Recientemente, “ha habido relevos en el sector de seguridad y defensa de forma prácticamente semanal. En la segunda quincena de septiembre, el ministro de Defensa Rustem Umerov cesó a dos jefes adjuntos del director del GUR, Kirilo Budanov. Y dos semanas después, el 1 de octubre, despidió a tres de sus viceministros y a la Secretaria de Estado del Ministerio de Defensa, Ludmila Daragan”, escribe esta semana Forbes Ukraina en un extenso artículo en el que observa una tendencia en el cambio de personal y se refiere a uno de los rumores que más suenan actualmente: la intención de la Oficina del Presidente de cesar a algunas figuras importantes del aparato de seguridad tanto de las Fuerzas Armadas como de la inteligencia militar.
Aunque desde hace un tiempo existe una creciente especulación sobre posibles cambios inminentes, el artículo señala a tres personas de alto perfil cuyos puestos estarían actualmente en riesgo. La primera es Oleksandr Syrsky, cuya posición depende exclusivamente del favor del presidente Zelensky, su principal valedor ante el escepticismo o incluso hostilidad de una parte de las tropas. Nacido y educado en Rusia, el actual comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania fue recibido con reproches debido a las enormes bajas que sus tropas habían sufrido a causa de varias de las operaciones que dirigió, especialmente la de Artyomovsk. La percepción de que el cesado Valery Zaluzhny había defendido la necesidad de una retirada estratégica mientras que Syrsky había aceptado sin dudarlo la exigencia de Zelensky de luchar hasta el final hizo que el general fuera visto desde el estereotipo con el que el nacionalismo ucraniano -y gran parte de la prensa occidental- ve a los generales rusos, dispuestos a enviar a sus tropas a morir para conseguir sus objetivos. La acusación de haber matado a más soldados ucranianos que cualquier general ruso ha sido un argumento que se ha repetido periódicamente en el discurso mediático. La situación en el frente, con reveses importantes en Donbass, riesgo de avance ruso sobre Kupyansk en Járkov y un éxito insuficiente en Kursk, hacen de su situación más comprometida que cuando fue nombrado para el cargo. Sin embargo, como recuerda habitualmente el periodista Mark Amres, Syrsky fue nombrado jefe de las Fuerzas Armadas fundamentalmente por ser un yes, man, un hombre que acepta las órdenes que llegan desde arriba. En otras palabras, toda derrota que haya sufrido o pueda sufrir Syrsky por seguir las exigencias de sus superiores son fundamentalmente errores de la cadena política de mando, que cuenta con tres escalones: Zelensky, la Oficina del Presidente y el ministro de Defensa.
El hecho de que el artículo del medio ucraniano no solo señale a Syrsky sino que plantee también la posibilidad del relevo de Rustem Umerov, ministro de Defensa, muestra la concentración de poder que existe actualmente en Ucrania. La situación militar impide que puedan realizarse unos comicios mínimamente creíbles, por lo que la democracia -ya limitada antes de la invasión rusa- ha quedado en suspenso hasta que termine la guerra. Los políticos no tienen que responder de sus actos ante la población, ni tampoco ante el Parlamento, también anulado desde hace varios años, sino solo ante Zelensky y Ermak, la dupla capaz de nombrar y cesar a su antojo. La última crisis de Gobierno, en la que personas consideradas independientes de la Oficina del Presidente, como Dmitro Kuleba, fueron sustituidas por acólitos de Andriy Ermak muestra la creciente concentración del poder en apenas un puñado de manos. En aquel momento, el hecho de que Rustem Umerov, procedente de un partido liberal y no de Servidor del Pueblo, formación creada por y para Zelensky, fue utilizado como argumento para negar esa realidad que admiten tanto los medios ucranianos como los occidentales. Cardenal gris de Zelensky y hombre en la sombra durante los primeros años del mandato del actual presidente, el poder de Ermak es innegable ahora mismo. Que Umerov, sea tan directamente señalado por un artículo en un medio ucraniano que cuenta con una decena de fuentes del sector de defensa y seguridad es indicativo de la volatilidad de la situación y de que ningún puesto en manos de personas ajenas al círculo cercano del presidente y su mano derecha está completamente seguro.
Aunque Umerov fue hace apenes unas semanas la prueba de que Ermak puede confiar en un hombre que no provenga de su círculo, el ministro de Defensa está ahora siendo acusado por la vía de la filtración mediática de “caos”, un pecado difícilmente superable en tiempos de guerra, en los que se exige la capacidad de mantener el control. Los casos de corrupción, los sobrecostes en el suministro de las tropas y el control del flujo de armas condenaron al cese a su predecesor y a juzgar por las fuentes de Forbes Ukraina, Umerov puede seguir el mismo camino. Teniendo en cuenta que ha recibido el favor de Occidente, el mero hecho de que su nombre aparezca en la lista de personas cuyo puesto en el Gobierno no está garantizado es lo suficientemente representativo de la situación actual.
Como se rumorea desde hace semanas, el tercer nombre en cuestión es el de Kirilo Budanov, cuya aparición es más sorprendente, aunque responde a los mismos factores. Si la gestión de Umerov es cuestionable -especialmente teniendo en cuenta situaciones como las del reclutamiento forzoso- y los resultados en el frente pueden condenar en cualquier momento a Syrsky, los éxitos de Kirilo Budanov han sido ampliamente utilizados para la propaganda ucraniana. Líder de la inteligencia militar, según fuentes estadounidenses “el bebé” de la CIA en Ucrania, Budanov se ha convertido en una de las figuras más odiadas en Rusia y cara visible de los ataques que, como ayer, han causado la muerte de numerosas personas en los territorios ucranianos bajo control ruso. Tras un tiempo sin que se produjeran actos como el coche bomba que mató a uno de los encargados de la seguridad de la central nuclear de Zaporozhie, ayer volvió a hacer acto de presencia el método de asesinato favorito del GUR, el coche bomba.
Su capacidad de utilizar su puesto como reclamo mediático ha hecho de Budanov un jefe de la inteligencia militar atípico y, pese a haber sido su principal característica, ahora mismo puede ser su hándicap. Su excesiva presencia, sus declaraciones reivindicando acciones y, sobre todo, realizando promesas imposibles, son uno de los argumentos por los que, según Forbes Ukraina, se valora su cese. Budanov ha llegado a poner fecha al momento en el que sus tropas capturarían Crimea -el tiempo pasó hace más de un año- y ha hecho de la provocación su principal herramienta de tortura psicológica, en ocasiones llegando hasta el ridículo. El jefe del GUR llegó a anunciar la inminente muerte de Vladimir Putin, al que diagnosticó con varias enfermedades terminales.
Más allá de su predilección por crearse un personaje mediático que explotar en reportajes y portadas, Budanov se ha destacado por las acciones realizadas en la retaguardia rusa, tanto en el mar como en tierra. Suyos son los grupos que, como el RDK del neonazi Denis Nikitin, White Rex, han realizado numerosas redadas para aterrorizar a las población de las aldeas fronterizas de la región de Belgorod. Pero suyos han sido también muchos de los drones con los que Ucrania ha alcanzado objetivos en la Federación Rusa, acciones que, en ocasiones, han causado incluso el rechazo de Estados Unidos, que no dudó en filtrar su enojo a la prensa. Menos exitosas han sido, sin embargo, las acciones con las que Budanov ha pretendido conseguir un objetivo militar que fuera más allá de hacer explotar coches bomba o drones en objetivos concretos. Los fracasos en algunas operaciones son uno de los motivos que se mencionan para que Zelensky y Ermak estén valorando su cese. Es el caso de los fallidos desembarcos en Crimea o la catastrófica operación con la que Budanov creyó poder poner en peligro el control ruso sobre la central nuclear de Energodar y que terminó con una parte de sus soldados bombardeados por la artillería rusa antes incluso de desembarcar en la orilla sur del Dniéper.
Al excesivo protagonismo, algunos sonoros fracasos -a pesar de éxitos objetivos en el intento de minar la logística y capacidades rusas en la retaguardia y en el mar Negro- y las promesas que no puede cumplir, hábito que también ha adquirido Zelensky, Forbes Ukraina menciona la excesiva independencia de Budanov como motivo por el que podría ser retirado de su puesto. Se repetiría así la situación vivida con Dmitro Kuleba, a quien condenó al cese su capacidad para tener una agenda propia y disponer de apoyos en el extranjero que hacían que su acción pudiera ser más independiente de la Oficina del Presidente. El poder debe estar concentrado en pocas manos, que deben ser las de Zelensky y Ermak. Cualquier persona que ponga en riesgo ese férreo y cada vez más reducido círculo del poder corre el peligro de ser apartado. Nadie ha de eclipsar las ambiciones políticas de los protagonistas de esta guerra.
Sin embargo, la situación actual, con una Ucrania completamente dependiente de sus patrones internacionales, implica otro tipo de equilibrios. No se trata ya de mantener las cotas de poder de las diferentes familias políticas ucranianas, sino de garantizarse el favor de los socios extranjeros, con los que es preciso consensuar las decisiones importantes y que tienen capacidad de paralizar ceses o sugerirlos. En este contexto, un cese de Umerov o Budanov supondría una demostración de fuerza de la Oficina del Presidente, mientras que el mantenimiento a largo plazo en sus puestos sugeriría un acomodo, ya fuera por la vía de la aceptación de la llamada de atención y vuelta al redil de Andriy Ermak o simplemente por imposición externa. En cualquier caso, que tres personas tan relevantes en el sector de seguridad y defensa como el ministro, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y el líder de la inteligencia militar sean señalados y cuestionados indica que la situación de las tropas ucranianas y de Ucrania en general es más alarmante de lo que a Ermak y Zelensky les gustaría admitir.
Comentarios
Aún no hay comentarios.