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Alto el fuego, Donbass, Ejército Ucraniano, Estados Unidos, Rusia, Ucrania

Otro plan diseñado para que sea rechazado

El martes, en uno de sus muchos mensajes a la nación, Volodymyr Zelensky recordó el cambio que se ha producido en los últimos años como herramienta de acercamiento a la familia occidental, la celebración de la “navidad de verdad” según el calendario occidental y no el ortodoxo. Para enfado del papa León XIV, que ayer condenó la medida, las fechas no han acarreado un alto el fuego, rechazado por Rusia ante lo vacío de una tregua que no implica avanzar hacia una resolución y únicamente favorece a la parte que se encuentra a la defensiva. El cambio de las fechas en las que la población ucraniana ha de celebrar las fiestas no ha supuesto tampoco un alto el fuego en el frente informativo. En su discurso de ayer, el presidente ucraniano calificó a la población rusa como “personas sin dios” y que no tienen “nada en común con el cristianismo o cualquier cosa humana”. Sin mencionar el nombre de la persona a la que se refería, el presidente ucraniano afirmó que todos comparten un deseo, “que muera”. Horas antes y exigiendo una respuesta rápida de Moscú, Zelensky había dado a conocer el plan de 20 puntos con el que Ucrania está dispuesta a poner fin a la guerra. Pese a lo cuestionable de algunos puntos, especialmente el relativo al control de la central nuclear de Zaporozhie, pendiente de la continuación de las negociaciones con Washington, el presidente ucraniano alega que se trata del plan acordado por Kiev y Washington. Sin embargo, el contenido de los puntos publicados por las autoridades ucranianas deja claro que se trata de una operación mediática con la que Ucrania aspira a presionar tanto a su aliado estadounidense como a su oponente ruso en busca de un acuerdo más favorable para Kiev.

Como no podía ser de otra manera teniendo en cuenta la dependencia absoluta de Ucrania con respecto a sus aliados y proveedores de armas, que anula la capacidad de Kiev de decir no a Londres, París, Berlín y, sobre todo, Washington, el plan que el equipo de Zelensky negocia con el de Witkoff y que publicó ayer -previsiblemente de forma anticipada y sin coordinación con Washington- está basado en la propuesta de 28 puntos filtrada a la prensa hace unas semanas. Desde entonces, Zelensky ha realizado tres giras por la Unión Europea en busca de apoyo de su electorado más incondicional, jefes de Estado y de Gobierno occidentales, y ha ejercido de grupo de presión en busca de la actuación rápida para eliminar de la mesa de negociación el uso de los activos rusos retenidos en la UE. La ausencia de acuerdo ha impedido que la inmovilización definitiva de esos fondos suponga su puesta en manos de Ucrania para uso bélico, pero ha eliminado el peligro de que fueran utilizados para la reconstrucción a modo de reparaciones de guerra, ha dado a la UE la sensación de fuerza e impresión de tener algo que decir en la negociación y ha puesto a Kiev en una ligeramente mejor posición negociadora.

Garantizado gracias a un préstamo de 90.000 millones de euros de la Unión Europea el sostenimiento del Estado ucraniano para los próximos dos años, Kiev puede permitirse presionar en busca de un acuerdo cuyas probabilidades de éxito en las condiciones actuales de equilibrio de fuerza en el frente tienden a cero. Conscientes de que la ira de Donald Trump suele dirigirse a la persona a la que acusa de obstaculizar la paz, Zelensky ha querido acelerar los tiempos, dirigir el ultimátum a Moscú y publicar su variante del plan de Witkoff como herramienta de presión. “Nunca podremos igualar el sacrificio del pueblo ucraniano. Pero apoyaremos su lucha por la supervivencia mientras sea necesario. Porque la seguridad de Ucrania es nuestra seguridad. Ya hemos proporcionado 193.000 mil millones de euros en apoyo financiero, militar y humanitario. Y acabamos de acordar 90.000 millones más para los próximos dos años”, escribió ayer Úrsula von der Leyen, principal defensora de Zelensky y representante de la principal proveedora del ejército ucraniano, la Unión Europea. El mensaje es claro: gracias al a continua y creciente financiación europea, Ucrania puede permitirse seguir luchando. De ahí que pueda darse el lujo también de continuar publicando planes que, como la “Fórmula de Paz” de Zelensky de 2023 o el “Plan de Victoria” de 2024, respondan únicamente a las necesidades ucranianas y carezcan de todo realismo teniendo en cuenta que, sin haber ganado la guerra, Ucrania no tiene la fuerza necesario para imponer la paz en sus términos.

“Estados Unidos y Ucrania han consensuado varias cuestiones críticas destinadas a poner fin al conflicto, pero cuestiones delicadas en torno al control territorial en el corazón industrial del este de Ucrania siguen sin resolverse, dijo el presidente de Ucrania”, afirmaba ayer AP, ante lo que el periodista opositor ruso Leonid Ragozin respondía no estar “seguro de que el lado estadounidense haya llegado a un consenso con Zelensky, al menos no sobre la versión del plan que ha presentado”. El plan publicado por Zelensky y cuya base ha sido negociada por Estados Unidos en un diálogo que, como muestran los puntos en los que la propia Ucrania admite que aún no hay acuerdo, sigue inconcluso es un marco político general, mucho menos concreto que los 28 puntos originales y en el que falta incluir prácticamente todos los detalles.

El documento plantea lo mismo que ya hicieron otros borradores anteriores impulsados por Ucrania, el plan que Zelensky afirma haber consensuado con Estados Unidos otorga a Kiev todo aquello que puede lograr sin haber ganado la guerra: congelación del frente en la línea de contacto y sin más pérdida de territorio, garantías de seguridad de Washington, presencia de tropas de sus aliados en la línea de separación, beneficios económicos futuros en forma de acuerdo de libre comercio con Estados Unidos e inversiones multimillonarias para la reconstrucción y explotación de los recursos naturales del país y privilegiada adhesión a la Unión Europea y al mercado común. Ucrania se permite incluso rechazar la propuesta estadounidense de supervisión internacional de la central nuclear de Energodar y reparto al 50% de la energía producida. Ucrania afirma que aún no hay acuerdo con Estados Unidos, pero rechaza esa opción. La única de las líneas rojas rusa que el documento no cruza es la referida a las reparaciones de guerra que Ucrania siempre ha exigido. Sin embargo, teniendo en cuenta que Ucrania solo tendría que devolver el préstamo de 90.000 millones de euros concedido por la Unión Europea en caso de obtener ese pago por parte de Rusia, la exigencia de reparaciones de guerra está implícita y ni siquiera necesita ser incluida en la propuesta. El plan implica una fuerte militarización de Ucrania, presencia de un contingente de tropas extranjeras en la frontera de facto -que Kiev exigirá sean de la “Coalición de los Dispuestos”, es decir, de países miembros de la OTAN- y omite, como era de esperar, cualquier mención a la exigencia de neutralidad, por lo que persiste la aspiración de adhesión a la Alianza Atlántica, uno de los factores principales de esta guerra y principal línea roja rusa.

A modo de concesión simulada, Zelensky abrió ayer la puerta a la posibilidad de retirada de «fuerzas pesadas» ucranianas de la parte de Donetsk bajo su control. Aunque el plan apunta a mantener la línea de separación como frontera de facto en los cuatro territorios que Rusia reclama como propios -Jersón, Zaporozhie, Donetsk y Lugansk- el presidente ucraniano afirma estar dispuesto a una retirada parcial para la creación de una zona desmilitarizada o zona económica libre gestionada por Ucrania o con presencia de tropas internacionales en caso de una retirada similar por parte de Rusia, una proposición absurda que solo ha resultado creíble a los periodistas más crédulos.

“Ucrania está lista para retirar «fuerzas pesadas» de las partes de la región del Donbás que aún controla si Rusia iguala la retirada como parte de un acuerdo de paz, dijo el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, en comentarios publicados el miércoles”, escribió, centrándose en uno de los detalles menos creíbles, el corresponsal de Financial Times Christopher Miller. La voluntad de ver buena fe y propuestas legítimas que buscan la resolución del conflicto en cada palabra de Zelensky obliga a analistas y think-tankers a suspender su capacidad de pensamiento crítico ante ciertas proposiciones diseñadas específicamente para lograr el no del enemigo.

“¿Me estoy perdiendo algo? No veo cómo el plan propuesto por Zelensky —que Rusia no consiga ese 20% de la región de Donetsk, retire sus fuerzas y que los ucranianos vigilen la zona desmilitarizada— puede ser siquiera mínimamente aceptable para Putin. Seguramente, esto es solo una táctica para atraparlo y que lo rechace, ¿no?”, se preguntó ayer el analista y articulista de The Times Mark Galeotti. Los términos del plan de Zelensky son vagos en muchos sentidos, pero su subtexto es claro: este es el tipo de equivalente a los acuerdos de Minsk que Kiev y las capitales europeas buscaban para compaginar los dos objetivos más importantes, contentar a Donald Trump ofreciendo una apariencia de simulación de paz y obtener un tratado que no cierre la puerta ni a la recuperación futura de los territorios perdidos ni renuncie al irreversible camino euroatlántico de Ucrania. “No se menciona la neutralidad de Ucrania ni su retirada de la OTAN, por lo que parece más bien lo que el Kremlin llama diplomacia del megáfono. Inviable. Si los estadounidenses acuden a Moscú con un nuevo plan, este no será el indicado”, añadió Leonid Ragozin.

“La extraña diplomacia itinerante que hemos visto todo el año ha llegado a su fin. Es una pérdida de tiempo que los mediadores estadounidenses tomen notas para estas partes. Es hora de reunirlos en una sala. Idealmente, a nivel técnico. Pero con el tiempo a contrarreloj”, escribió la activista Almut Rochowanski, que compartía la previsible noticia de que el Kremlin buscará cambios en el plan publicado por Zelensky. Sin embargo, esta postura contradice abiertamente el subtexto de todas y cada una de las propuestas ucranianas, siempre políticas y nunca técnicas, centradas únicamente en un marco general de consolidación de un alto el fuego que permita a Ucrania dejar de perder territorio, recuperarse, reclamar reparaciones tanto a aliados como al enemigo y seguir exigiendo por la vía política aquello que ha perdido por la guerra y a lo que no intenta no renunciar ningún tratado. La negociación continuará y no es de esperar que Moscú vaya a responder positivamente a un planteamiento que cruza todas las líneas rojas rusas tanto en seguridad como en la cuestión territorial y que no resuelve ninguno de los aspectos esenciales de guerra. Sin poder dar un no rotundo a Estados Unidos, es previsible que Moscú ttate de incluir sus exigencias en el marco de esos 20 puntos, inttoduciendo, por ejemplo, la exigencia de neutralidad en los puntos relativos a las garantías de seguridad.

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