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Una nueva comisión fantasma

Artículo Original: Vzglyad

En Kiev se ha establecido otra comisión para llevar a cabo la llamada reintegración de Crimea y Donbass. ¿Quién dirigirá tan extraña institución y por qué necesita Kiev dar pasos para reintegrar Crimea si todo paso está abocado al fracaso político?

El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, ha aprobado la composición de esa comisión de nombre tan impronunciable como poco memorable. En pocas palabras, su principal función es desarrollar la estrategia para devolver “al espacio constitucional de Ucrania los territorios y la población bajo ocupación”. Se trata de Donetsk, Lugansk y Crimea.

La tarea de la reintegración queda en manos de Anton Korinevich, cuya personalidad es curiosa. En julio, Zelensky le nombró representante del presidente de Ucrania en la República Autónoma de Crimea. Es solo un título. Un título que proviene de los tiempos en los que Ucrania aún estaba bajo jurisdicción ucraniana. Para dejar claro que no está de acuerdo con los hechos ocurridos en marzo de 2014, Kiev sigue nombrando a personas para el puesto.

La mayoría de ellas simplemente ha disfrutado de tiempo en la región de Jerson, pero Korinevich es una excepción. No hace falta más que decir que fue uno de los autores de las medidas legislativas con las que Ucrania respondió al referéndum en Crimea y Donbass. Fue el equipo de Poroshenko quien ordenó su desarrollo, pero Zelensky ha hecho la vista gorda. Y lo ha hecho con motivos. El puesto adjudicado a Korinevich es cómico, pero él es un hombre inteligente. En una entrevista reciente, afirmó que unos de los primeros pasos como representante del presidente de Ucrania sería reparar los puestos de control de Chongar y Kalanchak [puestos de frontera con Crimea].

A Crimea desde Ucrania solo pueden pasar los residentes de la península, así que el resto puede necesitar una breve explicación:

  1. Desde hace varios años, Ucrania ha prohibido todo transporte público a Crimea. Solo se puede ir al puesto de control andando.
  2. En verano, la frontera se convierte en la primera (o última, si se está volviendo) aventura de las vacaciones: el calor aprieta y no hay dónde comprar agua ni comida. Tampoco hay servicios, por lo que, queridos ucranianos, hay que esperar al puesto de control ruso para ir al baño, los ocupantes os permitirán ir.

El nuevo representante del presidente de Ucrania ha sido el primero que ha sacado el tema públicamente y propone reparar los puestos de control. Poner un lugar en el que protegerse del sol. El primer paso en cinco años. De hecho, es casi contrarrevolucionario. La gente que va a Crimea de vacaciones ve esos adelantos de la civilización solo en el lado ruso y ahí empiezan irremediablemente los pensamientos sediciosos.

Evidentemente, instalar baños no puede ser la única parte de la estrategia de “reintegración”. El propio Zelensky, en su visita a Turquía, anunció que se iba a facilitar permisos a los ciudadanos turcos para que viajen a Crimea. “Comprendemos lo importante que es para vosotros visitar a familiares y vuestra tierra de origen. En un futuro próximo, se aprobará una regulación a nivel legislativo que permitirá obtener más fácilmente permisos para visitar Crimea”. Otra vez es precisa una aclaración: los ciudadanos de terceros países no pueden cruzar la frontera entre Crimea y Ucrania, a no ser que tengan una autorización especial del SBU. Es preciso obtenerla en Jerson. Solo entonces se puede cruzar a Crimea. Aunque también se puede volar a Krasnodar y de ahí ir directamente a Simferópol. No solo es más fácil, sino que es mucho más rápido. Los ciudadanos turcos o de otras nacionalidades que quieran ir a visitar a sus familiares en Crimea lo harán de la forma más rápida y sencilla, al margen de cualquier estrategia de reintegración. La evidencia de la soberanía rusa en Crimea se muestra también en estas pequeñas cosas.

La promesa de Zelensky solo es la punta del iceberg. Bajo la superficie queda la conversación que debió producirse entre los ministerios de Asuntos Exteriores de Ucrania y Turquía en este asunto:

– ¿Vuestros ciudadanos van a Crimea?

-Y tanto.

– ¿Cuántos?

-Muchos.

-Pero si hemos concedido menos de 100 permisos.

-Van a través de Rusia o directamente en ferry.

-No es posible, haremos una protesta-

-Primero dad los permisos online y después podréis protestar.

Pero quienes deberían protestar son los ucranianos. Este paso crea una pregunta legítima para Zelensky: ¿por qué va a Turquía y promete simplificar y mejorar la logística en Crimea para los tártaros de Crimea en Turquía y no promete nada a los ciudadanos de Ucrania?

De vuelta a la “reintegración”, la palabra también es significativa porque el anterior presidente hizo exactamente lo contrario. Detuvo el suministro de agua al canal de Crimea, después cortó las conexiones de electricidad, gradualmente se creó un piquete para un bloqueo de la frontera que fue posible por la participación de los nacionalistas. Más adelante, hicieron explotar las líneas de alta tensión, cortando la conexión eléctrica entre Crimea y Ucrania.

Ahora llega un momento complicado: resulta que para la “reintegración” es preciso volver atrás y recuperar el transporte regular, el comercio, incluso dejar pasar agua. Volver a construir baños. Y no solo lo agradecerán los ucranianos, puede que los turcos empiecen a ir a Crimea a través de Jerson. Sin embargo, hay dos grandes “peros” que amenazan tal “reintegración”. En primer lugar, ¿será capaz el equipo de Zelensky de domar a los nacionalistas, que no dudarán en protestar? En segundo lugar, ese tipo de pasos acercarán físicamente a Crimea a los ciudadanos de Ucrania, aunque sea en términos de distancia. Pero no la devolverán a Ucrania.

¿Qué ha pasado en estos años en Crimea? Se ha construido el puente, el puente eléctrico, dos plantas eléctricas termales, se ha reconstruido en aeropuerto de Simferópol, se ha comenzado a construir la autopista a Taurida. En estos cinco años, los vecinos han comprendido la necesidad de construir baños en la frontera. La comparación es inevitable.

De hecho, la estrategia no comienza con unos baños sino con 4030 dólares, ese el máximo que marcó el PIB per cápita en Ucrania en 2013, un máximo histórico. En 2018, ha caído casi mil dólares y es improbable que en el primer mandato de Zelensky Ucrania recupere esos 4030 dólares. Hasta que el PIB per cápita no recupere siquiera ese nivel, cualquier estrategia de “reintegración” de Crimea o Donbass será tan graciosa como comparar unos baños públicos con el puente de Crimea.

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