La movilización y el estado del frente

“Escasos meses antes de que comenzara, la sola idea de una contraofensiva ucraniana a gran escala en 2023 estaba cargada de un peso histórico”, escribía en septiembre The Kiyv Independent, que explicaba que “tras haber contenido las oleadas de brutales ataques terrestres rusos durante el invierno, esta era la oportunidad de Kiev,  no solo de recuperar la iniciativa, sino de encaminar la guerra en una trayectoria decisiva hacia la victoria ucraniana, doblegando al ejército ruso, liberando vastas zonas de sus territorios y amenazando la presencia rusa en Crimea”. La épica de la descripción de la contraofensiva contrastaba, ya entonces, con el resultado de la operación terrestre. Aun así, la exaltación no se limitaba al plan, sino a quien debía llevarlo a cabo.

“Cuando por fin llegó el momento de avanzar, gran parte del peso de las expectativas recayó sobre los hombros de una sola brigada. La 47ª Brigada Mecanizada, presentada como un modelo progresivo del ejército ucraniano del futuro, iba a liderar el empuje hacia el sur desde Orejovo, dirigiéndose directamente a las ciudades clave de Tokmak y Melitopol”, sentenciaba el artículo. Tras la captura de Rabotino, la pequeña aldea deshabitada que Ucrania tardó semanas en conquistar en lugar de las 24 horas previstas, Tokmak fue considerado un objetivo prioritario. Había pasado demasiado tiempo, se acercaba la temporada de barro del otoño y las defensas rusas se habían mantenido con solvencia, por lo que Melitopol nunca fue una opción. En realidad, Tokmak era también un sueño ingenuo al que Ucrania jamás se acercó.

En lugar de camino de Crimea tras romper definitivamente la línea Surovikin, que aguantó relativamente intacta la millonaria ofensiva ucraniana, la 47ª Brigada ha terminado, como otras muchas, en labores escasamente ofensivas. Muy a su pesar, Volodymyr Zelensky contradijo sus intenciones anteriores y admitió finalmente que Ucrania debía pasar a una fase defensiva. Ese cambio, que no solo se debía, como alegó el presidente, a la llegada del invierno, sino a las bajas y pérdidas que estaban sufriendo sus tropas para no conseguir ningún avance relevante, implicaban dar carpetazo a la principal apuesta de su Gobierno y de sus aliados para 2023. En los meses posteriores, la ausencia de nuevos fondos estadounidenses ha minado el esfuerzo de Zelensky y Ermak de iniciar los preparativos para repetir la misma contraofensiva que, esta vez sí, iba a ser el punto de inflexión que la última no fue. Desde entonces, el Gobierno ucraniano se ha esforzado en justificar el incumplimiento de las expectativas. Para ello, la falta de armamento y los retrasos en el envío del material han sido los argumentos más explotados. A la hora de realizar un análisis sobre el desarrollo de la ofensiva, no se han tenido en cuenta las excesivas expectativas y la ingenuidad con la que Estados Unidos y Ucrania esperaban que el frente ruso colapsara como un castillo de naipes. “Todo el plan para nuestra gran contraofensiva partía de la base de algo muy simple: los rusos iban a ver Bradleys y Leopards e iban a salir corriendo”, explicaba en noviembre uno de los oficiales de la 47ª Brigada, que añadía que “no lo hicieron. Estaban bien preparados para nosotros”.

La brigada se encuentra actualmente en el punto más caliente del frente, Avdeevka, que Ucrania defenderá hasta el final para, en caso de derrota, alegar que la retirada se debe a la voluntad de no malgastar las vidas de los soldados. Ese fue el método utilizado en Marinka, por lo que no es de esperar una táctica diferente. “Vienen en oleadas”, afirma un soldado de la brigada en un reportaje publicado por The New York Times que relata la épica defensa de Ucrania. Los periodistas afirman informar desde las afueras de Avdeevka, aunque es representativo que ninguna de las imágenes del reportaje muestra la ciudad. Las fotografías sí muestran Ugledar, una ciudad de primera línea del frente, pero donde el asalto urbano no ha comenzado todavía. Avdeevka es ya demasiado peligrosa para la prensa occidental.

Aun así, siguiendo la línea de las declaraciones de sus fuentes y no la tendencia que la batalla muestra en los últimos días, con importantes avances rusos, el reportaje destaca la solvencia de la defensa ucarniana. También para el medio, el motivo está relacionado con las circunstancias externas. “Aunque no está claro cuánto tiempo puede Kiev mantener su defensa si los aliados occidentales no continúan suministrando un apoyo militar robusto, las fuerzas ucranianas continúan infligiendo grandes daños en las fuerzas rusas mientras mantienen el frente”. Las últimas horas, con rumores de colapso ucraniano en ciertas zonas, indican que Ucrania ni siquiera está manteniendo ya el frente. Aun así, los soldados ven la defensa como algo temporal. “Ahora no tenemos suficiente equipamiento ni suficiente personal para pasar a la ofensiva”, se lamenta un soldado de la 47ª Brigada.

El voto contrario del Congreso de Estados Unidos a la aprobación de la legislación salida del Senado implica que la nueva financiación estadounidense no llegará a corto plazo, por lo que la escasez que Ucrania dice padecer actualmente puede prolongarse durante un tiempo más. Sin más opción que continuar suplicando armas a sus socios, Kiev se ha centrado ahora en solventar la escasez de personal debida a las bajas, el descenso en el número de voluntarios y la necesidad de dar relevo a quienes llevan meses en las trincheras. Tras semanas de polémica, la Rada aprobó ayer en primera lectura la nueva ley que amplía la movilización decretada en febrero de 2022 y que nunca se ha detenido. Las bajas, la retirada de los heridos graves y el descenso en el número de personas que se presentan voluntarias para acudir al frente en un momento en el que todo el país es consciente de la dureza de la guerra de trincheras implican un reclutamiento impopular y con medidas draconianas. Antes de la aprobación de la ley, el Comisionado de Derechos Humanos de la Rada afirmaba que el proyecto contenía varias medidas que contradicen la Constitución. Horas después, su tono cambiaba y llamaba a aprobar la ley. La política ucraniana nunca se ha distinguido por su coherencia.

La ley prevé el envío de notificaciones electrónicas que serán dadas por entregadas en el momento en el que sean enviadas. Eso implica que podrán recibir llamadas a presentarse ante los agentes de reclutamiento hombres que se encuentran en el extranjero. Poder reclutar a los refugiados en edad de combatir ha sido el objetivo de Zelensky desde que comprendió que la contraofensiva de 2023 no iba a romper el frente y que el conflicto se encaminaba a una guerra larga, dura e incierta. La persona tendrá que presentarse ante las autoridades en el periodo de 15 días. El proyecto, que vuelve a limitar las exenciones a la movilización por enfermedad,  discapacidad o estudios superiores, prevé sanciones para aquellos hombres que huyan del reclutamiento. Las multas van desde el bloqueo de cuentas bancarias a la prohibición de circular por el país o viajar al extranjero. La polémica creada por este punto no ha logrado eliminarlo y la única concesión en este sentido es que, al contrario que en el anterior proyecto de ley, las sanciones deberán ser validadas por un juez. Las multas y prohibiciones quedarán a discreción de los jueces. La ley rebaja la edad de movilización de 27 a 25 años, aunque hay quienes proponen medidas aún más draconianas. Un oficial ha propuesto, por ejemplo, la obligatoriedad de retorno al país de todos los adolescentes de 17 años en previsión de que sean movilizados.

El partido de Zelensky ha contado con el voto a favor de sus diputados, con amplia mayoría, pero también con los de Yulia Timoshenko o Petro Poroshenko, que a pesar de colaborar en la aprobación de la ley que tanto ansiaba el presidente, utilizó la sesión para intentar erigirse en líder opositor. Parafraseando a su sucesor, Poroshenko se ha referido a la necesidad de “un reseteo”, que ha propuesto que comience con Zelensky, a quien ha exigido que “deje en paz a Zaluzhny”. El cuestionado general, a quien el presidente ucraniano adjudicó la idea de la necesidad de reclutar al medio millón de soldados que ahora el Gobierno busca movilizar, sigue siendo uno de los protagonistas de la agenda política aunque es posible que no sea él quien tenga que integrar a los nuevos reclutas en las filas de las Fuerzas Armadas de Ucrania, ahora a la defensiva en gran parte del frente.