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Agricultura, Armas, Economía, Polonia, Rusia, Ucrania, Unión Europea

Solidaridad e intereses nacionales

El 15 de septiembre, contra la exigencia de países como Polonia, Eslovaquia, Hungría y Bulgaria, la Unión Europea levantó el veto a los productos agrícolas ucranianos que había impuesto tras las protestas de los agricultores en esos países, que habían visto como los más baratos bienes ucranianos saturaban su mercado y hacían caer sus precios. Ya en ese momento, fue evidente que la solidaridad de los países de la Unión Europea con Ucrania encuentra su límite cuando choca con los intereses económicos nacionales. Pese a esas quejas, la UE optó por levantar el veto, arriesgándose a que esos países lo mantuvieran, como habían anunciado, de forma unilateral. Uno solo de los países que habían amenazado con mantener el veto, Bulgaria, se desmarcó de la medida, aunque, eso sí, de forma temporal. Las quejas de sus agricultores obligaron a Bulgaria a volver a vetar el aceite de girasol de Ucrania.

La cuestión ha tomado un cariz diferente en las últimas horas, un momento incómodo para Zelensky, que había previsto esta semana de comparecencias políticas y mediáticas en Norteamérica -Estados Unidos y Canadá- como un ejercicio de relaciones públicas en el que lograr un máximo apoyo de sus socios y apelar al resto del mundo a abandonar a Rusia y ponerse del lado de Ucrania. La cuestión agrícola ha tomado dos direcciones notoriamente diferentes por parte de la Unión Europea en general y los países fronterizos con Ucrania. La UE, al margen de las cuestiones nacionales, continúa negociando “el libre acceso de los productos agrícolas ucranianos al mercado interno”, alegando disponer de “un mecanismo eficaz para mantener un diálogo permanente: la Plataforma Conjunta de Coordinación para la Exportación y el Tránsito de Productos Agrícolas Ucranianos”. La lógica de la existencia de este tipo de herramientas es que, en palabras de Úrsula Von der Leyen, “Ucrania es un futuro miembro de la Unión Europea. Por lo tanto, debemos trabajar juntos para liberalizar continuamente el comercio dentro del mercado único de la UE,  evitar cualquier restricción unilateral en el futuro y proteger las ventajas competitivas de cada miembro de la UE en condiciones de libre comercio”. Las palabras de la presidenta de la Comisión Europea suenan vacías en el momento en el que se producen, con varios países de gran importancia, especialmente Polonia, negando ese libre comercio y vetando unilateralmente los productos ucranianos.

El veto, cuya lógica es proteger a los agricultores nacionales de la llegada masiva de productos ucranianos a un precio competitivamente bajo, había provocado ya una demanda de Ucrania ante la Organización Mundial del Comercio contra los países que lo habían impuesto. Uno de ellos, Eslovaquia, parece haber llegado a un principio de acuerdo con Ucrania para la retirada de la demanda y la eliminación del veto a los productos ucranianos a finales de año. Sin embargo, queda aún la cuestión de Polonia, el más potente de los países implicados y el que se ha manifestado en estas últimas horas en términos más duros hacia su aliado.

El martes, Polonia llamó a consultas al embajador de Ucrania para tratar la cuestión de la demanda ucraniana y, sobre todo, los comentarios realizados por Volodymyr Zelensky en Naciones Unidas. El presiente ucraniano calificó de alarmante que algunos de sus aliados europeos estén “en un teatro político, haciendo un thriller del grano”. La disputa por el grano ha escalado notablemente y ha marcado las diferencias, que han sido periódicas a lo largo de los últimos años, entre Ucrania y Polonia. Por una parte, el primer ministro Mateusz Morawieki ha anunciado que Polonia ya no suministrará más armamento a Ucrania. Según lo ha planteado Morawieki, no se trata de una represalia por la cuestión del grano, aunque el momento llama a cuestionar ese argumento.

El razonamiento de Polonia, un país que está aprovechando la coyuntura que supone la guerra en Europa para rearmarse y ganar presencia política y militar como gran potencia en la Unión Europea, es que el país debe centrarse en defenderse y en modernizar su arsenal. Polonia ha conseguido, gracias a la guerra, deshacerse del stock soviético, que ha sido sustituido por armamento occidental, de ahí que ya no sea especialmente lucrativo o beneficioso para el país continuar enviando armamento a Ucrania. El anuncio coincide con el acuerdo alcanzado con la República de Corea para una gran adquisición de armas para el ejército de Polonia.

Por otra parte, Polonia ha amenazado también con limitar la ayuda que el país aporta a los refugiados ucranianos. Ese trato especial que los refugiados ucranianos están disfrutando incluye la renuncia a los requisitos de residencia y la concesión de permisos de trabajo, acceso a la educación, sanidad y prestaciones familiares aspectos todos ellos clave para la vida diaria de las familias que temporalmente se han trasladado a Polonia, uno de los países occidentales que más refugiados ucranianos ha aceptado en este año y medio.

En este contexto de tensión política a causa de una serie de aspectos económicos, han sorprendido las palabras del presidente polaco. Desde Nueva York, donde ha participado en la Asamblea General de Naciones Unidas, Andzej Duda ha comparado a Ucrania con una persona que se está ahogando. Curiosamente, sus palabras llegan la misma semana en la que se ha generalizado en las redes sociales un meme en el que una Ucrania que se ahoga pide ayuda. La mano de Polonia se acerca a la de Ucrania, aunque no lo hace para salvar al país, sino para chocar esos cinco. Queda claro que Polonia está utilizando la guerra para ganar poder en la Unión Europea y para fortalecerse aprovechándose de la situación preferente que le da ser el país más importante para el suministro de Ucrania.

“Es como si estuviéramos lidiando con una persona que se está ahogando. Cualquier persona que ha experimentado lo que es rescatar a una persona que se ahoga sabe que es extremadamente peligrosa, porque te puede arrastrar a las profundidades. Tiene una fuerza inimaginable a causa del miedo y el efecto de la adrenalina y simplemente puede ahogar al rescatista”, afirmó ante los medios de comunicación el presidente Duda, que dejó claro por qué Polonia ha comenzado a introducir medidas supuestamente para proteger al país. “Una persona que se está ahogando se aferra a cualquier cosa. ¿Es necesario actuar de tal manera para protegerse a sí mismo de resultar dañado por una persona que se está ahogando? Por supuesto, debemos actuar fundamentalmente de tal forma para no hacernos daño a nosotros mismos, porque si una persona que se está ahogando causa daños y nos ahoga, no va a recibir ayuda”. De esta forma, uno de los aliados más firmes de Ucrania en la guerra común que Occidente libra contra Rusia de forma indirecta comienza a desentenderse del país en favor de sus intereses nacionales.

La actitud polaca contrasta con la postura de la Unión Europea, que estos días parece instalada fuera de la realidad de los hechos que se producen en los países de su frontera oriental. La solidaridad con Ucrania termina en el momento en el que quedan comprometidos los intereses económicos nacionales. En este contexto, Kiev ha demostrado ser capaz de obligar a países más pequeños y débiles como Eslovaquia a retractarse de esas medidas, algo que, sin duda, no podrá hacer con respecto a Polonia. Aun así, las críticas y la sorpresa surgidas en la escena política y mediática por las medias y, sobre todo, por los términos en los que se ha manifestado el presidente polaco han causado una matización. Nada indica que Polonia vaya a dejar de trabajar en favor del suministro de armamento a Ucrania, por lo que es un país clave. La continuación de la guerra proxy contra Rusia es del interés de Polonia, por lo que no hay riesgo en ese sentido. El primer ministro polaco ha precisado también que el armamento que Polonia había comprometido para Ucrania será entregado, por lo que no habrá una cancelación de ninguna entrega. Si la postura polaca se mantiene, esas entregas serían las últimas que realizara Polonia. El país no se ha pronunciado en las últimas horas sobre el veto agrícola ni la demanda ucraniana. Sin embargo, teniendo en cuenta la postura de Varsovia con respecto a la Unión Europea, es probable que, si es preciso que Polonia modifique su postura, la llamada tenga que proceder de Washington y no de Bruselas.

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