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La rueda de Minsk

Artículo Original: Colonel Cassad

Era de esperar que la reciente ronda de conversaciones del formato de Minsk, a las que aparentemente se ha unido Dmitry Kozak, el nuevo encargado [de la Federación Rusa] de la política sobre Donbass, acabara como las anteriores. No hay progreso significativo en los principales puntos militares y políticos, el cambio en la composición de la delegación ucraniana no muestra ninguna modificación seria de la postura de Kiev y todo ello hace tiempo que se produce al margen de la batalla, que continúa en Donbass.

No se puede decir que las formas de Kozak no estén relacionadas con un mayor flirteo con parte de la oligarquía ucraniana (no se puede descartar la posibilidad de retirar de la lista de sanciones al oligarca Novinsky, por ejemplo) y antiguos regionales que con Surkov, pero se trata más de las formas de influencia, ya que en estos momentos no se puede lograr el final de la guerra en Donbass porque es imposible anular el factor Estados Unidos en Ucrania.

Los posibles intercambios de prisioneros de guerra y la resolución de asuntos secundarios siguen siendo formas de demostrar que hay algún tipo de avance en el proceso, pero hace tiempo que son escasos los comentarios positivos con respecto a los puntos principales, algo obviamente causado por el hecho de que no hay ninguna esperanza puesta en Zelensky [por parte de Rusia] y Kiev, por su parte, continúa por el camino marcado por Estados Unidos.

La postura de Ucrania es bastante transparente: la guerra continuará, Ucrania no implementará los acuerdos de Minsk pero no espera realmente que haya posibilidad de cambiarlos o darlos por terminados, ya que la Federación Rusa no está dispuesta a hacer concesiones y sigue ofreciendo (como ha hecho siempre) que Kiev negocie directamente con la RPD y la RPL. A esto, Kiev responde que no hablará con las autoridades de la RPD y la RPL salvo que estas sean sustituidas por “figuras públicas” leales a Ucrania, algo que, obviamente, no va a suceder. Así que, desde el punto de vista táctico, no hay nada que hacer.

Al mismo tiempo, se hace circular varios planes de retirada de los acuerdos de Minsk a principios de 2021. Son calificados de “plan B” o “plan C”, pero esas declaraciones contienen pocos detalles y buscan fundamentalmente mostrar a los ingenuos que votaron por Zelensky que el presidente está “haciendo algo” para lograr la paz en Ucrania. Hace un año que Zelensky sustiuyó a Poroshenko pero la naturaleza de la batalla en Donbass no ha cambiado: continúa la misma guerra posicional con bajas entre las tropas de ambos bandos y víctimas civiles en la población de la RPD y la RPL.

La retórica de Zelensky sobre el tema de la guerra hace tiempo que es indistinguible de la de Poroshenko y los cambios en el Estado Mayor y el Ministerio de Defensa de Ucrania con la clásica ilustración de la tesis del cambio de cromos, especialmente con la historia del nombramiento del “héroe de Ilovaisk” Jomchak al frente del Estado Mayor. Hay que destacar que los lamentos públicos de Zelensky sobre la necesidad de investigar las cusas del desastre militar en Ilovaisk se quedaron solo en lamentos: no ha comenzado a investigar a Jomchak ni a Kolomoisky, que financiaba los batallones punitivos que atacaron Ilovaisk, ni a quienes influyeron sobre el desarrollo de los acontecimientos del verano de 2014.

Así que la guerra rutinaria, que comenzó con Poroshenko en 2015, se sigue manteniendo en 2020 con Zelensky. Como ya se ha comentado en anteriores ocasiones, no se trata del escenario de Transnistria o el de Osetia del Sur sino el de Nagorno Karabaj, donde se sigue abriendo fuego en la línea de contacto. Pero en Donbass han pasado más de seis años desde el inicio de la guerra. Y hay que hacer algo al respecto, más allá de leer el mantra de que “no hay alternativa [a Minsk]”.

Sobre las declaraciones de Solovev sobre los pasaportes y la necesidad de aceptar a la RPD y la RPL como parte de Rusia, es irónico escuchar eso de alguien que, una vez, afirmó eso de que “nadie prometió nada a Donbass”. Pero, en la práctica, ya hemos visto la distribución de pasaportes y la integración económica de las Repúblicas en la Federación Rusa, así que no se puede hablar de ausencia de apoyo. Por otra parte, eso es suficiente para la supervivencia de las Repúblicas, pero no para su desarrollo, impedido por la guerra y el bajo nivel de vida de la población, causado tanto por la guerra como por la política económica, que lleva, por ejemplo, a las protestas de los mineros por los retrasos en el pago de salarios.

Por supuesto, para mejorar la calidad de vida es necesario solucionar el problema ucraniano y hacer un esfuerzo más serio por conseguir el desarrollo económico. Bajo el actual escenario, la economía de las Repúblicas continuará estancada y dependiendo de los subsidios rusos. Así que las conversaciones sobre la necesidad de revisar la estrategia en Donbass continuarán, comenzando por temas evidentes como la aceleración de la distribución de pasaportes rusos y el consiguiente reconocimiento de la RPD y la RPL y finalizando con la implementaciones de proyectos más ambiciosos en las Repúblicas. Pero todo ello está solo a nivel de conversación, mientras oficialmente continúa circulando el “tren de Minsk” y seguiremos escuchando que “las partes han acordado seguir negociando”, todo ello en el contexto de constantes informes sobre los bombardeos de las afueras de Donetsk y Gorlovka e imágenes de los muertos de ambos bandos.

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