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Un cambio que no lo es

A falta de grandes noticias de avances militares en un frente que, por el momento, continúa estable aunque con duros enfrentamientos entre las tropas rusas, republicanas y ucranianas en diferentes zonas del frente -Jerson, el sur de Zaporozhie o Seversk o el sur de la RPD-, es la agresividad de los representantes políticos y diplomáticos la que continúa dando titulares. A la larga lista de altisonantes y en ocasiones desafortunadas palabras de representantes rusos y ucranianos se sumaron ayer unas palabras de Sergey Lavrov que inmediatamente llamaron la atención de la prensa occidental. “Las ambiciones de Rusia en Ucrania ahora van más allá de los territorios occidentales del país, afirmó el miércoles el ministro de Exteriores del país, un abandono de las anteriores alegaciones del Kremlin de que no está librando una guerra de expansión imperial”, escribió The New York Times en las redes sociales para presentar su artículo recogiendo las palabras del ministro en una larga entrevista concedida a la editora-jefe de RT.com.

En dicha entrevista, el ministro de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa afirmó de forma explícita que el desarrollo de lo que Rusia sigue calificando de operación militar especial -un eufemismo para la guerra tan engañoso como la operación antiterrorista que libró Ucrania durante años- ha modificado las condiciones y las exigencias rusas. Rusia sigue manteniendo que la desnazificación y desmilitarización de Ucrania continúan siendo dos de sus objetivos principales, aunque el fortalecimiento del nacionalismo ucraniano parece evidente y el flujo de armas al país sigue en aumento, por lo que la consecución de dichos objetivos es cada vez más incierta. Desde el inicio de la intervención militar rusa, Moscú ha marcado la liberación de Donbass como el tercero de sus objetivos. Es más, en momentos de debilidad rusa -especialmente tras la retirada de las tropas rusas de Kiev y las regiones del norte-, la liberación de todo el territorio de la RPD y la RPL fue presentado como el objetivo principal de la intervención.

Recuperado ya todo el territorio de la RPL, algunas de las batallas más importantes -la de Mariupol y la de Popasnaya- se han librado ya. Pero restan aún otras igualmente claves para concluir la campaña de Donbass: el nudo de comunicaciones de Artyomovsk, las ciudades de Slavyansk-Kramatorsk, la reforzada Konstantinovka o las fortificadas ciudades de los alrededores de Donetsk desde las que las tropas ucranianas bombardean la capital de la RPD a diario desde finales de mayo. Pese a la lentitud con la que las fuerzas conjuntas de Rusia y las Repúblicas Populares avanzan en Donbass, el ministro de Asuntos Exteriores no solo descartó negociaciones de paz a corto plazo, que en su opinión no tendrían sentido en el momento actual, sino que miró más allá.

Sergey Lavrov afirmó abiertamente que el suministro de armas occidentales a Ucrania ha modificado el cálculo realizado por las autoridades rusas, que ya no limitan sus objetivos a recuperar el territorio de la RPD y la RPL sino que busca también otros territorios. Es más, a mayor suministro de armas occidentales, mayores serán las exigencias territoriales rusas. Lavrov, que afirmó también que, en las actuales condiciones, no tendría sentido celebrar conversaciones de paz -en realidad el ministro culpó a los socios occidentales de Ucrania por impedir que Kiev pueda tener una postura propia y constructiva-, no precisó a qué territorios aspira en estos momentos Moscú: ¿el objetivo es mantener los territorios ucranianos capturados desde el 24 de febrero o existen aspiraciones de avanzar sobre otros territorios como las ciudades de Járkov o Nikolaev o la región de Odesa?

En cualquiera de los dos casos, el cambio de postura que ha querido ver la prensa occidental no es tal. A pesar de que Kiev las ha utilizado ya para exigir más armas y más rapidez en su entrega, las palabras de Lavrov no reflejan nada que no hubiera quedado claro sobre el terreno. Ya en marzo, la propuesta rusa de garantías de seguridad para Ucrania implicaba la retirada rusa de los territorios ucranianos capturados desde el 24 de febrero (nunca de la RPD y la RPL) y dejaba implícita una amenaza: si Ucrania rechazaba negociar la paz en esos términos, se arriesgaría a perder más territorios. Desde entonces, no solo han aumentado la destrucción y la cifra de bajas, sino también los signos de que Moscú no pretende abandonar por voluntad propia territorios como Jerson o el sur de Zaporozhie.

Dejar claro que Rusia ha llegado para quedarse ha sido, desde el uso que Kiev realizó de las retirada rusa de las regiones del norte, una necesidad para garantizar la estabilidad en esos territorios y evitar la sensación de vacío de poder y la incertidumbre de la población ante las intenciones rusas. En esas condiciones, Rusia no podía permitirse dudas de la población sobre las intenciones de Moscú. De ahí que, desde ese momento, comenzara a extenderse el discurso que repetía que “Rusia ha llegado para quedarse”. Las nuevas autoridades no solo recuperaron los monumentos retirados por las antiguas autoridades ucranianas -las estatuas de Lenin, por ejemplo- sino que se han ido instalando poco a poco carteles y monumentos que buscan resaltar esa idea.

Se han recuperado así argumentos tanto de la etapa imperial como de la etapa soviética. En Jerson, carteles recuerdan la orden de Catalina la Grande de fundación de la ciudad y en Melitopol, a Pavel Sudoplatov, agente del NKVD que asesinó al nacionalista ucraniano Evhen Konovalets y que era natural de la localidad. Y la Bandera de la Victoria -prohibida en Ucrania por la ley anticomunista- ha sido quizá el símbolo más utilizado.

La evidente contradicción entre apelar igualmente a símbolos imperiales y soviéticos fue entendida por The Guardian como un signo del “vacío ideológico en el corazón del proyecto imperial de Putin en las fronteras de Europa”. Pese a la incoherencia ideológica que suponen muchos de esos actos -especialmente la recuperación de monumentos a Lenin, víctima de duras críticas de Vladimir Putin en el discurso en el que defendió la necesidad de reconocer la independencia de la RPD y la RPL-, su objetivo es claro: recordar el pasado común para construir el futuro.

La guerra hace incierta toda predicción y será la situación militar la que marcará el desarrollo político futuro, con avances y retrocesos. Sin embargo, con sus actos y también con las palabras de las autoridades locales, Rusia ha querido dejar claro en las regiones de Jerson, Zaporozhie e incluso el norte de Járkov, que su intención es no abandonar esos territorios. A pesar del cambio de rumbo que la prensa occidental ha querido ver en las palabras del ministro de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa, las declaraciones de Lavrov no son más que la constatación verbal de algo que Rusia lleva cuatro meses repitiendo en aquellos territorios más allá de Donbass capturados desde el 24 de febrero.

Comentarios

Un comentario en “Un cambio que no lo es

  1. Me parece lo más lógico: ya no es cuestión de territorios, es que no tendría ningún sentido abandonar a su suerte a las poblaciones rusófonas una vez liberadas; sobre todo viendo cómo se están comportando esos ukronazis.

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    Publicado por QK | 26/07/2022, 11:07

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