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Donbass, Donetsk, DPR, Ejército Ucraniano, LPR, Rusia, Ucrania

La batalla por Artyomovsk-Soledar

En las últimas horas, ha comenzado de nuevo a hablarse activamente del eje Artyomovsk-Soledar, en el que las tropas rusas esperan lograr finalmente una victoria en el frente que rompa con la negativa dinámica que se ha mantenido desde septiembre. En aquel momento, sin que las tropas rusas tuvieran más opción que tratar de retirarse de la forma más ordenada posible dentro de la absoluta improvisación de quien no se ha tomado en serio los indicios que mostraban un ataque inminente, las tropas ucranianas recuperaron por primera vez desde febrero la iniciativa en el frente. Rusia se vio obligada a tomar una decisión que había dilatado al máximo, pero sin la que su situación solo podía empeorar: decretar una movilización parcial de reservistas y personas con experiencia o instrucción militar. La decisión se hizo coincidir con el referéndum con el que Rusia justificó la anexión de la RPD y la RPL y las regiones de Zaporozhie y Jersón. En estos dos últimos casos, las tropas rusas nunca han controlado realmente la integridad del territorio. Moscú precisaba de una decisión política para justificar esa decisión militar sin la que se arriesgaba a continuar perdiendo territorio.

En aquel momento, periodistas especializados que han cubierto la guerra desde la primera línea del frente como Poddubny o Kots advertían al público ruso de que no habría buenas noticias del frente a corto plazo. Los reporteros no erraron en sus pronósticos y pese a que en gran parte del territorio las tropas rusas han logrado contener el avance ucraniano, Rusia se vio obligada a tomar otra decisión polémica: la retirada de la ciudad de Jersón, única capital regional ucraniana bajo control ruso, ante la necesidad de preservar la integridad de la agrupación militar. En la margen derecha del río Dniéper se encontraban algunas de las mejores tropas rusas, que a duras penas mantenían el control del frente, pero que no habían permitido aún que las tropas ucranianas asediaran la ciudad.

Ambos casos -el blitzkrieg de Járkov y la obligada retirada por desgaste y riesgo de pérdida de rutas de suministro- supusieron para Ucrania dos grandes éxitos militares que no solo justificaron ante sus socios la posibilidad real de victoria militar ucraniana en el campo de batalla, sino que obligaron a Rusia a tomar posiciones defensivas sin posibilidad real de recuperar la iniciativa. Kiev ha utilizado este tiempo en el que Rusia ha movilizado e instruido acelerada y en ocasiones torpemente a esos alrededor de 300.000 efectivos (esos son, al menos, los datos ofrecidos por las autoridades rusas) para insistir en un discurso que, explotando esos dos éxitos, da por hecha la victoria militar ucraniana. Con ello, Ucrania ha vuelto a poner en su punto de mira Crimea, aunque para ello precisa de una ofensiva terrestre sobre Melitopol que ni siquiera ha tratado de lanzar.

La reciente insistencia de Kiev en la necesidad de que sus socios envíen equipamiento pesado y carros de combate apunta en esta dirección. Sin embargo, una Rusia aparentemente mejor organizada y con un menor desequilibrio en el número de efectivos ha tenido ya varios meses para preparar fortificaciones defensivas a lo largo del frente. La prensa rusa ha destacado especialmente el trabajo de fortificación en la región de Zaporozhie, donde se encuentra Melitopol. Una ruptura de este frente supondría para la agrupación militar rusa en el sur un peligro incluso mayor que la posibilidad de que Ucrania fuerce el Dniéper en la región de Jersón, algo que ahora se plantea también ante el descenso del caudal del río. La pérdida de Melitopol no solo supondría un riesgo real para Crimea, sino partir en dos el territorio ruso. Sin embargo, un avance profundo hacia ese terreno supondría también un serio riesgo de que esas tropas ucranianas quedaran rodeadas por las tropas rusas. Al contrario que en Jersón o Járkov, la retirada, “ordenada” o no, es imposible en ese territorio sin arriesgar una derrota completa. De ahí la especial atención que se ha dedicado a su su defensa.

El otoño, la temporada de barro, y la preparación de las partes para una guerra que se presume larga -las declaraciones de representantes como Mijailo Podolyak dando por hecho que Ucrania capturará Yalta en pocos meses son solo propaganda de guerra para provocar nerviosismo en Rusia- han hecho que la actividad en el frente decaiga en cierta forma con respecto a momentos de mayor intensidad. Frente a esa situación general, uno de los frentes se ha mantenido activo: el de Donbass. Pese a la inercia lograda en septiembre, cuando Ucrania consiguió recuperar Krasny Liman y amenazar todo el eje Kremennaya-Svatovo en la RPL, donde la guerra se había dado por terminada la primera semana de julio, Kiev no logró capitalizar esa victoria en Járkov con mayores avances. Pese a las dificultades, y también al varapalo que ha supuesto para las tropas rusas y republicanas tener que cavar nuevamente trincheras en una zona que suponían liberada y consolidada, Ucrania no ha logrado, al menos de momento, romper el frente de Lugansk.

De la misma forma, tampoco Rusia y la RPD han logrado romper el frente de Donetsk, principal teatro de operaciones ofensivas de las tropas rusas desde el pasado verano. Sin posibilidad de recuperar los territorios perdidos de Jersón, avanzar en Zaporozhie para proteger Melitopol alejando la ciudad del frente y dando por perdida la región de Járkov, Donetsk ha dado a Rusia los escasos éxitos militares que ha obtenido en los últimos cinco meses: la captura de Peski, antaño fortaleza de Ucrania pero difícilmente una localidad estratégica, y Pavlovka, anunciada apenas unas horas después de la retirada de Jersón, pero que no ha podido traducirse en un avance sobre Ugledar, este sí un punto estratégico. Las tropas rusas continúan tratando de avanzar en la ciudad de Marinka, fortificada durante ocho años y mucho más complicada que la más pequeña Peski, cuya captura costó un elevado número de víctimas entre las tropas republicanas, y no han tratado, por el momento, de asaltar el otro punto fuerte de Ucrania en la zona: Avdeevka, una ciudad complicada, entre otros motivos, por de su amplia zona industrial.

Como ahora admiten abiertamente tanto Ucrania como los aliados europeos que negociaron el acuerdo, Angela Merkel y François Hollande, los siete años de proceso de Minsk dieron a Kiev el tiempo necesario para reforzar a su ejército, pero también para fortificar los puntos importantes. En la región de Donetsk, sin duda la mejor fortificada, esa labor de siete años está suponiendo la posibilidad de mantener el frente pese a la insistencia que Rusia ha puesto en él. A principios de julio, comenzaba a informarse de que las tropas rusas, fundamentalmente mercenarios de la empresa privada Wagner, habían alcanzado las afueras de la ciudad de Artyomovsk, un punto que debía ser clave en la batalla por el norte de la RPD, cuyo inicio se presumía inmediato. En aquel momento, pese a las dificultades que implica la lucha en una región tan densamente poblada y con grandes zonas industriales que han protegido a las tropas ucranianas en diversas batallas, las tropas rusas contaban claramente con la iniciativa en el campo de batalla. En el intento de avance sobre el eje Artyomovsk, Soledar, Seversk esa iniciativa se detuvo. En julio, quedó patente que la capacidad ofensiva de las tropas rusas había quedado agotada. En septiembre, quedó en duda también su capacidad defensiva, de ahí la necesidad de movilización para superar uno de los problemas que habían minado la efectividad rusa.

Las importantes fortificaciones y la voluntad ucraniana de resistir a toda costa frente al avance ruso han hecho de la batalla por Artyomovsk la más larga de la guerra hasta el momento y ha supuesto, no solo una enorme cantidad de bajas, sino la práctica destrucción de la ciudad. En estos meses, Rusia ha insistido en las ingentes bajas de Ucrania, que ha continuado trasladando reservas para garantizar su permanencia en la ciudad, pero el tipo de ataque que se ha producido implica necesariamente también fuertes bajas rusas.

Meses después del inicio de la batalla, ambos bandos confirman una escalada de la situación. Desde hace varios días, el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky destaca la lucha de sus tropas por mantenerse en la ciudad en una batalla que en repetidas ocasiones ha definido como “una locura” y que Ucrania trata de presentar como un símbolo, “su Stalingrado”, una apuesta arriesgada teniendo en cuenta las grandes posibilidades de que sus tropas no sean capaces de ejercer la resistencia que sí lograron las soviéticas en la ciudad del Volga. La lucha, que se ha comparado también con Verdún por las terribles imágenes del agua en las trincheras en pleno invierno, continúa ahora ante un empuje que Rusia espera que sea definitivo. La situación es aún más crítica en la ciudad de Soledar, más pequeña y de menor importancia que el nudo de comunicaciones de Artyomovsk, pero con cuya captura Rusia espera lograr un cerco operativo que obligue a las tropas ucranianas a retirarse o arriesgarse a quedar embolsadas. Ayer, CNN publicaba las declaraciones de un soldado que afirmaba que la situación es crítica para Ucrania. «En Soledar, nadie cuenta los muertos», afirmaba.

Con la batalla en este eje del frente, Ucrania ha logrado enfangar a Rusia en una lucha que le impide avanzar en otras zonas. Subestimando las fuerzas del oponente y sobrestimando las propias, Rusia pretendía avanzar desde Izium al norte y Gorlovka al sur hacia Slavyansk y Kramatorsk, evitando así una lucha por cada ciudad fortificada del frente de Donetsk, una opción imposible antes incluso de la pérdida de la región de Járkov. Sin esa opción, la única vía de avance hacia el norte de la RPD, imprescindible si Rusia pretende solucionar la cuestión del suministro de agua de Donetsk, pasaba por el eje Artyomovsk-Soledar-Seversk, ninguna de ellas realmente estratégica en las actuales condiciones, pero hoy imprescindibles. De ahí el empeño ruso por continuar durante meses una batalla en la que no lograba imponerse pero de la que no tenía opción de retirarse.

La sensación de que el final de la batalla se acerca no solo se debe a las imágenes de soldados de Wagner en la parte occidental de Soledar o por el anuncio de que el grupo controla toda la ciudad tras haber rodeado en el centro a los focos que aún resisten, sino también por la insistencia de Ucrania en que ninguna de las ciudades por las que se lucha desde hace meses es estratégica. Una afirmación que, aunque cierta, puede ser un primer paso necesario para justificar una retirada en caso de peligro de que las tropas queden aisladas. En cualquier caso, la extensión temporal de la batalla da a Zelensky la posibilidad de argumentar que ha supuesto un freno para Rusia, que en estos meses ha tenido que destinar tropas a este pequeño punto de un frente inmenso en el que no ha logrado avanzar. Lo mismo se puede decir actualmente de Ucrania, que envía reservas a Artyomovsk y Soledar en lugar de a Kremennaya y Svatovo, localidades que pretendía capturar antes de la llegada de las tropas de refuerzo rusas.

Pero frente al triunfalismo de quienes discuten si Artyomovsk recuperará su nombre o se mantendrá como Bajmut o a declaraciones como la de Denis Pushilin, que afirmó el martes que la lucha en Soledar se limitaba a la parte occidental y ha dado por hecha la pronta captura definitiva de la ciudad, la batalla continúa. Incluso el dueño de la empresa privada de seguridad Wagner, Evgeny Prigozhin, precisó que las tropas ucranianas continúan defendiéndose ferozmente en Soledar. Y ante la posibilidad de éxito en la batalla, y en busca de un éxito personal, Prigozhin añadió también que el asalto se realiza únicamente con unidades de su empresa. Ayer por la noche, aportando una fotografía de Prigozhin y sus soldados en Soledar, Wagner afirmó controlar toda la ciudad. El avance a lo largo del día había sido evidente, pero falta aún conocer el destino de las tropas ucranianas que aún permanezcan en zonas aisladas de la ciudad o si Ucrania realizará un último intento desesperado de enviar refuerzos para tratar de mantener su presencia en Soledar, cuya pérdida complicará la logística en la vecina Artyomovsk.

Aunque la batalla por Soledar-Artyomovsk no ha concluido todavía, ha comenzado ya a mirarse al día después. Una victoria, que aún no hay que dar por hecha, supondría para Rusia superar un muro para intentar enfrentarse a otro. Estos meses han dado tiempo a Ucrania a reforzar Slavyansk y Kramatorsk, las ciudades más importantes de la zona norte de la región de Donetsk. Sin más direcciones posibles desde las que avanzar en esa dirección, eso supondría otro asalto frontal a una zona aún más fortificada. Un éxito en Artyomovsk supondría para Rusia una primera victoria real después de varias derrotas mucho más importantes, pero no necesariamente recuperar la iniciativa en el frente, algo que requerirá una acción ofensiva más amplia o la continuación de la ofensiva en Donetsk más allá del muro que ha supuesto Artyomovsk.

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