En estas semanas de batalla centrada fundamentalmente en Járkov -la lucha continúa en zonas de Zaporozhie y en la frontera entre Jerson y Nikolaev, pero por el momento parece limitada a duelos de artillería-, ha quedado evidenciada la estrategia rusa de avances lentos, pero en busca de minimizar el uso de recursos, bajas y daños. Esta estrategia responde a múltiples factores, entre ellos la propia naturaleza de la zona en la que se combate, un sector muy poblado y fortificado durante los ocho primeros años de la guerra que no puede destruirse simplemente con artillería y aviación. Pero, ante todo, la estrategia se debe al limitado número de tropas comprometidas para la operación militar especial rusa, que se unen a unas ya sobreexplotadas milicias, que aún sufren las carencias materiales de ser ejércitos de repúblicas no reconocidas.
En Donbass, estas tropas se enfrentan a algunas de las unidades mejor armadas y entrenadas del Ejército Ucraniano, que, a pesar de la realidad, continúa alegando su inferioridad material en busca de más armamento occidental, que posiblemente utilizaría en otras zonas del frente. Ucrania no necesita HIMARS estadounidenses para utilizar en el frente de Donbass, donde las partes se enfrentan cuerpo a cuerpo en distancias escasas, sino para otras zonas del frente como Jerson o Zaporozhie.
Mientras tanto, la batalla por Donbass continúa su lento avance en diferentes sectores del frente. Las tropas rusas avanzan sobre Svyatogorsk, en la zona de Slavyansk, al norte de la RPD, mientras que continúa la batalla en la zona de Lisichansk-Severodonetsk. Es ahí donde se dirigió, en su última salida, el presidente Volodymyr Zelensky, que personalmente tomó la decisión de rechazar la petición del Estado Mayor de retirar las tropas de la ciudad para reforzar la segunda línea de defensa y evitar así que una gran agrupación del Ejército Ucraniano quede cercada como ocurriera en Mariupol. Su decisión logrará retrasar el avance ruso, pero también garantiza una mayor destrucción en la ciudad ante la continuación de la batalla urbana, que fundamentalmente se centra en la zona industrial. Su destrucción garantiza dañar la futura economía de una zona que Ucrania sabe que, si finalmente pierde, no conseguirá recuperar.
Severodonetsk, una ciudad desconocida para el gran público hasta la semana pasada, sigue siendo el centro del discurso mediático. Hace unos días, el gobernador de la parte de Lugansk controlado por Ucrania anunciaba que las tropas rusas controlaban más de la mitad de la ciudad. Elevando la alarma, posteriormente aumentó la cifra hasta el 70%. En la misma línea se mostró Oleksiy Arestovich, el mediático asesor de la Oficina del Presidente -que en la situación actual está actuando como único gobierno real-, que llegó a anunciar la retirada de la ciudad. Eso sí, todo era una trampa, una forma de atraer a las tropas rusas para posteriormente contraatacar. Y mientras fracasaba la gran ofensiva que Ucrania había anunciado en las redes sociales para avanzar sobre la región de Jerson, comenzaron a publicarse en los medios los grandes avances ucranianos.
Sin apenas presencia de la prensa en la zona -demasiado peligrosa para el trabajo de los periodistas debido a la dificultad de avanzar por la carretera entre Artyomovsk y Lisichansk, controlada a fuego por las tropas rusas-, los informes de estos días se han basado en lo publicado por la inteligencia británica y las declaraciones de los representantes ucranianos (es cuestionable que estas sean dos fuentes distintas). De ahí que toda la prensa occidental en bloque haya publicado a lo largo del fin de semana que Ucrania había recuperado el 50% de la ciudad. Citando los mensajes enviados por mercenarios extranjeros que han sido desplegados en Severodonetsk, periodistas occidentales llegaban a confirmar que Ucrania mantendría el control e incluso aspiraba a seguir avanzando.
Frente a esos informes sin base gráfica que los confirmara, incluso uno de los principales propagandistas ucranianos, Yury Butusov, negaba tales avances. El discurso ha comenzado a revertirse en las últimas horas. En primer lugar, voces ucranianas afirmaban que, pese a que Ucrania podría recuperar Severodonetsk, su escasa importancia estratégica lo hace irrelevante. Pocas horas después, Ucrania afirmaba que sus tropas controlan la zona industrial y algunas zonas aledañas. Es decir, las mismas posiciones que Rusia y la RPL afirmaban la semana pasada que Ucrania controlaba.
La escasa información independiente disponible complica la tarea de seguir el transcurso de una batalla en la que la línea del frente atraviesa la ciudad, por lo que ningún avance o retroceso tiene por qué ser definitivo. En cualquier caso, la batalla por Severodonetsk no puede considerarse al margen de la lucha por Lisichansk y por la carretera Lisichansk-Arytomovsk, que continúa en diferentes lugares y aún falta un tiempo para que llegue su final.
Cada día más complicada es también la situación en la ciudad de Donetsk, poco acostumbrada a sufrir bombardeos en sus áreas centrales en los últimos años, pero que recientemente está siendo bombardeada a diario desde las posiciones ucranianas en Avdeevka y sus alrededores. Con bombardeos de artillería y uso de Grads, armas de escasa precisión y que buscan únicamente la destrucción aleatoria, Ucrania trata de atemorizar a la población recordándoles que no pueden sentirse seguros ni siquiera en la capital de Donbass.
La situación en Donetsk está directamente relacionada con la situación en la cercana Avdeevka, localidad sobre la que la RPD no ha logrado avanzar en estos ocho años de guerra. Fortificada y bien armada, la RPD trata de rodear la ciudad para evitar así un asalto urbano, que supone un gran número de bajas y destrucción de la ciudad. Sin embargo, especialmente en comparación con la operación de sitiar Mariupol, la opción de cercar Avdeevka cuenta con ciertas dificultades. Así lo recogía ayer Antifashist:
Durante la operación de Mariupol, la costa del mar de Azov permitió al ejército de la RPD no tener que usar personal adicional para rodear al enemigo. Es lo que explicó en una aparición para el canal de Youtube de Politwera el expresidente del Consejo de Seguridad de la República Popular de Donetsk y fundador del batallón Vostok Alexander Jodavosky según cita Politnavigator.
“Cuando empezamos la operación de Mariupol, teníamos el mar a un lado, por lo que el enemigo no podía simplemente escurrirse y huir a nado. Esto recortó la parte de la circunferencia para el cerco. Y nos permitió no tener que usar tantos recursos. Si hubiera habido tierra, tendríamos que haber cubierto muchas decenas de kilómetros más con personal para rodearles. Eso es una parte.
La otra es que el frente se alejó, por lo que el enemigo estaba en la retaguardia. Así nos encargamos de la retaguardia. A las espaldas de nuestros soldados estaba nuestro frente mirando hacia el oeste, mirando hacia el enemigo y cubriéndonos las espaldas. Si ese frente no hubiera estado ahí, habríamos rodeado Mariupol, pero habríamos tenido a nuestras espaldas al enemigo, que nos habría atacado por la retaguardia.
Si nos encontramos en esta situación en Avdeevka, debemos tener un doble frente. Un anillo debería mirar hacia Avdeevka, mientas que el segundo tendría que mirar hacia el oeste, hacia el enemigo, y proteger la retaguardia. Necesitamos el doble de recursos para rodear Avdeevka y apretarla”, explicó el comandante.
“A día de hoy no disponemos de excesivos recursos para hacer todo esto de forma rápida y efectiva. Así que no podemos rodear Avdeevka y crear un segundo anillo a nuestras espaldas, por lo que estamos atacando de frente y asaltando estos cuatro escalones de fortificaciones porque necesitamos mover el frente hacia adelante progresivamente”, añadió Jodakovsky.
Con una gran densidad de población en varias de sus zonas, es probable que Severodonetsk no sea la última batalla urbana de esta fase de la guerra. La enorme destrucción que supone ese tipo de lucha supone consecuencias que van más allá del momento actual. Es el caso de la destrucción de la fábrica Azovstal y puede serlo en el caso de Severodonetsk, con el agravante de la peligrosidad que supone que algunas de ellas sean plantas químicas. Pero mientras la RPD intenta a toda costa evitar más destructivas batallas urbanas, Zelensky la busca activamente dando la orden de reforzar la agrupación de Severodonetsk, prácticamente sitiada otra vez en una zona industrial que posiblemente termine completamente arrasada. La destrucción de Severodonetsk solo será otro daño colateral.
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