sorpresa. Sin embargo, ¿ayudaría esa maniobra en caso de un impacto directo?

“Está trabajando la aviación”, dice alguien. Más tarde, resulta que un helicóptero enemigo ha disparado proyectiles no guiados sobre nuestras posiciones. La mayoría han explotado en el campo antes de llegar al bosque en el que nos encontramos.

Zaporozhie es una de las direcciones más probables para la contraofensiva del oponente. No hay posiciones rusas más allá de este lugar, solo posiciones ucranianas. Pueden intentar romper las defensas e ir a Tokmak. Aunque, al ver estos campos sin fin cortados por franjas de bosque, no entiendes cómo lo harán. Los campos están minados, la artillería está avisada, nuestra aviación puede golpear sin entrar en la zona de peligro enemiga.

“Sí, irán a lo largo de estos cinturones de bosque”, dicen los soldados del frente. “Por eso están cavando nuevas trincheras más cerca de nosotros. Intentamos dificultárselo”.

“Nuestro punto fuerte es como un hueso en sus gargantas”, dice el comandante del regimiento 503, de nombre de guerra Inostranets [extranjero]. “Nos prueban periódicamente con grupos de sabotaje y reconocimiento, trabaja el mortero. Yo mismo sufrí una conmoción en febrero. De los exploradores, tres han muerto”. Inostranets es de Donetsk y luchó en la milicia. Después del segundo Minsk, volvió a la metalurgia. Después obtuvo la nacionalidad y se marchó a Rusia, pero al operación militar especial le persiguió con la movilización. No la evitó.

“Es perceptible que el enemigo se ha activado últimamente. Hay una acumulación de personal en las áreas de la retaguardia y cada vez aparece más equipamiento aquí. ¿Ves lo huecos ahí delante? Fueron ellos los que hicieron aterrizar a 25 personas y nosotros los que, con nuestros vecinos, trabajamos con lanzagranadas. Y el oponente rápidamente desapareció. Aquí trabajan tanto la artillería como la infantería. Es probable que sea reconocimiento por combate. No parece un intento de atacar o de capturar territorio, son las fuerzas equivocadas. Saltan, trabajan y se marchan”.

Con este tipo de ataques sin aparente sentido, las Fuerzas Armadas de Ucrania intentan conocer nuestras defensas, la velocidad de reacción a las amenazas, el tiempo que tardan las órdenes. Es un aspecto importante a la hora de planificar una contraofensiva y de buscar debilidades. Al mismo tiempo, intentan constantemente acercarse a nuestras posiciones, creando nuevas trincheras a lo largo del cinturón de bosque hacia nuestras trincheras. Para identificar esta actividad y detener los escarceos a tiempo están los exploradores con los que he llegado a esta posición.

El operador de drones vacía su maleta, saca uno de los drones comerciales de ella. Últimamente se ha hablado mucho sobre los drones kamikaze capaces de realizar cargas de combate. Aquí se usan fundamentalmente para recopilar inteligencia. Es posible usar drones ordinarios para volar sobre las posiciones enemigas, pero serán derribados. Se vuele por los flancos a alta altitud y velocidad, maniobrando y luchando contra los cortes de comunicación. Se usa un ingenioso algoritmo para que el oponente no pueda calcular nuestra posición. Después, los exploradores ven las imágenes a cámara lenta, señalan el objetivo en la esquina del cinturón de bosque. “Ahora es el turno de nuestro regalo”, dice el explorador. El dron que les llevo tiene un zoom potente, así que no tiene por qué volar hasta el enemigo, solo hay que acercar la cámara lo suficiente. En la vida civil, el operador de drones tenía su propio negocio, tenía varios bares además de secar y vender el pescado que él mismo pescaba. Conoce de primera mano el arte de los drones, incluso participó en competiciones. “Tenía un hobby, me gustaba estar más arriba”, sonríe el soldado. “Los estudié yo mismo. Los drones de reconocimiento son los más difíciles de controlar. Pero son muy rápidos y es difícil cegarlos con guerra electrónica. Los cuadricópteros convencionales tienen sistemas de estabilización, el control es intuitivo. Es como aprender a conducir con un mal coche y después sentarse ante una consola. Cada cual se toma un descanso del trabajo como puede. Algunos coleccionan monedas y nosotros teníamos un club de fans de drones. Los conseguíamos y los hacíamos volar”.

“¿Cómo llegaste aquí?”

“Muchos de mis amigos y compañeros de clase ya habían luchado aquí, se me hacía incómodo estar sentado en casa. Mi abuelo luchó contra los fascistas y para mí es cuestión de honor y responsabilidad. Lo más importante es proteger a la familia. Evitarlo y decir que esto no va conmigo es como taparse los oídos. Tenemos que luchar y seguir adelante. Si nos retiramos aquí, llamarán a nuestra puerta. Sentí que podía ayudar en el frente y vine. Entonces pocos sabían qué era este tipo de drones. Compré uno yo mismo y entrené a la gente”.

“¿Ayudan a la inteligencia?”

“En nuestro contexto, los drones han cambiado completamente las tácticas de reconocimiento. Las tecnologías modernas permiten hacer todo esto sin arriesgar vidas humanas. Ese es su principal valor. Y hablemos de los kamikaze. Un proyectil antitanque moderno puede costar dos millones de rublos y un dron de ataque se puede montar por 50.000. En las manos correctas, este dron es un proyectil antitanque con la misma capacidad de acabar con equipamiento y personal. Pero hay que aprenderlo. Y al margen de la situación en el mundo, hay que usar la experiencia actual para el desarrollo de drones”.

En algún lugar de los flancos, se escucha un disparo seguido por el zumbido de un proyectil y una explosión al otro lado del bosque. En el caso de la artillería, un vuelo corto es mejor que uno largo porque los fragmentos van directos al objetivo. Aunque, por supuesto, es mejor acertar con el objetivo. Entonces el cañón se oculta de nuevo para evitar el fuego de respuesta. Sin embargo, es casi imposible calcular el cañón de Rapier, la trayectoria del proyectil es demasiado baja. Para evitar el problema del cálculo, por la noche me alejo de la misma manera y voy a las posiciones de artillería por la mañana.

El comandante del grupo de soporte de fuego, un teniente de nombre de guerra Motor, es graduado de la escuela anfibia de Riazan. Es más, de la facultad de fuerzas especiales. Aquí da órdenes con un cañón. “En febrero del año pasado, realizaba tareas en Ingusetia. En cuanto comenzó la operación militar especial, pedí con mi unidad ser destinado aquí, pero no me lo permitieron”, explica. “Hasta finales de mayo, no llegué al campo de entrenamiento para ser enviado a la infantería. El comandante de la batería de mortero no estaba ahí, así que se formó una batería de mortero como parte del batallón motorizado. Trabajamos durante seis meses y después apareció el grupo de soporte de fuego sobre la base de nuestra unidad de inteligencia y volví a mi posición habitual a tiempo completo. Mi padre era artillero, lo llevo en los genes”. Hace correcciones y da la orden de fuego. El Rapier golpea desde un lado. Otro operador de drones hace un ajuste: Norte-1. Es decir, la corrección es solo de un metro. Me llama la atención la pedantería del artillero. “Nunca dice cuál es el objetivo”, sonríe Motor.

Entonces, la radio da un concluyente: “Objetivo”.

“¿Está el enemigo activo aquí?”

“No está realizando acciones ofensivas todavía. Supresión de puntos de fuego, baterías, puestos de mando… Es más, gradualmente transfiere los golpes a la segunda línea y a la retaguardia de nuestra defensa. Esta es una de las señales de una contraofensiva inminente. Traen equipamiento. Lo identificamos y lo atacamos”.

“¿Se puede decir que el ejemplo de tu grupo de apoyo de fuego, el notorio entorno de reconocimiento y ataque está formado un grupo de reconocimiento y control de fuego? Con inteligencia, corrección y artillería en una densa red.

“En tiempos de paz hablamos mucho del desarrollo de grupos así. Se han identificado las carencias en condiciones de combate. Ahora algunas de esas ideas se están aplicando en la práctica, como otras unidades de inteligencia en la zona de operaciones. Y resulta muy eficiente”.

Vuelven a realizarse cálculos y esconden el cañón a un lado para que no sobresalga de ninguna manera. Otro día de combate de rutina ha terminado. Puede que, en el total de la operación militar especial, las acciones de un oficial de inteligencia no impresionen a una persona con escaso conocimiento. Pero un conflicto militar no son solo hazañas constantes y espectaculares ataques de tanques. Esta es la rutina diaria del trabajo de combate, que también está apoyada por quienes surten a los soldados del frente en la retaguardia.

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