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La importancia de Andriy Ermak

“Si la máxima credencial del actor y cómico Volodymyr Zelensky cuando fue elegido en 2019 era que había interpretado a un presidente en televisión, la máxima cualificación de su todopoderoso jefe de gabinete, Andriy Ermak, era ser amigo de Zelensky”, escribe The Washington Post en su reciente reportaje sobre la mano derecha del presidente ucraniano, posiblemente el hombre que más poder concentre en sus manos en la actual Ucrania en la que la Oficina del Presidente prácticamente ha sustituido, en lo que respecta a la toma de decisiones, a los poderes ejecutivo y legislativo. “Las condiciones de guerra, incluido el estado de excepción, han concentrado una autoridad extraordinaria en la administración presidencial, convirtiendo a Ermak en el jefe de gabinete más poderoso de la historia del país, prácticamente indistinguible de su jefe”, admite el medio para describir al hombre en la sombra, el cardenal verde, una figura que nunca apareció en las listas electorales, pero que dispone actualmente de un poder que incluso sus aliados ven como equivalente al de un jefe de Estado con las competencias ampliadas debido a la coyuntura bélica.

“Recientemente, según los críticos, a medida que se ha estrechado el círculo de asesores de Zelensky, Ermak ha dejado de lado al Ministerio de Asuntos Exteriores, ha interferido en las decisiones militares y ha negociado acuerdos clave con socios, incluido Estados Unidos, una tarea de la que, en su opinión, debería encargarse el presidente”, explica The  Washington Post en su extenso reportaje publicado dos días antes de que expirara el mandato constitucional de Volodymyr Zelensky. El vacío legal entre la prohibición de celebrar elecciones durante la ley marcial y la expiración del mandato ha dejado a Zelensky y su equipo expuestos a las afirmaciones de ilegitimidad que ahora llegan de Rusia. El apoyo de su principal electorado, dirigentes y líderes occidentales, hace que la cuestión no vaya a suponer un problema para el actual presidente, especialmente teniendo en cuenta la carga de propaganda proucraniana de la cobertura mediática al respecto.

El presidente ucraniano se beneficia también de los dos años en los que su figura ha sido equiparada con la voz del pueblo ucraniano. La épica del presidente, que como sugería BCC en ruso no necesita celebrar unas elecciones, ya que no hay ninguna figura que pudiera hacerle sombra, esconde unas tendencias autoritarias que han apartado, demonizado o incluso expulsado del país a toda figura que aspirara a hacerlo. Así ha ocurrido con Zaluzhny, a quien las encuestas mostraban como un potencial aspirante a derrotar a Zelensky, destituido y apartado; Medvedchuk, acusado en un caso políticamente fabricado, detenido, humillado y finalmente entregado a Rusia e incluso Poroshenko, imputado en el mismo caso.

“La Constitución ucraniana prohíbe las elecciones bajo la ley marcial. Pero mientras Zelensky siga en el cargo, será vulnerable a las acusaciones de que ha utilizado la guerra para erosionar la democracia, haciéndose con el control de los medios de comunicación, marginando a críticos y rivales, y elevando a Yermak, su amigo no elegido, por encima de los funcionarios y diplomáticos de carrera”, explica The Washington Post para resumir la incómoda situación en la que se encuentra a la hora de defender a Zelensky, cuyas credenciales democráticas decaen a medida que avanza el tiempo sin que haya ninguna intención de convocar elecciones o solicitar una opinión cualificada al Tribunal Constitucional. Esa opción para salvar al presidente de las acusaciones de ilegitimidad nuca fue viable, ya que el enfrentamiento de Zelensky con la institución y su intento de controlarla se remontan a los primeros años del mandato del presidente, que prácticamente desde su llegada al poder buscó acumular poder en un círculo cada vez más estrecho de personas.

 “La cercanía de Yermak al presidente -y su evidente influencia sobre él- ha provocado un aluvión de acusaciones: que ha consolidado de forma antidemocrática el poder en la oficina del presidente; que ha supervisado una purga innecesaria de altos cargos, incluido el comandante en jefe, el general Valery Zaluzhny; que ha restringido el acceso a Zelensky; y que ha buscado el control personal sobre casi todas las decisiones importantes en tiempo de guerra”, admite el artículo que, sin embargo, olvida que esas tendencias autoritarias del entorno del presidente ucraniano son anteriores a la invasión rusa. Aprovechándose de las facilidades que otorga la ley marcial para limitar aún más la libertad de expresión, reunión e incluso pensamiento, el presidente ucraniano ha elevado la apuesta en la centralización política del país alrededor de un pequeño círculo liderado con mano firme por Andriy Ermak, vicepresidente de facto y cuestionado por representar las tendencias autoritarias del momento. “Algunas de estas acusaciones son indiscutibles”, se ve obligado a aceptar The Washington Post, que solo menciona una pequeña parte de los actos de Zelesnky que, en caso de ser cometidos por un oponente de Estados Unidos, serían calificados de dictatoriales. “En virtud de un decreto promulgado por Zelensky poco después de la invasión rusa en febrero de 2022, seis grandes cadenas de televisión han estado emitiendo el mismo contenido informativo las 24 horas del día, el llamado Telemaratón de Noticias Unidas, que según los críticos ha silenciado la disidencia”, explica sin recordar que la prohibición de partidos políticos, bloqueo de emisión de medios de comunicación, acoso a movimientos sociales o a miembros de cualquier tipo de oposición no nacionalista -especialmente la de izquierdas y muy particularmente comunista- proviene de los tiempos de paz, cuando gran parte de la población ucraniana podía aún ignorar la guerra que existía en una parte de su país. Zelensky y su escudero Ermak únicamente han aprovechado las ventajas del estado de excepción para normalizar unas prácticas que, en realidad, jamás molestaron en exceso a sus aliados, especialmente a la Unión Europea, que sigue presentando la situación de libertad de prensa como uno de los aspectos en los que Kiev ha cumplido con las exigencias y expectativas de Bruselas.

En ese juego, en el que no está seguro el puesto de ningún ministro, incluidos aquellos que obtuvieron el puesto no por su capacitación sino por su amistad con el presidente, Andriy Ermak se ha convertido en la persona más importante. Ya en 2022, Ukrainska Pravda publicaba un perfil del abogado amigo de Zelensky que se había hecho con todo el poder en la Oficina del Presidente y que actuaba de facto como vicepresidente. Sin embargo, es ahora que la legitimidad de Zelensky ha quedado en cuestión -como demuestra la cantidad de artículos que estos días están siendo publicados defendiendo al presidente ucraniano de las acusaciones- cuando adquieren mayor relevancia. “El presidente no tiene entorno. Hay una persona que influencia las decisiones del presidente. No hay nadie más”, afirma, según cita The Washington Post, un veterano oficial ucraniano. La influencia de Ermak es, según esa fuente “monopolística”.

La importancia de defender a Zelensky en estos momentos es mayor teniendo en cuenta que las fuentes occidentales están considerando crítico el momento actual en la guerra. “Rusia lleva décadas intentando sembrar divisiones internas en Ucrania para desestabilizar el país y, según los expertos, el Kremlin no perderá la oportunidad de explotar las acusaciones de que Zelensky abusa del poder. Y nadie encarna mejor el poder de la oficina de Zelensky que Ermak”, escribe The Washington Post con un argumento que, siempre culpando principalmente a Rusia, apunta a cierta ambigüedad sobre el entorno del presidente ucraniano. “Su credibilidad está cayendo”, alega en referencia a Zelensky un oficial ucraniano citado por el medio, “porque las acciones de Ermak se reflejan constantemente en el presidente”. El artículo, que, pese a resultar absurdas, menciona repetidamente las acusaciones de “agente ruso” que se han lanzado contra la mano derecha de Zelensky, es profundamente legitimador, aunque abre la puerta a culpar a Ermak de los excesos del momento. Se trata de una forma de exculpar al presidente haciendo cargar con las responsabilidades a uno de sus subordinados que recuerda al caso del Nord Stream. Tampoco entonces el presidente podía ser acusado de la posible participación de Ucrania en el atentado. Los mismos medios que ahora defienden la legitimidad de Zelensky aunque abren la puerta a admitir autoritarismo en su mano derecha negaban el conocimiento del presidente y apuntaban a Valery Zaluzhny, ya en transición entre la figura de héroe militar que se creó en 2022 y el ángel caído que perdería su puesto, posiblemente a instancias de Andriy Ermak, a finales de 2023.

Sin embargo, Ermak, que según el artículo “ha establecido una cartera global, actuando como enlace clave con muchos funcionarios extranjeros”, aún tiene defensores en las altas esferas cercanas a la administración Biden, única audiencia verdaderamente importante para el Gobierno ucraniano. “En cierto modo, es de facto el primer ministro, ministro de Asuntos Exteriores y jefe de gabinete”, admite el exdiplomático Michael McFaul, que no lo hace como crítica sino para afirmar, pese a las críticas al respecto, que “creo que es bastante eficaz en su trabajo”. Ermak “niega haber invadido las competencias del ministro de Asuntos Exteriores, pero también dijo que la guerra le ha demostrado que «la diplomacia clásica puede estar acabada» y que «algunos de nuestros embajadores no trabajan lo suficiente»”, escribe el The Washington Post, nuevamente mostrando una actitud abiertamente autoritaria por parte de un miembro no electo del entorno del presidente que dice estar luchando por la democracia y contra el autoritarismo.

Sin ninguna posibilidad de abrir la vía diplomática para resolver el conflicto, el único camino sigue siendo la guerra, que por definición impide la celebración de unas elecciones que legitimen formalmente al presidente ucraniano y su equipo. La ausencia de elecciones, la censura, el reclutamiento forzoso, la concentración del poder y una retórica cada vez más autoritaria pueden dificultar, a la larga, ese discurso de democracia contra autocracia que con tanta facilidad se instaló en la conciencia colectiva en 2022. Pero tampoco es descartable que Occidente, con ayuda de la maquinaria mediática, busque un chivo expiatorio al que culpar de los pecados de Zelensky. Para ello, no hay nadie mejor que el asesor que ha acumulado un poder excesivo, que apartó al héroe Zaluzhny y al que fácilmente pueden achacársele los fallos de su jefe. No parece casualidad que The Washington Post mencione el origen de su madre, nacida en San Petersburgo, o el antiguo trabajo de su padre, oficial de inteligencia en la embajada de Kabul. El hecho de que el medio no mencione el momento indica que se trata de los años de guerra, en los que el oficial Ermak y los proxis defendidos por Occidente se encontraban en bandos opuestos. The Washington Post, como otros medios, da por cierta esa información, que Ermak califica de rumor del que acusa a Rusia.

Los riesgos de futuro existen, aunque el presente sigue siendo lo importante para Ermak, que continúa con sus esfuerzos de crear un lobby ucraniano para luchar por las exigencias del país. A ello se dedica el “grupo de trabajo Ermak-Rassmusen”, una más de las muchas iniciativas de relaciones públicas organizada por el jefe de la Oficina del Presidente y que cuenta con el exsecretario general de la OTAN como principal lobista. En su último informe, el grupo de trabajo propone “reforzar los esfuerzos de Ucrania y sus aliados dirigidos a impedir el éxito operativo ruso en tierra, mar y aire, eliminar todas las limitaciones a los tipos de armamento convencional suministrado a Ucrania y, lo que es más importante, a cómo pueden ser utilizadas contra objetivos militares en Rusia”. En las 19 horas al día que Ermak afirma trabajar, el jefe de la Oficina del Presidente realiza numerosas tareas, aunque la más importante es crear discurso e imponer una narrativa que permita a Ucrania exigir más a sus socios. El informe del grupo de trabajo exige poder utilizar las armas occidentales contra objetivos en Rusia, algo que los países occidentales ya han aceptado. Sin embargo, lo han hecho con limitaciones. Apenas unas horas después de que se confirmara que Ucrania tiene luz verde para atacar objetivos militares en zonas de Rusia cercanas a Járkov, Volodymyr Zelensky insistía en que no es suficiente. Ermak no tardará en encargarse de que las nuevas exigencias sean el centro del discurso ucraniano.

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