Entrada actual
Avakov, Batallón Azov, Biletsky, Donbass, Ejército Ucraniano, Extrema Derecha, Rusia, Ucrania

«La parte más sana de Europa»

“Ya había oído hablar de Andriy Biletsky y su equipo. Él, junto con personas de ideas afines, creó la organización nacional-patriótica Patriota de Ucrania en Járkov, que unía a jóvenes proucranianos que querían hacer nuestro país fuerte y verdaderamente independiente. Naturalmente, una organización de este tipo durante la presidencia de Yanukóvich se vio inmediatamente presionada por el Ministerio del Interior y el SBU”, escribió en un artículo publicado en 2016 por Ukrainska Pravda Anton Geraschenko, conocido asesor de Arsen Avakov en el Ministerio del Interior de Ucrania y que tuvo un papel importante tanto en la creación de la web Myrotvorets, con la que el nacionalismo ucraniano ha amenazado y acosado a personas opositoras. Geraschenko, hoy fuente habitual para la prensa occidental en su análisis de la guerra, relataba entonces sus recuerdos sobre cómo los chicos de Andriy Biletsky “vestidos con sus uniformes negros circulaban por Járkov en convoyes de coches aquellos días y solo con su apariencia dejaba claro que había quien defendía a Járkov del separatismo y que lo que había pasado en Donetsk y Lugansk no iba a funcionar”.

La memoria de Gerashenko -igual que su análisis del presente, ya que fue él quien inventó detenciones masivas y cortes de tráfico en Moscú para dar a entender que estaba produciéndose un golpe de estado- convenientemente olvida algunos detalles. Patriota de Ucrania no era solo una organización nacional-patriótica sino la rama paramilitar de la Asamblea Socialnacionalista, cuya ideología estaba basada en las enseñanzas de Yaroslav Stetsko, conocido soldado de la Guerra Fría y persona que proclamó la independencia de Ucrania “bajo los auspicios del Führer” en el Lviv ocupado por la Alemania nazi. Y los hombres de negro y el propio Biletsky hicieron durante aquella primavera algo más que amenazar solo con su presencia mientras patrullaban y fueron las fuerzas de choque de Avakov y el alcalde Kernes para aplastar el derecho de manifestación de la parte de la ciudad que rechazaba el golpe de estado que se había consumado en Kiev. Biletsky, por supuesto, era un conocido miembro de la extrema derecha que se había destacado por sus ideas supremacistas y antisemitas.

“En la noche del 4 al 5 de mayo, en Mariupol, un centenar de jóvenes patriotas prestaron juramento y tomaron las armas. ¡Cada día y cada hora contaban en aquel momento! El nombre de la nueva unidad sería Azov. Legalmente, la unidad se registró como batallón del servicio de patrullas del Departamento de Asuntos Internos de Donetsk”, recuerda Geraschenko. Azov, cuyo líder había rechazado un mes antes incorporarse a las tropas del Ministerio del Interior, nació concebido como batallón policial y formado por patriotas miembros de grupos políticos o paramilitares de extrema derecha, siempre a la sombra de su líder espiritual, Andriy Biletsky. En noviembre de 2014, cuando el batallón se convirtió en regimiento y se incorporó finalmente a la Guardia Nacional de Ucrania, Biletsky había cedido ya el testigo de la comandancia militar. Poco antes, y con la ayuda del Frente Nacional del entonces primer ministro Yatseniuk, que retiró a su candidato para garantizar la victoria del líder de Azov, Biletsky dejó el mando militar del grupo para liderar el ala política del movimiento.

La historia de Azov muestra que no hubo ruptura ni separación entre lo que a la postre serían el Corpus Nacional y el regimiento, posteriormente brigada Azov. Sin embargo, ese paso a un lado de Biletsky para encargarse del ala política, incompatible con el papel militar que adoptó inicialmente, ha sido repetidamente utilizado para defender el blanqueamiento que ha recibido la Brigada Azov en los últimos años, un proceso que en Ucrania ya había comenzado durante los años de la guerra de Donbass, pero que se generalizó con la invasión rusa. En la reescritura de la historia que han realizado los medios se ha argumentado que no hay relación entre la actual Brigada y el batallón Azov formado por Andriy Biletsky en 2014.

“El Gobierno de Estados Unidos nunca proporcionó apoyo a la ahora disuelta milicia conocida como Batallón Azov. Por el contrario, la 12ª Brigada de Fuerzas Especiales Azov ha recibido armas y equipamiento tras superar con éxito el necesario proceso de investigación de las fuerzas de seguridad”, escribía, a modo de fact-check, una cuenta oficial vinculada al Departamento de Estado de Estados Unidos. Azov nunca fue disuelta, sino ampliada para ser incorporada a la Guardia Nacional, de la misma forma que la reconversión en 12ª Brigada tampoco rompió con el primer Azov, de cuyo núcleo duro, la División Borodach, procede Denis Prokopenko, su actual comandante. Prueba de que, al menos hasta la caída de Azovstal, cuando el grueso de la 12ª Brigada cayó prisionero de las fuerzas rusas, no hubo ruptura es que Andriy Biletsky presidió sus rituales anuales y los relevos entre comandantes del grupo.

Ahora, la 12ª Brigada ha conseguido finalmente que sea eliminado el veto estadounidense a instruir, armar o financiar a Azov, que en realidad siempre fue únicamente teórico. Estados Unidos ha decidido presentar los hechos como una nueva brigada que nada tiene que ver con la formada en 2014 y los medios han añadido otro matiz igualmente falso: que el regimiento fue despolitizado cuando fue introducido en la Guardia Nacional. Como colofón al revisionismo de una unidad cuya característica principal era precisamente la politización de sus miembros y de sus cuadros, que a lo largo de esta década se han jactado del trabajo ideológico realizado, Azov ha sido retirado de la lista de grupos extremistas de la Universidad de Stanford, una base de datos de referencia. De ello se jactaba en las redes sociales la embajadora ucraniana en Estados Unidos, Oksana Markarova, que había exigido que el grupo fuera eliminado de la lista. “En línea con la reciente eliminación de Azov de la lista de grupos extremistas del Departamento de Estado, han pillado a Stanford  borrando el perfil de la mayor formación militar neonazi armada del mundo”, ha comentado el periodista Mark Ames. En Stanford, Azov tiene a uno de sus principales defensores en Estados Unidos, el exembajador de Estados Unidos en Rusia Michael McFaul. Fue también en Stanford donde Azov realizó un acto apadrinado por Francis Fukuyama. La retirada de la lista de grupos extremistas no era más que cuestión de tiempo. El extremismo es tan inexistente en la 12ª Brigada que en los últimos días el perfil oficial de Azov en las redes sociales ha eliminado sigilosamente un tuit en el que Denis Prokopenko posaba junto a sus compañeros y el estandarte de la División Borodach, un totenkopf modificado con la barba de su comandante, Maksym Zhoryn, también en la imagen.

Biletsky condecorando a uno de los soldados de la unidad «Dirlewanger»

Tan centrados en la supuesta ruptura entre Azov y Biletsky, el extremismo o el batallón que posteriormente fue ampliado hasta convertirse en la actual brigada, los medios han decidido no centrarse en analizar a la Tercera Brigada de Asalto de las Fuerzas Armadas de Ucrania, que en ningún momento ha sido sometida al más mínimo escrutinio. Andriy Biletsky, su líder supremo, o Zhoryn, comandante adjunto, son ya fuente aceptable para la prensa nacional e internacional en el análisis militar. La ideología de Biletsky, los comentarios homófobos a los que acostumbra Zhoryn, el wolfsangel, el escudo heredado del Batallón Dirlewanger o del fascio littorio que utilizan los soldados o unidades que pertenecen a la brigada no son un impedimento para la eliminación de vetos a la entrega de armas, acusaciones de extremismo o incluso mención a Azov, de donde proceden los soldados, en los artículos que se refieren al grupo. El jefe de personal de la brigada de Biletsky puede permitirse incluso recomendar a sus soldados la lectura de unas memorias publicadas en 1953 del criminal de guerra nazi Albert Kesselring.

“Al igual que otros militantes de extrema derecha, los medios de comunicación occidentales citan con frecuencia a Kujarchuk sin mencionar su pasado neonazi ni su afiliación al Corpus Nacional, transformado en Tercera Brigada”, se quejó el periodista opositor ruso Leonid Ragozin en relación al comandante del segundo batallón de la brigada. Es el caso de un artículo publicado por CNN y en el que se narra el trabajo de Dmitro Kujarchuk, comandante de la Tercera Brigada de Asalto, en busca de reclutas en las prisiones ucranianas. La diferencia en el tratamiento de la información con respecto al reclutamiento realizado por Evgeny Prigozhin en las cárceles rusas es notorio.

“Kujarchuk declaró a la CNN que los soldados de su brigada no tienen ningún problema en combatir junto a convictos. «¿Cómo puedes tener una actitud especial hacia personas que vienen a ti, que se sentarán en la misma trinchera contigo, que participarán en operaciones de asalto contigo y te cubrirán las espaldas?»», afirmó”, escribe CNN sin mencionar el origen del grupo. Biletsky y varios de sus asociados más cercanos fueron excarcelados por la amnistía decretada tras la victoria de Maidan. La historia de Azov ha desaparecido completamente de la historia de la 12ª Brigada, pero, de forma aún más manipuladora, también de la Tercera Brigada de Asalto, aún más cercana al grupo que inició su andadura en Járkov durante la primavera de 2014.

“Dmitry Kukharchuk, de 34 años y natural de Cherkasi, se hizo voluntario en 2014. Renunció al cabo de un año y se dedicó a actividades políticas y sociales hasta el inicio de una invasión a gran escala. Durante más de un año, ha sido comandante del segundo batallón de la Tercera brigada de Asalto”, escribe Ukrainska Pravda para presentar al militar y activista social sin mencionar que se hizo voluntario de Azov y renunció para formar parte del Corpus Nacional, el partido de extrema derecha que es el ala política del movimiento Azov. Allí se destacó, por ejemplo, por amenazar públicamente a los activistas del partido de Anatolii Sharii, un periodista abiertamente odiado por la extrema derecha nacionalista. Recientemente, en sus publicaciones en redes sociales para denunciar la celebración de actos en favor de la comunidad LGBTI en Ucrania, Kujarchuk no ha dudado en criticar también a la Unión Europea, excesivamente liberal para el gusto de los miembros de Azov. “Como todos los ucranianos sanos”, ha escrito en uno de sus últimos posts, “estoy en contra de que Ucrania entre en la orgía liberal de la Unión Europea”, a la que llama también “basura izquierdista”. “Mientras los derechistas están luchando, los izquierdistas disfrutan de demasiada libertad. Pero creedme, maricones mentales, volveremos”, escribe Kujarchuk. “Si comienza una Reconquista europea, solo puede ser gracias a nosotros”, añade definiendo a Ucrania, o a su versión de ella, como “la parte más sana de Europa”.

La Europa a la que aspira Azov, un grupo cuya influencia no ha descendido sino que aumenta su peso en el Estado ucraniano actual, tiene poco que ver con los valores del liberalismo que dice seguir la Unión Europea. “Ucrania tiene buenas perspectivas de convertirse en líder regional. Bajo una condición: no entrar en la Unión Europea”, insiste Kujarchuk para presentar un proyecto supranacional que para Leonid Ragozin no es sino “un nuevo imperio ruso, pero con centro en Kiev, solo que más grande y fascista”.

El ideal europeo de Azov sigue siendo el de Reconquista o Intermarium, ideas a las que no ha renunciado sino sobre las que se ha reafirmado y trata de hacer mainstream. Azov no ha dejado tampoco de promocionar sus referentes de la etapa de entreguerras y de su tendencia política, con su neopaganismo, esoterismo y una filosofía política marcada por Nietzsche o Heidegger. Del segundo han heredado los aspectos más negativos, los más cercanos al nazismo, y del primero, la idea del valor del sufrimiento o el enaltecimiento de la guerra. Kujarchuk, por ejemplo, denuncia cualquier intento de llegar a un acuerdo con Rusia y aboga por continuar una guerra que para él “no es algo que lleve pasando dos años y medio o diez años. Lo veo como algo mucho más amplio, en un contexto de varios siglos, incluso milenios”. Teniendo en cuenta esa visión milenaria, no es de extrañar que, de los libros más promocionados de su editorial, Rainshouse, Azov promocione la obra de Rene Guenon, habitual referente del Tradicionalismo. Tampoco es de extrañar que, a la hora de negar su antisemitismo o neonazismo, Azov publicite en las redes sociales la venta de traducciones de la obra de Vladimir Zeev Jabotinsky, líder de la tendencia sionista más cercana al fascismo y cuya ideología no era especialmente alejada de la idea del nacionalismo integral de Dmitro Dontsov. Azov no solo no ha cambiado, sino que se reafirma en sus ideas, ahora con la percepción de mayor legitimidad para colocar su mensaje con la impunidad que le da la guerra.

“Los gobiernos occidentales y el ucraniano, los medios de comunicación, Boris Johnson y las principales universidades tratan a Azov como héroes y afirman que abandonó su pasado neonazi. Una reportera de guerra ucraniana ha publicado amenazas de violación y de muerte recibidas de Azov por hacer algunos comentarios críticos, pero dice que «venera» a Azov”, denunciaba la semana pasada Ivan Katchanovski. Como muestra también la lista de periodistas indeseables de los que sugiere ser traidores publicada por Kujarchuk, Azov es consciente de que puede cometer cualquier exceso sin sufrir consecuencias.

Comentarios

Aún no hay comentarios.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Reportes del frente archivados.

Registro

junio 2024
L M X J V S D
 12
3456789
10111213141516
17181920212223
24252627282930
Follow SLAVYANGRAD.es on WordPress.com

Ingresa tu correo electrónico para seguir este Blog y recibir notificaciones de nuevas noticias.

Únete a otros 47K suscriptores

Estadísticas del Blog

  • 2.250.765 hits