Conscientes de encontrarse en un momento decisivo, los actores que participan de forma directa o indirecta en el conflicto ucraniano trabajan para mejorar su posición negociadora a base de demostrar su fortaleza. El martes, el presidente ucraniano afirmó en un discurso que seguirá desmontado por todo el mundo las mentiras de Vladimir Putin. Como quedó claro la semana pasada, Volodymyr Zelensky pretende utilizar el ejemplo de Kupyansk, que Rusia dio falsamente por capturada hace semanas y donde Syrsky, generalmente conocido por sus flagrantes imprecisiones para dar una imagen más favorable del frente, afirma que Ucrania controla el 90% para alegar que la situación en el plano militar, aunque “complicada”, no es tan mala como se está haciendo ver. La lógica de este esfuerzo mediático-político es intentar que Estados Unidos abandone su exigencia de que Ucrania ceda a Rusia la parte de Donetsk que aún permanece su control y que considera que sería capturada por las tropas rusas en caso de continuación de la guerra. La agresiva estrategia de Volodymyr Zelensky para conseguir que las exigencias estadounidenses se rebajen en lo que respecta al aspecto territorial es convencer a Donald Trump de que todo es mentira, Vladimir Putin inventa los mapas que publican incluso los medios ucranianos, no hay problema de deserciones en las tropas de Kiev y son solo las tropas rusas las que mueren en la guerra. No ha calado en la conciencia del presidente ucraniano que la exigencia estadounidense no se debe únicamente a la certeza de que Kiev va a seguir perdiendo territorio en Donbass y que la siguiente oferta rusa será menos generosa, sino tampoco que la táctica de Washington es ofrecer a Rusia algo sustancial para que Moscú rebaje sus líneas rojas en materia de seguridad, el aspecto prioritario para Ucrania.
El presidente ucraniano, cuyo alto mando ni siquiera se ha molestado en alegar contraataques en una zona tan sensible como Seversk, capturada por Rusia en apenas unos días tras tres años y medio en los que la resistencia ucraniana, ahora colapsada, había impedido cualquier avance, espera que sus palabras en discursos públicos tengan más peso que la información de inteligencia de la que Estados Unidos dispone o la accesible para todo cualquier persona gracias al seguimiento diario que realizan todo tipo de analistas. En esa misión, Zelensky cuenta con el inestimable apoyo de sus aliados habituales, la prensa occidental, dispuesta a confundir sus deseos con el análisis y sus opiniones con la realidad absoluta. “Los estadounidenses afirman que Ucrania está perdiendo y se enfrenta a una derrota aplastante”, escribió Oliver Carroll, incondicional defensor de Ucrania y corresponsal de The Economist, que añadió que “el panorama es mucho más complejo”. El argumento es el mismo que el de Zelensky. “El contraataque en Kupyansk ha demostrado lo que se puede hacer. Rusia también está pagando un precio muy alto”, insistió para, solo entonces, recordar que el “panorama general sigue siendo bastante sombrío”.
La parte que olvidan analistas y periodistas proucranianos que extrapolan la situación en Kupyansk -donde el control ruso siempre, incluso en 2022, fue tenue y nunca pareció definitivo- a todo el frente es que el aspecto territorial de las perspectivas de acuerdo no da ningún incentivo a Rusia para presionar en exceso en esta dirección. Todos los escenarios de acuerdo que se plantean actualmente implican la devolución de las tierras más allá de Donbass, Jersón, Zaporozhie y Crimea. la única lógica de tratar de avanzar desde Kupyansk sería replicar el mismo avance que se realizó en las primeras semanas de la intervención rusa, como preparación del terreno para un hipotético asalto hacia Slavyansk. Esa operación nunca fue posible y lo es menos aún ahora, cuando ha quedado claro que la estrategia rusa es la guerra de desgaste, de avance lento pero seguro, localidad a localidad, por la parte más poblada de Donbass en dirección primero a Konstantinovka, Duzhovka, Krasny Liman y, solo entonces, Slavyansk-Kramatorsk. Comparar pérdidas -o incluso avances- en frentes como los de Járkov o Sumi con el único que verdaderamente importa, el de Donetsk, es no querer comprender las jerarquías de los objetivos de la guerra. Rusia precisa de la lucha en esas direcciones fundamentalmente para sobreextender las líneas ucranianas con el objetivo prioritario de sostener sus avances en Donbass, única exigencia territorial que a día de hoy mantiene la Federación Rusa, que así se lo ha hecho saber a la mediación estadounidense.
La situación en el frente no es crítica para Ucrania, no hay perspectivas de colapso del frente, ni Rusia va a desequilibrar la balanza en Donbass de forma inminente. Sin embargo, la tendencia de avances rusos -lentos y, sin duda, costosos en términos de bajas y recursos materiales- en Donetsk es clara y respalda el argumento ruso de que es posible que, con el tiempo, Ucrania pierda el control de todo el territorio en el campo de batalla. Así volvió a insistirlo ayer Vladimir Putin, que también trató de mostrar la fuerza rusa, en este caso resaltando los progresos que se han conseguido a lo largo de este año y anticipando que, si Ucrania no acepta una resolución diplomática que implique el repliegue de Donetsk, Rusia continuará utilizando la fuerza militar para “liberar las tierras históricamente rusas”. Vladimir Putin insistió también en la fortaleza del complejo militar industrial ruso y anunció que los misiles subsónicos Oreshnik estarán disponibles para el ejército antes de finalizar el año. “Rusia prefiere la diplomacia”, insistió, pero está dispuesta a continuar luchando hasta lograr los objetivos de la operación militar especial, un argumento engañoso teniendo en cuenta que la fuerza solo puede conseguir para Moscú sus objetivos territoriales, pero no los referidos a la seguridad.
En ese aspecto, los medios occidentales siguen publicando artículos en los que oficiales estadounidenses afirman que esperan que Rusia acepte las condiciones de garantías de seguridad bilaterales que Estados Unidos está negociando con Ucrania. Ayer, Yury Ushakov, posiblemente el principal asesor de política exterior del presidente Putin, insistió nuevamente en la necesidad de que Estados Unidos notifique a Rusia oficialmente los términos negociados, pero anticipó el rechazo ruso a las modificaciones que están siendo publicadas en la prensa. “Insistimos en el cumplimiento de las promesas que nos hicieron. Se declaró públicamente que no habría expansión de la OTAN hacia el este. Les importó un bledo”, afirmó Vladimir Putin con unas palabras que indican que la oferta estadounidense de territorios a cambio de expansión de facto de la Alianza de la Guerra Fría, creada, como recordó Donald Tusk, contra Rusia, sigue sin ser aceptable para Moscú.
Mientras Rusia y Ucrania utilizan su fortaleza militar -real o imaginaria- para conseguir una mejor posición negociadora, los países europeos se jactan de su oferta de garantías de seguridad a Ucrania. Ayer, el canciller Merz abría la puerta a una participación activa de soldados alemanes en la Ucrania del futuro alto el fuego. Y aunque insistió en que “aún no estamos en ese punto”, admitió la posibilidad de que tropas alemanas tomen “represalias contra las incursiones y ataques rusos”. Aunque ni siquiera hay acuerdo Estados Unidos-Ucrania para un alto el fuego, Friedrich Merz ya planea enfrentamientos directos con Rusia a causa de futuras infracciones. Pero más allá del discurso de enaltecimiento de la guerra y exaltación de una necesidad de rearme que responde más a la pérdida del aliado estadounidense como cobertura militar que al exagerado peligro ruso, la principal fortaleza de la postura europea radica en el arma económica. Los países europeos explotan el veto económico que tendrían en caso de hacerse con los activos rusos, principal objetivo de estos dos días de debate, con presiones a los países díscolos y expectativas de resolver a favor de Ucrania una cuestión que puede dificultar aún más un acuerdo entre Estados Unidos y Rusia.
Ucrania, que según la información del FMI publicada ayer por AP, se encuentra al borde de la bancarrota, necesitará 137.000 millones de euros en financiación externa durante los dos próximos años. “Ucrania necesita 137.000 millones en 2026-2027, y la UE debe cubrir dos tercios. Sabemos la urgencia de financiar la lucha de Ucrania. Pero Rusia no solo tiene a Ucrania en la mira. Su economía en plena guerra constituye una amenaza directa a nuestra seguridad nacional y económica. Los activos rusos inmovilizados indefinidamente en la UE pueden ser un cambio radical para Ucrania y Europa”, afirmó Úrsula von der Leyen. La Unión Europea ha asumido el papel que Washington le asignó hace meses como encargada de correr con los gastos de la guerra y posguerra y afirma querer hacerlo a costa de los activos rusos.
“La cuestión decisiva es si la Unión Europea puede hacer que los activos estatales rusos congelados sean utilizables para la defensa de Ucrania. Se trata de hasta 90.000 millones de euros, que según nuestra evaluación serían suficientes para financiar a las Fuerzas Armadas de Ucrania al menos durante dos años más”, afirmó en el Parlamento Europeo Friedrich Merz, el más impetuoso de los líderes europeos en busca de financiar dos años más de guerra. La certeza de que Rusia no aceptará pagar las reparaciones de guerra que pretende exigirle la UE para recuperar los activos retenidos hace inviable lo que la UE presenta como un préstamo que ha de ser consciente del que finalmente tendrá que hacerse cargo. Sin embargo, para entonces ya se habrá cumplido el objetivo real de los movimientos actuales, la militarización del continente y la cronificación de una situación de ruptura continental con una frontera de facto armada, sin posibilidad de rebajar tensiones y útil para justificar el aumento perpetuo del gasto militar.
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