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Activos rusos para garantizar la financiación

La guerra continúa, la financiación estadounidense ha desaparecido y los países europeos han aceptado gratamente la invitación de Washington a adquirir comercialmente armas norteamericanas que enviar a Kiev para garantizar que las Fuerzas Armadas de Ucrania puedan seguir luchando hasta el final por localidades como Pokrovsk y seguir soñando con una resolución del conflicto que no implique pérdidas territoriales. El inconsistente e ineficaz esfuerzo estadounidense de lograr la paz, en ocasiones obstaculizado por los países europeos, no ha logrado ningún avance, por lo que los deseos de Ucrania y sus aliados continentales se han cumplido y la vía militar sigue siendo la única sobre la mesa a día de hoy. El viernes por la noche, Donald Trump volvió a insistir, sin la más mínima evidencia que apoye su tesis, que la guerra acabará pronto, aunque añadió que “a veces hay que dejar que se desahoguen”. Desde que la guerra no cuesta dinero, sino que lo aporta en forma de venta masiva de armas a los países europeos, las prisas de la Casa Blanca por conseguir la paz en Europa han desaparecido completamente. El alivio mostrado por las autoridades de la UE y gran parte de los países miembros -salvo las excepciones habituales de Hungría y Eslovaquia- ante la desaparición del peligro de una paz con concesiones que no estaban dispuestos a realizar no ha eliminado, sin embargo, la segunda preocupación: cómo financiar una guerra larga.

Esta semana, en una entrevista, el ministro de Asuntos Exteriores de Polonia, Radek Sikorski insistía en que Rusia no podrá soportar seguir luchando más allá de los próximos tres años, una declaración que deja claro el plan, continuar luchando, sean cuales sean las consecuencias para Ucrania y su población, durante tres años más para desangrar así a la Federación Rusa. Para eso, Bruselas, Londres, París y Berlín han de recaudar la financiación necesaria para suministrar una guerra de alta intensidad en la que no son capaces de producir por su cuenta el material que rápidamente se agota en el frente. Esta misma semana, Mark Rutte se jactaba de que actualmente, los países de la OTAN han conseguido igualar la capacidad rusa de producción de munición. La OTAN producirá, según Rutte, dos millones de proyectiles de artillería al año, cifras cuestionadas por la analista militar brasileña Patricia Marins, que recuerda que periodistas de investigación destaparon el año pasado que la cifra de 1,4-1,7 millones de proyectiles que supuestamente iban a producirse en 2024 fueron en realidad entre 400.000 y 600.000. En cualquier caso, equiparar la producción a la de Rusia difícilmente puede considerarse un gran logro, ya que supondría que los 32 países de la OTAN consigan lo que ya podía hacer ese al que se le han impuesto 19 paquetes de sanciones y que ha sido sometido a todo tipo de medidas de guerra económica.

“Estados Unidos respalda plenamente a la Unión Europea en el uso de los activos rusos congelados como herramienta para apoyar a Ucrania y poner fin a la guerra con Rusia, según declaró a Reuters una fuente estadounidense familiarizada con la situación”, ha publicado esta semana la citada agencia, presentado como primicia algo que la Casa Blanca ha repetido abiertamente. La noticia, que no tiene nada de novedoso, sirve únicamente para reafirmar la idea de la expropiación -se le llame como se le llame – de los activos rusos congelados en la Unión Europea en febrero de 2022 como principal alternativa para financiar la continuación de la guerra. Todo indica que ese fue uno de los temas principales de la reunión de los grupos de trabajo de la “Coalición de Voluntarios” que se celebró este martes en Madrid y que, tras el fracaso del pasado mes, cuando se esperaba un acuerdo rápido, sigue siendo la principal obsesión de Bruselas. Con la diplomacia paralizada y Trump culpando al Kremlin del bloqueo, las armas están garantizadas, pero precisan de la financiación con la que adquirirlas.

Aunque los países europeos no se han enfrentado al rechazo de su población por el sobrecoste que supone financiar una guerra, el modelo de las subvenciones a costa de los presupuestos nacionales no son sostenibles a largo plazo, especialmente si no se presenta ningún tipo de planteamiento para conseguir los objetivos militares y políticos de la guerra más allá de continuar luchando mientras sea necesario. Lograr un acuerdo que ponga en marcha el mecanismo con el que poner en manos de Ucrania una cantidad equivalente a los activos rusos intervenidos por la UE y los países miembros es actualmente la principal obsesión de Bruselas, que ha tenido que pasar al plan B después de que Bélgica, sede de Euroclear y, por lo tanto, país más expuesto a las represalias rusas, se negara a aceptar una fórmula según la cual Bélgica tendría que enfrentarse sin la solidaridad de sus socios a la previsible litigación rusa.

“De Wever”, afirma Politico en referencia al primer ministro belga, “se opone al megapréstamo previsto por la UE, cuyo objetivo es dar a Kiev un respiro financiero de tres años. Ucrania se enfrenta actualmente a un déficit presupuestario de unos 60.000 millones de dólares para los próximos dos años, sin contar el coste del mantenimiento del ejército”. Garantizar la financiación es la única forma de posibilitar la continuación de la guerra, principal objetivo de la Comisión Europea, para lo que las instituciones continentales y los países miembros buscan un mecanismo con el que convencer a Bélgica de que el riesgo será colectivo o, mejor aún, negar que exista ningún peligro.

“Como medida de seguridad, los belgas exigen que los gobiernos de la UE proporcionen garantías nacionales por valor de más de 170.000 millones de euros contra el préstamo, que puedan pagarse en cualquier momento. De Wever también quiere garantías de que el uso del valor en efectivo de los activos rusos también tenga base legal”, añade Politico que, posiblemente debido a las declaraciones de sus fuentes, da por hecho que Bélgica aceptará finalmente la propuesta que se le ofrezca. Pese a las garantías que la UE pretende dar a Bélgica, no hay base legal con la que incautarse de los activos de un país al que no se ha declarado la guerra. El principal mecanismo de seguridad en este caso es el que ha protegido en Polonia al acusado de haber participado en el atentado contra el Nord Stream: el uso político de la justicia como herramienta para imponer las decisiones de la UE. La principal preocupación del medio es ahora la rapidez con la que pueda conseguirse el objetivo.

“Una vez que se hayan resuelto las preocupaciones de Bélgica, la Comisión propondrá formalmente una legislación sobre el préstamo de reparación en las próximas semanas, según dos funcionarios informados sobre los planes. Otros dos funcionarios de la UE informados sobre los planes dijeron a Politico que es probable que el Parlamento también participe en la elaboración de la legislación. Esto podría prolongar el proceso y amenazar las esperanzas de la Comisión de obtener 140.000 millones de euros antes de abril, cuando se prevé que Kiev se quede sin dinero”, escribe marcando una línea clara, la próxima primavera, momento en el que Kiev se quedaría sin la financiación necesaria para continuar luchando.

“Cuanto más tardemos en actuar, más difícil será”, ha declarado esta semana el comisario de Economía, Valdis Dombrovskis, para aplicar la presión del tiempo en busca de un acuerdo rápido. Pero ese no es el único argumento esgrimido por la UE para lograr desbloquear la expropiación de facto de los activos rusos. Como recoge Financial Times, los países miembros “tendrán que pagar intereses de hasta 5.600 millones de euros al año de forma indefinida si no llegan a un acuerdo sobre un paquete de préstamos de 140.000 millones de euros para Ucrania respaldado por activos rusos congelados, ha advertido la Comisión Europea”. Esa es la amenaza que plantea un documento al que ha tenido acceso el medio y que ha sido enviado a todas las capitales con el objetivo de elevar la presión en busca de un acuerdo. De lo contrario, afirma el documento según Financial Times, “los 27 Estados miembros del bloque deberán autorizar un préstamo conjunto que supondría una carga adicional de miles de millones en nuevas deudas para unos presupuestos nacionales ya muy ajustados, o bien proporcionar a Ucrania subvenciones directas por un total de 140.000 millones de euros”, lo que “afectaría directamente su déficit y deuda”, una sutil amenaza que gran parte de los presupuestos nacionales no pueden permitirse.

“El documento de la Comisión también advertía de que el préstamo de 140.000 millones de euros podría tener «posibles repercusiones tanto en la absorción del mercado como, en particular, en el tipo de interés que la Unión pagará en general por sus préstamos». «No se puede descartar que también pueda tener costes indirectos adicionales» para otros programas financieros de la UE, añadía. Por el contrario, la Comisión afirmó que el plan bloqueado por Bélgica el mes pasado solo supondría una «responsabilidad contingente» temporal para los Estados miembros a la hora de suscribir el préstamo, antes de que se transfiriera al presupuesto común de la UE en 2028”, añade Financial Times, que refleja la opinión oficial de que no hay riesgo real en el uso de los activos rusos incautados, ni en lo que esa expropiación efectiva va a mostrar a otros países sobre la seguridad y fiabilidad del sistema financiero europeo.

Sin embargo, sí hay un riesgo que la UE admite. Según el artículo, el documento afirma que “una «condición fundamental» para el uso de los activos rusos sería «su inmovilización continuada», así como la necesidad de encontrar una estructura jurídica que mantuviera los activos congelados durante más tiempo que los periodos semestrales existentes, que deben renovarse continuamente en virtud de la legislación de la UE en materia de sanciones. Bélgica teme que, si un país de la UE veta la decisión de prorrogar las sanciones que inmovilizan los activos, Rusia podría reclamar el dinero y obligar a las capitales de la UE a pagar el importe total del préstamo”. El peligro no es utilizar la legalidad creativa para expropiar unos activos sin admitir que han sido expropiados, sino que alguno de los países vete las sanciones en algún momento dado y la UE pierda esos fondos que mantiene retenidos y que quiere preservar como forma de presión económica a Rusia.

“Una torpe maniobra de manipulación. La Comisión afirma que Europa puede usar los activos rusos congelados o endeudarse en el mercado para enviar 140.000 millones a Ucrania, omitiendo la tercera evidente opción: Europa podría centrarse en la consolidación de la paz, poner fin a esta guerra y dejar de gastar dinero en armas”, comentó la activista feminista Almut Rochowanski, muy crítica con el papel que ha jugado la Unión Europea en la guerra y firme defensora de la opción de la negociación para buscar una salida diplomática al conflicto rusoucraniano. Para la UE, la paz no es una opción si no se consigue por medio de la victoria y la diplomacia solo es viable en condiciones de fuerza para imponer a Rusia unas condiciones de capitulación. Esa máxima de imponer las decisiones desde arriba se extiende a la negociación sobre la forma en la que financiar al ejército ucraniano. Aunque implique formas de chantaje y amenazas a los países miembros.

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