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Donbass, DPR, Ejército Ucraniano, Gorlovka, Rusia, Ucrania

Gorlovka

“Aunque muchos ucranianos se han alistado en el ejército por sentido del deber cívico, otros pasan los días encerrados en sus casas, temerosos de que el servicio militar obligatorio sea un billete de ida a una sangrienta guerra de trincheras”, escribe este fin de semana The New York Times. Siempre insistiendo en que no hay pánico ni riesgo de colapso de las Fuerzas Armadas de Ucrania por falta de personal, cada vez son más los artículos de grandes medios occidentales que admiten el serio problema de huida de la movilización de los ucranianos en edad militar. “Temiendo que el reclutamiento se convierta en un billete solo de ida, hay hombres que pasan sus días en casa, evitando ser atrapados en las calles por las patrullas. Las nuevas patrullas militares están en todas partes y el número de hombres escondidos es desconocido”, añade el artículo. “Ahora están por todas partes. Intentaré que no me cojan, pero no sé si es posible”, afirma un hombre de 45 años entrevistado por el diario estadounidense. “Temo no recibir suficiente entrenamiento, me enviarán más cerca del frente y moriré sin sentido”, se queja un hombre de 28 de Lviv, una de las regiones más antirrusas y donde el rechazo a la ley de movilización y a participar en la guerra es más bajo. La realidad de la guerra larga y la certeza de que la esperanza de vida en las trincheras puede no ser muy elevada ante el peligro de los drones, artillería o aviación oponente pesa en la población de Ucrania, donde hace mucho tiempo que se perdió la visión romántica de la épica lucha contra el agresor.

Uno de los lugares a los que esos hombres reclutados por las calles podrían ser enviados es Gorlovka, hasta hace dos años punto más septentrional de la RPD, una localidad que ha permanecido en la primera línea del frente desde el verano de 2014. Entonces, la caída de Slavyansk ante la retirada del grupo dirigido por Igor Girkin, Strelkov, tras varios meses asedio causó un efecto dominó que hizo retroceder el frente decenas de kilómetros en pocos días. Las milicias de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk parecían no ser capaces de contener el avance de las Fuerzas Armadas de Ucrania y los batallones voluntarios formados por grupos de extrema derecha, más dispuestos a disparar contra la población que el ejército regular. Fue así como el frente llegó a las puertas de las tres grandes ciudades aún bajo control de las milicias: Donetsk, Lugansk y Gorlovka, segunda ciudad más importante de la RPD. Convencido de que la victoria llevaría “días, no semanas”, el nuevo presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, optó por la táctica de rodear y aislar esas ciudades. El coste y la dificultad que implica la batalla urbana evitó que el asalto fuera la opción elegida en aquel momento por el mando ucraniano, que se decidió por la captura de infraestructuras como los aeropuertos y el intento de cerco de las tres ciudades para hacer imposible para las milicias seguir luchando.

Una tarea demasiado ambiciosa para las sobreextendidas y escasamente preparadas tropas ucranianas, la labor se estancó a las puertas de las tres ciudades que, aunque vivieron situaciones dramáticas sin suministro, por ejemplo, de agua durante el verano de 2014, lograron resistir sin que los cercos fueran completos. Las tropas ucranianas fueron derrotadas en agosto en el aeropuerto de Lugansk, frustrando el intento de dificultar aún más la situación de la población civil de la ciudad, mientas que Ilovaisk fue el final de las aspiraciones de cercar Donetsk, aislando la principal ciudad rebelde de todo suministro, ya fuera desde Lugansk o la frontera rusa en el sur. En el caso de Gorlovka, una ciudad excesivamente grande y con una guarnición amplia y capacitada para la defensa, entonces liderada por Igor Bezler, la resistencia de Enakievo impidió también que la ciudad quedara rodeada. Sin embargo, su posición geográfica y la facilidad con la que Ucrania había llegado desde el norte hasta las puertas de Donetsk dificultó durante años el tránsito entre las dos ciudades. Prácticamente aislada de la capital regional ante la inseguridad o el corte de la principal vía de comunicación entre ellas, Gorlovka vivió situaciones de extrema gravedad en los primeros meses de la guerra. A la destrucción se sumaron las dificultades de suministro -no solo militar, sino también civil-, un peligro cada vez más importante para la población civil, vulnerable a los ataques y a la escasez de productos básicos.

El episodio más duro se vivió el 27 de mayo, cuando un gran número de Grads alcanzaron un céntrico parque de la ciudad a plena luz de un domingo en el que paseaban las familias, que aún no eran plenamente conscientes de que la guerra había llegado. Las imágenes de los cuerpos de una madre y su bebé despedazados por las bombas dieron la vuelta al mundo al mismo tiempo que lo hizo el discurso ucraniano. “Los militantes están bombardeando zonas residenciales de Gorlovka con morteros y lanzacohetes múltiples Grad para desacreditar al ejército ucraniano e intimidar a los civiles. Así lo afirma un mensaje del centro de prensa de la ATO”, escribió entonces, en un texto aún hoy disponible en su web, Ukrainska Pravda, sin la más mínima crítica a una versión que era, a todas luces, un intento de descargarse de culpa por una atrocidad cometida por sus tropas. “Con ello, los terroristas intentan lograr un reclutamiento adicional de los residentes de Gorlovka en las filas de las bandas”, señaló el portavoz de la operación antiterrorista que acababa de disparar contra una ciudad llena de civiles. En negrita para subrayar la idea, el artículo afirmaba citando a las autoridades que “las fuerzas de ATO no realizan ataques contra ciudades ni otras localidades utilizando artillería o aviación”. Semanas antes, el 2 de junio de 2014, Ucrania había negado también su participación en el bombardeo del centro de Lugansk, donde se desangraron en una plaza del centro de la ciudad una docena de personas tras un ataque aéreo en el que quedó grabada tanto la aeronave como la bomba. Kiev alegó desde la explosión de un aparato de aire acondicionado a un mal disparo de un proyectil con el que las milicias trataban de derribar las aeronaves ucranianas. La acusación del autobombardeo, no era nueva e iba a consolidarse a lo largo de esos meses para llegar hasta nuestros días.

La derrota de Ilovaisk en el verano de 2014 y la consolidación del frente tras la campaña del invierno de 2015, que culminó en la firma de los segundos acuerdos de Minsk, finalizaron las grandes batallas de la guerra de Donbass, que se convirtió en un conflicto estático de enfrentamientos con artillería en un frente en el que nunca hubo un alto el fuego completo. Mayorsk, Zaitsevo o las minas de los alrededores de la ciudad se convirtieron en foco de los enfrentamientos en una ciudad que siempre estuvo expuesta a la artillería ucraniana. La guerra sin movimiento impedía un asalto, pero no ataques regulares contra las infraestructuras de la ciudad y sus comunicaciones. La carretera entre Donetsk y Gorlovka, por ejemplo, nunca fue completamente segura debido a la cercanía de Yasinovataya a un frente aún más activo. Y la estrategia de “pequeños pasos” de Arsen Avakov, con la que Ucrania fue haciéndose con la zona gris, que según Minsk debía ampliarse, no reducirse, tuvo en Gorlovka uno de sus principales escenarios. Durante ocho años, Ucrania fortificó allí sus posiciones para mantener la ciudad cercada por tres lados y aumentar así la presión militar contra una ciudad clave para la viabilidad de Donbass, no solo por sus minas e industria, sino también por el transporte.

Gorlovka nunca dejó de ser una de las obsesiones de las Fuerzas Armadas de Ucrania, deseosas de castigar la deslealtad de la ciudad y la incapacidad de sus tropas de avanzar sobre ella en el verano de 2014, cuando Kiev esperaba lograr la victoria militar que aplastara la rebelión de Donbass y finalizara la guerra sin concesiones a la población que se había levantado en armas contra el irregular cambio de Gobierno de febrero de ese año. La invasión rusa empeoró aún más la situación de la ciudad, a escasa distancia de unas muy preparadas posiciones ucranianas. Las limitaciones que implicaba Minsk habían desaparecido y, como Donetsk, la ciudad ha sido sometida a ataques periódicos que han seguido causando muerte entre la población civil y destrucción en sus infraestructuras sin que el frente se haya movido hasta ahora. “La defensa del enemigo se ha ido reforzando en torno a Dzerzhinsk y los pueblos satélites desde 2014 y la línea del frente no ha sufrido cambios significativos desde entonces. Al mismo tiempo, en la ciudad, el enemigo seguía siendo un problema tan urgente para la vida de los habitantes de Gorlovka como lo era su presencia en Avdeevka para Donetsk”, ha escrito esta semana Boris Rozhin, Colonel Cassad. Ayer mismo, varios civiles resultaron heridos en Gorlovka y tres murieron en Donetsk a causa de los ataques ucranianos.

Ucrania no ha escondido que Gorlovka era uno de sus objetivos. No hay más que recordar la euforia con la que Volodymyr Zelensky anunció la captura de una colina, liberada después de años de ocupación rusa. El presidente ucraniano no publicó otro mensaje en las redes sociales cuando, horas después, las fuerzas rusas recuperaron la posición y colocaron su bandera, posteriormente derribada por un dron ucraniano. Pese a las aspiraciones, Ucrania no había avanzado en este sector del frente, como tampoco lo había hecho Rusia. Como han reconocido esta semana las fuentes rusas, la zona al oeste de Gorlovka es el único territorio en el que no se había producido ningún progreso ruso desde 2022.

En las últimas horas, los corresponsales militares rusos han anunciado el inicio del movimiento hacia Dzerzhisnk (Toretsk) y Novogorodskoe (Niu York), una toma de contacto con un sector del frente en el que Ucrania cuenta con importantes fortificaciones y cuya importancia aumenta a medida que Rusia trata de expandir el territorio bajo su control desde los alrededores de Ocheretino. Dos años después del inicio de la ofensiva rusa y republicana en Donbass, por primera vez, la lucha por las zonas de Avdeevka y Gorlovka se unen en un mismo frente. Como admiten incluso fuentes ucranianas como Deepstate, vinculada al Ministerio de Defensa, las fuerzas rusas han avanzado sobre Shumi y se especula con el inicio de la evacuación de la población civil de Dzerzhisnk. El principal obstáculo, según Rozhin, estaría al este de la ciudad, con una altura que domina toda la zona.

Ninguno de los pequeños progresos logrados por las fuerzas rusas en estos primeros movimientos al oeste de Gorlovka, tanto en Mayorsk como hacia Shumi, son, por el momento, insuficientes para ver en ellos el inicio de una ofensiva. Ucrania cuenta en esta poblada zona con localidades de cierto tamaño y amplias zonas industriales con puntos fuertes en los que defenderse con tropas que no han sufrido el desgaste que sí acumulan en otros sectores del frente. La dificultad de la operación hace imprevisible un asalto directo a Novogorodskoe o Dzerzhinsk, a las que posiblemente les espera el inicio de operaciones de flanqueo e intento de aislamiento similares a las de Artyomvosk, Avdeevka o Chasov Yar. De esta forma, Rusia prueba las defensas de Ucrania en el único punto de Donbass en el que sus tropas no habían logrado el más mínimo éxito hasta ahora.

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