La tan esperada reunión Trump-Zelensky en la villa del presidente estadounidense en Florida comenzó horas antes de la convocatoria oficial, la una del mediodía, cuando los dos dirigentes se encontraron en Mar-a-lago ante la prensa internacional. Como ocurriera hace unos meses, cuando Zelensky esperaba ratificar públicamente el acuerdo de entrega de Tomahawks estadounidenses a Ucrania, Donald Trump inició el día con una conversación con Vladimir Putin. En aquella ocasión, es posible que los argumentos del presidente ruso fueran un factor para el cambio de opinión de Trump, que rechazó finalmente enviar a Ucrania los deseados misiles norteamericanos con los que atacar con más potencia la retaguardia rusa.
“Acabo de mantener una conversación telefónica buena y muy productiva con el presidente Putin de Rusia”, anunció Donald Trump en un post en su red social personal sin dar más datos que la hora de inicio de la reunión con Zelensky. Sin embargo, el hecho de que el mediador político del conflicto, Estados Unidos, buscara hablar con los dos presidentes el día en el que Ucrania buscaba cerrar su parte del acuerdo con Washington es, en sí, un dato relevante. Quizá lo sea aún más teniendo en cuenta que, según el asesor de política exterior de Vladimir Putin, Yuri Ushakov, la conversación se produjo a iniciativa de la Casa Blanca.
Con la conversación, que se prolongó durante más de una hora, el presidente de Estados Unidos dio a su homólogo ruso la ocasión de presentar sus argumentos en relación a los temas que iban a tratarse en el encuentro con Zelensky. Según el resumen de la llamada ofrecido por el Kremlin, los objetivos de Vladimir Putin pueden resumirse en cuatro: dejar claro que Rusia no es un obstáculo para la paz; insistir en el entendimiento de Alaska como base para la recuperación de las relaciones entre los dos países; reafirmar que es preciso resolver las cuestiones políticas del conflicto para lograr un cese final de hostilidades y rechazar nuevamente la idea de un alto el fuego temporal bajo pretexto de celebrar un referéndum. Es importante también la mención rusa a Donbass como aspecto a tratar para lograr la resolución política que haría posible el final de la guerra, signo de que las exigencias rusas no se han rebajado y también de que, en esta fase de la negociación, es más relevante para Rusia conseguir que Estados Unidos presione a Ucrania en la cuestión territorial y no en la de seguridad.
Al contrario que la conversación con Rusia, desde el momento de la recepción, la reunión con Zelensky se centró en la cuestión de la seguridad, la parte del acuerdo que ha de ser alcanzada primero por Estados Unidos y Ucrania para posteriormente tratar de convencer a Moscú. “Nos encontramos en la fase final de las conversaciones”, afirmó Trump junto a un Zelensky con cara de circunstancias. “O acabará o seguirá durante mucho tiempo”, añadió para insistir en la posibilidad de una paz rápida o de la continuación de la guerra a largo plazo. “Millones de personas más van a morir y nadie quiere eso”, sentenció Trump con su habitual estilo de utilizar la hipérbole para resaltar su principal argumento, la necesidad de alcanzar un acuerdo de paz y garantías de seguridad a cambio de territorios para imponer la paz.
El optimismo de Trump en la rueda de prensa con Zelensky, cuando afirmó una vez más que los tres países están “más cerca que nunca” de conseguir un acuerdo y puso al 95% el porcentaje de acuerdo, contrasta con el escaso resultado anunciado tras la reunión. Las sonrisas e insistencia de avances no puede esconder el hecho de que Zelensky insistiera en que no se había tratado en la reunión la cuestión del territorio y, por el momento, no se haya detallado tampoco cuál es el significado de las garantías de seguridad que el presidente ucraniano anunció como hecho consumado. “Discutimos todos los aspectos del marco de paz, que incluye el plan de paz de 20 puntos, 90% acordado; las garantías de seguridad entre Estados Unidos y Ucrania, 100% acordado. Las garantías de seguridad entre Estados Unidos, Europa y Ucrania, casi acordadas. La dimensión militar, 100% de acuerdo”, afirmó Zelensky en la rueda de prensa. Las palabras de Zelensky pueden considerarse el resumen de la reunión y de ellas puede entreverse que no hay avances en la resolución política al conflicto, que actualmente depende de buscar un acomodo a la cuestión territorial, aspecto en el que Ucrania se resiste a ceder.
“Existen territorios ucranianos ocupados ilegalmente, violando así todas las normas del derecho internacional. No se unieron a Rusia ni se incorporaron mediante referendos fraudulentos. Fueron ocupados ilegalmente, y de ahí nuestra clara postura en la Asamblea General de las Naciones Unidas cuando sometemos a votación anualmente nuestras resoluciones sobre la situación de los derechos humanos en los territorios temporalmente ocupados de Ucrania, incluida la República Autónoma de Crimea y la ciudad de Sebastopol. Ucrania no reconocerá estos territorios como parte, ni de iure ni de facto, de la Federación Rusa”, escribió poco antes de la reunión Sergey Kyslytsya, actual viceprimer ministro y exembajador de Ucrania en Naciones Unidas y miembro destacado del equipo negociador ucraniano. Ese 10% del acuerdo de 20 puntos que Zelensky admite que aún no está listo es precisamente aquello que puede hacer inviable el plan de paz de Trump, que busca que Rusia tenga que aceptar una estructura de seguridad a la que siempre se ha negado al considerar su principal línea roja, para lo que tiene que ofrecer a Moscú un incentivo relevante.
El planteamiento estadounidense, puede que poco realista, pero el único sobre la mesa en estos momentos, es exigir a los dos países aceptar unas condiciones que hasta ahora habían considerado de capitulación. Estados Unidos ofrece a Ucrania las garantías de seguridad que Joe Biden le negó en 2022 y a Rusia, mantener el territorio que ha capturado estos años e incluso una parte que no ha logrado aún tomar por la vía militar. A cambio, exige que Moscú acepte lo que siempre ha considerado como una adhesión de facto de Ucrania a la OTAN, causa principal de la guerra, y a Kiev la retirada de sus tropas del lugar en el que empezó todo, Slavyansk y Kramatorsk. De momento, ninguna de las partes cede en aquello en lo que Donald Trump les exige que rebajen sus expectativas, motivo por el que son ya varias semanas en las que se habla con optimismo sobre un acuerdo prácticamente alcanzado, pero no se producen avances y el diálogo continúa en su fase preliminar.
Por el momento, no hay acuerdo entre Estados Unidos y Ucrania ni entre Estados Unidos y Rusia, momento en el que tendría que producirse el acuerdo Rusia-Ucrania que determinara los detalles políticos, militares, económicos y sociales que podrían poner punto final a la guerra. Demostrando a diario su capacidad de avanzar en el frente -a la espera de la contraofensiva de Pokrovsk que Ucrania lleva días anticipando-, Rusia se siente fuerte para exigir a Kiev la retirada de Donbass e insistir en lo inaceptable de la presencia de tropas de países de la OTAN como parte del acuerdo de paz. Zelensky, por su parte, no pierde tiempo y nada más finalizar la reunión con Donald Trump, informó a sus aliados europeos de los resultados del encuentro. Las palabras de Emmanuel Macron indican que persiste la exigencia europea de presencia militar sobre el terreno como prerrequisito de paz. “Estamos avanzando en las garantías de seguridad que serán fundamentales para construir una paz justa y duradera. Reuniremos a los países de la Coalición de la Disposición en París a principios de enero para ultimar las contribuciones concretas de cada país”, escribió el presidente francés.
La posición de los países europeos es una de las principales herramientas de presión de Ucrania y debe actuar apoyando a Ucrania en su intento de no perder la guerra, para lo que precisa del alto el fuego que le obliga a no decir no a un acuerdo con Estados Unidos, y ganar la paz, para lo que intenta conseguir un documento ambiguo en lo territorial y atado al detalle en lo referido a la seguridad. “Le dije a Trump que nos gustaría mucho considerar la posibilidad de 30, 40 o 50 años. Y esa sería una decisión histórica del presidente Trump. El Presidente dijo que lo pensaría”, afirmó Zelensky, que no se conforma con los quince años de garantías de seguridad que está dispuesto a ofrecer Donald Trump. Kiev no quiere solo un acuerdo bilateral en el que Estados Unidos se comprometa a intervenir en caso de agresión rusa, sino presencia de la OTAN en su territorio en una oferta que no debe ser temporal, sino permanente.
Con menos alicientes para aceptar un acuerdo imperfecto que no resuelve el conflicto político entre los dos países y que condena al continente europeo a una nueva carrera armamentística en el furor de la militarización, Rusia insiste en sus conquistas militares y amenaza con avanzar desde la capturada Guliaipole hacia el oeste. Cualquier avance en dirección a la capital regional de Zaporozhie o Krasny Liman como paso hacia la preparación de un futuro asalto sobre Slavyansk y Kramatorsk es el anticipo de lo que Rusia lleva meses advirtiendo: si Kiev rechaza la oferta rusa, la siguiente será menos generosa y se producirá en unas condiciones más apremiantes para Ucrania. Rusia amenaza también con penalizar cada acto considerado excesivo. Así lo reafirmó ayer, cuando Sergey Lavrov anunció que Moscú se replantearía su posición negociadora tras acusar -sin aportar pruebas- a Ucrania de un ataque con drones contra la residencia de Vladimir Putin en la región de Novgorod. El ataque no habría producido heridos, pero sí la última escalada verbal entre los dos países. El Kremlin planea atacar los edificios del Gobierno en Kiev, alegó Zelensky para responder a las palabras de Lavrov, un argumento más para exigir a sus aliados más presencia de seguridad, financiación para la guerra y la posguerra y el enésimo endurecimiento de las sanciones contra Rusia.
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