Cuando comenzó hace dos meses, la ofensiva ucraniana debía provocar una ruptura rápida del frente que permitiera posteriormente un avance profundo hacia puntos clave como Melitopol. De esa forma, Ucrania estaría en disposición, tanto de atacar Crimea como de partir en dos la agrupación rusa en el frente sur, imposibilitando así su suministro. El plan chocó de frente con una resistencia rusa que Ucrania y sus aliados no parecen haber previsto, pero que ha causado una situación en la que la falta de avances está suponiendo una disonancia clara entre el discurso ucraniano y la realidad sobre el terreno que presentan incluso los medios occidentales. En el momento actual conviven los artículos que muestran el escepticismo sobre la capacidad ucraniana de derrotar a Rusia, las dudas sobre la efectividad de la instrucción occidental e incluso declaraciones con la baja moral de las tropas, que contrastan con la retórica ucraniana, que intenta no cambiar. Aunque comienza incluso a hablarse del gran tabú de esta guerra, las bajas ucranianas, Kiev continúa tratando de imponer su discurso. Ayer mismo, la portavoz de las Fuerzas Armadas de Ucrania recuperaba una vieja idea para acusar a Rusia de construir crematorios para hacer desaparecer a sus soldados muertos. Parece evidente que Ucrania busca desviar la atención de las imágenes del crecimiento de sus cementerios y de las primeras preguntas de la prensa occidental sobre los efectos de la contraofensiva entre sus filas.
Varios medios informaban ayer de que las noticias no son buenas para Ucrania. El blietzkrieg se ha convertido en una guerra de desgaste que Rusia ha preparado mejor que la defensa de esos mismos lugares donde ahora se batalla y que perdió hace un año. La contraofensiva debía dar a Ucrania un éxito rápido en direcciones secundarias como Kremennaya o Artyomovsk, utilizadas para fijar a las tropas rusas lejos del frente principal, donde Kiev avanzaría en su dirección prioritaria hacia Melitopol o Berdiansk. Hasta ahora, ni la dirección principal ni las secundarias han dado grandes resultados a Ucrania. El hecho de que todos esos objetivos primarios y secundarios fueran evidentes ha ayudado Rusia a planificar tanto la defensa como movimientos ofensivos con los que mejorar sus posiciones y obligar a Ucrania a desviar parte de sus tropas a zonas en las que no esperaba tener que utilizar tantas reservas. Es el caso del frente de Lugansk, concretamente el sector alrededor de Kremennaya y Svatovo, a priori más vulnerable para Rusia desde el pasado septiembre tras la pérdida de sus posiciones en la región de Járkov. La defensa activa comenzó semanas antes de la contraofensiva ucraniana y con ella Rusia ha conseguido liberar a esas ciudades del peligro inminente de posible asedio en el que se encontraban hace unos meses y también obligar a las Fuerzas Armadas de Ucrania a emplear más efectivos de los esperados. E incluso en los alrededores de Artyomovsk, en lugares como Klescheevka, que Ucrania ha dado por capturado varias veces, las fuentes rusas anuncian avances de cierta importancia alrededor de esa localidad. No hay, por el momento, motivos para ver en estos movimientos un peligro inminente para la siguiente ciudad en dirección a Slavyansk o Kramatorsk, Chasiv Yar, sino una forma de aliviar la situación en Artyomovsk.
Más prometedora a corto plazo parece la dirección a Kupyansk, una zona que, según los planes ucranianos, no debía siquiera aparecer en los partes de guerra. Recuperada de las tropas rusas el pasado septiembre en una rápida ruptura del frente que sorprendió al comando y a los soldados sobre el terreno, que no pudieron sino retirarse rápidamente para evitar quedar sitiados, esta área del frente parecía consolidada para las autoridades ucranianas, que en este año han realizado allí las labores de persecución de colaboracionistas que tan a la ligera ha justificado la prensa occidental.
Hace ya muchos días que Rusia comenzó a poner cierto énfasis en la mejora de sus posiciones en este sector del frente, aparentemente propicio por su cercanía a la frontera rusa, lo que debería facilitar la logística (aunque ese aspecto fue uno de los problemas hace un año, algo que el comando ruso parece haber trabajado y mejorado en este tiempo). A lo largo de los últimos días, varios comentarios de soldados y comandantes ucranianos recogidos por medios como openDemocracy daban a entender un empeoramiento de la situación para los intereses de Ucrania. Ayer, Ucrania, siempre reticente a admitir problemas, afirmaba que la situación en el noreste, es decir, en el frente de Járkov, era “muy difícil”, una forma de confirmar las informaciones sobre el avance de varios kilómetros de las tropas rusas. Once meses después de la retirada, Rusia vuelve a acercarse a la localidad de Kupyansk, importante nudo de comunicaciones y clave para el avance sobre el norte de Donbass en caso de posteriores avances. Es prematuro especular sobre unos planes más ambiciosos que la defensa de posiciones hasta hace poco tiempo en peligro y el avance sobre objetivos como Krasny Liman, perdido en las horas posteriores al anuncio de adhesión de los territorios de las Repúblicas Populares a Rusia.
El eje que transcurre a través del río Oskol desciende posteriormente hacia Krasny Liman y finalmente hacia Artyomovsk, por lo que el intento de avance ruso responde a la protección de los territorios bajo control y la posibilidad de fortalecer esa línea en busca, quizá, de futuras acciones ofensivas de mayor nivel. En el frente de Járkov, aunque el avance es significativo, especialmente por el contraste que supone con la mala actuación de hace casi un año, no debe verse -al menos de momento- una operación amplia en busca de una posición como la alcanzada por Rusia en los primeros días de su intervención militar, cuando aspiraba a sitiar, si no capturar, la ciudad de Járkov, segunda ciudad de Ucrania. De momento, los objetivos son más modestos y responden a la situación en los frentes existentes, no al intento de crear uno más. Avanzando hacia Kupyansk, donde Rusia tendría que cruzar el río Oskol, escollo que dificultó la defensa el pasado septiembre, Rusia busca obligar a Ucrania a desviar parte de sus fuerzas de otros frentes, incluido el de Belgorod, donde periódicamente se producen bombardeos, Artyomovsk o incluso Zaporozhie. Lograr que Ucrania se viera obligada a utilizar sus reservas estratégicas o a desviar fuerzas de su frente prioritario sería ya un importante resultado para Rusia en su intento de mantener estable la línea de Zaporozhie, que va a determinar la valoración final de la contraofensiva ucraniana.
Por el momento, la situación es lo suficientemente complicada como para que Ucrania haya enviado a este sector a Syrsky, el comandante de las fuerzas terrestres, haya admitido avances rusos y haya dado orden de evacuación de una treintena de localidades (ninguna de ellas Kupyansk). Según fuentes como Rybar, generalmente bien informadas, Rusia se encontraría a unos siete kilómetros de Kupaysk, un avance que tendría que consolidar y tras el que deberá llegar a la margen oriental del río Oskol. El éxito de esta operación se medirá, no solo en términos de captura de localidades o mejora de las posiciones ofensivas y defensivas, sino en la capacidad rusa de minar la logística del ejército ucraniano en este sector del frente y en el efecto que la batalla alcance a la hora de tener que redirigir para esta defensa a una cantidad significativa de tropas. En cualquier caso, los movimientos ofensivos rusos en el este son ya un síntoma de que la iniciativa que Ucrania adquirió en el frente hace once meses está ahora, cuando menos, disputada.
Comentarios
Aún no hay comentarios.