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Ejército Ucraniano, Estados Unidos, Rusia, Ucrania

La CIA en la guerra

Desde el inicio de la operación militar especial en Ucrania, e incluso desde el comienzo de la operación antiterrorista en Donbass, la idea de que el conflicto iba más allá de las relaciones entre Moscú y Kiev ha sido una constante. Con el tiempo y el incesante flujo de armas, munición e inteligencia a tiempo real, el concepto de guerra proxy ha dejado de ser algo repetido solo por la prensa y las autoridades rusas. Es más, la propia Ucrania ha explotado y explota activamente la idea de haberse convertido en el ejército de la OTAN y de la Unión Europea en una guerra colectiva contra Rusia que presenta como la lucha entre este y oeste, civilización y barbarie, democracia y autoritarismo. Esa ha sido desde 2014 la forma en la que Kiev ha buscado mantener a el apoyo primero político, diplomático y económico y ahora también militar de sus socios occidentales.

En esa guerra, que no solo se libra en los campos de Zaporozhie, las ciudades de Donbass o las aldeas fronterizas de Belgorod, el flujo de armas es la base sobre la que se sustenta la participación indirecta occidental. Sin embargo, quizá tan importante como la cantidad de sistemas de artillería o tanques enviados por Alemania o Estados Unidos es el suministro constante y la cooperación bilateral de inteligencia. Esa información en tiempo real, suministrada fundamentalmente por Estados Unidos, pero también por el Reino Unido, está pasando más desapercibida, pero es igualmente clave a la hora de detectar los planes rusos y hacer funcionar las maquinarias necesarias para mantener el esfuerzo bélico ucraniano y Occidental.

Un extenso artículo publicado la semana pasada por Newsweek desgrana una parte de ese esfuerzo de inteligencia de Estados Unidos y sus significados. Evidentemente, la labor de inteligencia implica trabajo en las sombras, desinformación y ocultación de los detalles más importantes. Sin embargo, lo publicado es suficiente para confirmar algunas tendencias que han podido verse a lo largo de los meses y años que dura ya el conflicto. En primer lugar, la constatación de que el trabajo de inteligencia occidental en Ucrania precede en al 24 de febrero de 2022 destaca la importancia que había adquirido el país mucho antes de que las tropas rusas cruzaran la frontera.

El inicio de la guerra ruso-ucraniana ha supuesto para los países occidentales un cambio fundamental, ya que la guerra en Ucrania, antes ignorada, se ha convertido en central en la agenda política, diplomática y militar del continente. Esto es especialmente notable en el caso de Polonia, que se ha hecho fuerte como centro logístico, lugar de recepción de las armas enviadas por los países de la OTAN y también como base para el trabajo de inteligencia estadounidense.

El artículo de Newsweek, que solo puede destacar algunos aspectos, posiblemente la punta del iceberg del trabajo de inteligencia de Estados Unidos en Ucrania, muestra algo que ha sido evidente a lo largo del último año y medio: uno de los objetivos de la diplomacia y la inteligencia estadounidense es evitar una confrontación directa entre Estados Unidos y Rusia. La publicación menciona como ejemplo lo ocurrido el pasado año, cuando Ucrania trató de presentar el impacto de un misil antiaéreo ucraniano en Polonia -que causó la muerte a dos civiles- como un ataque deliberado de Rusia a un país de la OTAN. De forma un tanto tosca y sin grandes posibilidades de lograr su objetivo, el Gobierno de Kiev y Zelensky personalmente trataron de hacer activar el Artículo V de la OTAN para iniciar una confrontación directa entre Estados Unidos y Rusia, un acto irresponsable que no fue correspondido por Washington, que rápidamente puso en marcha los mecanismos para rebajar las tensiones. El medio estadounidense menciona, en relación con este caso, la reunión celebrada en Turquía entre los jefes de la inteligencia de Estados Unidos y Rusia, Burns y Narishkin respectivamente, que coincidió con aquel episodio.

Esa comunicación, que no se ha roto durante la guerra, comenzó antes de que las tropas rusas se involucraran directamente en el conflicto ucraniano. Newsweek se refiere a la visita de Burns a Moscú antes del inicio de la guerra ruso-ucraniana, en la que el director de la CIA pudo comunicarse directamente con Vladimir Putin. Las fuentes del medio adjudican a esa visita la capacidad de las partes de marcar las líneas rojas y de dejar claras las normas no escritas precisamente para evitar la confrontación directa, algo en lo que parecen estar de acuerdo Washington y Moscú. “Los dos países han sido capaces de aceptar las reglas probadas del camino. Estados Unidos no lucharía directamente ni buscaría un cambio de régimen según se comprometió la administración Biden. Y Rusia limitaría su asalto a Ucrania y actuaría de acuerdo con las normas no escritas pero perfectamente conocidas para las operaciones secretas”, escribe el medio, reflejando exactamente lo que ha ocurrido sobre el terreno. La última prueba se produjo hace dos semanas, cuando el día en el que Wagner escenificaba su motín, la diplomacia estadounidense se comunicó rápida y directamente con las autoridades rusas para asegurar que no estaba detrás de un intento de golpe de estado, una afirmación coherente con los hechos, en la que la partición occidental parece descartada.

La cantidad de personal militar y de inteligencia estadounidense en Ucrania ha sido también un tema recurrente desde el 24 de febrero de 2022. En su intento por evitar cualquier confrontación directa con Rusia, Washington ha querido dejar claro que no hay “botas sobre el terreno”, es decir, personal militar estadounidense en situación de combate. Más allá de la duda de si existe un grupo limitado de asesores que coordinen o manipulen algunos sistemas de armamento occidental, el medio habla de un número muy limitado de personal, fundamentalmente para la seguridad de la embajada. Sin embargo, el artículo sí menciona una mayor presencia de la CIA tanto en el territorio de Ucrania, alrededor de un centenar, como en territorio polaco. Sus labores no son las de proporcionar la inteligencia en tiempo real sobre las posiciones rusas o el despegue de su aviación estratégica sino la coordinación del propio esfuerzo bélico ucraniano.

Newsweek afirma abiertamente que la labor de la CIA es “ir de forma rutinaria allí donde los militares estadounidenses no pueden ir”. Se habla así de trabajo en la zona gris y de operaciones especiales negras, es decir, trabajo aún más clandestino que el ya generalmente sucio trabajo de inteligencia en un contexto de guerra. Una de las labores de estas operaciones parece ser la gestión de la entrega de todo aquello, sea lo que sea, que Washington quiere ocultar a la opinión pública o puede que a sus socios. “Ahora, más de un año después de la invasión, Estados Unidos sostiene dos redes masivas, una pública y otra clandestina”, escribe el medio estadounidense. “Buques entregan productos en puertos belgas, neerlandeses, alemanes y polacos y esos suministros son trasladados en camiones, trenes y por aire a Ucrania. Sin embargo, de forma clandestina, una flota comercial (la “flota gris”) cruza Europa central y oriental llevando armas y apoyando las operaciones de la CIA. La importancia de la inteligencia estadounidense sobre el terreno parece clara.

Finalmente, la tercera gran labor principal que la CIA está dispuesta a admitir de forma relativamente pública es la del control de las armas entregadas y su uso por parte de Ucrania. Esta labor, que ha perdido relevancia -o quizá eficacia si debemos creer que Washington intenta realmente que se mantengan las normas impuestas- a lo largo de los meses, especialmente a medida que Ucrania ha dado pasos importantes para incumplir aquello que había supuestamente prometido a sus maestros norteamericanos, fundamentalmente no utilizar el armamento recibido para atacar territorio ruso. “Es por eso por lo que la CIA busca distanciarse de cualquier cosa que sugiera un ataque directo contra Rusia”, afirma Newsweek, que menciona específicamente el ataque con drones sobre el Kremlin, el ataque al puente de Crimea y las explosiones del Nord Stream. Este último caso es especialmente relevante, ya que se trata de un acto de terrorismo internacional cometido contra Rusia, pero también contra Alemania, un país aliado tanto de Estados Unidos como de Ucrania y miembro de la OTAN. Es ahí donde el argumentario de la CIA, que por una parte afirma saber todo aquello que hace Ucrania, pero que intenta desmarcarse de un ataque del que acusa a su aliado de Kiev, corre el riesgo de caer en una contradicción sin sentido. Por el momento, los países europeos han mantenido la disciplina y no han alzado la voz contra Kiev ni contra Washington y el largo tiempo transcurrido desde los hechos hace pensar que no tienen intención de hacerlo. Sin embargo, a medida que el tiempo avanza y Ucrania cruza líneas rojas marcadas por sus propios aliados y lo hace de forma absolutamente impune, es posible que estos actos se repitan, aumenten en número y empeoren en su intensidad. La eterna pregunta es cuál será, si es que existe, la línea roja cuyo cruce los países europeos no estén dispuestos a aceptar.

Comentarios

Un comentario en “La CIA en la guerra

  1. Desde el.minuto 0 incluso antes en Ucrania había varios grupos de Marines con la excusa que eran veteranos para instruir tropas en combate en población y entre ellos considerados «civiles» por su condición de veteranos habían personal de la CIA si eso era antes del caos de la guerra no digamos que en zona no hay personal de inteligencia es más hay más de contrainteligencia que de inteligencia operativa ya que hacen de arbitraje en el conflicto ya que un enfrentamiento OTAN-USA con Rusia no interesa.

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    Publicado por paraca289 | 12/07/2023, 09:22

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