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Donbass, Donetsk, DPR, Mariupol, Rusia, Ucrania

Después del apocalipsis

Artículo Original: Reporter

Nuestra Mariupol es ahora una ciudad que se aleja rápidamente de las apocalípticas imágenes de la primavera y el verano. Hay un extendido y masivo proceso de demolición a gran escala de los edificios destruidos por la guerra y apenas quedan ya lugares como aquellos en los que fotógrafos y periodistas solían tomar sus imágenes para sus reportajes. La margen izquierda de la ciudad se destaca en este sentido, allí el eco de la guerra aún recuerda por todas partes la temporada de sitio y bombardeos.

En el sector de los servicios básicos de vivienda (electricidad, calefacción, suministro de agua), por desgracia, aún no se ha conseguido recuperar los servicios de los que la población disponía antes de la batalla. Aun así, hay suministro eléctrico en todas las zonas, todos los edificios de pisos están conectados (salvo raras excepciones) al tendido eléctrico, al igual que gran parte del sector de viviendas unifamiliares. Se siguen produciendo apagones de emergencia una o dos veces a la semana a causa de un consumo dos o tres veces superior a la capacidad (la población se calienta con radiadores Ballu distribuidos como ayuda humanitaria). La cuestión del agua está bien, ahí no hay problema, el suministro es mucho mejor que en Donetsk. Hay buena presión para todos, aceptable en los pisos más altos.

La calefacción es el principal, y por ahora no resuelto, problema. Tienen calefacción con baterías alrededor de la mitad de los usuarios. Como en el sector de la vivienda en general, lo que se ha hecho ha sido gracias a especialistas rusos y su equipamiento. Los edificios de muchos pisos reciben calefacción con nuevas subestaciones modulares instaladas para alrededor de 100 unidades. Las más débiles pueden surtir a dos o tres jruschovkas de cinco pisos y las más potentes, a un microdistrito. Es relativamente común ver subestaciones cerca de los edificios y la conexión se extiende durante varias semanas, aunque no hay suficientes especialistas para cerrar las heridas causadas por la guerra.

El transporte. Dentro de la ciudad hay veinte rutas de autobús y un trolebús (reparado a finales de noviembre). No hay una grave escasez, pero en las horas punta, van llenos en muchas direcciones. Hay alrededor de 60 autobuses realizando las rutas. De ellos, 45 son autobuses de segunda mano de San Petersburgo y otros 20 son nuevos vehículos donados por el Ministerio de Transporte de la Federación Rusa. Todos ellos tienen una gran capacidad. Los suburbios disponen de 10 nuevos autobuses según las rutas anteriores a la guerra. Hay suficiente espacio incluso en horas punta.

En Mariupol, las principales empresas que formaban la ciudad eran las combinadas Azovstal e Ilich, el puerto y las actividades relacionadas con esas industrias. La guerra ha cambiado el papel de esas empresas en la subsistencia de la población. Gran parte de los metalúrgicos, así como prácticamente toda la población masculina (a la que hay que sumar a especialistas en la construcción que han llegado de Rusia y países de Oriente Medio) trabaja ahora en la creación a gran escala de nuevos barrios y la reconstrucción de los edificios dañados. Desde fuera, Mariupol parece una ciudad de cascos naranjas y chalecos reflectantes. Por la mañana, cuando van a trabajar; por la tarde, cuando salen al descanso y por la noche, cuando salen del trabajo, masas de trabajadores uniformados pasean charlando amigablemente por las calles y avenidas centrales de la ciudad. Es poco común aceptar a estudiantes de universidad o formación profesional para trabajos no cualificados de la construcción. Pero se hace extraoficialmente. Hay casos de menores trabajando llevando sacos de cemento o cortando baterías.

Cada bloque es ahora un laberinto, incluso para personas del lugar como yo. Todo está vallado con señales, viejos muebles vuelan por las ventanas, los restos de los tejados se tiran por los aires y no es fácil moverse por estas zonas. Los viejos caminos ya no existen y aún no está claro que los nuevos no lleven al lugar equivocado.

El comercio en Mariupol, aunque no ha regresado al nivel anterior a la batalla (no hay suficientes tiendas de objetos para la casa), está avanzando rápidamente en esa dirección. Cadenas como Manna y muchos pequeños puestos desperdigados hacen la labor que hicieran en Rusia o en Ucrania antes de la llegada de las grandes cadenas comerciales más conocidas. También han resurgido los restos del comercio de finales de los años ochenta y de los noventa: los mercadillos. No solo decoran la ciudad, sino que en ocasiones se venden productos robados y oscuros. Estoy convencido de que mi cámara estará en alguno de ellos.

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