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Donbass, Donetsk, DPR, Ejército Ucraniano, Jerson, Rusia, Ucrania

El difícil frente de Donetsk

Abandonada la ciudad de Jerson, las tropas rusas han de adaptarse ahora a la defensa de la margen izquierda del río Dniéper, donde las autoridades ucranianas ya han puesto la mirada en Novaya Kajovka, localidad en la que se encuentra la presa del mismo nombre, uno de los puntos más importantes de la zona. La táctica ucraniana es la misma que ha utilizado para Jerson desde el pasado verano: destruir las líneas de suministro y, sobre todo, hacer la insoportable la situación para las tropas. En este caso, la táctica implica también hacer la localidad inhabitable para la población, que está siendo evacuada por las autoridades rusas desde la pasada semana. Ayer, la prensa occidental afirmaba que las autoridades locales habían anunciado su evacuación a un lugar más seguro y Vladimir Saldo, gobernador de la parte de la región bajo control ruso, afirmó que la evacuación de la población continuará mientras haya personas que quieran huir a lugares más seguros. Persiste la incertidumbre para las tropas rusas en ese sector, pero la actitud ucraniana garantiza que, suponiendo que las autoridades militares rusas van a luchar por mantener el control de la margen izquierda, la situación en la zona va a continuar siendo grave mientras el frente no se estabilice realmente en el río Dniéper.

En este contexto del evidente fracaso militar y político que supone la retirada de la ciudad de Jerson, aunque esta garantice también la integridad de la agrupación que habría tenido que luchar en inciertas condiciones en una batalla urbana, incluso los éxitos en el frente son matizables. La semana pasada, Rusia anunció la liberación de la localidad de Pavlovka, en la zona de Ugledar, al sur de Donetsk, liberación que volvió a anunciar el lunes. El martes, en su parte de guerra diario, el Ministerio de Defensa de la Federación Rusa afirmaba que en la batalla habían resultado destruidos hasta 1400 efectivos ucranianos, una cifra fuera de toda lógica para una batalla que, pese al intento ruso de enaltecer, ha sido menor.

Aunque se trata solo de la opinión personal de un comandante, el análisis de Alexander Jodakovsky, fundador y comandante del batallón Vostok, que lleva meses en la zona, es relevante a la hora de calibrar la importancia de la batalla y todo lo que queda por hacer en este enfrentamiento local que solo terminará si las tropas rusas son capaces de lograr expulsar a las tropas ucranianas de Ugledar, única posición realmente importante en el sector.

Así describía ayer en su cuenta personal de Telegram Alexander Jodakovsky el desarrollo de la batalla:

Tras la finalización de la fase de Mariupol de la operación, disfrutamos de un par de semanas para ponernos en orden y resultó que casi todos los comandantes de unidad se encontraban en el cuartel general, por lo que surtió una conversación sin oficialismos. Aunque apuntando que teníamos motivos para estar satisfechos con los resultados, yo apunté a la necesidad de juzgar los hechos objetivamente: si las unidades del ejército que marchaban adelante sufriendo serias bajas no hubieran sido capaces de llevarnos a la ciudad, nos habríamos dado de bruces contra las murallas. Recordando que no hay una sola victoria significativa que no implique bajas significativas e insistiendo en que lograr el objetivo solo está medio paso por delante del de salvar vidas, dejé a los chicos pensativos.

Pero es importante determinar el objetivo real. Si estamos avanzando sobre un frente amplio y buscando objetivos a gran escala, entonces sí, tendremos bajas significativas. Pero esas bajas serán proporcionalmente más bajas que cuando estamos luchando por un objetivo táctico, golpeando las defensas del enemigo sin afectar reamente a la infraestructura del frente. En este caso, recibimos golpes tanto en el frente como en los flancos: todo se centra en un punto y nos quema como un rayo de sol a través de una lupa. Aquí se viola el principio de la conveniencia, cuando la victoria se convierte en tal dolor de cabeza que preferiría dejar ese lugar al enemigo y ser nosotros quienes le hacemos lo que nos está haciendo: ganar, no por avance de kilómetros cuadrados, sino por el número de personal fuera de servicio por discapacidad.

Pero para avanzar en un frente amplio, es necesario preparar las operaciones, acumular recursos, formar reservas y no exprimir el último jugo del enemigo sin dejar fuerzas para la defensa. Continuaré abandonando lo general para referirme a lo concreto: la condenada recuperación de Pavlovka. Cuando se planteó la idea, se asumió que la ofensiva sería en dos direcciones. Los comandantes de brigada y yo discutimos nuestras capacidades para desarrollar tal ofensiva en el actual momento y llegamos a la conclusión de que era inequívocamente imposible implementar este plan: las reservas no estaban entrenadas y por mucho que se escatimara, solo era suficiente para la primera fase. Sin embargo, los comandantes de brigada que debían solucionar los problemas no pudieron llegar a sus superiores, que necesitaban un resultado a cualquier precio.

Sin embargo, comprendiendo que había motivos en las palabras de los comandantes de brigada, los de arriba dieron un paso que llevó a las consecuencias que se han observado: en lugar de taparse la nariz y prepararse, iniciaron el plan de ofensiva en dos direcciones y lanzaron fuerzas débiles a Pavlovka, al horno, sin extender las líneas del enemigo y dándole la oportunidad de concentrar toda su atención en un área estrecha. Ya sabemos que la segunda dirección se desactivó en el proceso. No lo sabía cuando escribí que consideraba la ofensiva prematura pero tenía la esperanza de que tuviera éxito, así que teníamos la esperanza, aunque comprendíamos que no teníamos efectivos suficientes.

Para dejarlo claro: la 40ª Brigada en dos batallones estaba extendida a lo largo de decenas de kilómetros de defensa y tenía muy pocas fuerzas ofensivas. La 155ª estaba más concentrada, pero tampoco le sobraban efectivos. Y ahora que los errores de planificación han llevado a un número injustificado de bajas por un resultado limitado, quieren culpar al comandante de la 40ª, supuestamente por haberse movido demasiado despacio por el flanco, lo que llevó a pérdidas en las vecinas 100ª y 155ª. Quieren colgar una causa penal sobre un campesino y dejarle expuesto pese a que se trataba de una situación extrema en la que estaba claro para todos que los únicos culpables son quienes lo planificaron, no quienes cumplieron con su deber hasta el final. Sería correcto que el comandante en jefe Surovikin estudiara el episodio al detalle y no dejara que una persona inocente sea devorada.

En la batalla desde 2014, nadie puede dudar del compromiso de Jodakovsky, que en estos años se ha destacado también por su posición crítica con las autoridades políticas y militares de cada momento. Certero o no su análisis, que no debe extrapolarse directamente a todo el frente de Donbass, sus palabras sí muestran claramente la dificultad que está suponiendo para las tropas rusas y republicanas el frente de Donetsk, en el que los asaltos frontales en zonas fortificadas durante los últimos ocho años, están causando un gran número de bajas militares, pero en el que no siempre hay buenas opciones.

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