“Las autoridades de la región ucraniana de Donetsk han alertado de posibles inundaciones en la zona y también en la provincia vecina de Dnipro tras un presunto ataque de las Fuerzas Armadas de Rusia contra la presa de Kurajovo, ubicada en la localidad homónima y en aguas del río Vovcha”, escribía ayer Europa Press, dando por hecho la versión ucraniana y sin molestarse en presentar la de Rusia, que horas antes de que los medios ucranianos admitieran la noticia, había acusado a Ucrania de hacer estallar la presa para ralentizar sus progresos en la zona. Rusia avanza hacia la importante localidad de Kurajovo (en la que no se encuentra la presa, situada a varios kilómetros de distancia) desde varias direcciones -el sur desde los alrededores de Ugledar, el noreste desde Gorniak y el norte- mientras las defensas ucranianas se tambalean en campos abiertos y ciudades pequeñas en las que las tropas rusas se habrían estancado hace solo unos meses. Como ocurre en Pokrovsk y se produjo en Selidovo, el planteamiento ruso es evitar un asalto directo y lentamente rodear la ciudad para minar su defensa. Pese a que perdura la idea de que Moscú prima las hordas que envía a morir, la propuesta permite preservar vidas y minimizar los daños en los ámbitos urbanos, algo que se ha podido percibir en la menor cantidad de daños que ha sufrido, por ejemplo, Selidovo, en comparación con las ciudades que Rusia había capturado en momentos anteriores.
La táctica de guerra de desgaste paso a paso no ha cambiado, como no lo ha hecho tampoco el centro de gravedad de las operaciones rusas, la parte occidental de la región de Donetsk, prioridad absoluta para Moscú pese a quienes, como El País que, confiando ciegamente en sus fuentes ucranianas, presagia una ofensiva rusa hacia Orejov o Guliaipole en la región de Zaporozhie. Como demostró el intento ucraniano de realizar una gran operación terrestre precisamente en esa zona -aunque en la dirección opuesta-, la dificultad de avanzar sobre campo abierto en la era de los drones de reconocimiento es máxima y requiere del uso de grandes cantidades de equipamiento blindado, que no siempre supera los campos minados, y de unas reservas de personal de las que es probable que Rusia no disponga. Y es que la afirmación, quizá simple desinformación ucraniana, de posibles acciones ofensivas rusas en un frente actualmente prácticamente detenido y para las que serían precisos miles de efectivos es compatible con la idea de que el desgaste está provocando carencia de personal entre las filas rusas. Es más, Zelensky, a quien sus aliados presionan para que rebaje otra vez la edad de reclutamiento, insiste de nuevo en que Rusia se encuentra al borde de una nueva movilización, argumento que lleva utilizando prácticamente desde que se decretó la primera en septiembre de 2022.
Los movimientos del frente y las informaciones de prensa -incluso las de los medios que quieren ver futuras ofensivas que a día de hoy parecen inciertas- apuntan a que la lucha va a seguir concentrándose en tres puntos principales: la zona de Kupyansk, a la que los medios están prestando escasa atención pese a que también ahí se producen avances rusos, Donetsk y Kursk. Es ahí donde los medios estadounidenses ven el próximo empuje ruso. “El ejército ruso ha reunido una fuerza de 50.000 soldados, incluidas tropas norcoreanas, mientras se prepara para iniciar un asalto destinado a recuperar el territorio arrebatado por Ucrania en la región rusa de Kursk, según funcionarios estadounidenses y ucranianos”, afirma The New York Times.
Sin prisa, preparando la operación para no arriesgarse a excesivas bajas y sin sacrificar otras direcciones del frente, Rusia ha priorizado la continuidad de sus esfuerzos y de su táctica a tratar de expulsar rápidamente a las tropas ucranianas, desde hace tiempo atrincheradas en Kursk pero cada vez bajo un fuego más intenso. “Rusia ha recuperado un tercio del terreno que perdió en su provincia, pero es un progreso modesto comparado con el actual avance en Donetsk. La zona gris en Kursk, la que ningún bando domina, es especialmente amplia y el lado ucranio continúa teniendo iniciativa ofensiva. El Instituto para el Estudio de la Guerra, centro estadounidense de análisis del conflicto, informó el viernes que las tropas ucranias habían avanzado en las últimas horas en la aldea de Novoivanovka. También lo demuestran múltiples vídeos difundidos por sus unidades militares en las que tanques y vehículos de infantería asaltan en primera línea posiciones rusas. Estas acciones son impensables en los frentes de guerra dentro de Ucrania”, escribe Cristian Segura en El País, que no menciona que las rupturas se producen también en la dirección opuesta y que, por supuesto, no se pregunta cuál está siendo el coste humano y material de esta operación para Ucrania. Segura tampoco incide en el significado de la zona gris, que actualmente Kiev presenta en sus mapas como propia y que, sin duda, manipula el nivel de control que de sus tropas en territorio ruso.
“Rusia utiliza todo su ejército exclusivamente en el territorio de Ucrania, contra Ucrania. Rusia no está protegida por nada. Sus tropas débiles se han quedado en territorio ruso; son unidades que no están preparadas, no son de combate y no son capaces de defender su Estado. Nuestra primera operación en la región de Kursk lo ha demostrado”, ha afirmado Zelensky, dejando claro el objetivo de la operación: mostrar a sus socios que han de apoyarle aún más, ya que es factible vencer a Rusia en su territorio. En su triunfalista discurso, en ocasiones completamente alejado de la realidad, el presidente ucraniano ha llegado a afirmar que Ucrania nunca deseó, por ejemplo, capturar la central nuclear de Kursk, pese a que habría podido hacerlo. De esta forma, Kiev trata de convencernos de que optó por no lograr un resultado estratégico y se conformó con capturar un territorio sin gran importancia táctica, pero que, a su vez, es reprsesentativo del valor militar de la operación. En realidad, la narrativa ucraniana muestra cuál es el valor real de la operación, más político que militar.
“La invasión de la provincia de Kursk es una apuesta personal del presidente, Volodymyr Zelensky, y del éxito de la operación no solo depende su destino político sino el del país. Demostrar a Rusia que es vulnerable y que su territorio también está amenazado es uno de los cinco puntos del plan para la victoria, un documento que Zelensky ha presentado a sus aliados internacionales para mejorar la situación ucrania en la guerra y llegar a unas futuras negociaciones de paz con más fuerza”, añade Segura, que no incide especialmente en que, con su actuación, Zelensky, al igual que Netanyahu en Israel, ha vinculado irremediablemente su destino político con la continuación de la guerra.
Pese a las críticas provenientes de comandantes sobre el terreno, especialmente aquellos que no pueden relevar a sus soldados en el frente más caliente, e incluso del ahora embajador de Ucrania en el Reino Unido, Valery Zaluzhny, que continúan sin ver el valor militar a desgastarse por mantener la presencia en la zona gris de Kursk, Kiev deja claro que su aventura rusa es la prioridad del momento, posiblemente por considerar que, en caso de negociaciones, sería una carta importante para obtener una buena cantidad de su territorio de vuelta a cambio de abandonar la zona de Kursk capturada desde agosto. Para ello se necesitan medios y el Gobierno ucraniano está dispuesto a emplear lo que niega a sus unidades en el frente más duro, fortificado y prioritario, el de Donbass.
“Un representante occidental dijo que la incursión por sorpresa de Ucrania en Kursk en agosto redujo sus fuerzas en el campo de batalla en el este de Ucrania, dejándolas vulnerables a los avances rusos. Pero ese oficial, como otros oficiales estadounidenses, explicó que Ucrania todavía tenía una fuerte defensa en Kursk y podría ser capaz de mantener, al menos por un tiempo”, afirma The New York Times. “Nadie se queja en Kursk de la falta de personal: las rotaciones en el pelotón de la Guardia Estatal de Fronteras que comanda Vadim se producen cada 10 días. Al principio eran tres días, dice este veterano militar que prefiere no revelar su apellido. Pero en lugares de Donbás asediados por Rusia como Kurájove, el tiempo medio que la infantería debe estar en primera línea es de 25 días, según cuatro brigadas consultadas por este diario este octubre”, añade El País, que contrasta la situación en la región por la que Ucrania lleva diez años luchando y donde ahora mismo está perdiendo su línea de defensa en un territorio importante.
Ucrania ha destinado a Kursk a “sus mejores unidades”, insiste Cristian Segura, que menciona la 80ª y 95ª brigadas, además de otros “regimientos mecanizados y blindados como la 1ª Brigada tienen a sus mejores tanques—los alemanes Leopard— abriendo fuego a pocos cientos de metros del enemigo. También la 47ª Brigada Mecanizada, compuesta enteramente por armamento y formación de la OTAN, ha compartido vídeos de sus tanques estadounidenses Abrams y blindados de infantería Bradley atacando directamente posiciones rusas”. “Quizá nuestros líderes tienen algún plan secreto genial, de lo contrario no entiendo por qué nuestras mejores brigadas están en Kursk, mientras nuestras defensas en Ucrania están colapsando”, afirmó hace meses el general Marchenko, también citado por el periodista español. La respuesta a la pregunta del general es clara: Ucrania prefiere sacrificar una parte del territorio de Donbass para conseguir un resultado que solo es estratégico en su imaginación, pero con el que espera disponer de una mejor posición ante la posibilidad de una negociación, algo más probable ahora que antes de la victoria electoral de Donald Trump.
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