Los olvidados

Artículo Original: Mark Bartalmai

Lilya tiene 9 años. Vive con su madre y sus cuatro hermanos pequeños en casa de su abuela, cerca de Marynka (un barrio al oeste de Donetsk), a la sombra de una pila de escombros detrás de la línea del frente. Su antigua casa ya no existe. Fue destruida por la artillería ucraniana en una zona en la que, según sus habitantes, no hubo, ni hay ahora, ningún objetivo militar.

De hecho, sobre el terreno no hemos encontrado nada que se le parezca, ni actual ni ningún resto de antiguas posiciones militares. Es una zona puramente residencial.

Una zona civil, sin posiciones militares presentes o pasadas.

Se esconden de los bombardeos en el sótano, tal y como Lilya nos muestra. El 29 de febrero de 2016, estuvo a punto de ser demasiado tarde para esta madre de cinco niños. Le sorprendió el ataque por la carretera y resultó herida por el impacto de los proyectiles. Buscando cobertura en cada momento, poco a poco consiguió llegar a casa y solo entonces, al quitarse la chaqueta, se dio cuenta de que había recibido el impacto de la metralla. La sangre corría por la manga. El fragmento solo había arañado su brazo, por lo que sus heridas no revestían gravedad. Tras una cirugía menor en el hospital, pudo volver a casa.

El sótano es el refugio de Lilya y su familia cuando comienzan los bombardeos. Solo una barrera de escombros les separa de la línea del frente.

La mina en la que trabajaba gran parte de la población en esta zona ha quedado destruida por las bombas. La familia recibe 3.000 rublos como ayuda para los niños. La ayuda humanitaria que han recibido proviene de donaciones de Alemania.

Al principio de la guerra, el padre huyó a Rusia. Ya hace casi dos años. Desde entonces no han vuelto a saber de él. Ese tipo de cosas también pasan aquí. Este no es un caso único.

Lilya quiere ser profesora. Y cantó para nosotros. Una canción para su madre. Nos gustaría ver a Lilya cantando en una película.

Lilya y su familia están entre los olvidados de las crisis y las guerras del mundo. Porque no tienen ningún lugar en la prensa.

Porque las historias de los civiles y de las víctimas civiles solo tienen espacio en la prensa de masas cuando se busca desacreditar a las autoridades rusas o a Rusia en general. Solo tienen valor si su historia “se ajusta a la narrativa”, no importa si es en Donbass, en Ucrania, en Siria, en Afganistán o en Yemen.