Artículo Original: Colonel Cassad
Breve historia sobre la saga del gas en Genichesk. El desarrollo de los acontecimientos fue un poco extraño.
- Se informó de que el acalde de Genichesk supuestamente habría solicitado ayuda a Rusia, ya que la ciudad estaba muerta de frío.
- La petición fue considerada por el Kremlin, que dio orden de dar asistencia a Genichesk.
- El alcalde de Genichesk posteriormente negó que nadie hubiera buscado ayuda. La junta anunció también que todo era falso.
- Sin embargo, el gas llegó a Genichesk, donde se enviaron 14.000 metros cúbicos de gas, lo que Aksyonov explicó afirmando que los ciudadanos de Crimea comprenden perfectamente la distinción entre la junta y los ciudadanos ucranianos.
- Finalmente, conocimos que el gas verdaderamente había llegado a Genichesk, aunque la junta trató de argumentar que el gas de Crimea no es gas de Rusia.
En realidad, es bastante evidente que la historia de Genichesk, además de las implicaciones para la población local, tiene una dimensión propagandística, que ha servido para que Rusia pueda jugar la carta de “la junta pasará y quedará la nación ucraniana”, mientras que la junta, por su parte, ha seguido su guión habitual en el que Rusia siempre está mintiendo y solo quiere hacer daño. Las declaraciones contradictorias tienen sentido solo teniendo en cuenta esta lógica. Y en cuanto a los residentes de Genichesk, es probable que a nadie le importe de dónde llegue el gas, que en este caso ha llegado desde Crimea.
Por supuesto, frente a la negativa de la junta a pagar sus deudas y el constante intento de bloqueo [de Crimea], puede que no se comprenda completamente esta generosidad rusa. Pero dado el pequeño volumen de gas entregado, no se trata de un asunto de tanta importancia como el descuento del gas o la continuación del bloqueo de la RPD y la RPL, donde la junta no está dispuesta a facilitar la vida de los ciudadanos comunes (además del habitual bloqueo de transporte se ha sumado estos días el del agua).
En este sentido, diría que, si Rusia intentara explotar la situación interna de Ucrania en busca de su colapso, es algo extraño ofrecer asistencia a territorios controlados por la junta sin coste adicional. En teoría, cuanto peor sea la situación, más probable será que la población salga a la calle y exija un cambio. Pero esa política solo sería válida si el cambio de régimen en Ucrania fuera una prioridad. En línea con la opción de congelar el conflicto, la actual aproximación no puede sorprender. La superioridad moral en la idea de que “no vamos a rebajarnos hasta los niveles de la junta y no queremos perjudicar a la población civil” está clara. La gran pregunta sigue siendo qué quiere Rusia de Ucrania en general y cómo quiere conseguirlo.
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