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Armas, Crimea, Donbass, DPR, Ejército Ucraniano, Estados Unidos, LPR, Rusia, Ucrania, Zaporozhie

«Resultados importantes»

Después de una serie de casos que han avergonzado a Ucrania, Volodymyr Zelensky anunció ayer en su último videocomunicado a la nación que ha dado la orden de cesar a todos los comisarios militares regionales, encargados, entre otros aspectos, del reclutamiento. En febrero de 2022, Kiev decretó la movilización general y prohibió abandonar el país a los hombres en edad militar (salvo excepciones fundamentalmente vinculadas a las cargas familiares). Desde entonces, las informaciones sobre las vías que los hombres sin permiso para abandonar el país han utilizado para llegar a la Unión Europea, Moldavia o Israel han sido diversas, pero en gran parte han podido producirse gracias a sobornos, muchos de ellos posiblemente en la propia frontera. En su mensaje, el presidente ucraniano añadió que esos comisarios serían enviados al frente y serían sustituidos por veteranos que “han perdido extremidades, pero han conservado su dignidad y no tienen cinismo”. Con esta argumentación, Zelensky toca dos temas recurrentes: la corrupción y las graves heridas de los soldados que luchan en el frente.

El motivo para el cese colectivo es evitar el pago de sobornos. Con ello, el presidente ucraniano admite también, aunque de forma implícita, las dificultades de movilización, algo que ha podido verse de forma gráfica tanto con vídeos de capturas de personas en plena calle como con las citaciones a filas a personas con grave discapacidad. Esos problemas no son solo fruto de la incompetencia administrativa del Estado o de los comisarios ahora cesados, sino consecuencia directa de la intensidad de la guerra, que después de 18 meses, ha causado enormes daños en amplias zonas del país y un número desconocido pero elevado de bajas. Los datos de bajas son, a ambos lados del frente, el secreto mejor guardado. Tanto Rusia como Ucrania han tratado de evitar dar cifras mínimamente reales de sus pérdidas, especialmente en el caso de soldados muertos. Del desconocimiento de las elevadas bajas depende que no aparezca un sentimiento contrario a la guerra. En el caso de Ucrania, mucho más belicista en términos sociales desde que comenzó la batalla en 2014, dar a conocer la gravedad de las bajas -algo que puede constatarse con las imágenes del crecimiento de los cementerios y contrastarse con los informes de bajas civiles, que siguen siendo bajas teniendo en cuenta la intensidad de la guerra- pondría en riesgo la confianza de sus socios en la victoria.

Durante los últimos días, varios artículos han mostrado esa cara de la guerra que Ucrania ha intentado ocultar cubriendo todo el relato de la guerra en un halo de invencibilidad, coraje y superioridad física y moral aderezado con una arrogante sonrisa. Esta narrativa ha funcionado sin fisuras durante un año y medio, basado primero en la épica de la resistencia y posteriormente en el enaltecimiento de la victoria. Es ahora cuando Ucrania se enfrenta a una situación diferente. La defensa requiere un menor número de tropas que el ataque, especialmente si el enfrentamiento de produce contra un contingente escaso. La falta de efectivos fue una de las carencias de Rusia en los primeros meses de la guerra, algo de lo que Ucrania se aprovechó en su fase inicial de defensa, cuando logró defender las ciudades más importantes e impidió el avance ruso sobre Kiev, y también en la primera fase ofensiva, cuando las tropas rusas simplemente no pudieron defender un frente de mil kilómetros. La movilización -en este caso parcial y sin prohibición de abandonar el país para las personas en edad militar- y una buena preparación en los meses que han transcurrido entre el anuncio de contraofensiva ucraniana y su inicio han cambiado la situación. “Es un simple hecho que Rusia se está ahogando en Ucrania”, ha escrito esta semana David Ignatius, uno de los columnistas estrella de The Washington Post en un artículo de enaltecimiento de la estrategia de pequeños pasos de Ucrania que no solo no se corresponde con las intenciones de las autoridades militares de Kiev, sino que contradicen a las informaciones y reportajes publicadas por su periódicos estos últimos días.

Pese a la protección que la prensa ha prestado a Ucrania desde febrero de 2022, escondiendo las bajas y negándose a realizar preguntas incómodas, incluso la prensa más cercana al establishment duda ya de la capacidad de Ucrania de lograr sus objetivos. El último reportaje de las ciudades cercanas al frente publicado por The Washington Post, por ejemplo, presenta una imagen desoladora de un ejército poco preparado y sufriendo fuertes bajas y una población exhausta de la guerra. “Están cogiendo a cualquiera y enviándolo al frente sin ninguna preparación”, afirma una de las personas entrevistadas. El comentario es coherente con las dudas que se han creado incluso alrededor de la instrucción de soldados ucranianos en el extranjero. En un artículo incluso más duro, The Wall Street Journal llamaba la atención sobre la cantidad de amputaciones que están sufriendo los soldados ucranianos, pérdidas irreversibles para un ejército que no tiene intención de ralentizar su proceso de reclutamiento. Sin embargo, nada de eso es motivo suficiente para replantear la situación, modificar los planes de instrucción o de acción militar o buscar una salida política que limite los daños que está sufriendo Ucrania.

Las dudas sobre la capacidad de Ucrania de romper el frente de Zaporozhie y avanzar en profundidad sobre el territorio bajo control ruso han favorecido, de forma prácticamente inevitable, que reaparezca la sombra de la posibilidad de iniciar un proceso de negociación o de la búsqueda de un alto el fuego. Sin una victoria militar mínimamente clara en el frente sur y con Rusia defendiendo con solvencia y atacando en frentes secundarios para minar la capacidad ofensiva de Ucrania, cualquier proceso de negociación se produciría en posición de debilidad, algo  que Ucrania ya ha demostrado durante nueve años que no está dispuesta a hacer.

La presión por la falta de resultados se ha hecho notar en Ucrania especialmente en los mensajes públicos de sus representantes. El hecho de que la negativa a negociar se haya convertido en el argumento más repetido de personas como Mijailo Podolyak o Dmitro Kuleba es prueba suficiente de que comienza a aparecer la preocupación por una posible sugerencia de sus socios de la necesidad de negociar. El consumo de munición que actualmente realiza Ucrania es difícilmente sostenible a largo plazo para sus socios, que no serán capaces de seguir produciendo los proyectiles necesarios para mantener una guerra de la actual intensidad durante mucho tiempo. La ausencia de victorias claras implica una elección entre continuar con unos planes que posiblemente nunca puedan dar los resultados esperados, en este caso dependiendo de la continuación del suministro en los niveles actuales, o buscar un alto el fuego que permita recuperarse y continuar la guerra o buscar una resolución al menos temporal.

Pese a la certeza de que los planes ucranianos no han cumplido las expectativas que el propio gobierno creó, Ucrania quiere dejar claro que no puede haber negociación posible. Así lo confirmaba el jueves Dmitro Kuleba, que se escudaba en las acusaciones de crímenes cometidos por las tropas rusas para negar cualquier posibilidad de negociación con Rusia. Durante los años de Minsk, Kiev dejó claro no estar dispuesta a cumplir con los acuerdos firmados si estos implicaban concesiones por su parte. La negativa se amplía ahora a todo diálogo con la Federación Rusa, algo que hace inviable cualquier proceso de negociación incluso para lograr un alto el fuego que beneficiaría a ambos ejércitos y, sobre todo, a la población civil. Pese a la especulación sobre si esa posibilidad comienza a acercarse, ninguno de los movimientos realizados por Ucrania ni por sus socios se dirigen en esa dirección. Rusia es acusada repetidamente de negarse a negociar, un argumento tan útil como falaz teniendo en cuenta que ni siquiera fue invitada a la cumbre por la paz celebrada en Arabia Saudí. “La contraofensiva pronto nos dará victorias y seguiremos luchando, no tenemos alternativas”, ha afirmado Kuleba. La alternativa existió hasta que Ucrania rompió las negociaciones políticas en abril de 2022 tras un proceso en el que ganó tiempo para que sus socios comenzaran a organizar la logística de la asistencia militar y en el que nunca tuvo intención de aceptar las concesiones que exigía Moscú. Por el mismo motivo, Ucrania dilató y saboteó abiertamente las negociaciones del Grupo de Contacto de Minsk y el Formato Normandía. Kiev nunca ha estado dispuesta a lograr un compromiso y siempre ha visto la guerra como opción más favorable para evitar realizar concesiones, incluso cuando se trataba de un compromiso perfectamente asumible para la recuperación de Donbass según el acuerdo firmado en 2015.

Prometiendo resultados importantes a corto plazo, Mijailo Podolyak dejó ayer clara la posición de Ucrania en un mensaje dirigido a sus socios, especialmente a aquellos que comienzan a dudar de las promesas futuras de éxito. “Cada líder político tiene que comprender hoy que cualquier contacto con un criminal de guerra oficialmente perseguido (por ejemplo, el presidente de Rusia) no es una actividad diplomática sino un manifiesto internacional, una declaración de apoyo al genocidio, terror y crímenes de guerra. Aislar tu nombre de Rusia hoy no es algún tipo de sanción sino una cuestión de higiene personal”, escribió en un mensaje que es coherente con la actuación de Ucrania de continuar la guerra cueste lo que cueste y pensando únicamente en las consecuencias que supondría una negociación, es decir, la renuncia a lograr sus objetivos imposibles.

De ahí que la insistencia siga siendo la misma: más armas para continuar una guerra que no va bien para Ucrania y en la que las cifras de amputaciones se encuentran, según The Wall Street Journal, en niveles similares a los de la Primera Guerra Mundial. Ucrania parece haber limitado sus exigencias de recibir rápidamente F-16 estadounidenses, posiblemente por las dificultades para instruir a sus pilotos, con solo ocho preparados para iniciar el proceso. Recogiendo el argumento de Boris Johnson, que propuso sustituir la cobertura aérea de la aviación tripulada por misiles de largo alcance, Ucrania insiste ahora fundamentalmente en misiles de crucero ATACMS estadounidenses y Taurus alemanes. Hace una semana, el ministro de Defensa de Alemania, Boris Pistorius, afirmó que la entrega no está en la agenda y recordó que tampoco Estados Unidos envía aún sus preciados misiles. El comentario sugiere que Berlín actuaría de la misma forma en caso de que Washington cambiara de postura, enviando así misiles con los que poder atacar, por ejemplo, el puente de Crimea, a Ucrania, país sospechoso de haber hecho explotar el gasoducto Nord Stream del que Alemania es copropietaria.

Al margen de cuándo sea aprobada la entrega de misiles de crucero a Kiev, los aliados de Ucrania parecen también convencidos de continuar con la guerra. A los anuncios semanales de nuevos envíos de armas se ha sumado esta semana la solicitud de Joe Biden al Congreso de Estados Unidos de 13.000 millones de dólares adicionales de asistencia militar. Pese a la falta de resultados, los intereses de Kiev y sus socios siguen coincidiendo y ambas partes apuestan por la guerra. De ahí que el énfasis sea tanto el de acelerar el suministro como asegurar los apoyos en aquellos sectores del establishment menos convencidos del éxito de la guerra proxy. Es el caso de una parte de la derecha estadounidense, a quien se dirige un artículo publicado en The Washington Post que pretende responder a la pregunta de por qué los conservadores deben apoyar a Ucrania. La fuente principal del artículo es Andrzej Duda, presidente de Polonia, cuyo principal argumento es que “es muy simple. Ahora mismo, el imperialismo ruso puede ser detenido muy barato, porque no están muriendo soldados americanos”. Es la constatación de lo útil de la guerra subsidiaria, que solo requiere mantener el coste económico.

“Cuando le planteé que alrededor de un tercio de los Republicanos del Senado recientemente votaron a favor de cortar la asistencia a Ucrania, Duda no mostró preocupación”, ha escrito el periodista conservador Mac Thiessen, columnista de The Washington Post y cara habitual de Fox News. Los aliados de Ucrania son conscientes de que disponen de un proxy dispuesto a seguir enviando a sus soldados a la muerte durante tiempo indefinido. En este contexto, las promesas de futuros resultados son más que suficientes para garantizar la continuación del suministro de armas que hace posible continuar la guerra.

Comentarios

Un comentario en “«Resultados importantes»

  1. Go Rusia

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    Publicado por priviet6969 | 22/09/2023, 18:30

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