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Al contrario que hace 10 años, el presidente ruso Vladimir Putin no acudirá este año a los actos que conmemoran el 70 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz al no haber sido oficialmente invitado por el Gobierno polaco. Quizá para justificar la presencia del presidente ucraniano y la exclusión del ruso, o porque el reciente aumento del sentimiento anti-ruso en Europa lo permite, el ministro de Asuntos Exteriores polaco Grzegorz Schetyna ha declarado que la liberación del campo fue obra de soldados ucranianos, en alusión al Primer Frente Ucraniano del Ejército Rojo, que efectivamente liberó el campo.
Es un dato conocido que había soldados ucranianos, igual que rusos, georgianos y de otros grupos étnicos que formaban la Unión Soviética y también el Ejército Rojo, igual que lo es también que el nombre del frente se refiere a la dirección geográfica y no al origen étnico de los soldados.
Todo indica en realidad que las manifestaciones de Schetnya pretendían limitar el papel de Rusia en la liberación, sembrando de paso dudas respecto al papel de la Unión Soviética en la derrota del nazismo en Europa. Y, sobre todo, las declaraciones tratan de reforzar el acercamiento simbólico a la Ucrania actual, aun a riesgo de contribuir a rehabilitar a aquellos que colaboraron con el nazismo en Polonia.
Destaca, en este sentido, una contradicción en la posición polaca. Es evidente el compromiso de la actual elite ucraniana con las organizaciones que colaboraron con el nazismo, en particular la OUN, y sus herederos políticos. Esta conexión se puso claramente de manifiesto en el intento de Turchinov de imponer la rehabilitación política de esas organizaciones colaboracionistas en la sesión de la Rada de octubre de 2014. El apoyo polaco al nuevo establishment ucraniano resulta chocante si se recuerda el papel jugado por los aliados ucranianos de Hitler en la Polonia ocupada por la Alemania nazi.
Esa contradicción en la postura polaca tiene su origen en la labor de relativización del colaboracionismo ucraniano con el nazismo que impulsaron distintos servicios de inteligencia occidentales. En referencia a las organizaciones de la extrema derecha nacionalista ucraniana, ya en 1949 Roscoe Hillenkoetter, primer director de la CIA, sostenía:
Una curiosa anomalía se ha desarrollado desde el final de la guerra. Varias de esas organizaciones (por ejemplo, los grupos de Melnik y Bandera y los partisanos lituanos) estuvieron del lado de los alemanes no por una orientación pro-alemana o pro-fascista sino por un fuerte sesgo anti-soviético. En muchos casos su motivación fue principalmente nacionalista y patriótica, con su adhesión a la causa alemana determinada por los intereses nacionales. Desde el final de la guerra, por supuesto, estos grupos que eran por oportunismo pro-alemanes siguieron siendo fuertemente anti-soviéticos y, en consecuencia, encontraron un terreno común con nuevos socios.
Documentos desclasificados por la CIA muestran el papel real desempeñado por el filo-nazismo ucraniano en Polonia. Uno de esos documentos describe la situación existente en un periodo que sigue en apenas algunos meses al momento en el que Yaroslav Stetsko avanzó hacia Lviv, junto a sus compañeros de viaje hitlerianos, para intentar restablecer el estado ucraniano. Titulado POLAND UNDER NAZI RULE, escrito el13 de noviembre de 1941 por T. H. CHYLINSKI, Vice Consul de EEUU en Polonia, fue desclasificado por la CIA en el contexto del Nazi War Crimes Disclosure Act.
El apartado del documento relativo a las relaciones Germano-Ucranianas en Polonia revela con claridad el papel colaboracionista y la función represiva de los ucranianos aliados de los nazis en Polonia. Esta actitud les ganó un estatus privilegiado en aquel país, similar al de los alemanes. El texto, que habla también de los motivos de la oposición alemana al proyecto de Stetsko de nuevo Estado ucraniano, dice lo siguiente en sus páginas 25 y 26:
El elemento ucraniano en Polonia constituye una clase privilegiada en igualdad de condiciones con el Volksdeutsch [la población local de etnia alemana, Ed]. Tienen permitido poseer radios y pueden obtener alimentos en las tiendas alemanas con cartas [de alimentación, Ed] idénticas a las de los ciudadanos del Reich y de los Volksdeutsch! Están empleados en oficinas alemanas en Cracovia, Varsovia y en los distritos provinciales.
Un gran número de ellos tienen en fideicomiso [Treuhanders en alemán] establecimientos industriales y comerciales confiscados a los judíos. La prensa ucraniana en Polonia expresa bien alto sus alabanzas hacia Hitler y los Nazis. A Los ucranianos se les permite mantener sus propias sociedades y organizaciones en el Gobierno General [de Polonia, Ed]. En Varsovia, su número está aumentando rápidamente. Se ha informado de que un gran número de ellos han sido colocados en la fuerza de policía polaca, en los ferrocarriles y en la red de trolebuses. Es bien sabido que la mayoría de las cárceles en la parte sur del Gobierno General están atendidas por ucranianos. Tratan a los polacos aún más severamente que los alemanes. Se les instruye en escuelas especiales de policía, abiertas por los alemanes en varias partes del país.
Según información recibida en Varsovia, destacamentos ucranianos están siendo formados y armados por las autoridades militares alemanas y es probable que estén siendo ahora utilizados en la campaña contra la Rusia soviética.
Sus esperanzas en una Ucrania independiente sufrieron un revés cuando los alemanes incorporaron Lemberg y otros territorios supuestamente ucranianos al Gobierno General. Se afirma que las autoridades militares alemanas encontraron que mucha de la información suministrada por el servicio de inteligencia ucraniano en Rusia era inexacta, en particular con respecto a la fuerza, la moral y la ubicación de las tropas soviéticas en la frontera. Los ucranianos se precipitaron por su ansiedad en adelantar las hostilidades. Aparte de esto, el nuevo estado requeriría el establecimiento de una nueva administración similar a la del Gobierno General, lo que no era conveniente a la vista de la escasez de funcionarios y personal capacitado.
En la página 30 del documento el Vice-Consul habla de las dificultades que sufre la población polaca para hacerse con alimentos y del bloqueo que sufre por parte de los alemanes. Señala que cuando este bloqueo se refuerza, “viene normalmente acompañado de la prohibición de que los polacos utilicen los ferrocarriles. Los Volkdeutsch, los ucranianos y, por supuesto, los alemanes están exentos de esta prohibición”.
Respecto al papel de los ucranianos en las estructuras nazis del Gobierno General de Polonia, se señala en la página 45:
“Las oficinas administrativas centrales y de distrito están atendidas por alemanes pero rusos y ucranianos están empleados en muchas de las posiciones menos importantes. Los polacos sólo pueden ser empleados en instituciones autónomas tales como en la gestión de los Ayuntamientos, las empresas municipales o los servicios públicos. Hasta hace poco los polacos no eran admitidos en las oficinas administrativas alemanas y tenían la obligación de tramitar sus casos por escrito. Recientemente esto ha cambiado y los polacos son recibidos con frecuencia por funcionarios alemanes en materias de importancia. Alemanes, rusos y ucranianos, por supuesto, siempre tienen preferencia y no necesitan estar en las colas de espera”.
En la página 47 se señala la presencia ucraniana en la fuerza de policía polaca:
“Es de conocimiento general que la fuerza coopera estrechamente con la Gestapo. Se presume que muchos de los oficiales son hombres de la Gestapo que se hacen pasar por oficiales polacos; también hay muchos ucranianos que han sido recientemente asignados a la fuerza. En su conjunto, la policía polaca tiene muy mala reputación”.
En la página 55 se señala que: “Los quioscos de prensa tienen una línea completa de revistas y periódicos alemanes, así como prensa rusa y ucraniana, además en ocasiones periódicos italianos y franceses de París”.
Es preciso no generalizar y recordar que muchos ucranianos, igual que los ciudadanos de otras zonas ocupadas por la Alemania Nazi, se enfrentaron desde el principio al nazismo, algunos de los cuales murieron en Auschwitz. Pero también hay que recordar el papel real de la extrema derecha ucraniana que colaboró con Hitler en el pasado.
La defensa de quienes pretenden negar el colaboracionismo de algunas organizaciones nacionalistas de extrema derecha ucraniana pasan por insistir en que los líderes y militantes de la OUN fueron detenidos y enviados a Auschwitz, como revela el caso de Lev Rebet, uno de los ministros nombrados por Stetsko tras la proclamación del Estado ucraniano de 1941. Es un hecho conocido, como lo es que algunos de ellos, como dos hermanos de Stepan Bandera, murieron en 1943 en aquel campo. Pero esos acontecimientos se relacionan ante todo con los conflictos internos entre las fuerzas extremistas de la derecha europea en los años 40 y con la idea que cada una de las partes tenía para Ucrania una vez acabada la guerra.
A pesar de lo que describe el Vice Consul Chylinski, no deben sorprender las actuales posiciones de los líderes polacos. Están guiadas por la apuesta oportunista por la causa que más daño pueda causar a los enemigos históricos. No es el respeto a los muertos y supervivientes de Auschwitz, o a los liberadores del campo, lo que explica las declaraciones del ministro polaco de exteriores. Es simplemente el desprecio por la Rusia percibida como eterna enemiga.
Auschwitz es ante todo un monumento a las visiones purificadoras del Reich, obsesionado por liberar a Europa de judíos o gitanos. Es un proceso que se quiso intensificar a partir de 1942, precisamente cuando se relaja la acción represiva contra la oposición política en Auschwitz. Además de judíos y gitanos, sólo los prisioneros soviéticos sufrieron en Auschwitz el destino de la muerte universal que constituía el destino de judíos y gitanos.
Como muestran algunos relatos, los nacionalistas de la OUN no eran objetivo del Holocausto ni de la voluntad de exterminio político del nazismo. En un informe desclasificado de la CIA de 1963, se recoge la trayectoria de Stepan Procyk, un miembro de la OUN cercano a Mykola Lebed. En lo relativo a su paso por Auschwitz, junto a un grupo de ucranianos, probablemente vinculados en su mayoría a la mencionada organización, se señala lo siguiente:
Fue enviado al campo de concentración de Auschwitz, Alemania [Sic]. Permaneció en Auschwitz desde aproximadamente agosto de 1943 a principios de 1945. Durante este período de tiempo, trabajó en varios proyectos de construcción de carreteras, limpieza de bosques, y también trabajó en una fábrica de salchichas. Declara que, para cuando llegó a Auschwitz en 1943, las condiciones habían mejorado considerablemente. El número de ejecuciones se había reducido drásticamente con la excepción de los polacos y los judíos a quienes los alemanes siguieron ejecutando hasta el final. Las ejecuciones se realizaban normalmente los miércoles y sábados en el caso de los judíos. El sujeto siente que las razones por las que él y los demás ucranianos, un grupo de alrededor de 180, no fueron asesinados eran de dos tipos: (a) los ucranianos eran básicamente anti-comunistas, (b) habían organizado una división y estaban luchando con los alemanes contra los rusos. Fue por esa razón por la que PROCYK pensó que los alemanes no consideraban a los ucranianos como una gran amenaza para su propia seguridad. A primeros de 1945, ya que los rusos se iban acercando a Auschwitz, se decidió trasladar a los prisioneros a Checoslovaquia”.
Las explicaciones de Procyk sobre su posterior liberación, tras pasar por el campo de Ebensee, cerca de Mathausen, son las siguientes:
Durante su estancia allí, trabajaron sobre todo en excavar túneles dado que los alemanes estaban tratando de poner toda su industria bajo tierra. Hicieron eso hasta ser liberados por los estadounidenses el 6 de mayo de mayo de 1945. Dado que Austria era demasiado pobre, el sujeto decidió ir a Munich, Alemania, donde había escuchado que tenían su sede muchos de los dirigentes de la Organización de Nacionalistas Ucranianos. Los estadounidenses permitieron este movimiento, siendo montados en un tren con dirección hacia Alemania. El sujeto llegó a Munich donde se quedó durante los siguientes nueve años”.
La base central de la extrema derecha ucraniana en Europa volvería así a girar en torno a los círculos derechistas tradicionales en Alemania desde su base bávara de Múnich.
Tras su experiencia hitleriana, no le tembló el pulso a este movimiento de ultraderechistas ucranianos a la hora de extender la ideología del odio y la violencia. Además de apoyar a regímenes como el de Franco, colaboró e impulsó la Guerra Fría contra la Unión Soviética. La ABN de Stetsko alentó igualmente todas las guerras de agresión que se libraron contra las fuerzas revolucionarias calificadas como pro-comunistas aunque a veces sólo les moviera la Teología de la Liberación. El daño causado es bien conocido.
Es también este movimiento el que ha consolidado la base ideológica en la que se sustentan las formulaciones anti-rusas del nacionalismo ucraniano moderno así como la actual estrategia de aniquilación de toda oposición en el Este. Es por eso responsable de la violencia que está sacudiendo a Ucrania en estos momentos. Este país sólo conseguirá forjar una verdadera nación cuando supere la rémora del extremismo de su derecha reaccionaria.
Muchos de los que se desplazarán a Auschwitz en los próximos días no lo harán por simpatía por las víctimas judías del campo o por sus liberadores soviéticos, por mucho que éstos fueran -o no- mayoritariamente ucranianos. Lo harán por las razones a las que se refería en 1949, y con gran precisión, Hollenkoetter. Por puro y simple oportunismo.
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