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Armas, Corea, Estados Unidos, Zelensky

Los Tomahawks y la Victoria

“Durante semanas, el Presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, ha presionado a los líderes occidentales para que apoyen su llamado plan de victoria, que según él pondrá fin a la guerra del país con Rusia el próximo año. Pero Zelensky sólo ha recibido un tibio apoyo retórico.  Ningún país ha aceptado que Ucrania dispare misiles occidentales de largo alcance contra objetivos militares en Rusia. Ninguna de las grandes potencias ha respaldado públicamente la invitación a Ucrania a ingresar en la OTAN mientras dure la guerra. En este sentido, la gira de Zelensky por Estados Unidos y Europa durante las últimas seis semanas puede considerarse un fracaso”, escribe esta semana The New York Times en un artículo que pretende demostrar lo contrario, pero que, por sus fuentes, ha causado la ira de la administración ucraniana.

Dándole la vuelta al objetivo real del Plan de Victoria de Zelensky, cuya destinataria no es la población ucraniana sino la clase política occidental, fundamentalmente la estadounidense, que puede financiar y enviar las armas que la propuesta exige, el diario neoyorkino entiende que el movimiento del presidente ucraniano puede estar destinado a la política doméstica. Siguiendo la lógica de quienes ven la situación actual desde el pesimismo que indican los avances rusos en Donbass, el artículo explica que “algunos expertos y analistas militares afirman que Zelensky puede utilizar su elevada apuesta -entre otras cosas con un reciente discurso ante la Rada- para mostrar a los ucranianos que ha hecho todo lo posible, prepararlos para la  posibilidad de que Ucrania tenga que llegar a un acuerdo y dar a los ucranianos un chivo expiatorio conveniente: Occidente”. Esa es la lógica que observa, por ejemplo, el periodista opositor ruso Leonid Ragozin, que entiende en la maximalista propuesta de Kiev un farol que, en caso de funcionar, daría a Ucrania una salida hacia la negociación. “Si recibe un no rotundo (en forma de silencio inquietante y palabras vacías sobre «lo inevitable» de la adhesión de Ucrania), podrá decirle a su pueblo que Occidente los ha defraudado y que se deben hacer concesiones dolorosas”.

Esta postura no es coherente con las actuales declaraciones de los oficiales ucranianos, centrados en imponer en Estados Unidos y la Unión Europea sus planes de victoria y de paz, aunque sí lo es con algunos rumores. “Ucrania y Rusia mantienen conversaciones preliminares sobre la interrupción de los ataques mutuos a la infraestructura energética contraria, según personas familiarizadas con la cuestión. Kiev había intentado reanudar las negociaciones mediadas por Qatar, que estuvieron a punto de llegar a un acuerdo en agosto, antes de descarrilar por la invasión ucraniana de Kursk, dijeron las personas, entre las que se encontraban altos funcionarios ucranianos. Moscú y Kiev ya han reducido en las últimas semanas la frecuencia de los ataques a sus respectivas infraestructuras energéticas como parte de un acuerdo alcanzado por sus agencias de inteligencia, según un alto funcionario ucraniano”, afirma esta semana Financial Times, insistiendo en la idea que había planteado Zelensky en semanas anteriores sobre la posibilidad de que un cese de los ataques a las infraestructuras energéticas pudiera abrir la puerta a una resolución del conflicto.

La propuesta pareció en aquel momento un brindis al sol en el que el presidente ucraniano exigía a la otra parte detener unos ataques que Ucrania no podía replicar al no disponer de los misiles occidentales con los que podría replicar los bombardeos rusos. El artículo de Financial Times incluye entre las infraestructuras las de la industria del petróleo en los lugares en los que cesaría el fuego, un aspecto que sí supondría una contrapartida relevante para Rusia, que continúa sufriendo los ataques con drones en refinerías en diferentes zonas de su territorio. Por el momento, tanto Kiev como Moscú han acusado a la otra parte de difundir fake news. “Hay muchas noticias falsas que no tienen nada que ver con la realidad”, afirmó Dmitry Peskov. Calificando la noticia del diario occidental de “bulo ruso” e insistiendo en que la seguridad energética, al igual que la alimentaria y de navegación han de conseguirse por medio de la puesta en marcha de la Fórmula de Paz de Zelensky. El doble desmentido rusoucraniano posiblemente sea la primera ocasión en la que las partes enfrentadas coinciden públicamente en su valoración de los hechos desde que ambas rechazaran repetidamente que fuera a producirse una invasión rusa de Ucrania.

Solo Rusia, Ucrania y Qatar, el país del que se dice que ejerce la mediación, son conocedores de si existen esas negociaciones, aunque el espectro de la diplomacia, generalmente como un camino no deseado, se extiende sobre el presiente ucraniano incluso en la prensa que hasta ahora le ha sido más leal. “En una entrevista con periodistas la semana pasada, Zelensky explicó que no hay un Plan B evidente si Occidente no apoya su plan. «No insisto en que hagan las cosas exactamente así», dijo Zelensky. «He dicho que funcionará. Si tienen una alternativa, por favor, adelante»”, afirma The New York Times, que añade que el líder ucraniano “reiteró que sigue siendo contrario a ceder territorio. Pero también habló de medidas diplomáticas para resolver cuestiones como la protección de las infraestructuras energéticas y el establecimiento de un corredor marítimo seguro para salir de Ucrania por el Mar Negro”. Hasta ahora, la forma con la que Ucrania ha esperado resolver esas cuestiones ha sido plantear sus condiciones y exigir que Rusia cumpliera sus deseos. Esa es la lógica de los planes de paz y de victoria en los que Kiev sigue trabajando. En su visita de esta semana a Estados Unidos, Andriy Ermak afirma haber tratado “en profundidad el Plan de Victoria” de Zelensky con Antony Blinken, que en su resumen de la reunión, no mencionaba el tema. La frialdad con la que los aliados y proveedores de Ucrania han tomado la última propuesta ucraniana es evidente, como lo es también que Kiev trata de conseguir utilizando el argumento norcoreano, una táctica tan evidente que The New York Times afirma que “el presidente ucraniano está utilizando la llegada de tropas norcoreanas para luchar junto a las  rusas en Kursk -confirmada el lunes por el jefe de la OTAN- para tratar de impulsar su plan”. El subtexto de cierta desesperación se manifestó ayer en una rueda de prensa en la que el presidente ucraniano mostró su ira contra el artículo por desvelar una parte de los puntos que debían ser confidenciales.

“Oficiales estadounidenses han expresado en privado cierta exasperación con el plan de victoria de Zelensky, calificándolo de poco realista y dependiente casi totalmente de la ayuda occidental”, afirma el medio, que simplemente constata un hecho para añadir “un ejemplo: en una parte que no se hizo pública, Zelensky propuso un «paquete de disuasión no nuclear» en el que Ucrania recibiría misiles Tomahawk, una petición totalmente inviable según un alto funcionario estadounidense. Un Tomahawk tiene un alcance de 1.500 millas, más de siete veces el alcance de los sistemas de misiles de largo alcance llamados ATACMS que Ucrania recibió este año. Y Estados Unidos sólo envió un número limitado de ellos, dijeron altos funcionarios estadounidenses”.

“Ya ven lo que está pasando ahora en los medios de comunicación. Dicen que Ucrania quiere o quería conseguir muchos misiles, como Tomahawks, etc. ¡Pero era información confidencial!. Entre Ucrania y la Casa Blanca. ¿Qué significan estos mensajes? Esto significa que no hay nada confidencial entre los socios”, se lamentó un visiblemente molesto Zelensky, que prefirió centrarse únicamente en el factor de la pérdida de confianza por la filtración y no en la información en sí: oficiales estadounidenses ven poco viable su plan, que depende exclusivamente del suministro que esté dispuesto a enviar Occidente, fundamentalmente Estados Unidos, de quien se espera una cantidad y calidad de misiles que Washington simplemente no está dispuesta a enviar.

Más preocupante para Kiev que la filtración de una parte confidencial que siempre fue obvia es la propia información que aporta The New York Times, que prácticamente condena a Zelensky a buscar un plan B. “Ucrania tampoco había presentado a Washington argumentos convincentes sobre el uso que daría a las armas de largo alcance, afirmaron los oficiales estadounidenses. La lista de objetivos dentro de Rusia superaba con creces el número de misiles que Estados Unidos o cualquier otro aliado podría suministrar sin poner en peligro los misiles destinados a posibles problemas en Oriente Próximo y Asia, añadieron”. El maximalismo de la propuesta que Ucrania sigue intentando imponer no convence a sus principales aliados, que ya utilizan la prensa para mostrar su desconcierto y decepción. Sin embargo, el trabajo diplomático que Kiev sigue realizando para defender su propuesta indica que Ucrania sigue confiando en un cambio de postura, quizá una vez que desaparezca el factor electoral y se abra un breve periodo en el que un presidente evidentemente debilitado puede ser manipulado en busca de decisiones que hasta ahora ha evitado tomar.

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