“La Oficina del Presidente ha vuelto a dejar claro que no están de acuerdo en la posibilidad de detener la guerra sobre la base del frente actual, algo de lo que cada vez se escribe más en Occidente”, afirmaba ayer el diario ucraniano Strana en referencia a la reacción del entorno de Zelensky a la noticia publicada el jueves por el Corriere della Sera y que insiste en la idea de buscar una pausa en el conflicto a cambio de una rápida adhesión a la OTAN de los territorios ucranianos aún bajo control de Kiev. Andriy Ermak y su lobista de cabecera, Anders Fogh Rasmussen, la rechazaron explícitamente en un artículo publicado por Project Syndicate preparado para coincidir con la visita de Zelensky a Estados Unidos en la que debía obtener apoyo de la comunidad internacional, es decir, de Washington y sus socios, para el tan anunciado pero aún no revelado Plan de Victoria. Sin embargo, el hecho de que siga repitiéndose en cada vez más medios esta posibilidad, que implicaría aceptar de facto que alrededor de un 20% del territorio que Ucrania considera propio según sus fronteras de 1991 quedaría bajo control ruso, indica que una parte del establishment político occidental comienza a ver ese escenario con buenos ojos. A juzgar por las filtraciones que han trascendido en diferentes medios de comunicación, la idea no incluiría, al menos de partida, las garantías de seguridad del Artículo V, es decir, que la OTAN asumiera la defensa de Ucrania ante cualquier ataque ruso en el frente. Probablemente, ese sea motivo por el cual la proposición, que inicialmente partió de Ermak y Rasmussen precisamente para involucrar directamente a la Alianza en la guerra, haya sido tan rotundamente rechazada por Kiev.
“Todas estas discusiones sobre «escenarios realistas para poner fin a la guerra», en las que no se habla públicamente del punto clave – «hagamos concesiones a la Federación Rusa, démosle algo, no la castiguemos, arrodillémonos todos juntos, obligando a Ucrania a no resistir»- son chocantes. ¿Para obtener qué como resultado? ¿Humillación colectiva?”, escribió ayer Mijailo Podolyak en un post tan extenso que puede considerarse un artículo, publicado en sus redes sociales. En él, el asesor de la Oficina del Presidente, prácticamente su portavoz, busca la forma más explícita de presentar la situación actual de Occidente como una humillación que no se limita a la cuestión ucraniana, central pero no única, sino que se extiende a Oriente Medio. “Cientos de misiles balísticos iraníes alcanzan Israel. Hutíes y Hezbolah disponen de armas rusas. Cientos de drones iraníes y misiles rusos y norcoreanos golpean Ucrania cada semana. Los aliados más cercanos de Occidente en el este y el este de Europa están siendo brutalmente agredidos. Junto con el ataque al territorio de Ucrania, la Federación Rusa está atacando el derecho de la OTAN a determinar la lista de miembros de la alianza de defensa. Junto con el ataque a Israel, se está atacando el derecho de los estados a proteger a los ciudadanos de actos terroristas. Pero a pesar de su absoluta superioridad militar, técnica y financiera, Occidente responde al acoso descarado de sus socios y aliados… manteniendo largas discusiones públicas sobre la limitación de la fuerza de una posible respuesta. O incluso discutiendo ideas sobre «cómo podemos rendirnos colectivamente de la forma más humillante»”, continúa Podolyak, equiparando como víctimas inocentes a Ucrania y a Israel, que en el último año ha asesinado más civiles que los dos ejércitos que luchan en la guerra rusoucraniana en más de dos años y medio.
En ese mundo simple y sencillo de la geopolítica de la Oficina del Presidente de Ucrania, la solución pasa siempre por más armas y más participación de los países de la OTAN, especialmente el más potente de ellos, Estados Unidos. Y desde su posición, cada vez más alejada de la realidad, Podolyak se pregunta por qué comienzan a aparecer en medios hasta ahora completamente leales a la versión ucraniana de los hechos, propuestas que no son totalmente favorables a la idea de continuar escalando la guerra hasta la derrota final del enemigo común, la Federación Rusa. “No entiendo estos artículos pesimistas sobre la región de Donetsk en varios medios”, afirmó Podolyak en una entrevista concedida a Die Welt, en la que añade que los progresos rusos son escasos e insiste en que se producen a costa de enormes bajas. Lo que el asesor de Andriy Ermak oculta es que esos avances se producen en algunas de las zonas más fortificadas del frente, que ocurren a costa de un importante desgaste también de las tropas ucranianas y que Rusia se aproxima a ciudades clave para el mantenimiento de la integridad del frente más importante de esta guerra, el de Donbass. Ayer, de forma un tanto sorprendente por el rápido progreso que supone, fuentes tanto rusas como ucranianas mostraban que Rusia ha alcanzado ya los límites geográficos de la ciudad de Kurajovo, una de las dos localidades clave para el control de toda la zona sur y oeste de la región de Donetsk. Las tropas rusas avanzan también en la preparación del acercamiento hacia Krasnoarmeisk-Pokrovsk. El hecho de que lo hagan lentamente, avanzando en varias direcciones muestra un cambio de táctica, precisamente para evitar las estratosféricas bajas que supuso la batalla por Artyomovsk, aunque por parte de Ucrania está siendo presentado como una muestra de debilidad que no lo es.
Sin mayor interés por mantener la coherencia con la realidad del momento, en la misma entrevista, Podolyak afirma que “a día de hoy, disponemos de todas las herramientas para hacer que Rusia pierda. El hecho de que la Federación Rusa está exhausta ya es evidente”. Ese discurso contrasta con la creciente preocupación occidental por la capacidad de Ucrania de librar una guerra de desgaste a largo plazo en la que Rusia sigue siendo capaz de mantener a flote -y con crecimiento- su economía, no hay desestabilización interna a causa del conflicto y la producción militar continúa superando al suministro occidental para Kiev. A ello hay que añadir la constante preocupación por la posibilidad de un colapso ucraniano debido a la falta de tropas, motivo por el cual continúan las apelaciones a reclutar a los hombres de entre 20 y 25 años, una cohorte particularmente reducida que Ucrania no quiere sacrificar en las trincheras.
“Congresistas estadounidenses me llaman todo el tiempo y me dicen ‘os damos armas y vosotros decís que no tenéis suficiente gente. ¿Cómo es posible que no reclutéis a menores de 25 años? ¿Cómo funciona eso?”, ha afirmado el diputado ucraniano Roman Kostenko como argumento para defender esa movilización, que sería en el país aún más impopular que el reclutamiento actual, contra el que cada vez se observan más movimientos. Además del intento de huir del país o evitar el reclutamiento de una parte de la población en edad militar y de los ataques contra las oficinas de reclutamiento, se acumulan los ejemplos de resistencia que terminan en tragedia. “Los políticos estadounidenses presionan a Ucrania para que amplíe su infame movilización forzada al grupo demográfico entre 18 y 25 años, en peligro de extinción, porque se están quedando sin ucranianos de más edad”, escribió en las redes sociales el periodista Mark Ames reaccionando a la noticia de que un hombre de 53 años que ya había sido declarado no apto para el servicio militar fue apaleado hasta la muerte cuando los agentes intentaban reclutarle.
No son solo los mapas de control de territorio, los datos macroeconómicos o de producción o las noticias sobre la movilización las que desmienten la visión triunfalista que la Oficina del Presidente de Ucrania intenta mantener a pesar de la evidencia. Incluso comandantes de unidades en el frente se permiten, de forma anónima o bajo su nombre y fotografía, contradecir la versión oficial. “No pienso en las fronteras de 1991 para nada. Ahora pienso en cómo no perder las posiciones que mantengo. Hemos pasado a las fronteras de 2023, luego a las de 2024 y en tres meses estaremos en las de 2025. Y luego iremos a las fronteras del 91, solo que en la dirección contraria”, ha declarado en las últimas horas Kiril Veres, comandante del batallón K-2 de la 54ª brigada. No son los medios prorrusos los que ven inviable la victoria que sigue prometiendo Zelensky, sino quienes son conscientes de cuál es la situación sobre el terreno.
Comentarios
Aún no hay comentarios.