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Ejército Ucraniano, Rusia, Ucrania

El riesgo del frente y de la huida

“Rusia se está aproximando al impasse estratégico de la guerra”, afirma el general de brigada Andriy Biletsky en su última entrevista, publicada por el servicio de prensa de la Tercera Brigada de Asalto, que cada vez disfruta de más recursos y se aprovecha de la normalización del grupo que se ha producido a lo largo de los últimos años. Las palabras del líder blanco del movimiento Azov se producen en un momento en el que, con la excepción de Kupyansk, un frente en el que Rusia no tiene ningún incentivo para arriesgar en exceso en busca de avances que probablemente fueran a ser revertidos en la negociación, las tropas ucranianas se encuentran a la defensiva y perdiendo territorio. Ayer mismo, el mando ucraniano confirmó lo que era una evidencia hace varias semanas, la pérdida de Seversk y admitió que sus tropas se han replegado de la ciudad. En pocos días, Rusia consiguió lo que no había logrado en tres años, avanzar, irrumpir y capturar la ciudad, un cambio de tendencia en esa sensible zona del frente que apunta a una realidad opuesta a la que señala Biletsky.

El objetivo de sus declaraciones es el mismo que el de Zelensky, insistir en que Ucrania no está perdiendo la guerra y que Rusia no solo no la está ganando, sino que el sueño del colapso del enemigo sigue siendo posible. Confundir a los aliados con que esa narrativa de la propaganda ucraniana es la realidad es la base para exigir posteriormente una mayor aportación de asistencia militar y rechazar cruzar líneas rojas en la negociación aun a riesgo de que la ruptura de las negociaciones condene al país a la continuación de la guerra. Todo en Ucrania parece reducirse a la diferencia entre los presupuestos militares, fácil de solventar con una solución clara, más dinero de sus aliados europeos. “Debemos poner fin a esta guerra con una paz digna para Ucrania. Debemos garantizar la fortaleza de Ucrania en todas las circunstancias: armas, finanzas y apoyo político. Debemos garantizar que la resiliencia de Ucrania, incluyendo nuestro sector energético y nuestras prestaciones sociales, reciba un apoyo fiable.

Debemos asegurar plenamente la recuperación necesaria para Ucrania tras los ataques rusos y después de esta guerra; esta es una tarea global, y nuestros socios serán tan esenciales en ella como lo son en la defensa”, afirmó ayer Zelensky con un discurso claramente recaudador y que marca las expectativas de obtención de asistencia económica da largo plazo que espera de sus aliados, no solo los países europeos, sino también Estados Unidos. Zelensky reserva a Washington la presencia militar y el acuerdo de garantías de seguridad que, según el presidente ucraniano, “será ratificado por el Congreso”, algo ante lo que la delegación estadounidense  ha sido reticente hasta ahora. El mensaje es claro: Ucrania precisa de financiación a largo plazo tanto para la guerra como para la posguerra, una reconstrucción que es tarea global, una forma de expresar que Kiev espera recibir fondos de cada vez más países.

Sin embargo, la guerra no es solo cuestión de fondos y la insistencia en la cuestión económica evita que Ucrania tenga que referirse al elefante en la habitación, la cuestión del personal. Incluso antes de la invasión rusa, los datos de población que aportaba Ucrania, que no ha realizado un censo desde 2001, eran cuestionables. El consenso era entonces que se sobreestimaba la población, que hacía mucho tiempo que se encontraba por debajo de los 40 millones. Al contrario que Rusia, que ha compensado con inmigración de los países de la antigua Unión Soviética la emigración y la caída de la natalidad, Ucrania ha visto su población reducida en cantidades preocupantes. Especialmente extrema es la caída en el grupo de población que tradicionalmente habría sido reclutado para la guerra, los hombres jóvenes, y que Zelensky ha tratado de proteger. Las presiones occidentales obligaron a la Rada a rebajar la edad de reclutamiento a 25 años, pero el presidente ucraniano se ha resistido a cumplir los deseos de sus patrocinadores para reclutar a los mayores de 18 años.

Como gesto de buena voluntad hacia quienes financian la guerra, Ucrania ha fomentado el alistamiento voluntario por medio del ofrecimiento de incentivos económicos como reducción de intereses en hipotecas de viviendas que pueden quedar destruidas por la guerra o que no podrán disfrutar si no sobreviven a la guerra, aumento de los miserables salarios militares o privilegios educativos. Sin embargo, en parte para proteger a esa generación -aunque también como medida preelectoral-, Zelensky anunció la eliminación de la prohibición de salida del país a los hombres más jóvenes. La voluntad de enviar masivamente a esa población al frente es mayoritaria solo en los aliados occidentales, mientras que la realidad del frente indica que la media de edad de los soldados en las trincheras sigue aumentando y, según varios medios, se encuentra ya en 43.

El problema de personal que sufre Ucrania, y que hace que los contraataques en el frente tengan que limitarse a aquellos lugares más propicios y no pueda haber grandes operaciones militares, no se limita a la reducida población joven o a la resistencia activa al reclutamiento forzoso en las calles de las ciudades ucranianas, sino también a la huida del país, como muestran incluso medios afines como CNN. Desde un helicóptero, la reportera de guerra Clarissa Ward describe la escena que repiten, según indica, más de un centenar de hombres a la semana, la huida a pie, en plena temporada de invierno, a través de los Cárpatos en dirección a la frontera de Rumanía. “El propio servicio de guardia fronteriza estatal de Ucrania afirma que más de 25.000 personas han sido detenidas cuando intentaban salir del país. Y eso solo hacia Rumanía. Muchas más huyen a Moldavia, Hungría, Bielorrusia y otros países”, escribe CNN. “No todos salen ilesos. Al menos 29 hombres han muerto al intentar cruzar las traicioneras montañas o ahogados en el río Tisa, que separa parte del norte de Rumanía del suroeste de Ucrania”, añade el artículo, que no menciona los casos en los que grupos de hombres son detenidos tratando de cruzar la frontera y son inmediatamente movilizados. En Rumanía, un servicio de rescate afirma haber salvado a 377 ucranianos en estos años de guerra.

“Para aquellos que pueden permitírselo, pagar a un traficante puede resultar tentador. Algunos de ellos anuncian abiertamente sus servicios en las redes sociales. «Artem», que tiene más de 4000 seguidores en TikTok, afirma que puede facilitar el paso a Rumanía por 14.000 dólares”, continúa CNN. La guerra siempre ha sido cuestión de clase y quienes disponen de medios económicos no han de arriesgar la vida cruzando los Cárpatos o atravesando el río Tisa para evitar la muerte en las trincheras. En ocasiones, la huida acarrea consecuencias comparables a las heridas de guerra. “Dima, que pidió utilizar un seudónimo por motivos de privacidad, perdió todos los dedos de los pies por congelación tras pasar cinco días intentando descender por las pistas a temperaturas bajo cero. «Fue un shock cuando vi mis pies», declaró a la CNN este trabajador de la construcción de 42 años. «Me duelen todos los días. Me duelen cada minuto, cada segundo».”, describe el artículo en referencia a un hombre que huyó del país al recibir la notificación del reclutamiento en abril de 2022. Uno de los hombres con los que viajaba murió congelado en la huida y Dima sobrevivió únicamente porque fue rescatado por el equipo de rescate rumano. Como en la guerra, también en la huida son habituales las innovaciones. Ayer, en Lviv, las autoridades detuvieron a un hombre de 62 años que lideraba una trama que ayudaba a otros hombres a huir del país por Transcarpatia utilizando una antigua tubería de gas ahora inutilizada.

A la huida preventiva de hombres a través de la frontera antes de ser movilizados por la fuerza hay que añadir el problema de las deserciones, cifras que Ucrania ha comenzado a ocultar para esconder una realidad perfectamente conocida. Ocultar los datos es el primer paso para posteriormente alegar que las deserciones son un problema en el ejército enemigo y no en el propio. La propaganda de guerra es capaz de obrar milagros, especialmente cuando se sustituyen los datos por el discurso y se apela a la fe en lugar de a la evidencia. “El 80% de los combatientes que se ausentan sin permiso en las Fuerzas Armadas de Ucrania abandonan los centros de instrucción”, ha admitido Roman Kostenko, secretario del Comité de Seguridad Nacional, Defensa e Inteligencia de la Verjovna Rada. “Así pues, el problema no es la fatiga de la guerra, sino la desconfianza hacia el liderazgo político y el mando militar del país. Sólo cuando se abran las fronteras Zelensky y Occidente comprenderán cuán profunda es esta desconfianza”, comentó la historiadora ucraniana Marta Havryshko.

Proteger el valor de Ucrania como proxy contra Rusia implica ocultar o relativizar el problema de deserciones, reclutamiento forzoso o huida del país para esquivar la muerte en el frente. Lo que haga falta para evitar que se plantee la posibilidad de si Ucrania está llegando a un impasse estratégico.

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