Entrada actual
Donbass, Política, Rusia, Ucrania, Zelensky

Política en guerra

En diciembre de 2023, tras el estallido de la enésima polémica entre Volodymyr Zelensky y Valery Klitschko, medios como Financial Times proclamaron el retorno de la política a Ucrania. Todo debate político había quedado completamente aparcado el 24 de febrero de 2022, cuando solo una pequeña parte de partidos minoritarios o regionales, por ejemplo el del ahora gobernador de Jersón, Vladimir Saldo, se mostraron partidarios del bando ruso. El Gobierno ucraniano, especialmente la Oficina del Presidente férreamente controlada por Andriy Ermak, tomó el control de la política informativa, de las líneas de lo que podía y no podía decirse y aumentó una purga política que ya estaba en marcha mucho antes de la invasión rusa.

En 2014, la guerra había dado la oportunidad a Ucrania de llevar hasta extremos antes defendidos únicamente por partidos radicales como Svoboda y Kiev comenzó su exitosa operación para eliminar de toda carrera electoral y participación política a partidos que representaban a sectores que no habían sido lo suficientemente afines a Maidan. Los herederos del Partido de las Regiones tuvieron que adaptarse a los nuevos límites, a la política antirrusa y el Partido Comunista fue prohibido por una ley creada para ello. La guerra de 2022 hizo aún más fácil apartar, arrebatar actas de diputado conseguidas por las urnas o expulsar del país a las últimas figuras que habían mantenido la capacidad de crear un partido que, pese a aceptar el marco de Maidan, buscaba representar a la población de habla rusa. Con un discurso de unidad nacional, la ola nacionalista surgida como respuesta al ataque ruso y sin ninguna figura política que pudiera hacer sombra a Zelensky, encumbrado a nivel nacional e internacional como héroe de guerra, la política quedó en suspenso y la Rada perdió toda la relevancia que pudiera haber tenido en algún momento.

Cuestionado tanto por el nacionalismo más radical como por quienes esperaban de él una moderación de esas posturas, los índices de popularidad del presidente Zelensky se encontraban, en vísperas de la invasión rusa, bajo mínimos. Por ejemplo, según el Kyiv International Institute of Sociology (KIIS), el porcentaje de población ucraniana que confiaba en su presidente en febrero de 2022 se había reducido al 37% desde el 80% de diciembre de 2019. En ese tiempo, había quedado claro que lo prometido por el candidato Zelensky durante la campaña -moderación de la legislación nacionalista, relajación de la imposición de la lengua ucraniana sobre la rusa y compromiso para finalizar la guerra en Donbass- habían desaparecido nada más llegar al poder. Aun así, desde posiciones más a su derecha, como el movimiento Azov o la diáspora norteamericana, la presión en las calles aumentó en busca de una postura aún más firme contra Rusia y contra Donetsk y Lugansk. En la cresta de esa ola nacionalista previa a la invasión rusa, la administración Zelensky pasó de defender la paz a realizar la Declaración Crimea, un documento que Rusia consideró prácticamente una declaración de guerra al anunciar la intención de recuperar la península utilizando todos los medios a su alcance.

La invasión rusa provocó una reacción nacionalista de unidad que hizo de Zelensky un héroe de guerra, en parte de forma natural pero también con su componente de creación mediática de un Gobierno cuyo grueso procedía de una productora audiovisual. Se creó así el discurso de unidad de Ucrania que se ha perpetuado en la prensa, aunque no necesariamente en la realidad. El índice de confianza de Zelensky se disparó en febrero de 2022 y en mayo, el KIIS lo cifraba en el 90%. En la actualidad, tras más de dos años de promesas de victoria y una guerra estancada en las trincheras, las mismas encuestas reducen la cifra al 59%, aún elevada, aunque con tendencia a regresar a las cifras anteriores a la invasión rusa. En ambos casos, la aceptación actual  y la de mayo de 2022, hay que tener en cuenta que se trata de una información aproximada, tanto por las dificultades para realizar un estudio riguroso en guerra, como por la propia muestra, realizada únicamente en territorios bajo control de Kiev y sin tener en cuenta a los seis millones de personas que se encuentran fuera del país. Por supuesto, ninguna de las cifras de confianza de Zelensky incluyen la opinión de la población de Crimea y Donbass hasta febrero de 2022 ni la de las partes de Jersón y Zaporozhie bajo control ruso desde entonces. La postura de la población hace lógico pensar que los índices de popularidad y confianza del presidente ucraniano decaerían notablemente de ser encuestada la población de todo el territorio de Ucrania según sus fronteras internacionalmente reconocidas, es decir, incluyendo a la población de Crimea y Donbass, cuya opinión nunca ha contado para Ucrania.

La caída en la confianza de Zelensky es lógica en la medida que la ola de nacionalismo que lo tapaba todo en febrero de 2022 va retirándose y la población continúa viviendo las consecuencias de la guerra sin que haya a la vista ni la victoria prometida ni un acuerdo que haga llegar la paz por la vía  diplomática. La guerra se alarga y resurgen los problemas que durante tanto tiempo se han ocultado con la justificación de que la guerra es la única prioridad. En diciembre, las palabras de Klitschko sobre el autoritarismo de Zelensky, una realidad que precede al ataque ruso, hicieron saltar las alarmas en la Oficina del Presidente, que ha luchado contra la posibilidad del retorno de la política, algo especialmente importante ahora que el mandato logrado en las urnas en 2019 ha finalizado.

Es aún más relevante el desgaste que ha sufrido el partido del presidente, un movimiento formado, como otras tantas formaciones políticas ucranianas, por y para su figura visible. Con Zelensky como su único activo político y creado con el nombre de la serie de televisión que catapultó a su protagonista a la actualidad política, Servidor del Pueblo ha perdido en estos dos años toda la legitimidad que le diera la mayoría parlamentaria. La misma encuesta que muestra cómo la confianza en Zelensky se resiente confirma también el mal estado del partido del presidente. A la pregunta de cómo valora la actividad del partido que obtuvo la mayoría absoluta en las últimas elecciones legislativas, solo el 7% responde que muy buena (2%) o buena (5%). El 31% ve la actividad del partido como “ni buena ni mala”, mientras que el 7% lo encuentra “difícil de decir”. El 55% restante ve la actividad de Servidor del Pueblo como mala o muy mala, un desgaste difícil de justificar para quienes han hecho de la unidad de Ucrania argumento central del discurso mediático. Sin embargo, la realidad es que hace tiempo que, como han reflejado recientemente varios medios, preocupa a los aliados occidentales la tendencia de Zelensky a acumular el poder. En realidad, los medios han comenzado a culpar de esa tendencia a Andriy Ermak, potencial chivo expiatorio en caso de que sea necesario sacrificar a una figura para salvar el honor de Zelensky, el hombre que lo nombró y le ha concedido todo el poder que ha acumulado, el brazo ejecutor de la dupla que ha eliminado de un plumazo el poder legislativo y que concentra un poder dictatorial mientras afirma luchar por la democracia contra el autoritarismo.

Comentarios

Aún no hay comentarios.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Reportes del frente archivados.

Registro

junio 2024
L M X J V S D
 12
3456789
10111213141516
17181920212223
24252627282930
Follow SLAVYANGRAD.es on WordPress.com

Ingresa tu correo electrónico para seguir este Blog y recibir notificaciones de nuevas noticias.

Únete a otros 47K suscriptores

Estadísticas del Blog

  • 2.247.155 hits