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Diplomacia contra la guerra

El fracaso de la cumbre de Estambul, cuando la guerra aún no se había convertido en la guerra total y posiblemente permanente con la que amenaza convertirse ahora, supuso, en abril de 2022, el final de un proceso de negociación política que había comenzado apenas unos días después de la invasión rusa. En ese tiempo, Kiev había pasado de entregar armas ligeras a la población para defender ciudades como Kiev de los tanques rusos -que nunca llegaron a entrar en la ciudad- y del caos de un enfrentamiento entre los servicios de inteligencia civiles y militares que costó la vida a uno de los negociadores a rechazar buscar un acuerdo para detener la guerra. Tras la cumbre, en la que la formalidad del acto y la presencia oficial de Turquía hacían pensar que se esperaba un acuerdo, el líder de la delegación rusa, Vladimir Medinsky, anunció lo que parecía un principio de acuerdo. Rusia se comprometía a reducir significativamente la actividad militar en las regiones del norte de Ucrania, incluida Kiev, entonces prácticamente sitiada pero con el frente estancado en una guerra de trincheras que estaba causando grandes bajas y destrucción, y Ucrania obtendría unas garantías de seguridad que no se aplicarían en Donbass y Crimea. En la práctica, el principio de acuerdo presentado por Medinsky implicaba la renuncia ucraniana tanto a la OTAN como a los territorios perdidos desde 2014.

El acuerdo fue destrozado apenas minutos después por un tuit de Mijailo Podolyak, que negaba que Ucrania fuera a renunciar a parte de su territorio. Días después, Rusia se retiraba de Kiev, Ucrania denunciaba las muertes de Bucha y Boris Johnson visitaba Kiev con un discurso que se conocería más adelante, pero que se resumiría en que Occidente no aceptaría ese acuerdo incluso aunque lo hiciera el Gobierno de Zelensky. Meses después, las declaraciones de Naftali Bennett, en abril de 2022 presidente de Israel y una de las personas que con más rapidez trató de posicionarse para ejercer de mediador, parecieron confirmar la extendida versión de que fue la intervención de Boris Johnson la que impidió el acuerdo, que en realidad ya había sido rechazado por las autoridades ucranianas. Sin embargo, las palabras de Bennett matizaban que esa intervención no había impedido el acuerdo sino la continuación de las negociaciones, que efectivamente se detuvieron inicialmente a causa de lo ocurrido en Bucha, posteriormente a causa de lo ocurrido en Kramatorsk, los referendos de adhesión a Rusia o la anexión en sí. Prohibida por decreto presidencial cualquier negociación con Vladimir Putin, la posibilidad de un diálogo en busca de una resolución diplomática a esta guerra que acumula enormes bajas y una catastrófica destrucción ha quedado anulada.

Desde entonces, con la guerra como única solución aceptable para el Gobierno ucraniano y sus socios, que coinciden en la idea de que la única resolución posible es aquella que implique la rendición unilateral o derrota completa rusa, las únicas propuestas de paz que se han producido han llegado de países no occidentales y que, pese a condenar la invasión, han buscado mantenerse neutrales precisamente para poder actuar como mediadores. Incluso antes de su victoria electoral, Lula da Silva se había postulado ya para una mediación entre Rusia y Ucrania que lograra un alto el fuego y una negociación para dar por finalizada la guerra. Sin embargo, su discurso, en el que culpaba a ambos países del estallido de la guerra y de su continuación, nunca fue bien recibido por Kiev ni por sus socios, molestos también por la negativa de los países latinoamericanos a enviar a Ucrania armamento y munición. Líderes como Alberto Fernández, Gustavo Petro o Lula da Silva no solo mostraron una autonomía estratégica de la que los países europeos han demostrado carecer, sino que se posicionaban única y exclusivamente del lado de la paz.

Algo similar ocurriría posteriormente con la propuesta china, una hoja de ruta de buenas prácticas para las relaciones internacionales que buscaba defender la soberanía e integridad territorial, no solo de Ucrania, sino de todos los países. Pese a ese matiz, que evidentemente apuntaba a la cuestión de Taiwán, y que se insistía también en la necesidad de huir de la política de bloques, la lógica de Beijing es la misma que la de Lula da Silva y pasa por un alto el fuego e inicio de una negociación de forma inmediata. Ambos argumentos son contrarios a los intereses de Occidente, aislado del resto del mundo con la firme postura de continuar la guerra hasta la victoria final y centrado también en presionar, no solo a Rusia, sino también a China en una política que irremediablemente supone la recreación de bloques y una creciente distancia entre ellos.

En las últimas semanas, siguiendo la línea de países periféricos y no europeos que buscan solucionar la actual guerra en Europa, Indonesia, firme aliado de Estados Unidos desde la Guerra Fría, añadió su propuesta, que no solo plantea un alto el fuego y negociación, sino referendos en los territorios disputados, punto que causó la inmediata ira de Ucrania, poco receptiva a cualquier propuesta que se distancie de sus diez puntos para la paz, que son, en realidad, la exigencia de rendición unilateral rusa en todos los territorios, incluido en Crimea.

La última propuesta de paz en concretarse ha sido la de varios países africanos encabezados por Sudáfrica. La semana pasada, su presidente, Cyril Ramaphosa, acompañado Macky Sall, presidente de Senegal, Hakainde Hichilema, presidente de Zambia, Azali Assourmani, presidente de las Comoras, el primer ministro egipcio Mustafa Madbuli y enviados especiales de la República Democrática del Congo y Uganda visitaron tanto Ucrania como Rusia.

Utilizada para la propaganda, y realizada la obligatoria visita a Bucha, la delegación africana culminó en Kiev la primera parte de su visita, iniciada, según denunciaron varios miembros de la comitiva, con un retraso de nueve horas en Polonia, retenida por las autoridades ucranianas. En la rueda de prensa final junto al presidente sudafricano, Volodymyr Zelensky no quiso dejar pasar la oportunidad para echar en cara a los países africanos una postura de neutralidad que considera prorrusa. La comunicación ucraniana a lo largo de la visita fue también inconfundiblemente hostil. “Es obvio que el cese del terror ruso y la retirada de todas las tropas rusas del territorio de Ucrania es lo que puede detener esta guerra”, escribió Zelensky, que también insistió en que tan solo Rusia es culpable del conflicto. “Ucrania y el mundo entero no necesitan ni conflictos congelados ni guerras a fuego lento”, afirmó el presidente ucraniano en clara referencia a los planes que implican un alto el fuego.

Ucrania ha dejado claro que busca una paz concreta: aquella en la que pueda imponer su voluntad. La experiencia de Minsk muestra que Kiev no está dispuesta a implementar ningún acuerdo de paz en el que no haya dictado unilateralmente los términos. “Es obvio que el cese del terror ruso y la retirada de todas las tropas rusas del territorio de Ucrania es lo que puede detener esta guerra”, insistió Zelensky, en referencia al ataque con misiles sobre Kiev durante la visita africana del que acusó a Rusia. Sin embargo, miembros de la delegación como Lumumba Amin, hijo de Idi Amin y representantes de Uganda, afirmaron no haber escuchado explosiones en la capital durante su visita.

Es posible que el razonamiento de Ucrania para mantener esa postura de negativa absoluta al diálogo con Rusia, rechazo a todo compromiso y, sobre todo, la visita guiada a Bucha fuera que mostrar a los líderes africanos los lugares donde la guerra ha resultado ser más cruda pueda cambiar la postura de los líderes africanos. Es así como han actuado los líderes occidentales, mucho más duros con Rusia tras sus visitas a lugares como Bucha. Sin embargo, es probable que para aquellos países que buscan mediar en busca de una paz inmediata, aunque quizá imperfecta, la comprobación de los inmensos daños que está causando el conflicto sea precisamente un argumento para reafirmarse en su postura.

En San Petersburgo y no sin que antes se difundiera en medios sudafricanos y proucanianos la falsa noticia que la delegación africana no había obtenido permiso para aterrizar en Rusia, la reunión con Vladimir Putin resultó mucho más reveladora. Al igual que Ucrania, que ha querido insistir en que el acuerdo de exportación de grano beneficia a los países africanos, Rusia ha buscado en los últimos meses reafirmar sus relaciones internacionales con países del continente. Bloqueadas sus exportaciones de fertilizantes, Moscú ha insistido en su voluntad de entregar los cargamentos retenidos en la Unión Europea de forma gratuita a países africanos, a los que les ha ofrecido también grano en condiciones favorables. Y en términos puramente simbólicos, es también representativo que Rusia haya devuelto recientemente el nombre de Patrice Lumumba a la Universidad de la Amistad de los Pueblos, centro del internacionalismo e instrucción de estudiantes de países del tercer mundo durante los tiempos soviéticos. La universidad había perdido el nombre del líder anticolonial congolés en los años 90.

En San Petersburgo, Vladimir Putin quiso insistir en la voluntad de Ucrania de no renunciar a las negociaciones. El rechazo de Kiev y sus socios a cualquier negociación es tan férreo que permite a Moscú presentarse como la parte dispuesta a tratar los diferentes planes de paz pese a que todos ellos contienen puntos problemáticos para Rusia. Pero más allá de mostrar su agradecimiento por la equilibrada postura de los países africanos, el presidente ruso quiso aprovechar la ocasión para, delante de varios jefes de Estado y de Gobierno, dar la versión rusa de lo ocurrido en abril de 2022.

Vladimir Putin, que denunció que Kiev y sus socios “tiraron al basurero de la historia” el acuerdo alcanzado en abril de 2022, mostró incluso el documento acordado. Bajo el título “Acuerdo de Neutralidad Permanente y Garantías de Seguridad de Ucrania”, el texto contenía, según el presidente ruso, todo tipo de aspectos referidos a las fuerzas armadas, incluidas las unidades de equipamiento de combate o cantidad de soldados que Ucrania estaría autorizada a disponer. Kiev obtendría a cambio de renunciar a la OTAN garantías de seguridad de Rusia, Estados Unidos, Reino Unido, China, Francia, Bielorrusia y Turquía. A este acuerdo se debió, según Vladimir Putin, la retirada rusa de Kiev. Sin embargo, siempre desde el punto de vista ruso, Ucrania y sus socios habrían optado por la renuncia al acuerdo en lugar de cumplir con sus compromisos.

Las contradicciones entre las posturas de los dos países y la dinámica de la guerra hacen ahora aún más difícil la consecución de cualquier acuerdo, especialmente cuando una de las partes ha prohibido por decreto toda negociación política. De ahí que, a corto plazo, cuando menos mientras está en marcha la contraofensiva ucraniana, no es de esperar ningún avance en el frente diplomático. Sin embargo, la propuesta africana contiene una serie de ideas que, a medio o largo plazo, habrían de ser tenidas en cuenta. El plan del grupo de países encabezados por Sudáfrica no solo se refiere a la paz entre Rusia y Ucrania sino que, como el presentado por Beijing, busca un cambio en las relaciones internacionales. La propuesta contiene, según lo publicado por la prensa rusa, diez puntos, entre los que se encuentra, no solo la soberanía de los estados, sino de los pueblos, un matiz interesante que lo diferencia del propuesto por Beijing:

  1. Lograr la paz por medio de la diplomacia y a través de negociaciones.
  2. Las negociaciones de paz deben comenzar tan pronto como sea posible.
  3. Desescalada por ambas partes.
  4. Garantía de soberanía de todos los estados y pueblos de acuerdo con la Carta de Naciones Unidas.
  5. Garantías de seguridad para todos los países.
  6. Garantías de ambos países de circulación de grano y fertilizantes.
  7. Asistencia humanitaria para las víctimas de la guerra.
  8. Resolución de la cuestión del intercambio de prisioneros de guerra y retorno de los niños y niñas.
  9. Reconstrucción de posguerra y asistencia a las víctimas de la guerra.
  10. Mayor cooperación con los países africanos.

Mostrando iniciativa y en busca de un mayor papel en las relaciones internacionales, los países africanos han presentado un plan que no solo busca colaborar para lograr la paz en Europa, sino que busca un futuro de comercio y cooperación en el que África sea tenida en cuenta como sujeto activo y participante de las relaciones internacionales. La propuesta africana es un primer paso en esa dirección. Sin embargo, la dinámica de la batalla y el interés de Ucrania y sus socios occidentales por continuar la guerra hacen inviable toda propuesta de paz, especialmente aquellas que no proceden de países cuyo planteamiento coincida completamente con las exigencias de Kiev.

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