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Artyomovsk, Donbass, Donetsk, DPR, Ejército Ucraniano, Rusia, Ucrania

El coste de la batalla de Artyomovsk

Prácticamente como una foto fija en lugar de una imagen en movimiento, la batalla por Artyomovsk se encamina a su final más lógico, pero también a su destrucción completa. Los meses de batalla muestran las dificultades de esta guerra en la que ambos ejércitos se han atrincherado y son difíciles de superar. La lucha en vigor desde julio del año pasado ha demostrado también la fortificación que Ucrania había preparado a lo largo de los años de guerra en Donbass y que ha podido proteger a sus soldados especialmente en los alrededores de Artyomovsk, antes de que la batalla se convirtiera en urbana y los edificios de pisos fueran reconvertidos en puntos de tiro. Este tiempo ha enseñado también que Ucrania no está dispuesta a retirarse de aquellas localidades a las que da importancia, ya sea para su defensa o por entender que serían utilizadas para posteriores ataques rusos, pero también que, pese a las dificultades, Rusia tampoco abandona en sus intentos de capturar aquellos puntos que considera imprescindibles para sus objetivos. Al contrario que en otros puntos del frente, como por ejemplo Ugledar, una localidad al sur de Donetsk en la que tras dos asaltos fallidos no parece haberse reanudado la ofensiva, Artyomovsk es imprescindible para Rusia en su objetivo de avanzar hacia la frontera norte de la región de Donetsk.

En las últimas 48 horas, tanto las fuentes rusas como las ucranianas, evidentemente más reticentes a anunciar noticias desfavorables, han constatado importantes avances rusos en la ciudad. Al margen de la batalla urbana, que actualmente se libra en la parte occidental de la ciudad una vez que las tropas rusas han capturado ya un porcentaje importante de la localidad, el foco más relevante es ahora la última ruta de suministro de la que disponía Ucrania. Situada al sur de la ciudad y como salida hacia el oeste, la carretera de Chasov Yar ha sido uno de los lugares más mencionados de los recientes partes de guerra. Las imágenes de las tropas ucranianas transitando por caminos embarrados sugería ya que la carretera se encontraba en el rango de la artillería rusa.

Sin embargo, los progresos de los últimos días muestran ya un avance decisivo de Rusia, que habría cortado ya esa carretera. Más prudente que otros sectores, el dueño de la empresa militar privada Wagner, Evgeny Prigozhin, insistía ayer en que, pese a que quizá pueda hablarse de cerco operativo, no puede aún hablarse del cierre del cerco. Las tropas ucranianas disponen aún de vías para continuar la lucha en la ciudad y retirarse hacia la segunda línea de defensa hacia el noroeste de la ciudad. Aunque durante varias semanas Ucrania habló repetidamente de una contraofensiva para expulsar a las tropas rusas de la ciudad, esta no solo no se ha producido, sino que esas promesas han desaparecido del discurso, que siempre fue solo una forma de mantener el control de la narrativa.

Instalado en el discurso de la invencibilidad de sus tropas, Ucrania no puede permitirse admitir derrota alguna y siempre ha de compensar las pérdidas operativas alegando que, en realidad, suponen ganancias estratégicas. Así ocurrió en Soledar, donde Ucrania no reconoció la pérdida de la ciudad hasta que, después de una semana, tuvo a su disposición una noticia positiva con la que contrarrestar una derrota: el anuncio de la promesa de entrega de tanques Leopard no solo suponía una forma de ocultar las pérdidas en Donbass, sino que psicológicamente debía actuar como garantía de victoria futura.

Algo similar está ocurriendo ahora mismo en relación con la batalla por Artyomovsk, una localidad completamente destruida que hace tiempo perdió todo valor estratégico. Sin embargo, durante meses, Ucrania ha presentado Bajmut como una fortaleza que defendería hasta el final, por lo que no puede permitirse aceptar una retirada o una derrota. Según las filtraciones del Pentágono, lo ha hecho contra la opinión de sus aliados. Como se había publicado ya debido a las declaraciones de oficiales de la administración Biden a diversos medios a lo largo de los últimos meses, Estados Unidos recomendó a Kiev la retirada de Bajmut en lugar de asumir un elevado número de bajas luchando por una ciudad que no consideraban estratégica. Según publicaba ayer The Washington Post, las autoridades militares estadounidenses  habían advertido a Ucrania de que los “constantes” avances rusos “estaban poniendo en riesgo la capacidad de Ucrania de mantener el control de la ciudad”, en la que las tropas se enfrentarían al riesgo de quedar cercadas. La ausencia de grandes grupos de prisioneros de guerra muestra que la batalla no ha seguido el guion de Mariupol, donde el cerco fue efectivo e impidió a Ucrania luchar por el control. En aquel caso, las infraestructuras industriales protegieron a las tropas ucranianas postergando en el tiempo un final que ya era inevitable. En esta ocasión, con más facilidades de suministro de las tropas y con un mayor desgaste en el bando ruso, Kiev ha podido retirarse gradualmente de las zonas que ya no podía defender para evitar así quedar cercada. Pero es altamente improbable que esta táctica de lucha sostenida y retiradas parciales haya impedido un elevado número de bajas.

El cálculo ucraniano siempre ha pasado por entender la batalla como una parte de un objetivo mayor que justifica la muerte y destrucción ajena, pero también propia. Actuando de la misma forma que acusa a Rusia, Ucrania ha enviado durante meses a sus soldados a una picadora de carne de una localidad sin importancia estratégica. Pero incluso ahora, cuando alrededor de tres cuartas partes de la ciudad se encuentran en manos de las tropas rusas, Kiev siente la necesidad de presentar su actuación como una victoria. “La defensa de Bajmut es de importancia estratégica”, afirmó el jueves Mijailo Podoliak. “Ucrania lleva más de nueve meses frenando el potencial ofensivo de la Federación Rusa”. Ese parece ser actualmente el argumento principal de Ucrania, que también afirma estar destruyendo “las unidades más profesionales del enemigo”, un discurso compatible con las constantes alegaciones de que Rusia utiliza en la batalla unidades sin preparación.

Los hechos también contradicen el relato del asesor de la Oficina del Presidente. Ya el pasado julio, cuando Wagner comenzó a intentar avanzar hacia Artyomovsk, la ofensiva rusa se había detenido. En aquel momento, la única lucha con intención de avance se encontraba en Donbass, abandonada toda aspiración de ofensiva en la zona de Izium, aproximación hacia Zaporozhie o ampliación de la cabeza de puente en la margen derecha del Dniéper. Rusia había sufrido ya elevadas bajas, especialmente en el frente de Kiev, y el desequilibrio de efectivos era ya un problema perceptible que empeoraría en meses posteriores en el intento de mantener el control de un frente extendido a lo largo de mil kilómetros con una cifra insuficiente de tropas. Desde septiembre, cuando Vladimir Putin firmó la orden de movilización parcial para reclutar a 300.000 nuevos soldados, la actuación rusa se ha dirigido a reforzar la defensa, con la única excepción del frente de Donetsk. Ucrania puede afirmar, como argumenta Podoliak, que la lucha está impidiendo que Rusia logre el objetivo de llegar a las fronteras de Donetsk y Lugansk, aunque también Rusia puede contrarrestar con algo similar en relación con Ucrania. El coste de la batalla por Artyomovsk podrá valorarse únicamente en el futuro.

El transcurso de los hechos más allá de Artyomovsk mostrará el efecto que las bajas en la batalla han tenido en uno y otro bando. Por el momento, sí puede decirse ya que Ucrania está utilizando en esta última fase de la defensa de Bajmut a, al menos, una parte de las tropas habitualmente utilizadas en acciones prácticamente suicidas. El 19 de abril, en su perfil de Facebook, el líder ideológico y espiritual del batallón Bratstvo, Dmitro Korchinsky, confirmó que su grupo había sufrido el número más elevado de muertos y heridos de toda la guerra en la batalla por Bajmut. Bratstvo, que como confirma el reciente artículo publicado en The Times sobre el intento fallido de captura de la central nuclear de Energodar el pasado octubre, actúa como parte de las tropas del Directorio General de Inteligencia Militar del Ministerio de Defensa.

Dirigidos por Kirilo Budanov, estos grupos, a los que hay que sumar a las nuevas unidades de Azov creadas tras la derrota de Mariupol y a los voluntarios rusos y bielorrusos, actúa en estos momentos a modo de fuerzas especiales. De ahí que su presencia en Artyomovsk, posiblemente en el intento de atacar a las tropas rusas en las inmediaciones de la carretera a Chasov Yar, es de por sí representativa. Aunque es conocido que en los últimos días Ucrania no ha logrado ningún éxito contra las tropas rusas en Artyomovsk, fiel a la estrategia ucraniana de no admitir una derrota sin alegar un éxito,Korchinsky no se limitaba a aprovechar el post para lanzar un llamamiento al alistamiento en su unidad, sino que afirmaba que el grupo había “completado una misión de combate y destruido a un gran número de enemigos, tras lo cual logró sacar de la batalla a los heridos”. En su apelación a los voluntarios, Korchinsky enumera una serie de requerimientos de los aspirantes, entre los que se encuentra la “fe en Dios”. Posiblemente habría que añadir también la fe en Kirilo Budanov, líder operativo de estos grupos en estas acciones ofensivas que siempre terminan con un alto número de bajas entre sus efectivos. Creativo en sus operaciones, Budanov, que envió a capturar una centrar nuclear a un grupo de soldados sin preparación y que ni siquiera era consciente de que iba a ser bombardeado al intentar cruzar el río Dniéper, planeaba, según ha publicado The New York Times, atacar a las tropas rusas de Wagner destinadas en Siria. Sin embargo, para ello Ucrania habría necesitado de aliados en la zona frente al habitual modus operandi de Budanov de utilizar a los grupos más ideologizados para misiones que solo pueden acabar con “las mayores pérdidas de la guerra”.

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