Movimientos ofensivos

Después de meses de anuncios sobre la ofensiva rusa que venía, la prensa internacional y la política ucraniana parecen haberse visto sorprendidas por los movimientos rusos en el norte de la región de Járkov, fronteriza con la parte de Belgorod que más ha sufrido en los últimos meses ataques indiscriminados ucranianos. Es en esa zona, en dirección a la pequeña localidad de Shebekino, donde los partisanos rusos al servicio de Kirilo Budanov y otros grupos adscritos al GUR acostumbran a cruzar la frontera en las periódicas redadas que buscan mostrar una imagen de inestabilidad en Rusia y en las que es habitual el uso de la hipérbole, si no de la invención. En varias ocasiones, los grupos ucranianos han afirmado haber capturado aldeas rusas proporcionando como prueba imágenes de sus soldados en localidades que posteriormente han sido geolocalizadas en el lado ucraniano de la frontera. El sábado, Deepstate, de buena reputación en Ucrania, intentó convencer a su audiencia de algo similar geolocalizando en el lado ruso un blindado destruido. Las tropas rusas, se daba a entender, no habían cruzado la frontera. Para entonces, Volchansk y otras localidades cercanas habían dado la orden de evacuación de la población civil y Volodymyr Zelensky había proclamado que se libraban fieros combates en la región de Járkov.

Sin prensa de ninguna de las partes que relatar en los primeros días dónde se encuentra la línea del frente, cuál es la intensidad de la batalla y la fuerza de los bandos que la luchan, la situación en Járkov se presta a la especulación, manipulación y propaganda. Por el momento, las facciones más exaltadas de ambos bandos parecen coincidir en la versión de una épica lucha que posiblemente sea matizable. Coinciden también mucho más de lo habitual los mapas de control del territorio, que muestran una creciente franja de presencia rusa en dos zonas del norte de Járkov. Ninguna de ellas amenaza la ciudad de Járkov, un objetivo cuyo asalto, o incluso intento de cerco, requerirían un volumen de tropas y recursos materiales muy superiores a lo que está viéndose esta semana sobre el terreno. Pese a que desde Rusia se afirma que aún no ha entrado en juego la fuerza principal, algo en lo que están de acuerdo las más temerosas fuentes ucranianas, las cifras que se manejan sobre el contingente del que dispone Moscú en esta sección del frente son claramente insuficientes para una operación del tal calibre. Járkov es la segunda ciudad de Ucrania y su importancia estratégica sugiere una elevada preparación defensiva ante el peligro de un intento de asalto ruso desde la frontera, a una distancia verdaderamente escasa. Menos de 80 kilómetros separan Járkov de Belgorod, menos de la mitad de ellos en territorio ucraniano.

Descartada la hipótesis de una aproximación a la ciudad con la intención de poner en peligro su control -salvo que se diera la sorpresa máxima de unas enormes reservas rusas que forzaran el colapso de la defensa de Járkov-, dos son los posibles objetivos rusos en estos momentos: buscar una zona de amortiguación que aleje a las localidades rusas, especialmente Belgorod, de la artillería ucraniana y el debilitamiento de la defensa ucraniana con el objetivo de avanzar sobre Kupyansk y el resto de los territorios perdidos en la región en el otoño de 2022.

Saturar a las Fuerzas Armadas de Ucrania y obligar al comando ucraniano a enviar -y desgastar- allí sus reservas o incluso retirar unidades de frentes más importantes es un objetivo secundario absolutamente claro en ambos casos. Si a finales de 2022 Rusia se retiró de Jersón precisamente para acortar el frente, su objetivo ahora es alargarlo al máximo. Moscú es consciente de que Ucrania se encuentra en estos momentos en su posición más vulnerable, con escasez de artillería en sus unidades y un fuerte desgaste de sus mejores tropas. Hasta ahora, Ucrania ha dispuesto siempre de suficientes reservas para impedir una ruptura rápida que ponga en cuestión la configuración del frente. Es de esperar que la situación se repita ahora. Sin embargo, el envío de reservas para la defensa de localidades como Volchansk o Lyptsi, a escasos 8 y 15 kilómetros de la frontera rusa respectivamente, supone para Ucrania un dilema: el desequilibrio de fuerzas parece patente y, con rapidez, Rusia se ha aproximado a ambos asentamientos.

Trasladar rápidamente una cantidad sustancial de reservas a esas localidades implicaría un serio riesgo de desgaste y unas bajas significativas en un momento en el que la escasez de tropas se ha convertido en uno de los problemas más repetidos. Aun así, horas antes de que comenzaran los movimientos rusos en Járkov, Oleksandr Pavliuk, comandante de las fuerzas terrestres, insistía en que el problema de Ucrania no es la falta de personal sino de munición, por lo que no debe descartarse que Kiev opte por una defensa hasta el final de localidades aparentemente menores como Volchansk. Con apenas 17.000 habitantes, la ciudad es relevante en términos logísticos del este del Seversky Donets, barrera geográfica importante en las aspiraciones rusas de avanzar sobre el norte de Donetsk, objetivo claro del mando ruso. A juzgar por las imágenes de los primeros soldados ucranianos capturados por las tropas rusas y confirmado también por los testimonios publicados en sus redes sociales, soldados de Bratstvo y otras unidades habitualmente parte de las tropas de choque del GUR están ya sobre el terreno. También la Tercera Brigada de Asalto de Andriy Biletsky, una de las unidades de confianza de Oleksandr Sirsky, ha sugerido que lucha ya en la zona.

Un avance rápido por los campos de Járkov

“En los últimos tres días, las tropas rusas, apoyadas por cazas, artillería y drones letales, se han volcado a través de las frontera del noreste de Ucrania y han capturado al menos nueve aldeas y asentamientos y más millas cuadradas que en casi cualquier fase de la guerra a excepción de los primeros momentos”, escribía ayer The New York Times, que añadía que “en algunos lugares, las tropas ucranianas se están replegando y los comandantes ucranianos se culpan unos a otros por las derrotas”.

El avance ruso es evidente, aunque no debe exagerarse, como está haciéndose, ya sea para crear unas expectativas de victoria rusa fuera de toda posibilidad o para alertar de un colapso alrededor de una de las ciudades más importantes de Ucrania. “Es simplemente que se ha repetido en Járkov la situación con Avdeevka, donde las posiciones defensivas al oeste de la ciudad, que habían sido preparadas durante más de un año, resultaron ser inadecuadas para las tareas defensivas”, escribió ayer Boris Rozhin, Colonel Cassad, para explicar la rápida llegada de las tropas rusas a las afueras de Volchansk o su aproximación a Lyptsi, donde se encuentra la primera línea de defensa ucraniana. La realidad es que el avance ruso se ha producido en una zona escasamente poblada y sin grandes defensas ucranianas.

Zonas de control ruso en la región de Járkov y las tres líneas de fortificaciones principales ucranianas.

La fuente rusa Vatfor, por su parte, recordaba que las batallas están produciéndose aún en los campos y comparaba el terreno con la lucha en localidades como Rabotino o Vremeevka en el frente de Zaporozhie, zonas previas a la línea Surovikin, principal línea de defensa rusa en el sector. La diferencia, explicaba, es que esos campos anteriores a las líneas fortificadas contaba con una preparación para la defensa -campos de minas y varios escalones de puntos fortificados, por ejemplo- de la que carecen los campos ucranianos. Nuevamente se observa cómo Ucrania, que se empleó el pasado año a fondo en preparar el ataque, no ha sido capaz de crear unas defensas suficientemente fiables. “Los rusos simplemente pasaron, dicen las topas ucranianas en Járkov a la BBC”, titulaba ayer el medio británico en un artículo en el que, de forma muy crítica, varios soldados ucranianos describen la ausencia de defensas en ese sector fronterizo tan cercano a una capital regional tan importante.

“No había primera línea de defensa. Lo vimos. Los rusos simplemente entraron. Simplemente entraron, sin ningún campo minado”, afirma, sin siquiera ocultar su nombre, un veterano de la lucha que en 2022 expulsó a Rusia a la frontera. “O ha sido un acto de negligencia o de corrupción. No ha sido un fracaso, ha sido traición”, añade Denys Yaroslavskyi, cuya opinión coincide con la de Boris Rozhin, que observa que “el robo y la corrupción de las Fuerzas Armadas de Ucrania juegan a favor” de las tropas rusas. El avance se ha ralentizado ya gracias a las reservas enviadas a Volchansk, donde ha comenzado una lucha cuerpo a cuerpo. Rusia ha llegado hasta ese punto, aún lejos de la primera línea fortificada de defensa ucraniana, con rapidez y, a juzgar por la ausencia de grandes declaraciones ucranianas sobre enormes bajas rusas, sin excesivas pérdidas.

En su análisis sobre el inicio de operaciones ofensivas en el sector, el periodista ruso Evgeny Poddubny daba por hecho que el objetivo ruso es alejar la línea del frente de la ciudad de Belgorod. Lo ocurrido el domingo muestra que el avance ruso está lejos de ser suficiente para proteger a la población civil de la ciudad. En su mensaje, Poddubny presagiaba una venganza ucraniana que se produjo apenas unas horas después. “Rusia culpa a Ucrania mientas los pisos de Belgorod colapsan tras una explosión”, titulaba el domingo la BBC mostrando la doble vara de medir de la prensa internacional. El ataque ucraniano causó el desplome de una parte de un edificio de viviendas causando la muerte a al menos 19 civiles, una masacre en la que la prensa ha querido dar a Ucrania el beneficio de la duda, algo que no suele ocurrir cuando la artillería vuela en la dirección contraria. A medida que la batalla se centre en Volchansk, es probable que los bombardeos transfronterizos sigan en aumento, especialmente teniendo en cuenta que Ucrania ha trasladado allí a algunas de las unidades más ideologizadas de sus estructuras militares.