El pasado mes de febrero, la encerrona de Emmanuel Macron a algunos de sus aliados, principalmente a Olaf Scholz, a quien quería achacar una asistencia a Ucrania que consideraba insuficiente, provocó una tormenta política que terminó con el contraataque del canciller alemán, que reveló que el envío de misiles occidentales a Ucrania implicaba la presencia y participación directa de soldados de los países proveedores en la guerra. Concretamente, eso desvelaba la presencia de soldados británicos y quizá también franceses en Ucrania, algo que para el líder socialdemócrata alemán cruzaba la frontera de la beligerancia. Scholz no solo respondía a la acusación de no haber enviado aún misiles de largo alcance a Kiev, que parece ser la línea roja del canciller, sino a la sorpresiva afirmación de Macron de que no debía descartarse la posibilidad de que los países de la Unión Europea enviasen tropas a Ucrania. “No hay consenso para apoyar oficialmente tropas terrestres. Dicho esto, no hay que descartar nada. Haremos todo lo que podamos para garantizar que Rusia no prevalezca”, afirmó entonces Macron que, según Le Monde días antes había planteado “copa de whiskey en mano” la posibilidad de “enviar chicos a Odessa” en caso de que el control de la ciudad peligrara. El objetivo común y la necesidad recuperaron rápidamente la unidad y las diferencias fueron aparcadas, aunque la propuesta siempre quedo ahí y es fácilmente recuperable si la ocasión lo requiere, como ocurre actualmente.
“Algunos proyectos de los líderes europeos tienen tanto éxito que son los demás los que los ponen en práctica”, escribió ayer en las redes sociales Mijailo Podolyak, que precisaba que se trataba de sarcasmo y añadía que “en lugar de soldados franceses soldados norcoreanos han aparecido en Ucrania en el ejército ruso”. El asesor de la Oficina del Presidente no solicitaba explícitamente el envío de tropas occidentales a la guerra, pero insistía en que “las ideas sin implementación, según una de las leyes de los negocios, no tienen valor. La posible presencia de tropas de la República Popular de Corea junto al ejército ruso, que sería posible gracias al acuerdo de seguridad mutua firmado recientemente por los dos países pero que, por el momento, no es más que un rumor, es la gran historia mediática y política de esta semana.
“«Sabemos que hay 10.000 soldados de Corea del Norte, que se están preparando para enviar, luchar contra nosotros», declaró a la prensa en Bruselas, añadiendo que se trataba de «fuerzas terrestres, otro personal táctico»”, escribía el pasado jueves Financial Times en un artículo de Henry Foy escrito desde Bruselas y a lo que Christopher Miller, corresponsal del medio en Kiev, añadía una “importante advertencia: los analistas militares y funcionarios de la OTAN han puesto en duda la veracidad de los informes que indican que las tropas norcoreanas están participando en combates en Ucrania. El secretario general de la OTAN, Rutte, dijo el miércoles que la alianza no disponía de información “definitiva” sobre el asunto”.
Como otros muchos rumores que se han propagado en esta guerra, el origen de la información es la inteligencia, tanto la de Seúl como la de Kiev. “Actualmente hay casi 11.000 soldados de infantería norcoreanos entrenándose en el este de Rusia para luchar en Ucrania, según declaró el jueves por la tarde a The War Zone el jefe de la Dirección de Inteligencia de Defensa de Ucrania (GUR)”, escribía el pasado jueves el medio, dando el pistoletazo de salida a unas reacciones que no se hicieron esperar y que continúan a día de hoy pese a que el vídeo en el que las tropas norcoreanas se trasladaban a Rusia haya resultado ser antiguo. Ayer, Budanov se reafirmaba en sus alegaciones y añadía que las primeras tropas llegarán al frente hoy mismo y estarán motivadas, ya que tienen familia en Corea y sus seres queridos podrían ser ejecutados si las cosas no salen bien. Todos los lugares comunes que, desde el racismo y la ignoracia, la prensa utiliza contra la República Popular de Corea están presentes en la información de Budanov.
En el podcast que presenta, el experto británico Mark Galeotti, habitual articulista de The Times y poco sospechoso de simpatías prorrusas, argumentaba algo obvio: una parte importante del trabajo de Budanov es precisamente la desinformación, filtración interesada de una historia presentada como noticia, y que los medios habrían de verificar o, cuando menos, publicar como alegación y no como un hecho probado. Galeotti recordaba también las ocasiones en las que Budanov ha anunciado noticias del futuro como la toma de Crimea antes del verano de 2023 o la inminente muerte de Vladimir Putin. Budanov ha llegado a afirmar que el presidente ruso ya había muerto.
Las ocasiones en las que se ha publicado como hecho una información de inteligencia que ha resultado ser falsa es también el argumento de los medios coreanos críticos con las autoridades. “Tras el anuncio hecho el viernes por el Servicio Nacional de Inteligencia de Corea del Sur de que Corea del Norte estaba enviando 12.000 soldados a luchar por Rusia en la guerra de Ucrania, Estados Unidos y otros países occidentales han expresado su profunda preocupación si se demuestra que los informes son ciertos”, escribió el lunes el medio surcoreano Hankyore, que añadía que “la incapacidad para proporcionar una confirmación se percibe como inusual en vistas del historial de estrecha colaboración entre las autoridades de inteligencia surcoreanas y estadounidenses y el intercambio de inteligencia basado en el seguimiento de las actividades de las tropas norcoreanas por satélites militares y otros medios”. La prudencia estadounidense “significa que consideran exagerado el anuncio de Corea del Sur o que interpretan los datos de inteligencia de forma diferente. El Washington Post, citando a un alto funcionario anónimo de la OTAN, informó de que los norcoreanos en Rusia no son una unidad de fuerzas especiales, sino que podría ser una delegación enviada por Pyongyang para manejar las armas de Corea del Norte”.
Pese a que no hay ningún dato material con el que sustentar, por el momento, ninguna presencia norcoreana en el ejército ruso, los rumores y la desinformación aparentemente coordinada de Seúl y Kiev es suficiente para aquellos países que desean intensificar los ataques contra Rusia. “Es altamente probable que la República Popular de Corea haya acordado enviar tropas de combate en apoyo a la guerra de Rusia contra Ucrania”, afirmó en Naciones Unidas la representantes británica, añadiendo que “parece que cuanto más difícil se le hace a Putin encontrar reclutas rusos para ser carne de cañón, más dispuesto está a apoyarse en la RPC en su guerra ilegal”. “Teniendo en cuenta que Rusia tiene actualmente 1.200 bajas diarias, ni siquiera 10.000 soldados serían tantos”, afirmaba otro oficial occidental cuyo anonimato queda protegido por Financial Times. En ambos casos, se parte del dogmas de las enormes pérdidas y la incapacidad en el reclutamiento -que no precisan de pruebas- y se realiza un perfecto ejercicio de proyección, olvidando las dificultades de movilización de Zelensky, a quien se le exige rebajar de nuevo la edad de reclutamiento, cuyo origen son las bajas y la percepción de una parte importante de la población de estar siendo utilizada como carne de cañón.
El aspecto racial es claro en una parte importante de las denuncias de la presencia -aún inexistente- de tropas norcoreanas en el ejército ruso, algo de lo que no están exentas incluso las fuentes coreanas. En su artículo en el que ponía en duda la credibilidad de la información de los servicios de inteligencia de su país, Hankyore añadía un detalle importante. “El Servicio Nacional de Inteligencia de Corea del Sur publicó las fotos de arriba de un residente de la República de Saja (izquierda) y un residente de la República de Buriatia (derecha), que se cree que son norcoreanos disfrazados, en su publicación del 18 de octubre de 2024 de materiales anunciando que Corea del Norte había comenzado a enviar tropas a Rusia para luchar en Ucrania”, afirmaba. La prensa ucraniana ya había mencionado a los destacamentos buriatíes como posible lugar en el que camuflar unas tropas que, en caso de existir y de luchar en el frente, serían prácticamente imposibles de esconder. Es de esperar que cada soldado buriatí, sea presentado por la prensa ucraniana como evidencia de la presencia norcoreana en el frente.
El prejuicio no solo está presente en la prensa ucraniana. “El nuevo ejército ruso asiático llega repleto de desertores para un ataque de carne”, escribía ayer el Huffpost, que añadía bajo una imagen de los presidentes ruso y norcoreano que “la estrategia conjunta de ambos países plantea un escenario nada alentador para las tropas de Kim Jong-Un”. El aspecto asiático ha llamado también la atención de Galeotti, que destacaba otro discurso que se ha propagado estos días por los medios occidentales, el del cambio que supondría la presencia de tropas asiáticas en Europa. Galeotti insistía en el reducido número de efectivos que se está manejando y, partiendo desde los lugares comunes habituales sobre Corea, calificaba a esas posibles tropas como un intermedio entre los mercenarios colombianos que luchan en Ucrania y esclavos de Kim Jong-Un. En cualquier caso, recordaba la presencia de tropas asiáticas en las dos guerras mundiales y alertaba contra todo discurso “de cambio de civilización” que, aunque el experto no mencionara, contiene claros prejuicios raciales. Galeotti añadía además que muchas de las personas que están alertando de la presencia de tropas norcoreanas como un peligro “de civilización” consideran también asiática a la población rusa.
Es el caso de Mijailo Podolyak, que repetidamente ha planteado la guerra de Ucrania como una lucha entre la democracia europea y el autoritarismo asiático y que ayer escribía que “la prevalencia de la teoría sobre la práctica puede ser costosa para la Europa que conocemos y amamos. Desde la Gran Migración, la extensa frontera europea siempre ha estado bajo presión de conquistadores. Solo ha sido posible luchar estando todos juntos”. Podolyak olvida intencionadamente que en los últimos siglos las conquistas han sido en dirección opuesta e imagina una unidad europea que históricamente ha sido inexistente. Por supuesto, la exageración de la presencia, actual o futura, de tropas norcoreanas en la guerra -según Budanov, serían enviadas a Kursk, ni siquiera a Ucrania- es interesada y busca volver a introducir en la agenda política la cuestión del envío de tropas europeas.
Más explícito que el asesor de la Oficina del Presidente de Ucrania, el ministro de Asuntos Exteriores de Lituania, Gabrielius Landsbergis, declaró ayer a Político que “si se confirma la información de que los escuadrones de la muerte rusos están equipados con munición y personal militar norcoreano, tenemos que volver a las ‘botas sobre el terreno’ y otras ideas propuestas por Macron”. Se cumple así la máxima de que las declaraciones más belicistas provienen de los países bálticos.
Consciente de la histeria que causa para Kiev y sus aliados cualquier mención a la República Popular de Corea, las tropas rusas parecen haber comenzado ya a utilizar los símbolos norcoreanos como elemento de guerra psicológica e incluso de troleo. Estos días se han publicado imágenes de estandartes formados por media bandera norcoreana y media rusa. En una de ellas, un soldado buriatí viste en su uniforme un parche similar. El lunes se propagaba por las redes sociales la fotografía de una altura tomada por las tropas rusas y en la que no solo ondeaba la tricolor de la Federación Rusa, sino que junto a ella podía distinguirse con claridad una bandera de Corea del Norte.
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