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Donbass, Estados Unidos, Ucrania

El año desde el punto de vista ruso

Aunque los conflictos no entienden de fechas señaladas ni cambian cuando lo hacen las estaciones o los años, diciembre es tradicionalmente un mes de valoración de lo ocurrido en los últimos doce meses, planteamiento de objetivos y estrategias y muestra de expectativas alrededor de los principales temas de la agenda. Horas antes de que Voloydymyr Zelensky se reuniera con Donald Trump en su campo de golf de Palm Springs, una entrevista concedida por Sergey Lavrov a la agencia pública TASS puede considerarse la valoración rusa del año en materia de política exterior. Como es natural tanto por la cantidad de recursos que Rusia ha dedicado durante los últimos casi cuatro años, y también por el momento clave en el que se encuentran las negociaciones, Ucrania es una parte importante del discurso de Lavrov que, sin embargo, realiza un repaso relevante al estado de las relaciones internacionales del momento desde el punto de vista de uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y una de las principales potencias nucleares.

Como casi todo hoy en día, la narrativa rusa parte del intento de conseguir una mejor relación con Estados Unidos, concretamente con su presidente. “Agradecemos los esfuerzos del presidente estadounidense Donald Trump y su equipo por alcanzar una solución pacífica. Nuestro objetivo es seguir colaborando con los negociadores estadounidenses para desarrollar acuerdos sostenibles que eliminen las causas fundamentales del conflicto”, afirma Lavrov. Tras tres años de ausencia de diálogo con Occidente, el proceso de negociación entre Estados Unidos, Ucrania y Rusia ha sido el principal cambio de 2025, que también ha traído un progresivo desequilibrio en la correlación de fuerzas militares a favor de Moscú que finalmente se ha plasmado en las exigencias territoriales rusas de retirada ucraniana de Donbass que Zelensky rechazó nuevamente ayer en su reunión con Trump. Desde el punto de vista ruso, la guerra cuenta con una dinámica clara en la que sus tropas serán capaces de obtener por la vía militar aquello que hasta ahora han exigido por la vía política. “Observamos que el régimen de Zelensky y sus proyectores europeos no están preparados para negociaciones constructivas”, comentó Lavrov en la entrevista para apuntar a la parte que Moscú considera que está saboteando las opciones de acuerdo. “Casi toda Europa, con pocas excepciones, está inyectando dinero y armas al régimen, soñando con el colapso de la economía rusa bajo la presión de las sanciones. Tras el cambio de administración en Estados Unidos, Europa y la Unión Europea se han convertido en el principal obstáculo para la paz. No ocultan sus planes de prepararse para la guerra con Rusia”, añadió para insistir en que Rusia no busca confrontación con los países europeos, pero ofrecería una respuesta “devastadora” ante cualquier ataque.

En referencia a la clase política europea, Lavrov afirmó que “las ambiciones los ciegan. No solo no les importan los ucranianos, sino que tampoco parecen preocuparse por su propia población. De otra manera, ¿cómo se explican los continuos rumores en Europa sobre el envío de contingentes militares a Ucrania bajo la Coalición de Voluntarios? Ya hemos declarado en cientos de ocasiones que, en tal caso, se convertirían en objetivo legítimo para nuestras fuerzas armadas”. El comentario es especialmente relevante teniendo en cuenta el contenido de la reunión de ayer de Trump y Zelensky, la exigencia de Ucrania de contar con presencia militar occidental como prerrequisito para llegar a un acuerdo con Rusia y la insistencia de países como Francia, Reino Unido y Alemania de enviar un contingente de tropas como “misión de disuasión” y parte de las garantías de seguridad a Ucrania.

La valoración rusa del año en política exterior no se limita a Ucrania. En la entrevista, Sergey Lavrov trata también otros de los temas clave de la agenda internacional, comenzando por la situación en Gaza. Pese a su intento por no crear hostilidad entre Moscú y Washington y a haber apoyado, aunque con matices, la opción estadounidense para Gaza, el escepticismo de Lavrov es máximo. Es prematuro, afirma el líder de la diplomacia rusa, hablar de establecer una paz duradera y Rusia insiste en el establecimiento de un Estado palestino soberano. Ortodoxa en lo que respecta a la resolución del conflicto palestino-israelí, Rusia sigue apostando por la solución de los dos Estados. En ese sentido, difiere de la actual postura israelí, apoyada por Estados Unidos, que en el caso de Gaza incluye la idea de una junta de paz bajo control occidental, de claro tinte colonial, y que Moscú trató de eliminar con una proposición presentada al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. La delegación rusa retiró su propuesta, inviable desde el momento en el que el teórico gobierno palestino, la Autoridad Palestina, mostró su apoyo a una proposición que deja Gaza en manos de los poderes occidentales y la ocupación israelí.

Como país euroasiático que se extiende desde el este de Europa hasta el Pacífico y con la relación con los países occidentales prácticamente cerrada, la prioridad rusa es mantener sus buenas relaciones con China. De ahí que no puedan sorprender el rechazo explícito que Lavrov muestra a la posible independencia de Taiwán o la militarización de Japón, un cambio cualitativo con respecto al orden creado tras las Segunda Guerra Mundial para Asia-Pacífico y que preocupa también a Beijing. Sin embargo, aunque cada palabra en favor de un mundo acorde con la visión china es entendida por los países y medios occidentales como reflejo de la subordinación de Rusia a China, los cambios que están produciéndose en la lucha de grandes potencias también afecta directamente a Moscú. La Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos se centra especialmente en el continente americano, donde Washington pretende obtener una hegemonía prácticamente total, y no designa a China como enemigo o rival, algo que ha sido malentendido como una rebaja en las tensiones entre los dos países y la admisión de la Casa Blanca de que no puede enfrentarse directamente a Beijing.

Aunque es evidente que la Estrategia de Seguridad Nacional del trumpismo busca evitar una confrontación militar con China, el documento insiste también en que Estados Unidos ha de dominar el comercio, el ámbito militar y político, una búsqueda de hegemonía mundial que, sin embargo, no pretende imponer de forma directa sino, en algunos casos, con el uso de proxis. Es el caso de Asia-Pacífico, donde el papel de la contención de China queda reservado a aliados regionales como Japón, Filipinas o Corea, el resultado es una militarización de la región que es también sensible para Rusia, especialmente teniendo en cuenta sus recientes acuerdos políticos con la República Popular de Corea.

La postura de Donald Trump con respecto a Ucrania y el interés de algunos de los miembros del equipo de política exterior de la Casa Blanca por recuperar las relaciones económicas con Moscú y recuperar el acceso, esta vez sin competencia europea, a los recursos económicos de la Federación Rusa han conseguido que la hostilidad que el discurso ruso había mostrado hacia Washington haya desaparecido completamente. El Kremlin busca un acuerdo directo con Estados Unidos para detener la expansión de la OTAN hacia sus fronteras, conseguir una resolución favorable que evite tener que negociar con los países europeos sobre Ucrania y alcanzar un entendimiento en sectores como el comercio de petróleo. Moscú ha visto una apertura a la negociación y a un acuerdo que puede resultar favorable para ambas partes, motivo por el que la diplomacia rusa ha dedicado una parte importante de este año a redirigir a los países europeos la hostilidad que antaño destinaba a Estados Unidos y a resaltar la posición constructiva del trumpismo. Sin embargo, las buenas palabras que los dos países se han dedicado a lo largo del año han venido acompañadas de claros desacuerdos que perdurarán el próximo año, entre los que destacan las palabras de Lavrov sobre el apoyo que Rusia daría a China en caso de escalada en el estrecho de Taiwán, la defensa rusa de Irán, de quien Lavrov insistió en su “contención frente a las provocaciones” estadounidenses e israelíes, y la cuestión del petróleo, sector en el que Estados Unidos no tiene intención de levantar las sanciones contra Rusia pase lo que pase en Ucrania.

Por primera vez, afirma Lavrov en la entrevista a TASS, Estados Unidos “cuestiona públicamente la eterna trayectoria expansionista de la evolución de la OTAN. En teoría, algunas de las ideas incorporadas en la Estrategia no contradicen el desarrollo del diálogo ruso-estadounidense. Pero sacaremos nuestras conclusiones finales basándonos únicamente en un análisis de las acciones prácticas de la administración estadounidense en la arena internacional”. Las palabras importan y modifican también el discurso de adversarios y oponentes, pero solo los hechos determinan cómo puede desarrollarse el futuro.

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