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Donbass, Donetsk, DPR, LPR

Segunda ola

Artículo Original: Denis Grigoriuk

En el bolsillo interior de la mochila, donde están las lentes, las viejas acreditaciones y permisos especiales para grabar encuentro mi mascarilla, que no había necesitado desde finales de la primavera, cuando la gran mayoría de los ciudadanos seguía las recomendaciones de las autoridades sobre las medidas para prevenir el coronavirus. El verano ha pasado sin necesidad de protección aunque con monitorización de la información sobre la situación epidemiológica en la República. Sin embargo, con la llegada del otoño, todo ha cambiado. En la cafetería en la que hace un par de semanas nadie llevaba mascarilla, se puede volver a ver a la barista con la cara protegida. Las mascarillas han regresado una vez más a la vida de la RPD.

Mientras Armenia y Azerbaiyán continúan resolviendo sus relaciones con el uso de armas pesadas en Nagorno Karabaj, recordando al mundo que ninguna idea de ningún hípster y su visión del siglo XXI va a parar a la humanidad de su deseo de ir a la guerra, Donetsk se enfrenta a una segunda ola de coronavirus. Todo eso en un contexto en el que la guerra aún existe. Pese a que los ataques en la línea del frente se han reducido de forma significativa, no se puede hablar de un régimen de silencio completo.

En esta ocasión, las previsiones han resultado ser correctas. Incluso antes de que llegara el pico de infecciones en primavera, los epidemiólogos previeron que el mundo se enfrentaría a una segunda ola en el otoño. Y así ha ocurrido. La RPD no es una excepción, aunque la situación en la República es menos crítica que en otras partes del mundo.

Como era de esperar, las primeras informaciones sobre la segunda ola de coronavirus han llegado desde las redes sociales. En los canales de Telegram empezaron a aparecer informaciones sobre la difícil situación relacionada con la covid-19 en las universidades de la RPD. Estudiantes, profesores y otros trabajadores empezaban a enfermar. La solución fue obvia: educación a distancia. Los estudiantes y profesores, que pasaron el final del último curso lejos de las clases se han visto obligados a relacionarse virtualmente de nuevo y los estudiantes de primer año que se graduaron del instituto en condiciones excepcionales han comenzado su carrera universitaria de la misma forma.

Pero la situación no ha empeorado solo en las universidades. Los colegios se han enfrentado a los mismos problemas. En algunos colegios, los profesores han enfermado de covid-19 y clases enteras, además de sus familias, han tenido que ponerse en cuarentena. Esto no ha afectado solo a quienes han estado en contacto con los profesores infectados. Las autoridades han tomado otra decisión: han anunciado unas vacaciones. Hasta finales de octubre, los estudiantes estarán en casa. El empeoramiento se ha producido pese a que al principio de año escolar se introdujeron medidas como la entrada gradual y diferentes turnos de comedor. Es evidente que esas medidas no han impedido la expansión del virus. Y a causa de ese empeoramiento, la celebración del Día del Profesor transcurrió sin los tradicionales conciertos en los que habitualmente se premia a los profesores más distinguidos.

Al mismo tiempo, las instituciones públicas también han empezado a contagiarse de coronavirus. En el canal de Telegram Dontel, por ejemplo, se afirma que hay trabajadores de la Administración del Gobierno de la RPD hay trabajadores infectados: “En la administración de la RPD hay empleados enfermos de coronavirus. El primer caso se confirmó a principios de septiembre y ahora se han detectado nuevos casos esta semana. El fin de semana pasado, el Ministerio de Situaciones de Emergencia de la RPD desinfectó todos los despachos. Desde el 28 de septiembre, gran parte de los empleados teletrabajan. El líder de la RPD, Denis Pushilin, no pasa por el edificio”, informó el canal, que cita sus propias fuentes en la administración. Ahora se dice también que han aparecido casos en el Parlamento de la RPD.

Las autoridades han empezado otra vez a controlar el cumplimiento de medidas restrictivas y el personal del Ministerio del Interior controlará si los ciudadanos cumplen con lo ordenado por las autoridades. Todavía no hay confirmación de si alguien ha sido multado por no utilizar mascarilla, pero está claro que las medidas de control se deben al empeoramiento de la situación epidemiológica. Si recordamos la primavera, el primer caso causó un gran revuelo pero ahora son ya 4.000 los casos totales. Contrariamente de los ocurrido entonces, ahora aún no se habla de un posible cierre de la frontera con Rusia, aunque el número de casos aumenta día a día.

Gradualmente, aunque sin el pánico y los nervios de la primavera, la República se enfrenta a la segunda ola de coronavirus. En los parques, plazas y junto al río se puede ver a madres que pasean con sus hijos, personas sacándose selfies, ancianos jugando al ping pong. Todo ello da la apariencia de que la ciudad vive con normalidad, sin medidas restrictivas. Pero en los transportes y en las calles se empieza a ver otra vez personas con mascarilla, aunque sin guantes. Eso sí, al salir de los autobuses, la mayoría vuelve a guardar las mascarillas en el bolsillo y ahí se quedan hasta el siguiente viaje o visita a una institución pública, donde llevarla es obligatorio. Sin embargo, no todos los ciudadanos tienen prisa por volver a llevar protección.

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