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Carbón, Donbass, Economía, Industria, Rusia, Ucrania

Cuando el lobo cuida a las ovejas

Artículo Original: Andrey Manchuk

El equipo del presidente Volodymyr Zelensky ha anunciado una serie de radicales iniciativas de mercado, entre las cuales está levantar la moratoria a la prohibición de venta de tierras agrícolas, así como la legalización del juego y la producción del ámbar en Polesia.

La privatización de la tierra agrícola y la retirada de la prohibición al negocio del juego [que ilegalmente se realiza a alto nivel, recientemente el ministro del Interior Avakov y el Fiscal General Lutsenko han sido acusados de dirigir un casino ilegal-Ed] han causado inmediatamente una oleada de comentarios. Sin embargo, la idea de legalizar a partir del 1 de diciembre la extracción de ámbar ha sido ignorada por gran parte de los comentaristas. Sin embargo, esta decisión es el ejemplo perfecto de las reformas libertarias [en el sentido estadounidense: gobierno limitado, derechos individuales, rechazo a toda colectivización] ucranianas.

Como saben, a excepción de pequeñas extracciones en Klesiv, la extracción de ámbar en la Unión Soviética estaba limitada, ya que era contradictoria con cualquier política racional en el campo de los recursos naturales. Para la producción de ámbar en Burstyn era necesario destruir completamente el bosque, tierras cultivables y ríos, por lo que la actividad habría sido perjudicial, solo para conseguir unas pocas toneladas de piedras.

Para comprender esto solo hay que ir a las regiones de Rovno, Yitomir o Volinia y ver el paisaje lunar que queda una vez que se instala en ese vasto territorio la extracción de ámbar. Según los expertos, una mínima recuperación de esa tierra quemada llevará muchos años y grandes inversiones del Estado.

Conscientes de ello, los antiucranianos comunistas no tocaron el ámbar ucraniano, aunque sí investigaron las reservas, que aparecían en todos los atlas geológicos de los estudiantes soviéticos. Se producía ámbar en la costa de la región de Kaliningrado, en una planta especial entre las dunas, donde remover arena ayudaba a reforzar la costa y a la formación de playas.

La situación en Ucrania es completamente diferente. La legalización de la extracción de ámbar en Polesia -ahora mismo se está excavando también en la región de Kiev- no va a hacer este negocio más “civilizado” ni menos dañino para el medio ambiente. Además, la población local tendrá que seguir excavando en cualquier parte y a cualquier precio bajo el paraguas de las bandas de extrema derecha armadas, que utilizan todo tipo de material avanzado e incluso vehículos militares. Los cambios únicamente conseguirán que la destrucción sea legal y que sea a una escala aún mayor. El ámbar forma parte de una mafia criminal que, de un plumazo, convertirá a quienes forman parte de ella en hombres de negocios respetables y honestos que recibirán fondos del Estado que no compensarán el daño y la destrucción de la tierra. Pero Zelensky podrá decir que ha hecho reformas.

Por cierto, no hay duda de que, de la misma forma, se legalizará y se constatará la destrucción final de los bosques de los Cárpatos. En “Servidor del pueblo” ya se jactan de que obtener licencia para talar árboles centenarios será fácil y se podrá adquirir a través de internet, con lo que se ahorrará papel y se “salvarán” árboles.

Todas estas tragicómicas “reformas” tienen un significado especial en el contexto de otra iniciativa del nuevo Gobierno, que ha unido los ministerios de Energía e Industria del Carbón con el de Ecología y Recursos Naturales. Los seguidores de Margaret Thatcher, Ayn Rand y otros ultra radicales defensores de las prácticas de mercado no podrían haber imaginado un libertarianismo a tan alto nivel.

Esta tendencia comenzó inmediatamente después de la victoria de Maidan. En aquel momento, se tradujo en la eliminación del “innecesario” servicio sanitario-epidemiológico. Pero es importante comprender que la creación del Ministerio de Energía y Medio Ambiente no responde solo a una política de austeridad del nuevo Gobierno en un contexto de recortes presupuestarios. Se trata de un intento de unirlos bajo la autoridad de una misma supervisión, de poner al lobo a cuidar a las ovejas. La estructura funcionará bajo una simple premisa: “nosotros destruimos la naturaleza, nosotros controlamos y supervisamos”. Es evidente que a nadie le molesta el conflicto de intereses.

Pero eso no es todo. La creación de esa nueva estructura tendrá mayores consecuencias para los recursos naturales el país. “El Ministerio de Medio Ambiente siempre ha tenido una parte a la que habitualmente no se ha prestado especial atención: también era el ministerio de Recursos Naturales. Ahora se ha hecho un megamonstruo que va a conceder licencias de minería y al mismo tiempo sacar provecho de las ventas producidas”, escribió el periodista de Kiev Dmitry Korotkov.

Así, pese a la retórica de mercado de los “reformistas” de “Servidor del pueblo”, la lucha por la desregulación de la economía resultará en la creación de grandes monopolios que darán grandes oportunidades de poner en marcha tramas corruptas a una escala sin precedentes, por ejemplo, en el campo de la energía eléctrica, la industria nuclear, el carbón o la extracción de gas y petróleo.

El círculo se ha cerrado con la creación de un libertarismo estatal que es la pescadilla que se muerde la cola. El viejo sueño del negocio de las grandes corporaciones finalmente se ha hecho realidad y no ha sido en Estados Unidos, sino en un país bajo su control, que actuará de laboratorio para probar las reformas de mercado que gradualmente se implementarán en el resto del mundo.

Evidentemente, esto tendrá un impacto en el destino de la Polesia ucraniana, que se convertirá, de forma legal, en un desierto de ámbar. Esto solo se puede contrarrestar de una forma: rechazando la extracción de ámbar y recuperando la industria y la agricultura, descomunizadas aquí en los años 90. Al fin y al cabo, aún recordamos los tiempos en que estas regiones ahora deprimidas eran conocidas por sus fábricas de cerámica, ahora ya cerradas, o por la producción de muebles y compañías de ingeniería. Donde ahora se extiende la destrucción del ámbar, crecían todo tipo de productos, incluidas las famosas fresas ucranianas. Y lo más importante: la población local tenía movilidad social, esperanza por un futuro mejor. Definitivamente mejor que convertirse en extractores de ámbar en campos de tierra.

Sin embargo, nada de eso es una prioridad en el nuevo plan de exitosas reformas liberales, que han conseguido que la población se vea alienada tanto de la tierra como del subsuelo.

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