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La tragedia de Makeevka

El domingo, 1 de enero, pasado apenas un minuto de la medianoche, HIMARS ucranianos impactaron directamente contra el edificio de una escuela vocacional de Makeevka, una ciudad a escasos kilómetros de Donetsk y, por lo tanto, a la vista de las tropas ucranianas. Rusia afirmó inicialmente haber recuperado,  los cuerpos de 63 reclutas, jóvenes rusos llamados a filas a raíz de la movilización iniciada tras la debacle de Járkov y a los que las autoridades no han sabido proteger siquiera en sus bases. La destrucción completa del edificio y la enorme cantidad de personas allí congregadas -fuera o no para una fiesta, algo irrelevante teniendo en cuenta el momento y la fecha en la que se produjo el ataque, evidentemente preparado de antemano- hacía pensar que la cifra sería mucho más elevada. Hoy, Rusia ha actualizado las cifras a 89 fallecidos.

El incidente muestra un grave fallo en la seguridad de las tropas, situadas en un lugar conocido por Ucrania, cercano al frente y en el que se concentraba un número excesivo de personas, un blanco fácil para el fuego enemigo. Ucrania, que ha reivindicado y se ha jactado del ataque, no ha tenido que responder a preguntas sobre la similitud de este ataque con el bombardeo de la cárcel de Elenovka, donde murieron decenas de prisioneros de guerra ucranianos y en el que Kiev culpó a Moscú de bombardear su propio territorio. Rusia, por su parte, no solo tendrá que depurar responsabilidades, sino que deberá aceptar una situación que aparentemente sigue sin comprender completamente: Ucrania cuenta con la capacidad de perseguir a las tropas rusas en gran parte del territorio bajo control ruso y cualquier error de seguridad puede llevar a tragedias de esta magnitud. Los hechos han causado un enorme enfado en Rusia incluso entre sectores favorables a la intervención militar y prensa afín, de ahí que Moscú no haya tenido siquiera la opción de negar o minimizar los hechos.

Las críticas no se han hecho esperar y más allá de la exigencia de depuración de responsabilidades, varios de esos comentarios se dirigen precisamente a minimizar errores básicos que ponen en riesgo las vidas de los jóvenes reclutas llamados a filas, soldados profesionales rusos, miembros de los ejércitos de las Repúblicas Populares, voluntarios y también de la población civil a la que deben proteger de los bombardeos ucranianos. Pero si Rusia no es capaz de proteger correctamente a sus tropas, difícilmente va a ser capaz de proteger, por ejemplo, a la población de Makeevka o a la de Donetsk.

A raíz de lo ocurrido, el corresponsal Dmitry Steshin, que ha pasado meses en el frente y que ha cubierto la guerra en Donbass desde sus inicios en Slavyansk en 2014 se refería a un comentario de Alexander Jodakovsky, fundador del batallón Vostok y en la guerra también desde sus primeros días, como autoridad en la cuestión de la seguridad de las tropas y en el qué hacer en el contexto de guerra. La realidad es que quienes han luchado en Donbass desde el inicio de la guerra llevan ocho años de ventaja a quienes actualmente preparan la guerra desde lejanos despachos.

El comentario de Dmitry Steshin:

Alexander Jodakovsky sobre la tragedia en Makeevka. Él es una de las pocas personas con capacidad para evaluar esta sangrienta historia, porque sé de primera mano qué medidas se toman en Vostok para impedir que estas cosas ocurran. Incluso en la línea del frente. No es ninguna coincidencia que lo primero que hiciera en el lejano febrero de 2022 fuera el camuflaje de invierno y que en verano tenía una red de camuflaje para el coche que tapaba completamente uno o más vehículos.

Las medidas de seguridad son elementales, he aquí cómo ver la televisión. Instalarse en edificios con impactos para evitar las posibilidades de resultar ser blanco de nuevo e impedir que los soldados usen generadores por la noche o durante apagones son aspectos básicos. El siguiente nivel es no preparar “un párking en el supermercado” en los lugares en los que se toman decisiones. Cambiar de lugares en los que se recibe a los soldados de rotación, tener diferentes puntos de acceso a las posiciones, comprobar siempre lugares en los que camuflarse con ayuda del equipamiento de reconocimiento aéreo…

Da la sensación de que la tragedia de Makeevka servirá como base para organizar los actos. Una vez más, tenemos que estar agradecidos a los luchadores de salón, que han pasado dos días atragantándose con las ensaladas mientras los ucranianos distribuían las más alocadas teorías y marcaban la agenda. No se encontró a los culpables hasta el segundo día y han sido los muertos y heridos [Rusia afirma que el uso de teléfonos móviles hizo posible el ataque y Ucrania se jacta de ello, aunque es más que cuestionable que Ucrania no supiera que esa escuela estaba siendo utilizada como base]. Los propagandistas ucranianos no podrían imaginar ni en sueños tal regalo.

Horas antes, Alexander Jodakovsky, que ha vivido en el frente los años en los que la RPD, con escasos recursos, tenía que proteger -algo que no siempre ha hecho con éxito, como muestran los asesinatos de figuras tan importantes como Zajarchenko, Motorola o Givi- a toda costa a su personal y equipamiento, se refirió así a lo ocurrido en Makeevka:

Cuando ocurren cosas como las de Makeevka, la impotencia te sobrepasa. Impotencia no por el enemigo, sino por nosotros mismos. Derrotaremos al enemigo solo si nos ganamos a nosotros mismos. Sabíamos que nuestros puntos de destino permanente estaban en la lista de objetivos a matar y tomamos medidas para minimizar al máximo la presencia de personal en ellos. Es obvio que atacarán las acumulaciones, ¿no haríamos lo mismo nosotros? Lo que ha ocurrido no puede cambiarse. Es posible prevenir que vuelva a ocurrir, pero si no se toman medidas después de esta tragedia, la responsabilidad recaerá ante todo en aquellas personas cuya inacción ha llevado a estas consecuencias.

Comandar no es dirigir la batalla bajo presión, no es tomar decisiones en un sótano con problemas constantes de conexión, cuando la situación cambia cada minuto. Es sentarse en una habitación caliente y sin humedad y molestarse en pensar en las posibles consecuencias o actuar según unas normas simples. En condiciones de acumulación de recursos cerca de la línea del frente, es decir, en la zona de combate, hay más de una escuela vocacional de Makeevka en peligro. Sabemos que sigue habiendo lugares de acumulación de personal que son conocidos por el enemigo y estamos esperando a la reacción de las autoridades militares. Si no ocurre y hay otro ataque enemigo, el fracaso solo podrá ser entendido como traición.

Los mensajes de Steshin o Jodakovsky, que conocen la guerra desde que comenzó y que han defendido la intervención rusa desde febrero de 2022, son significativos: frente a la apatía y falta de pensamiento propio que la prensa occidental adjudica a la población rusa, destaca estos días la ira por la forma en que las autoridades no han logrado proteger mínimamente a las tropas. Ese descontento no parte solo de quienes son contrarios a la guerra, sino fundamentalmente desde quienes acusan a las autoridades políticas y militares del país de no reconocer la realidad de una guerra que va mucho más allá de una operación militar especial.

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