La semana de diplomacia y relaciones públicas en la que se ha convertido la celebración anual de la Asamblea General de Naciones Unidas está sirviendo para que Volodymyr Zelensky, su equipo, sus lobistas y aliados firmes como Josep Borrell realicen de la forma más pública posible la labor de grupo de presión. El presidente ucraniano ha planteado como el punto culmen de su viaje la reunión bilateral con su homólogo estadounidense, a quien otorga la responsabilidad personal de poner en marcha el Plan de Victoria de Ucrania, una propuesta que no es un plan, sino una lista de las demandas ucranianas. Si la estrategia es, como Ucrania ha dejado claro en los últimos diez años y repite cada vez de forma más explícita, conseguir una paz sin concesiones -territoriales, políticas, de seguridad o a la población que se ha visto afectada por la agresión ucraniana que supuso la guerra de Donbass-, el plan de Zelensky pretende ser la forma de conseguirlo. A juzgar por las declaraciones de la representación ucraniana y las filtraciones de las últimas semanas, la propuesta no es tanto una serie de pasos parar lograr esa victoria, sino el repertorio de las exigencias de Ucrania para encontrarse en posición de conseguir todo lo que quiere.
“Durante mi discurso en el Council on Foreign Relations de Nueva York, señalé que el Plan de Victoria consta de componentes militares y diplomáticos. La invitación de Ucrania a la OTAN forma parte del Plan Victoria. Insté a los socios a no prestar atención a las amenazas de escalada por parte de Rusia”, ha escrito Andriy Ermak, el poderoso jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania. Sus palabras son una evidencia más de que la propuesta de Zelensky no es un plan para ganar la guerra sino el diseño del futuro que el actual presidente de Ucrania quiere para el país, un objetivo político que hace irrisoria su afirmación de que la propuesta es “un puente hacia la segunda cumbre de paz”. El plan que Zelensky va a presentar a Joe Biden en las próximas horas es, en realidad, un puente hacia la guerra que Ucrania cree que puede ganar, una en la que se le suministren cantidades ingentes de armamento y en la que tenga garantizado el resultado final: una Ucrania con acceso rápido a la UE y la OTAN, que siga recibiendo asistencia militar y financiación para la reconstrucción de todo su territorio según sus fronteras de 1991. Ese es el objetivo de Kiev desde 2014 y el actual plan busca un compromiso firme de Estados Unidos de regirse por esos principios y continuar sosteniendo política, económica, militar y diplomáticamente a Ucrania.
«Los socios suelen decir: «Estaremos con Ucrania hasta su victoria». Ahora mostramos claramente cómo puede ganar Ucrania y qué se necesita para ello. Cosas muy concretas”, declaró Zelensky antes de añadir que “hagamos todo esto hoy, mientras todos los oficiales que quieren la victoria para Ucrania siguen en puestos oficiales”. Evidentemente, las prisas no solo se deben a la posición de debilidad que Ucrania padece actualmente en una parte importante del frente, sino a la posibilidad de que Donald Trump pudiera ganar las elecciones y cumpliera su promesa de apartar a Estados Unidos de la guerra. El Plan de Victoria es también un compromiso a que la asistencia estadounidense esté blindada a prueba de Trump.
Ayer, citando a un oficial ucraniano cuyo nombre no desvela -aunque es evidente que es un miembro de la Oficina del Presidente, muy interesada en filtrar la propuesta como elemento de presión a sus aliados-, AP afirmaba que “el elemento militar del plan trata de lo que Ucrania cree que necesita a corto plazo para mantener la presión sobre Rusia y, con suerte, obligarles a sentarse a la mesa de negociaciones”, es decir, obligar a Rusia a aceptar las condiciones ucranianas. “El elemento político trata de cómo asegurar al pueblo ucraniano que será bienvenido en instituciones occidentales como la Unión Europea y la OTAN si sigue luchando con Rusia o consigue llegar a un acuerdo negociado con Rusia, dijo el funcionario. Aparte de la petición de ingreso en la OTAN, el plan pretende reforzar las defensas de Ucrania, incluida la capacidad de defensa aérea, lo suficiente para obligar a Moscú a negociar. También se espera una petición de endurecimiento de las sanciones para debilitar la economía y la industria de defensa rusas. Zelensky ha declarado, sin dar más detalles, que la incursión militar de Kiev en Kursk (Rusia) forma parte del plan de victoria”.
Todos y cada uno de los puntos son perfectamente previsibles y coherentes con la postura de que Estados Unidos y la Unión Europea deben seguir luchando contra Rusia hasta el último ucraniano, con la diplomacia real como única línea roja. De ahí que el blanco de los discursos de estos días de Zelensky en Nueva York no esté siendo solo Rusia, sino también aquellos países que se desmarcan de la solución de la guerra hasta que Ucrania decida que ha conseguido todos sus objetivos. “Sabemos que en el mundo hay quienes quieren hablar con Putin”, afirmó Zelensky, “posiblemente escuchar de él que está enojado porque estamos ejerciendo nuestro derecho a defender a nuestro pueblo”, un pueblo en el que el presidente ucraniano no precisó si incluye aquel al que Ucrania ha agredido durante años y al que le ha negado los derechos políticos mínimos que le concedían los acuerdos firmados en 2015. “Rusia solo puede ser forzada a alcanzar la paz y eso es exactamente lo que hace falta, obligar a Rusia a la paz”, insistió, confundiendo de nuevo la paz con sus deseos. Ayer, Zelensky afinó la puntería y se fijó en dos países, China y Brasil, que insisten en que la paz pasa por congelar el conflicto en sus fronteras actuales y simplemente negociar. Criticando la dependencia del Consejo de Seguridad que, en su opinión, lastra la capacidad de Naciones Unidas para lograr la paz, Zelensky se reafirmó en su propuesta y alegó que, al contrario que la ONU, su plan sí puede hacerlo. Y en su intento de afear la postura de los países del Sur Global, que han entendido la neutralidad como una responsabilidad de ayudar a finalizar la guerra en Europa, añadió que “si alguien en el mundo busca alternativas a alguno de estos puntos o intenta ignorar alguno de ellos, lo más probable es que él mismo quiera hacer algo como lo que está haciendo Putin. Y cuando China y Brasil intentan convertirse junto con alguien de Europa, alguien de África en un coro de voces que dicen algo diferente a que exista un mundo pleno y pacífico, surge la pregunta: ¿cuál es el verdadero interés?”.
Sin embargo, las dudas sobre la viabilidad del plan de Zelensky no se limitan a los países neutrales a los que Zelensky sigue tratando con su habitual desdén con toque supremacista europeo, sino que existen también entre sus aliados. Los tres objetivos principales de la propuesta ucraniana -la integración euroatlántica, la cuestión territorial y el suministro de armamento para su uso en Rusia-, han sido cuestionados por países aliados. En su discurso, el presidente turco Erdoğan dijo no al acceso rápido de Ucrania en la OTAN, en la que Kiev se encuentra también con las reticencias de países tan importantes como Estados Unidos o Alemania. Y en Nueva York, el presidente Pavel de la República Checa, que ha trabajado incansablemente para que Ucrania disponga de cientos de miles de rondas de artillería, por lo que no puede considerársele sino un amigo de Ucrania, añadió en referencia a la cuestión territorial que Kiev debe plantearse objetivos realistas.
Incluso en el ámbito de las armas, las dificultades son notorias. Según The Washington Post, Ucrania se quedaría sin misiles occidentales si los países proveedores dieran su aprobación para su uso en Rusia, dando a entender que la cantidad de esa munición es mínima y sin que existan perspectivas reales de que vayan a aumentar hasta los niveles que Kiev desea. “Espero que los aliados nos proporcionen lo que necesitamos “, afirma un soldado citado por AP, que precisa, en línea con lo que exige su Gobierno que “no 10 o 31 tanques, sino mil tanques, miles de armas y munición”. Eso es también lo que ingenuamente espera Zelensky. “Mientras el presiente Volodymyr Zelensky habla a las Naciones Unidas, estamos observando hasta qué punto presiona a los aliados para permitir a las fuerzas ucranianas utilizar armas suministradas por Occidente para atacar en profundidad territorio ruso. la administración Biden ha considerado dar a Ucrania luz verde siempre que no utilice armas fabricadas por Estados Unidos”, afirmaba ayer The New York Times. Ese permiso sería insuficiente para conseguir lo que Kiev espera lograr con sus bombardeos en Rusia, ya que los misiles británicos y franceses carecen del alcance suficiente para los planes ucranianos.
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