“Busificación es un término muy conocido en Ucrania y se refiere al proceso por el cual se detiene a jóvenes contra su voluntad, a menudo tras un violento forcejeo y se les sube a un vehículo —normalmente un minibús— para trasladarlos a un centro de reclutamiento del ejército”, explica el exdiplomático británico Ian Proud en un artículo publicado por Responsible Statecraft, parte del Quincy Institute, conocido think-tank antibelicista. “¿Por qué los medios de comunicación convencionales tan pocas veces hablan de la violenta busificación de los hombres ucranianos en contra de su voluntad, en el ejército? No toleraríamos esto en nuestros países, con nuestros jóvenes. Sin embargo, a nuestros líderes no les importa”, escribió en las redes sociales para promocionar el artículo.
Hace tiempo que los soldados sobre el terreno se quejan de falta de relevo, una de sus exigencias para la modificación de la ley sobre la movilización, y de la incapacidad del Estado para cubrir las bajas. Pese a la necesidad de mantener contenta a la tropa, la reforma no incluyó la ansiada desmovilización de quienes llevan meses luchando en las zonas más difíciles del frente. En un Estado cuya razón de ser es la guerra, las cifras son más importantes que el bienestar de las tropas. Ante las dificultades para reclutar, es imposible desmovilizar. Recientemente, Zelensky ha renovado de nuevo el estado de excepción, por lo que la movilización general continúa y con ella la ocultación de las cifras de bajas, secreto mejor guardado de ambos bandos -aunque, a diferencia de Rusia, cuyas bajas son seguidas al detalle utilizando los obituarios que aparecen en la prensa y en las redes sociales, nadie pregunta a Kiev cuál es su nivel de pérdidas- y, en el caso ucraniano, el reclutamiento forzoso.
Como explica Ian Proud, “hasta hace poco, los reclutadores del ejército ucraniano elegían objetivos fáciles. Sin embargo, el 26 de octubre, el editor de defensa del periódico británico The Sun, Jerome Starkey, escribió un desgarrador reportaje sobre un reciente viaje al frente en Ucrania, durante el cual afirmó que su colega ucraniano había sido «reclutado a la fuerza por las fuerzas armadas de su país»”. Esta misma semana, un vídeo supuestamente mostraba el intento de reclutar por la fuerza al escolta de la actriz estadounidense Angelina Jolie en su visita de propaganda a Jersón.
“Amigos ucranianos me contaron desde el comienzo de la guerra que sus maridos/hijos temían la movilización forzosa, y los vídeos empezaron a circular poco después, por lo que me asombró saber que muchos en Occidente creen que los vídeos de busificación son falsos, creados por medio de inteligencia artificial o propaganda rusa”, comentó, en referencia a la pregunta que se hacía Ian Proud sobre por qué se permite que el reclutamiento forzoso ucraniano no tenga consecuencias políticas, la activista feminista Almut Rochowanski. Las imágenes hablan por sí mismas, vídeos en los que personas desarmadas, en muchas ocasiones mujeres, defienden a hombres amenazados con un viaje de ida al frente, grupos de vecinos protegen a potenciales reclutas o incluso voltean los vehículos de la movilización o personas que huyen, en cualquier transporte posible o incluso por los tejados, de los agentes que los persiguen se han convertido en una de las imágenes más repetidas de la guerra. Con una población mucho mayor de la que reclutar y, sobre todo, incentivos económicos con los que hacer atractivo el terrible oficio de la guerra, Rusia ha evitado este tipo de imágenes, que contradicen radicalmente la imagen de unidad y apoyo a la continuación de la lucha mientras sea necesario que quiere proyectar el Gobierno de Kiev. Ignorar la realidad es la mejor manera de evitar dar explicaciones, planteamiento al que se adhieren estrictamente tanto la prensa internacional, centrada en justificar la continuación de la guerra, como las autoridades ucranianas, que en 2024 prometieron acabar con la busificación pero que prefieren mirar hacia otro lado. El momento actual de dificultades en el frente, con medios como The New York Times alertando sobre cómo Rusia se encuentra a las puertas de su mayor éxito, la posible captura de Pokrovsk, desde 2023, se presta a la ceguera voluntaria de quienes ven en la muerte de sus tropas un mal necesario para conseguir un objetivo más importante.
Según Proud, uno de los motivos de la desidia informativa es que “la busificación es solo la punta del iceberg. Si a los ucranianos les resulta difícil animar a los jóvenes a alistarse voluntariamente en el ejército, aún más difícil resulta conseguir que permanezcan en él sin desertar”. “En la primera mitad de 2025, se denunciaron más de 110.000 casos de deserción en Ucrania. En 2024, los fiscales ucranianos iniciaron más de 89.000 procedimientos relacionados con la deserción y el abandono no autorizado de unidades, una cifra tres veces y media superior a la de 2023. Más del 20% del millón de efectivos del ejército ucraniano ha desertado en los últimos cuatro años y las cifras no dejan de aumentar”, explica. Ante esas cifras, que al ser oficiales no pueden ser negadas, el Gobierno ucraniano solo puede alegar que una parte de esos aparentes desertores es recuperada para el frente más adelante.
Tres años y medio después de la invasión rusa y muy lejana ya la ola nacionalista que hizo posible el reclutamiento masivo inicial y de Zelensky un líder indiscutible, la realidad de la guerra es demasiado cruda como para aspirar a mantenerla oculta. El desgaste ha hecho también que afloren los enfrentamientos políticos, que se traducen en una cobertura mediática menos favorable al Gobierno, algo que continuará en ascenso a medida que se deteriore la situación en el frente o se acerque un periodo electoral. “Al entrar en conflicto abierto con Zelensky y Ermak, Ukrainska Pravda ha empezado a publicar artículos mucho más críticos sobre temas que durante mucho tiempo han sido silenciados”, escribe esta semana el sociólogo ucraniano Volodymyr Ischenko en relación a un durísimo artículo sobre la evasión del reclutamiento. “Seis millones de hombres eludieron el servicio militar simplemente por no actualizar sus datos de contacto, a pesar del riesgo de recibir multas elevadas o sanciones aún más graves. Eso supone la mayor parte de los 10-11 millones de hombres aptos para el servicio militar. La mayoría de los ucranianos no están dispuestos a luchar por el Estado en lo que se define como una defensa «nacional»”, describe Ischenko, a lo que el artículo añade que “en los últimos meses, han aparecido en los medios de comunicación informaciones sobre un millón y medio de personas que no han actualizado sus datos de registro militar. Cuando un periodista de UP preguntó a un oficial del ejército familiarizado con los informes de movilización sobre esta cifra, este solo murmuró: «Es una estimación a la baja». Sin embargo, no reveló las estadísticas reales”.
“El Distrito Militar Central suele movilizar a personas enfermas y frágiles, ya que cada mes es necesario cerrar los planes de «movilización». La mayoría de estas personas nunca podrán llevar a cabo misiones de combate de forma eficaz. Al mismo tiempo, tenemos ejércitos de personas que han abandonado el ejército sin permiso y personas «evasivas» sanas vagando por ahí”, denuncia un oficial citado en el artículo.
“Solo existe un mecanismo legal para «buscar» a los infractores, afirma el abogado Volodymyr Romanchuk a UP. Los empleados del centro territorial de movilización redactan un protocolo sobre infracciones administrativas e imponen una multa al ciudadano, que oscila entre 17.000 y 25.500 mil grivnas. Esto se aplica a la evasión de la actualización de datos y la aprobación de la comisión militar. A continuación, los militares transmiten la información a los agentes del orden, que pueden detener al recluta. El experto en derecho militar Romanchuk destaca: «Si un recluta no paga la multa y no actualiza sus datos, se le pueden aplicar restricciones adicionales, como el bloqueo de cuentas o la privación del derecho a conducir un coche»”, explica el artículo para describir la realidad de centenares de miles ucranianos que tratan de evadir el reclutamiento a costa de arriesgarse a represalias para evitar ser enviados al frente. “Si un recluta no se presenta en el centro de reclutamiento el día en que debe incorporarse al centro de entrenamiento, puede ser condenado a una pena de prisión de entre 3 y 5 años. Al fin y al cabo, ya no se trata de una infracción administrativa, sino de un delito penal”, añade Ukrainska Pravda. La única protección real de estos hombres que tratan de evitar ser enviados al frente es que la falta de personal no se limita al frente, sino que se extiende a la retaguardia. “Hay muchos infractores, pero hay pocos de nosotros”, indica un oficial de reclutamiento de Ucrania occidental.
La evasión del reclutamiento no solo implica no presentarse a actualizar sus datos o a las citaciones, sino prácticamente pasar a la clandestinidad. “Una tarde de julio, Olena, una mujer de Odessa, llamó en voz alta a su marido para cenar: «¡Igor, te espero en la cocina!». Durante las dos semanas siguientes, jugaron en silencio. Ihor temía que los vecinos oyeran su nombre y llamaran a la oficina de reclutamiento. Lleva más de tres años sin trabajar y vive de la ayuda de su mujer. Desde que la Rada aprobó la ley de movilización, no ha salido de su apartamento, ni siquiera a la entrada. Gracias a ello, todavía consigue permanecer en la zona «gris» para la oficina de reclutamiento”, escribe Ukrainska Pravda. Evitar el frente no solo pasa por correr más rápido durante un episodio de reclutamiento forzoso, sino por evitar ser delatado incluso por los vecinos. “Algunos de los «evasores», como dice el famoso refrán, quieren evitar la movilización y llevar una vida normal. El precio de la cuestión se mide normalmente en dólares”, añade el artículo. La guerra y la corrupción nunca están alejadas.
Según el último sondeo realizado en Ucrania a finales de agosto, el 20% de la población ucraniana está dispuesta a seguir luchando hasta recuperar la integridad territorial y el 13% hasta recuperar las fronteras de febrero de 2022. El 60% defienden congelar el frente y buscar el compromiso con Rusia. La situación económica, política y militar para Ucrania es complicada y empeora a medida que se acerca la temporada de frío. En paralelo aumentan las salidas del país -como confirma y critica Polonia-, la evasión del reclutamiento y el intento de huir de la movilización forzosa. Pero aun así, Zelensky insiste en el discurso de la unidad de Ucrania para seguir exigiendo más ayuda a sus socios para luchar hasta la victoria final.
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