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Donbass, Donetsk, DPR, Ejército Ucraniano, LPR, Rusia, Ucrania

El día después

Artículo Original: Alexey Zotiev

La historia universal nos enseña conflictos que han durado décadas y que han agotado las economías de los países que participaron en ellos. Sin embargo, no nos da un solo ejemplo de un conflicto que dure para siempre. Todas las guerras terminan antes o después y no siempre lo hacen con la victoria incondicional de una de las partes. En ocasiones, exhaustas por la confrontación, las partes deciden buscar la paz, una paz condicional y que beneficie a ambas. En cualquier caso, la fase de conflicto inevitablemente termina, lo que empuja a los participantes a comprender qué relación se puede construir en el día después. Es un aspecto importante, ya que el final de las hostilidades implica llegar a ciertos acuerdos, tanto territoriales como económicos. Y si las partes en conflicto no han quemado completamente todos los puentes, por norma, el proceso de resolución pacífica entre ellas es menos doloroso.

Actualmente, la operación militar especial en el territorio de Ucrania ha entrado en una fase que no contiene milagros ni sorpresas. Las unidades del Ejército Ucraniano son metódicamente destruidas y obligadas a retroceder en sus posiciones [al menos en Donbass, la batalla principal, con enfrentamientos posicionales en otras zonas del frente, en las que Ucrania trata de contraatacar, por el momento, sin grandes éxitos-Ed], abandonando territorios a las milicias y los soldados del Ejército Ruso. La economía ucraniana ha caído en una especie de coma y ya no es capaz de mantener la capacidad de combate del ejército y las unidades de defensa territorial y la ayuda de Occidente no llega en la escala que anunciaron desde las tribunas más altas.

Por supuesto, las opiniones de analistas y expertos militares difieren, pero la mayoría advierten abiertamente que ha pasado el punto de no retorno y que la derrota de Ucrania puede producirse a principios de otoño. En la actual realidad, las partes en conflicto, tanto los participantes directos como quienes están en la sombra, deben pensar en cómo construir sus relaciones el día después.

Es ingenuo esperar tal prudencia por parte de Ucrania, ya que quienes ejercen el poder en el país, entre ellos todo tipo de timadores políticos, no estarán en el periodo de después. De ahí que se aferren a su feliz presente con todas sus fuerzas, conscientes de que sus días están contados y que acabarán desplazados al final de conflicto salvo que este se resuelva a favor de Ucrania, algo que es básicamente imposible.

Por eso no piden ayuda para cesar las hostilidades ni para ayudar a la población civil que sufre por la guerra, sino que exigen “1000 obuses, 300 sistemas lanzacohetes múltiples, 500 tanques, 2000 blindados, 1000 drones”. Tampoco les preocupa cuántos ucranianos morirán en el frente en este conflicto sin sentido alentado colectivamente por Occidente, que decidió pintar el Estado postsoviético de tonos marrones y lanzarlo a la batalla.

A juzgar por la creciente reticencia de entregar las armas prometidas, muchos políticos europeos parecen estar pensando en cómo reconstruirán los países de la UE las relaciones con Rusia el día después. Una relación que, como muestra la experiencia, la Unión Europea necesita más que Rusia.

La Francia que ama la libertad ha sido la primera en alzar la voz sobre la necesidad de establecer un diálogo con Rusia. Lo hizo en boca de su presidente, Emmanuel Macron. De forma adornada, pero a su vez concreta, apeló a los políticos europeos a ser más prudentes y no cruzar esa línea que impediría el retorno a un diálogo constructivo en el futuro. Fue duramente criticado por Hillary Clinton, que calificó esa postura de desfasada y afirmó que “el éxito final debe ser la derrota de Rusia”. Pero si la memoria no me falla, Joe Biden es el presidente de Estados Unidos y solo él tiene la capacidad de hablar en nombre del Estado, mientras que Clinton es ahora mismo una figura retirada. Pese a los ataques de los héroes de ayer, la postura de Macron ha recibido el apoyo de otros políticos europeos, que recientemente han sentido el poder de las sanciones económicas impuestas contra Rusia.

“No es solo Emmanuel Macron quien lo dice. Esta postura refleja la realidad: Rusia continuará existiendo después de las conversaciones de paz y será necesario definir claramente cómo pretendemos coexistir con ella. Será muy difícil, pero estamos obligados a relacionarnos con Rusia en este continente”, afirmó Josep Borrell, líder de la diplomacia europea.

En la actual situación, muchos pueden haber pensado ya que se han involucrado para nada en una aventura dirigida e implementada por Estados Unidos en el territorio de Ucrania. Europa está sufriendo serias pérdidas, por el momento solo económicas, y se está haciendo cada vez más difícil para las autoridades de los países de la UE explicar a su población la caída de la calidad de vida que es consecuencia de su política contra Putin.

Puede que actualmente solo Hungría hable abiertamente de su negativa a interferir en lo que ocurre, pero en el futuro aumentará el número de países que muestren su neutralidad. Por el momento, la población debe comprender que, al suministrar armas al régimen de Ucrania y prolongando así la fase militar del conflicto, puede estar volando todos los puentes, privándose de la oportunidad de reanudar el diálogo con Rusia, que será importante a medida que se acerque el invierno.

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