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Witkoff, Rubio y el caos negociador del trumpismo

“Durante los últimos tres días en Florida, la delegación ucraniana mantuvo una serie de reuniones productivas y constructivas con socios estadounidenses y europeos”, comienza el comunicado con el que Steve Witkoff informó de sus conversaciones con el equipo que Zelensky envió al campo de golf propiedad del enviado de Trump para continuar negociando la paz. En su comunicado, que el líder de la delegación ucraniana publicó también en su perfil en redes sociales, Witkoff añadía que “Ucrania sigue plenamente comprometida con el objetivo de una paz justa y sostenible”. “Durante los últimos dos días en Florida, el enviado especial ruso Kirill Dmitriev mantuvo reuniones productivas y constructivas con la delegación estadounidense para avanzar en el plan de paz del presidente Trump en Ucrania”, escribió cuatro horas después de publicar el primer post, insistiendo, en un comunicado mucho más breve y que no fue republicado por la delegación rusa, que “Rusia mantiene su pleno compromiso con el logro de la paz en Ucrania. Rusia valora altamente los esfuerzos y el apoyo de Estados Unidos para resolver el conflicto ucraniano y restablecer la seguridad global”.

El mensaje de Witkoff es claro: se está produciendo un trabajo continuado y activo en busca de la paz y las delegaciones de los dos países en guerra confían en la mediación estadounidense y agradecen su trabajo y muestran su compromiso con la paz. Sin ninguna filtración relevante sobre las cuestiones que se trataron ni más información que la ausencia de comunicados triunfalistas sobre los grandes avances que se han producido, las medidas palabras de Witkoff y el silencio de las delegaciones de Rusia y Ucrania pueden indicar un nuevo paso adelante en este extraño proceso de negociaciones, ya que el silencio suele indicar que existe un trabajo que las delegaciones participantes intentan no sabotear.

El factor de la necesidad de no ofender a Estados Unidos, a Donald Trump o a su enviado para la paz es también un motivo por el que las partes no están aireando públicamente los puntos concretos en los que, como afirma Politico, “la distancia entre las partes en conflicto sigue siendo enorme”. Pese al intento de destacar la voluntad de paz, los reproches públicos aumentan constantemente entre Kiev y Moscú. “América tiene que decir claramente: si no es con diplomacia, entonces se aplicará toda la presión, un paquete muy fuerte de armas para Ucrania, un apoyo muy fuerte a Ucrania, y Estados Unidos impondrá sanciones integrales a toda la economía y a todos los sectores que generan ingresos para los rusos”, afirmó Zelensky el domingo. La exigencia de más armas para Ucrania y aumento de sanciones para Rusia no decae a pesar de que Kiev ensalce el papel estadounidense y alegue que el plan de Witkoff se acerca lentamente a ser una propuesta factible. No desaparece tampoco la esperanza de que sea Rusia quien rechace la propuesta, motivo por el que Ucrania trata de preparar el terreno para la vuelta a la política de abandonar los incentivos y centrarse en las amenazas.

Los términos en los que Ucrania y sus aliados europeos tratan de centrar el plan estadounidense hacen posible ese escenario, como afirmó el domingo el asesor de política exterior de Vladimir Putin Yury Ushakov, que se quejó abiertamente de los términos que están introduciendo Ucrania y las capitales europeas. Por el momento, el optimismo se limita a Steve Witkoff, siempre dispuesto a ver la luz al final del túnel, Kiril Dmitriev, cuyo trabajo más activo es dar la razón a Estados Unidos e insistir en que “todo va bien”. “La próxima vez en Moscú”, escribió tras sus reuniones en Florida. La felicidad de Dmitriev contrasta con la continuación de la violencia, los ataques rusos -en los últimos días centrados en Odessa y las infraestructuras energéticas-, contraataques ucranianos y acciones en la retaguardia. Ayer, un general ruso fue asesinado con un coche bomba en Moscú en una acción que lleva todos los signos de la inteligencia ucraniana. Mientras Rusia y Ucrania negocian sin prisa en Miami, la guerra sigue su curso.

Continúa también la puja por el poder dentro de las diferentes facciones de la administración Trump. La repentina aparición de Dan Driscoll, encargado de entregar a Zelensky el plan de 28 puntos, que supuestamente trató de imponer con excesiva agresividad al presidente ucraniano, y su posterior desaparición de la escena política de la negociación es un indicador de las formas en las que el trumpismo está gestionando el proceso.

La negociación Estados Unidos-Ucrania tras el no rotundo de Zelensky al ultimátum de Driscoll comenzó con la imagen de Marco Rubio y Andriy Ermak. Por diferentes motivos, ninguno de los dos hombres continúa en la negociación. Ermak cayó finalmente cuando su situación por las acusaciones de corrupción se hizo insostenible para quienes hasta entonces habían sido sus colaboradores más cercanos. Según un artículo publicado estos días por Ukrainiska Pravda, fueron personas del entorno de Ermak como la primera ministra Svyrydenko quienes dieron a Zelensky dos opciones: la cabeza de Ermak o la marcha de todos ellos.

También es significativa la desaparición de Marco Rubio como referente de la negociación y persona a la que se informa de los detalles de las reuniones técnicas, papel que se esperaría del secretario de Estado de Estados Unidos en un proceso de paz tan relevante. Un artículo publicado ayer por NBC ahonda en esta cuestión. El medio sitúa a Marco Rubio en una boda en el momento en el que se filtró el plan de 28 puntos que Witikoff había negociado con Dmitriev y, según medios como The Wall Street Journal, también con Rustem Umerov. “Rubio tenía previsto asistir a las conversaciones de paz con funcionarios ucranianos en Suiza, pero Witkoff había partido antes de lo previsto en lo que algunos funcionarios consideraron un intento de adelantarse a él, según dos funcionarios estadounidenses y una persona familiarizada con el episodio. Witkoff no comunicó sus planes de viaje a Rubio ni a otros funcionarios del Departamento de Estado, según las tres fuentes, en lo que ellos percibieron como una maniobra para permitir a Witkoff negociar con Ucrania como él considerara oportuno”, afirma NBC, adjudicando a Witkoff, considerado el representante estadounidense más cercano a Rusia, la intención de, cuando menos, obstaculizar el trabajo del secretario de Estado. Rubio, un neocon cuyas opiniones en política exterior son más cercanas al Partido Republicano tradicional que al trumpismo y le han valido sanciones de Rusia y China, llegó a Ginebra, según el artículo, para garantizar “que Witkoff no pudiera reunirse con los oficiales ucranianos sin él”.

“No era la primera vez que los funcionarios estadounidenses veían las acciones de Witkoff como un intento de eludir a Rubio. El episodio, que no se había informado anteriormente, fue el último ejemplo de una larga disputa entre las dos figuras de alto rango de la administración Trump, con opiniones muy diferentes sobre cómo poner fin a la guerra en Ucrania y hasta qué punto Estados Unidos debería confiar en las promesas de Rusia”, afirma el artículo, que achaca a Witkoff una excesiva voluntad de realizar concesiones a Rusia en favor de una resolución rápida del conflicto. “No hay lucha entre los dos y nunca la ha habido”, afirma el comunicado del Departamento de Estado en respuesta al artículo de la NBC, algo que es compatible con la actuación inconexa de las diferentes facciones trumpistas, facilitada por la forma en la que el presidente de Estados Unidos ha gestionado el proceso de negociación, con dos equipos negociadores en lugar de uno y poniendo al frente del operativo a una persona sin ninguna experiencia en la diplomacia.

El artículo menciona un episodio que califica de humillante en el que Marco Rubio, que se disponía a viajar a París, se encontró con una reunión a dos planificada para Steve Witkoff y Emmanuel Macron. Al tratar de gestionar con el Elíseo ser incluido en el encuentro, el equipo de protocolo del presidente francés habría remitido al secretario de Estado a Steve Witkoff, que debía aprobar el cambio, como finalmente hizo. Pese a los desmentidos de la Casa Blanca, parece un hecho que Steve Witkoff está realizando una parte de las labores que se esperarían del jefe de la diplomacia. “Durante el fin de semana, una delegación estadounidense se reunió con funcionarios ucranianos en Miami. «La delegación estadounidense estaba formada por el enviado especial Steve Witkoff, Jared Kushner y el miembro del personal de la Casa Blanca Josh Gruenbaum», publicó Witkoff en las redes sociales el domingo. No se mencionó a Rubio”, sentencia el artículo del medio estadounidense, que prefiere suponer una fractura en la administración, una usurpación de las funciones del secretario de Estado en lugar de comprender que existe un reparto del trabajo en el que Marco Rubio fue nombrado para el puesto para gestionar la política hacia lo que la Estrategia de Seguridad Nacional define como el principal objetivo de Estados Unidos, el Hemisferio Occidental, es decir, América. Witkoff, por su parte, ha quedado encargado de gestionar el final del conflicto en la región que ha sido rebajada al tercer nivel de prioridad, Europa.

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