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Donbass, Ejército Ucraniano, Ucrania, Zaluzhny, Zaporozhie, Zelensky

Cambios, reseteo y punto muerto

A menos de tres semanas para el segundo aniversario de la invasión rusa -o el inicio de la guerra para quienes no tienen en cuenta los casi ocho años de operaciones militares y bloqueo contra Donbass-, Ucrania se prepara para lo que intenta presentar como un reseteo. Pese a la aparente estabilidad del frente, la situación militar sigue siendo comprometida: la contraofensiva ucraniana fue derrotada en la línea de contacto y las tropas rusas avanzan lentamente en ciertos lugares. Dos son los más mencionados: la localidad de Avdeevka, necesaria para Rusia para alejar a las tropas ucranianas de la ciudad de Donetsk, habitual blanco de la artillería de Kiev, y la región de Járkov, donde medios occidentales como Forbes alertan -haya algo de realidad en ello o no- de que “Rusia ha reunido 500 tanques para un ataque sobre Kupyansk”. Eso sí, la segunda parte del titular tranquiliza al público proucranaiano añadiendo que “miles de drones ucranianos están a la espera”. Destacar el peligro, pero también el éxito ucraniano, es ahora la base principal sobre la que se sostiene la estrategia de Kiev, seguida paso a paso por gran parte de la prensa occidental.

“Después de dos años, es importante que hayamos logrado defender nuestro Estado”, afirmó Zelensky en una entrevista concedida a un medio italiano. Y utilizando la misma técnica, añadió que “alrededor del 26% del territorio nacional todavía está bajo ocupación, pero vemos que el ejército ruso no puede avanzar significativamente. Los detuvimos». Zelensky presenta como éxito que más de la cuarta parte del territorio del país se encuentre bajo control ruso, aunque es precisamente ese 26% el que justifica la continuación de la guerra. En estos momentos de vulnerabilidad, que es más económica y financiera que militar, es preciso resaltar tanto la enorme cantidad de territorio ucraniano bajo mando ruso y el peligro de futuros avances como el enorme logro de haber logrado mantener estable el frente. Para ello, Zelensky se escuda en el cambio que percibe en el país, tanto en las fuerzas armadas como en la población, en comparación con febrero de 2022.

“Al principio hubo mucho caos”, explica Zelensky, que posteriormente olvida que él mismo admitió conocer la posibilidad de una invasión, que ocultó a la población para impedir que huyera de las grandes ciudades, que se refiere a “una invasión inesperada, por la noche, con ataques contra las ciudades”. Pero del shock de ese momento se ha pasado a una nueva fase, en la que “todo es diferente” y “empezamos a defender nuestra tierra y a nuestras familias. No teníamos otra alternativa”. Quizá Ucrania tenga otra alternativa a disparar su artillería de largo alcance contra panaderías de Lisichansk o sus supuestamente escasos proyectiles de 155 mm contra mercados de Donetsk. Sin embargo, es curioso que el presidente ucraniano se refiera al momento del inicio y al actual pasando por alto gran parte de los acontecimientos de 2023. En ese sentido, Zelensky se centra únicamente en un éxito. “Rusia perdió muchos barcos y en el Mar Negro conseguimos construir un corredor para los cereales, por lo que esta parte pragmática de la operación con efectos en la economía se llevó a cabo de forma positiva”, afirma. Pero aunque admite que en la guerra en el frente “hay un punto muerto”, prefiere no interpretar su significado. Zelensky utiliza finalmente la misma expresión que tantas críticas le costara el pasado noviembre a Valery Zaluzhny. En ese momento, al igual que ahora, el bloqueo del frente hacía semanas, si no meses, que era un hecho. Sin embargo, el presidente ucraniano prefiere no comparar los resultados con las expectativas, la realidad con los planes marcados por su administración, para poder así justificar la estabilidad de la línea de contacto como algo positivo.

El éxito de mantener estable la línea del frente contrasta con esa cuarta parte del territorio aún bajo control ruso como afirma Zelensky, pero, sobre todo, con las previsiones de su Gobierno y de sus aliados extranjeros, a los que el presidente ucraniano se dirige por un doble motivo. El líder ucraniano les recuerda, por una parte, el sustancial territorio que desea recuperar, para lo que se precisa una nueva movilización de recursos económicos y militares, pero, por otra, para lanzar un dardo envenenado que es consciente de que no le supondrá una reprimenda. “Ha habido retrasos en el equipamiento”, insiste Zelensky para explicar por qué el frente no se movió el pasado verano en lo que no es un éxito ucraniano, sino ruso. Y desde el país que eligió atacar una panadería para acabar con el ministro de Situaciones de Emergencia -es decir, de rescates- de la RPL y tres oficiales locales de Lisichansk, insiste en que se enfrenta “contra terroristas que tienen uno de los ejércitos más grandes del mundo”, para alegar que “no hay suficiente munición y se necesitan medios técnicos modernos”. Los éxitos -reales o imaginarios- justifican más apoyo material y los fracasos, minimizados y justificados por la mala actuación ajena, lo exigen.

Los planes ucranianos pasan por la continuación de la actual estrategia: defensa en el frente para evitar que este momento en el que la ayuda militar se ha reducido ante la ausencia de nuevos fondos de Estados Unidos y ataques en la retaguardia. Forman parte de ellos tanto bombardeos como el de el pasado sábado en Lisichansk, que recuerda que no habrá lugar completamente seguro para la población de Donbass mientras las tropas ucranianas no sean alejadas de la actual línea del frente, como la actuación de la inteligencia militar con sus ataques a infraestructuras críticas en territorio ruso.

Para ello, Zelensky busca cambios, fundamentalmente el cese de Valery Zaluzhny, el héroe militar al que se otorga gran parte del crédito por la actuación de las Fuerzas Armadas de Ucrania, pero que hace tiempo molesta al presidente. El enfrentamiento era conocido desde hacía meses, pero no fue hasta la publicación del artículo del general en The Economist en noviembre cuando los medios occidentales se vieron obligados a admitirlo. Ahora, el cese se da por hecho y los medios estadounidenses afirman que Zelensky ha informado ya de ello a sus aliados en Washington. Zaluzhny, del que se dice que aceptará una embajada -una forma de proporcionarle una salida política y relativamente lucrativa pero apartarle del día a día en Ucrania y alejarle del presidente-, habla ya de sus compañeros en armas en pasado. “Es un placer que hayas estado a mi lado”, escribió en un mensaje con el que felicitaba el cumpleaños al jefe del Estado Mayor. Según Ukrainska Pravda, Shaptala también será sustituido. El hasta ahora comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania no se ha escondido estos días y, una vez más, ha publicado una imagen en la que deja clara su cercanía con los sectores del nacionalismo radical, concretamente el comandante de la Fuerzas de Voluntarios del Praviy Sektor.

Al referirse a los cambios, Zelensky no parece querer limitarse a apartar al incómodo general y, quizá, rival político. «Cuando hablamos de esto, me refiero al reemplazo de una serie de líderes estatales, no solo en un solo sector como el ejército. Estoy pensando en este reemplazo, pero no se puede decir aquí que reemplazamos a una sola persona», afirmó el presidente en su entrevista en RaiNews. La guerra se encuentra en un momento diferente y no requiere de un estratega que planifique grandes operaciones terrestres sino una forma de desgaste del oponente. Todo indica que Ucrania busca misiles de largo alcance y se centra en la fabricación de drones para minar el esfuerzo bélico ruso en la retaguardia mientras mantiene la defensa en el frente. De ahí que no sea de extrañar que uno de los nombres que más se está repitiendo como candidato a sustituir a Zaluzhny sea el de Kirilo Budanov, líder de la inteligencia militar, y cuya obsesión son los ataques en territorio ruso. Por el momento, la prensa insiste en las reticencias del líder del GUR. “Ama su trabajo y puede que quiera seguir simplemente haciendo explotar cosas en Rusia”, afirma una fuente de The Washington Post. La destrucción es, junto a la provocación, la razón de ser de la actuación de Budanov. El hecho de que su nombre sea el primero en las quinielas para sustituir a Zaluzhny indica que lo es también para Zelensky.

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